La salud mental en las emergencias: Estrategias de intervención para los funcionarios de la salud en el terreno

La salud mental en las emergencias: Aspectos mentales y sociales de la salud de poblaciones expuestas a factores estresantes extremos.

Estrategias de intervención para los funcionarios de la salud en el terreno

En base a la información obtenida en la literatura y la experiencia de expertos, y con el propósito de informar los pedidos actuales desde el terreno, el Departamento de Salud Mental y Toxicomanías asesora sobre las estrategias de intervención para poblaciones expuestas a factores estresantes extremos. La elección de la intervención varía según la fase de la emergencia. La fase de emergencia aguda se define aquí como el período donde la tasa de mortalidad bruta se eleva sustancialmente debido a la privación de necesidades básicas (es decir, alimentos, vivienda, seguridad, agua y saneamiento, acceso a la APS, gestión de las enfermedades transmisibles), debido a la emergencia. Este período es seguido de una fase de reconsolidación, en la que las necesidades están nuevamente a un nivel comparable al existente antes de la emergencia o, en caso de desplazamiento, están al nivel de la población vecina. En una emergencia compleja, a) las distintas regiones de un país pueden estar en diferentes fases o b) un sitio puede oscilar entre las dos fases, en el transcurso de un período de tiempo.

1– Fase aguda de la emergencia

Durante la fase aguda de la emergencia es aconsejable realizar fundamentalmente intervenciones sociales que no interfieran con las necesidades agudas, tales como la organización de alimentos, vivienda, vestimenta, servicios de APS, y, si correspondiere, el control de enfermedades transmisibles.

1.1 Las intervenciones sociales tempranas valiosas pueden incluir:

    • Establecer y difundir un flujo confiable permanente de información creíble sobre a) la emergencia; b) esfuerzos para establecer la seguridad física de la población, c) información sobre los esfuerzos de socorro, incluyendo lo que cada organización de ayuda hace y dónde están ubicadas; y d) la ubicación de los familiares para potenciar la reunión familiar (y, de ser factible, establecer acceso a comunicación con los familiares ausentes). La información debe difundirse de acuerdo a los principios de la comunicación de riesgo: por ejemplo: la información no debe ser compleja (comprensible para los habitantes locales de 12 años) aunque empática (mostrando comprensión de la situación del sobreviviente del desastre).

    • Organizar el rastreo de las familias de los menores no acompañados, los ancianos y otros grupos vulnerables.

    • Dar instrucciones a los funcionarios en el terreno en las áreas de la salud, distribución de alimentos, bienestar social y mantenimiento de registros referentes a asuntos de sufrimiento, desorientación y necesidad de una participación activa.

    • Organizar refugios con la finalidad de mantener unidos a los miembros de las familias y las comunidades.

    • Consultar a la comunidad en lo referente a las decisiones sobre dónde ubicar los lugares religiosos, escuelas y suministro de agua en los campamentos. Proveer de espacios religiosos, recreativos y culturales en el diseño de los campamentos.

    • De manera realista, desalentar la evacuación no ceremoniosa de los cuerpos con el fin de controlar las enfermedades transmisibles. Contrariamente al mito, los cadáveres no plantean riesgo de enfermedades transmisibles, o este riesgo es extremadamente limitado. Los afligidos sienten la necesidad de poder realizar funerales ceremoniosos y- suponiendo que el cuerpo no esté mutilado o descompuesto-de ver el cuerpo del ser querido fallecido para despedirse. De todas formas, es preciso organizar los certificados de defunción para evitarle a los familiares consecuencias financieras y jurídicas innecesarias.

    • Estimular el restablecimiento de los eventos culturales y religiosos normales (incluyendo los rituales de duelo en colaboración con los guías espirituales y religiosos).

    • Estimular las actividades que faciliten la inclusión en redes sociales de huérfanos, viudas, viudos, o de las personas sin familia.

    • Alentar la organización de actividades recreativas normales para los niños. Los prestadores de asistencia deben cuidar de no generar falsas expectativas en la población local repartiendo materiales de recreación (por ejemplo: camisetas de fútbol, juguetes modernos) del tipo que fuera considerado como artículo de lujo en el contexto local anterior a la emergencia.

    • Alentar el inicio de la escolaridad de los niños, aún parcialmente.

    • Invitar a los adultos y adolescentes a participar en actividades concretas, de interés común, con un objetivo definido (por ejemplo, construcción y organización de refugios, organización de la búsqueda de las familias, distribución de alimentos, organización de las vacunas, enseñanza de los niños).

    • Diseminar ampliamente información simple, tranquilizadora, empática sobre las reacciones normales al estrés en la comunidad en general. Los comunicados de prensa no sensacionalistas, los programas radiales, afiches y folletos concisos pueden ser de gran valor para tranquilizar al público. La educación pública debe estar principalmente centrada en las reacciones normales, ya que la sugerencia diseminadade psicopatología durante esta fase (y aproximadamente las primeras cuatro semanas posteriores) potencialmente puede resultar en un daño no intencional. La información debe destacar una expectativa de recuperación natural.

1.2 En términos de intervenciones psicológicas en la fase aguda se aconseja lo siguiente:

    • Establecer contactos con la APS o cuidados de emergencia en el área local. Manejar las dolencias psiquiátricas de urgencia (por ejemplo, peligrosidad para uno mismo o para otros, psicosis, depresión severa, manía, epilepsia) dentro de la APS, ya sea que la misma esté a cargo del gobierno local o de las ONG. Asegurar la disponibilidad de medicaciones psicotrópicas esenciales a nivel de la APS. Muchas personas con dolencias psiquiátricas de urgencia tendrán trastornos psiquiátricos preexistentes y debe evitarse la interrupción brusca de su medicación. Además, algunas personas consultan por problemas de salud mental debidos a la exposición a factores estresantes extremos. La mayoría de los problemas agudos de salud mental durante la fase de emergencia aguda se manejan mejor sin medicación, siguiendo los principios de ‘primeros auxilios psicológicos’ (es decir: escuchar, transmitir compasión, evaluar las necesidades, asegurar que se satisfagan las necesidades físicas básicas, no forzar la conversación, proporcionar o movilizar compañía, preferentemente de la familia u otras personas importantes en su vida, estimular pero no forzar el apoyo social, proteger de un daño ulterior).

    • Suponiendo que se cuenta con trabajadores comunitarios voluntarios o no voluntarios, organice un apoyo emocional que llegue a la comunidad pero que no resulte invasivo, proporcionando, cuando fuere necesario, los ‘primeros auxilios psicológicos’ arriba mencionados. Debido a los posibles efectos negativos, no se aconseja organizar sesiones individuales de “debriefing psicológico”, que inducen a las personas a compartir sus experiencias personales más allá de lo que las compartirían naturalmente.

    • Si se prolonga la fase aguda, comenzar a capacitar y supervisar a los trabajadores de APS y a los trabajadores de la comunidad (para una descripción de estas actividades, ver la sección 2.2).

2. Fase de reconsolidación

2.1 En términos de intervenciones sociales, se sugieren las siguientes actividades:

    • Continuar con las intervenciones sociales pertinentes resumidas arriba en la sección 1.1.

    • Organizar actividades de educación psicológica en la comunidad. Educar al público sobre la disponibilidad o las opciones de la asistencia primaria de la salud. Comenzando no antes de las cuatro semanas después de la fase aguda, educar cuidad osamenta al público sobre la diferencia entre psicopatología y sufrimiento psicológico normal, evitar las sugerencias de presencia de psicopatología en amplia escala y evitar jergas y modismos que conlleven un estigma. Utilizar las formas positivas preexistentes para hacer frente a los problemas. La información debe enfatizar las expectativas positivas de recuperación natural.

    • Con el tiempo, si la pobreza persiste como problema, alentar las iniciativas de desarrollo económico. Los siguientes son ejemplos de dichas iniciativas a) esquemas de microcrédito o b) actividades generadoras de ingresos cuando sea probable que los mercados brinden una fuente sustentable de ingresos.

2.2 En términos de las intervenciones psicológicas durante la fase de reconsolidación, se sugieren las siguientes actividades:

    • Educar a otros trabajadores de ayuda humanitaria, así como a líderes de la comunidad (como líderes del pueblo, maestros, etc.) en los principales conocimientos de atención psicológica (como ‘primeros auxilios psicológicos’, apoyo emocional, cómo brindar información, reconocimiento de los principales problemas de salud mental) para incrementar la conciencia y el apoyo de la comunidad, y derivar a las personas a la APS en los casos necesarios.

    • Capacitar y supervisar a los trabajadores de APS en el conocimiento básico y las destrezas necesarias en salud mental (como administración de la medicación psicotrópica apropiada, ‘primeros auxilios psicológicos’, ayuda psicológica de apoyo, trabajo con las familias, prevención del suicidio, gestión de los motivos de consulta somáticos sin explicación médica, problemas de uso de sustancias y referencia de pacientes). El principal programa recomendado es Salud Mental de los Refugiados de la OMS/ACNUR, 1996.

    • Asegurar la continuación de la medicación de los pacientes psiquiátricos que puedan no haber tenido acceso a la medicación durante la fase aguda de la emergencia.

    • Formar y supervisar a trabajadores de la comunidad (es decir, trabajadores de apoyo, consejeros psicológicos) para asistir a los prestadores de APS con una gran cantidad de casos complicados. Los trabajadores de la comunidad pueden ser voluntarios, paraprofesionales, o profesionales, según el contexto. Los trabajadores de la comunidad deben ser cuidadosamente capacitados y supervisados en lo que respecta a una serie de destrezas clave: evaluación de la percepción de los problemas por parte de los individuos, las familias y los grupos, ‘primeros auxilios psicológicos’, apoyo emocional, ayuda psicológica del duelo, gestión del estrés, ‘asesoramiento en la solución de problemas’, movilización de los recursos de la familia y la comunidad y referencia de pacientes.

    • Colaborar con los curanderos, de ser factible. En ciertos contextos tal vez sea posible hacer una alianza de trabajo entre los médicos alópatas y los curanderos tradicionales.

    • Facilitar la creación de grupos de autoayuda basados en la comunidad. Dichos grupos de autoayuda habitualmente se concentran en compartir los problemas, sugeriendo ideas y buscando soluciones o maneras más efectivas de enfrentar los problemas (incluyendo las maneras tradicionales), generar un apoyo emocional mutuo, y algunas veces generar iniciativas a nivel de la comunidad.

Material elaborado por la OPS/ OMS (http://new.paho.org/)
Esta publicación puede ser consultada en Internet en la dirección:
http://helid.desastres.net/

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