TÉCNICAS Y PROCESOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN PERSONAS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA. UNA CIUDADANíA NEGADA

TÉCNICAS Y PROCESOS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA: EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN PERSONAS CON DISCAPACIDAD AUDITIVA. UNA CIUDADANíA NEGADA

Guraíib, Constanza
Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán. Argentina

RESUMEN
El objetivo principal de este artículo es poner en conocimiento
la realidad en la que vive la población con déficit auditivo en la
provincia de Tucumán. Se intenta mostrar el grado de vulnerabilidad
y riesgos psicológicos y sociales a los que está expuesta
esta comunidad y, a su vez, la falta de asistencia adecuada
desde las diferentes áreas sociales, por no primar una conciencia
de integración social en toda la población. Esta integración
se sostiene principalmente en el hecho de compartir un código
(la lengua de señas), una lengua que favorezca la comunicación
entre todos los miembros de una sociedad más allá de diferencias
físicas o sensoriales. A continuación se expone una investigación
que actualmente se lleva a cabo y algunos primeros
datos concluyentes sobre la necesidad de profundizar en el
estudio de herramientas psicodiagnósticas adecuadas para
esta población.
Palabras clave: Discapacidad Auditiva Evaluación Integración

INTRODUCCIÓN
El siguiente trabajo tiene por finalidad mostrar una realidad
que pocos re-conocen como tal en nuestro medio. Me refiero a
la existencia en nuestra sociedad de una gran comunidad, la
de las personas sordas, que muestra un segmento de la población
en franca situación de vulnerabilidad con sus consecuentes
riesgos psicológicos y sociales. En los últimos años
las prácticas de segregación de las personas con discapacidades
han ido gradualmente modificándose, orientando las
acciones para promover una mayor búsqueda de espacios
compartidos e integrados. Aún así la realidad denuncia una
insuficiente cantidad de profesionales capacitados que puedan
atender y contener la gran demanda de atención en todos los
sectores de la sociedad y, particularmente, en lo que se refiere
a la asistencia en salud mental a personas con discapacidad
auditiva. La brecha que existe en la formación profesional
especializada está dada fundamentalmente por la imposibilidad
del psicólogo (y demás profesionales de la salud) de entender
y darse a entender ante una persona que no maneja como
sistema de comunicación la lengua oral y, a veces, ni la escrita.
Discapacidad que también registra el profesional como propia
y que lleva a truncar hasta una primera consulta asistencial.
CÓMO NOS COMUNICAMOS
Existen opiniones y posiciones respectivas extremas que personas
(profesionales o no) allegadas a la temática de la discapacidad
auditiva toman en relación al sistema de comunicación
«ideal» para la comunidad sorda. Dichas posturas educativas,
polarizadas, son conocidas como oralismo y bilingüismo.
La psicoanalista argentina y autora de varios libros sobre discapacidad,
Marta Schorn, dice: el oralismo – bilingüismo son
antagónicas sólo en la cabeza de quienes las sustentan en
forma excluyente y absoluta. El que una persona sepa el lenguaje
oral se lo debe considerar como una herramienta más,
no la más valiosa, de la que dispone para acceder a la comunicación
con personas oyentes.[i] Y en esto se fundamenta el
bilingüismo, permite considerar a la persona sorda como un
sujeto bilingüe, hablante de la lengua de señas y del lenguaje
oral. El sujeto sordo es un ser hablante más allá de cómo lo
haga. Tenemos que poder reconocer que un sujeto sordo no
está ni más ni menos limitado que un sujeto oyente, siempre y
cuando se facilite, por un lado, el desarrollo de sus posibilidades
creativas e intelectuales acorde a sus capacidades y, por el
otro, el aprendizaje y adecuación de las personas oyentes a
este sistema de comunicación natural y distintivo de la comunidad
sorda, la lengua de señas. Pensar que una persona
sorda que «habla» lengua de señas tiene un lenguaje pobre o
considerarla (como lo hacen ignorantemente profesionales de
la salud y la educación de nuestro medio) un «mono signante»,
es negar lo que la realidad misma nos demuestra a quienes
compartimos tiempo y actividades con esta comunidad. María
Luisa Benedetti, psicóloga argentina, manifiesta que «la sordera
está más por fuera del sujeto que la tiene. Está diariamente
instalada en nuestra sociedad tiñendo el discurso de la justicia
y el discurso médico»[ii]. Esta situación es aún más preocupante
cuando la sordera está en el discurso educativo de nuestro
medio y hay una sordo-ceguera (negación) desde el campo de
la salud mental.

ACTUALIDAD EN EDUCACIÓN
Históricamente los «sordomudos» despertaron siempre gran curiosidad
por su manera de comunicarse entre sí, específicamente
viso-gestual. A mediados del siglo XVI el objetivo principal
del trabajo con los «sordomudos» era hacerlos hablar, fundamentándose
en la orientación oralista[iii] de la época. Durante
cuatro siglos aproximadamente, la educación de las personas
sordas se debatió entre el oralismo y el bilingüismo. Recién a
fines del siglo XX comienza a reivindicarse a la lengua de señas
como el sistema de comunicación apropiado para esta
comunidad. Es así que en los últimos años se está asistiendo
a la radicalización de posturas a favor de la lengua de señas,
acompañadas de una permanente lucha por su reconocimiento
oficial.
En lo que refiere a la integración en escuelas comunes, en
Tucumán, hay experiencias educativas en EGB I, II, III, Polimodal,
dos carreras terciarias y en diversas tecnicaturas. Todo
esto se sostiene desde una Asociación civil llamada Comunidad,
desde hace ocho años… Ocho años con un accionar que
ni siquiera cuenta con el reconocimiento «nominal» desde el
área pertinente oficial, sólo aportes discursivos (que sin duda
no aportan nada) como: «¿Para qué integración? … Hay una
escuela para sordos». Evidente falta de compromiso con la
realidad de esta comunidad, por muchos, negada.
EN SALUD
Cualquier persona sorda que necesite desde asistencia por
una congestión nasal hasta la más grave de las operaciones
quirúrgicas, no cuenta con alguien «capacitado» que le explique
lo que le pasa, por qué y para qué de la medicación o intervención
a la que se lo somete. Situaciones, sin duda, altamente
angustiantes, en donde no hay una «palabra» que mediatice y
contenga todo o algo de lo que en ese sujeto se está poniendo
en juego a nivel de su subjetividad. Ahora veamos qué sucede
si corremos la mirada hacia el área específica de la salud
mental. Traten de imaginar una intervención psicoterapéutica:
el terapeuta, el sujeto que requiere la intervención, el encuadre
que termina de dar forma a ese encuentro terapéutico… y una
tercera persona que transmite (ida y vuelta) los pensamientos,
sentimientos, pesares, angustias, etc., más o menos profundos
de ese sujeto. Indudablemente, esto sale de cualquier encuadre
posible psicoterapéutico, más allá de la posición teórica en
la que se sostenga el profesional. ¿No es esta una exclusión
más sensible? Un sujeto privado hasta de su propia privacidad.
De aquí surge el planteo fundamental e incuestionable, a mi
entender, de la necesidad de capacitación por parte de los profesionales
de la salud en general y de la salud mental en particular,
en un conocimiento básico de este código necesario
para interactuar con otro que está ahí.

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN SOBRE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

En este momento la práctica en salud mental con la comunidad
sorda es el tema que convoca mi interés profesional y actual
de investigación. Esta se lleva a cabo en el marco de una Beca
otorgada por el Consejo de Investigaciones de la UNT, bajo el
título «Evaluación psicológica en personas con discapacidad
auditiva profunda». Adhiero esta tarea personal al Proyecto de
investigación de un equipo de personas que dirige la Dra. Prof.
Judith Y. Casali con el nombre «La cultura política en el mundo
contemporáneo. Representación y prácticas de una ciudadanía
negada».
En una primera instancia, realizando un relevamiento bibliográfico,
surgen varios autores argentinos con excelentes aportes
desde el Psicoanálisis y la Psicología preventiva. Sin embargo,
a los fines de esta investigación y de su objetivo general (abrir
una línea de investigación en el campo de la evaluación psicológica
específica para la población sorda de Tucumán) no se
pudieron registrar antecedentes en investigaciones y/o publicaciones.
¿En qué consiste esta propuesta de investigación?
Consiste en aplicar técnicas psicodiagnósticas de uso estandarizado,
a una muestra de población sorda de un determinado
grupo etario (entre 15 y 25 años). Se seleccionan como técnicas
de obtención de información: *entrevistas a referentes
claves de la población sorda; *entrevistas a referentes oyentes
en el trabajo con la población sorda; *entrevistas a padres;
*Técnicas gráficas: HTP/Test del animal/Persona bajo la lluvia;
*Test de Raven (escala general y coloreada); *Test de Apercepción
Temática -TAT- (selección de láminas). Cumplida la
etapa de administración se plantean técnicas de análisis de la
información: *Interpretación de cada psicodiagnóstico; *Cruzamiento
de datos obtenidos de técnicas y entrevistas administradas.
La hipótesis que sustenta esta investigación plantea
que los resultados obtenidos mostrarán diferencias significativas
tanto en aspectos cuantitativos como cualitativos entre la
población sorda y la oyente. La etapa de administración está
en curso y ya comenzaron a manifestarse importantes características
diferenciales en las producciones de los sujetos sordos.
Algunos primeros datos por ejemplo: *En el Test Persona bajo
la lluvia, llama la atención que aproximadamente el 70% de los
sujetos no dibujan paraguas; *En el dibujo de la casa del HTP,
todos (100%) se detienen en detalles tales como rejas en ventanas
y puertas, y marcado especial en picaportes o cerraduras;
*Tanto las historias del Test Persona bajo la lluvia como los
relatos del HTP, son autorreferenciales de manera explícita
«esta es mí casa», «este árbol está en mi vereda», «esto me
pasó a mí…» Con respecto al Test de Raven, escala general,
es llamativo que casi en el 90% de los casos se establece un
Rango V, o sea, un diagnóstico de deficiencia intelectual. Al
surgir estos datos se intenta con la escala coloreada, pero
aquí los mismos sujetos alcanzan un Rango I, es decir, un
nivel de inteligencia superior al término medio. Es evidente
que dicho Test no se adecua a esta población, por lo tanto no
es indicada su inclusión en una batería psicodiagnóstica. Entonces,
con lo expuesto hasta aquí ¿cómo se puede evaluar a
esta población?, ¿se pueden utilizar los recursos diagnósticos
con los que contamos generalmente?. Comienza a hacerse
evidente, una vez más, el vacío teórico existente que imposibilita
dar cuenta de la realidad psicológica de toda una población.
Personalmente mi interés no se limita a un análisis de técnicas
de evaluación, pero, sí creo importante mostrar cuán ineficaces
pueden resultar las herramientas estandarizadas, administrándolas
a personas que sólo tienen una discapacidad sensorial.
Es mucha y grande la lucha que se lleva a cabo día a
día en la sociedad por la inserción de personas sordas, por
ejemplo, en el ámbito laboral. Pero ¿quién está capacitado
para realizar un psicodiagnóstico para una selección laboral a
personas sordas?, ¿con qué se los evalúa?, ¿se los evalúa?.
Es necesario tener en cuenta cómo el mal manejo de las pocas
oportunidades laborales que consigue la población sorda, puede
afectar cualquier otra posibilidad futura de trabajo. Esto
sirve para pensar cuán necesario es diseñar baremos específicos
para técnicas ya existentes o técnicas adecuadas que
puedan dar cuenta de las competencias individuales de toda
una comunidad en edad productiva y con las condiciones físicas
y psicológicas para desarrollar una actividad laboral.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Para ir concluyendo esta presentación quiero leer unas palabras
de María Luisa Benedetti: «Mucho se evitaría con un mediano
dominio de la lengua de señas y un adecuado sentido
común supliendo a la ignorancia»[iv]. En otros países del mundo,
la lengua de señas está oficializada y es ampliamente
dominada por los agentes de la sociedad y de la salud. Es
satisfactorio ver que la sociedad de Tucumán, de a poco se va
sumando a esta convocatoria de integración, eligiendo aprender
esta lengua y colaborar en la adecuación comunitaria de la
población sorda. Tengamos en cuenta que a las personas sordas
no las vemos porque la sordera no se ve. Las reconocemos,
por ejemplo, cuando vemos «hablar» con las manos. Pero
están, menos evidentes que personas con otras discapacidades
(ceguera, síndrome de Down, etc.) pero tan necesitadas de
«escucha» como todos. La intención en esta aproximación al
tema es mostrar que hay un «País de Sordos», que es en el que
vivimos y hacen día a día todos aquellos que pretenden negar
una realidad. Hay que comenzar a escuchar a esta comunidad
muy golpeada por la sordera de la sociedad.

NOTAS
[i]Schorn, Marta: El niño y el adolescente sordo. Reflexiones psicoanalíticas.
Bs. As.: Lugar editorial, 2002
[ii] Benedetti, M. Luisa: Sordo – ¿Mudos? Un mundo a conocer. Bs. As.: Edit.
Tekné, 1995
[iii] Orientación oralista: metodología de enseñanza basada en la articulación
sonora de las palabras
[iv] Idem obra citada
BIBLIOGRAFÍA
Benedetti, María Luisa: Sordo – ¿Mudos? Un mundo a conocer. Bs. As.: Edit.
Tekné, 1995
Núñez, Blanca: El niño sordo y su familia. Bs. As.: Edit. Troquel, 1991
Rella, Franca: Psicología preventiva y sordera. Bs. As.: Lugar editorial,
2001
Sacks, Oliver: Veo una voz. Viaje al mundo de los sordos. Madrid: Edit. Anaya,
1989
Schorn, Marta: El niño y el adolescente sordo. Reflexiones psicoanalíticas.
Bs. As.: Lugar editorial, 2002
Schorn, Marta: Discapacidad. Una mirada distinta, una escucha diferente.
Bs. As.: lugar editorial, 2002
Schorn, Marta: La capacidad en la discapacidad. Bs. As.: Lugar editorial, 2003
Torres Monreal y otros: Deficiencia auditiva. Aspectos psico – evolutivos y
educativos. Bs. As.: Edics. Aljibe, 1995