Neuropsicología: definición y objetivos (neuropsicología cognoscitiva)

Podemos definir a la neuropsicología como una ciencia de confluencia de diversas ramas de investigación, como la lingüística, la antropología, la psiquiatría, la psicología y, muy especialmente, las neurociencias, en su intención por establecer correlaciones entre mecanismos neurológicos y actividades motrices, perceptuales y mentales. Del mismo modo, participa de los adelantos de la psicología y las ciencias cognitivas en cuanto a la comprensión de las operaciones mentales que es capaz de realizar el sistema nervioso.
En términos generales, podemos decir que los objetivos principales de la neuropsicología son tres:
i) Desde el punto de vista clínico, el diseño de procedimientos o baterías de diagnóstico de daño cerebral (Lezak, 1995).
ii) A nivel teórico, el establecimiento de una correlación entre las áreas cerebrales que subyacen a las funciones psicológicas (Kertesz, 1983).
iii) A nivel práctico, el desarrollo de procedimientos de rehabilitación.

Hasta hace cerca de 30 años, el objetivo principal de la neuropsicología era el de establecer una correlación entre la estructura del cerebro y las operaciones mentales. Un período en el que el neuropsicólogo era el encargado de, una vez evaluados los síntomas del paciente, indicar el lugar de la lesión cerebral. Este enfoque clínico-anatómico exige un proceso por pasos en el que, primero, se hace una recolección sistemática de signos y de síntomas. Una vez se comparan estos síntomas y síndromes con la recolección previa de casos, se contrastan con los descritos en la literatura y se postula una hipótesis acerca de la localización de la lesión. De este modo, se perfeccionan los métodos de diagnóstico haciendo más acertadas las hipótesis sobre la ubicación de las lesiones. Ahora, afortunadamente, contamos con métodos muy sofisticados para localizar las lesiones, como la escanografía o la resonancia magnética, que permiten visualizar anatómicamente el lugar exacto de la lesión. Pero durante mucho tiempo la responsabilidad del neuropsicólogo clínico, en la ubicación de las lesiones cerebrales, era inmensa. Había que recurrir a sus conocimientos, basados en sus estudios de las regularidades de lesiones cerebrales correlacionadas con alteraciones comportamentales y con síndromes neuropsicológicos específicos, para poder formular buenos diagnósticos. En suma, el enfoque clínico-anatómico pretendía responder dos preguntas clave, a través de las pruebas neuropsicológicas: ¿Existe o no una lesión cerebral? Y si existe, ¿dónde se encuentra?
Por otra parte, los adelantos en ciencia cognitiva y, en particuar, en psicología cognoscitiva, han abierto la puerta para una nueva corriente teórica: la neuropsicología cognoscitiva (Gazzaniga, 1995; Seren, 1993; Rugg, 1997; McCarthy y Warrington, 1994; Marshall, 1996). Basándose en los modelos computacionales fundados en el paradigma del procesamiento de información, los neuropsicólogos cognoscitivos intentan formular esquemas del procesamiento cognitivo normal de las personas, sobre el supuesto de que el daño específico en una función cognitiva nos da la clave para entender el modo en que ésta opera en condiciones normales.
Por ello, se ha vuelto común decir que los objetivos principales del enfoque de la neuropsicología cognoscitiva son tres:
i) Describir la arquitectura funcional de diferentes sistemas de tratamiento de información con que opera el cerebro.
ii) Precisar la naturaleza de las representaciones sobre las cuales se efectúan esos procesos.
iii) Especificar los cálculos realizados por los diferentes componentes de tratamiento identificados en la arquitectura cognoscitiva.
Dentro del enfoque cognoscitivo -en contraste con el clínico – anatómico-, el significado de las alteraciones se basa en una suposición de lo que es el procesamiento normal, para averiguar los niveles comprometidos en el paciente lesionado. De ahí que su principal consecuencia metodológica sea el hecho de que se favorece el estudio de casos individuales exhaustivos, sobre análisis grupales típicos de la evaluación clínica. Precisamente, la mayor parte de los cambios teóricos importantes en neuropsicología han sido producto de evaluaciones de casos únicos (como las de los pacientes H.M. y Phineas Gage, que se tratarán más adelante).
En consecuencia, el proceso de evaluación de un paciente consiste, básicamente, en el planteamiento de una sucesión de preguntas, intentando así comprendere tipo de trastorno y las variables que influyen en él. En efecto, esta comprensión dista del enfoque clínico-anatómico tradicional en el hecho de que ya no se intenta averiguar, por ejemplo, qué tipo de afasia o alexia es, ni dónde está la lesión, ni si todos los pacientes con lesiones en esa área presentan el mismo tipo de alteración.
Como se había anotado, la hipótesis subyacente a la conceptualización de la neuropsicología cognoscitiva es que la forma en la cual se "desestructura" el sistema funcional tiene una relación con la estructura y las leyes de funcionamiento normal. De este modo, se hace necesario un modelo hipotético del funcionamiento normal, para poder evaluar la forma en que éste se altera, según las evidencias encontradas en las pruebas realizadas a los pacientes (Benton, 1988; Marshall, 1996; Bollen 1991; Code, 1996). Estas razones han llevado a la formulación de muchos modelos de arquitectura funcional de tipo computacional, a partir de los cuales se busca dar respuesta a preguntas muy específicas (formuladas con base en los errores de los pacientes), en torno a ciertas alteraciones particulares en casos singulares, como por ejemplo: ¿por qué se presentan un tipo de error y no otro? o ¿por qué se presenta ante tal lesión y no ante tal otra?