El vocabulario de Michel Foucault: LETRA F. Filosofía

El vocabulario de Michel Foucault: LETRA F

Filosofía

(Philosophie). En este artículo queremos presentar las observaciones que el mismo Foucault nos ofrece acerca de la tarea de la filosofía contemporánea y, más concretamente, de su propio trabajo. La primera cuestión debería consistir en determinar si se lo puede encuadrar dentro del campo de la filosofía. No es una cuestión fácil, por dos razones. En primer lugar, porque, para poder juzgar acerca de la pertenencia o no al campo de la filosofía, no sólo se debe disponer de un criterio que delimite qué está dentro y qué afuera; también es necesario mostrar que se trata del criterio justo, apropiado, auténtico. En todo caso, proponer un criterio de este orden no iría mucho más lejos de abrir una polémica. La historia de la filosofía nos pone, de hecho, ante una multiplicidad de filosofías que ni por su vocabulario, ni por su estilo, ni por sus conceptos, ni por sus métodos, ni por sus finalidades pueden reunirse debajo de un concepto único. Aquí, como nos lo enseñan los lógicos, comprensión y extensión se encuentran en relación inversa. En segundo lugar, el propio Foucault ha negado repetidas veces su pertenencia al campo de la filosofía. Podríamos multiplicar las referencias, pero algunas bastarán. “Nunca me ocupé de filosofía” (DE2, 493). “Es difícil clasificar una investigación como la mía dentro de la filosofía o de las ciencias del hombre” (DE1, 605). ¿Cuál es el alcance que debemos dar a éstas y otras expresiones semejantes? En todo caso, es necesario contrabalancearlas con otras. “Que lo que yo hago tenga algo que ver con la filosofía es muy posible, sobre todo en la medida en que, al menos después de Nietzsche, la filosofía tiene como tarea diagnosticar y no tratar más de decir una verdad que pueda valer para todos y para todos los tiempos. Yo trato de diagnosticar, de realizar un diagnóstico del presente: decir lo que nosotros somos hoy y lo que significa, hoy, decir lo que somos. Este trabajo de excavación bajo nuestros píes caracteriza desde Nietzsche al pensamiento contemporáneo. En este sentido, me puedo declarar filósofo” (DE1, 606) • Si tomamos como punto de referencia el contexto intelectual en el que Foucault se formó –las filosofías del sujeto (fenomenología, existencialismo, marxismo)–, su trabajo ciertamente está afuera. Pero esta forma de no-pertenencia pone de relieve, en realidad, un cambio en la filosofía misma. Y el propio Foucault, también repetidas veces, da cuenta de ello. “Hubo una gran época de la filosofía contemporánea, aquélla de Sartre, de Merleau-Ponty, en la que un texto filosófico, un texto teórico. Debía finalmente decirles lo que era la vida, la muerte, la sexualidad, si Dios existía o si Dios no existía, lo que era la libertad, lo que se debía hacer en la vida política, cómo comportarse con los otros, etc. Se tiene la impresión de que esta especie de filosofía ya no puede tener curso, de que, si quieren, la filosofía se ha, si no volatilizado, como dispersado, de que hay un trabajo teórico que se conjuga, de alguna manera, en plural. La teoría y la actividad filosófica se producen en diferentes dominios que están como separados unos de otros. Hay una actividad teórica que se produce en el campo de las matemáticas, una actividad teórica que se manifiesta en el dominio de la lingüística, o en el dominio de la historia de las religiones o en el dominio de la historia a secas, etc. Y es en esta especie de pluralidad del trabajo teórico que se realiza una filosofía que todavía no encontró su pensador único y su discurso unitario” (DE1, 662). “Me parece que la filosofía hoy no existe más, no que haya desaparecido, sino que está diseminada en una gran cantidad de actividades diversas. Así, las actividades del axiomatizador, del etnólogo, del historiador, del revolucionario, del hombre político pueden ser formas de actividad filosófica” (DE1, 596). Más adelante Foucault sostiene que “[…] la filosofía de Hegel a Sartre ha sido, a pesar de todo, esencialmente una empresa de totalización, si no del mundo, si no del saber, al menos de la experiencia humana. Y yo diría que, quizás, si hay ahora una actividad filosófica autónoma, si puede haber una filosofía que no sea simplemente una especie de actividad teórica dentro de las matemáticas, o la lingüística, o la etnología o la economía política, si hay una filosofía independiente, libre de todos estos dominios, […] se la podría definir de la manera siguiente: una actividad de diagnóstico. Diagnosticar el presente, decir lo que es el presente, decir en qué nuestro presente es diferente y absolutamente diferente de todo lo que no es él, es decir, de nuestro pasado. Quizás es ésta la tarea que se le asigna ahora al filósofo” (DE1, 665) Nos encontramos, entonces, ante esta alternativa: la filosofía diseminada en otros dominios y la filosofía como diagnóstico del presente. Desde este último punto de vista, su trabajo pertenece, sin duda, a la actividad filosófica. Es más, se inscribe en esa tradición que denomina “ontología del presente” y que se remonta a Kant (DE4, 687). Se trata de una actividad, pero también, de un éthos, del éthos propio de la modernidad (véase: Éthos). • Ahora bien, el aporte, si queremos, negativo de este diagnóstico ha sido la constatación de la “muerte del hombre” (véase: Antropología, Hombre), es decir, del fin de las filosofías del sujeto y de las ciencias del hombre en su sentido moderno. Nos permitimos una cita pintoresca, pero altamente reveladora al respecto. En respuesta a una pregunta en la que se le planteaba cómo enseñaría psicología, Foucault afirma: “La primera precaución que yo tomaría, si fuese profesor de filosofía y tuviese que enseñar psicología, sería comprar una máscara lo más perfeccionada posible que pueda imaginar y lo más alejada de mi fisonomía normal, de modo que mis alumnos no me reconocieran. Trataría, como Anthony Perkins en Psicosis, de tener una voz completamente distinta, de manera que nada de la unidad de mi discurso pudiera aparecer. Ésta es la primera precaución que tomaría. Luego, trataría, en la medida de lo posible, de iniciar a mis alumnos en las técnicas que se utilizan actualmente, métodos de laboratorio, métodos de psicología social; trataría de explicarles en qué consiste el psicoanálisis. Y luego, me quitaría la máscara, retomaría mi voz y haría filosofía. Entonces, me encontraría con la psicología como esa especie de impasse absolutamente inevitable y absolutamente fatal. Yo no la criticaría como ciencia, no diría que no es una ciencia efectivamente positiva, no diría que es una cosa que debiera ser más o menos filosófica. Diría simplemente que ha habido una especie de sueño antropológico en el que la filosofía y las ciencias del hombre están, de alguna manera, fascinadas y adormecidas mutuamente, y que es necesario despertarse de este sueño antropológico, como en otro tiempo se despertaba del sueño dogmático” (DE1, 488). Foucault ha querido liberar el pensamiento del sueño antropológico. No es el gesto de colocarse la máscara, sino el de quitársela el que define su trabajo. Foucault no persigue una filosofía travestida de ciencias del hombre, buscando en ellas aquello de qué hablar; tampoco busca dispersarse en dominios como la etnología, la lingüística o el psicoanálisis (que, en Les Mots et les choses, califica de contra-ciencias humanas). Pero este diagnóstico no se detiene en la constatación de la muerte del hombre, como si se tratase del acontecimiento epigonal de la filosofía, del fin de la filosofía. Más bien se da lo contrario. La arqueología y la genealogía constituyen dos esfuerzos por pensar más allá del horizonte de las filosofías del sujeto. Y los trabajos dedicados a la ética constituyen un esfuerzo por pensar más allá de las filosofías de la muerte del sujeto, e incluso, en algunos aspectos, más allá del propio Nietzsche, a quien tanto le debe (al respecto, véase: Gobierno, Poder). Por ello, la ontología del presente no se agota en un diagnóstico negativo, aunque a veces pueda parecerlo (por ejemplo, cuando analiza las formas modernas del poder: la disciplina y la biopolítica). Diagnosticar, para Foucault, es llevar a cabo el esfuerzo de pensar de otra manera. “¿Qué es la filosofía, si no una manera de reflexionar, no tanto sobre lo que es verdadero o lo que es falso, sino sobre nuestra relación con la verdad? Se lamentan de que no haya filosofía dominante en Francia. Tanto mejor. No hay filosofía soberana, es verdad, sino una filosofía o, más bien, filosofía en actividad. Es filosofía el movimiento por medio del cual (no sin esfuerzos y obstáculos, sueños e ilusiones) uno se distancia de lo que está adquirido como verdadero y busca otras reglas de juego. Es filosofía el desplazamiento y la transformación de los cuadros de pensamiento, la modificación de los valores recibidos y todo el trabajo que se hace para pensar de otra manera, para hacer otra cosa, para devenir distinto de lo que se es. Desde este punto de vista, es un período de actividad filosófica intenso como el de los últimos treinta años” (DE4, 110). En este sentido, todo el trabajo de Foucault –”fragmentos de filosofía en el cantero de la historia” (DE4, 21)–, ha sido un esfuerzo constante por poder pensar y ser de otra manera. Más precisamente, a la luz de sus últimos trabajos, pensar y ser de otra manera consiste en elaborar nuevos modos de subjetivación, nuevas prácticas de sí; en una palabra, una ética, un éthos, una ascesis. Por ello se podría afirmar que la práctica filosófica de Foucault está más cerca de la práctica de la filosofía de la antigüedad que de Hegel o Sartre, al menos (aunque no sólo) del modo en que Foucault describe la práctica de los antiguos. Podríamos decir, a modo de resumen, que el trabajo de Foucault va de la muerte del sujeto (de las filosofías del sujeto, de las ciencias del hombre) a la recuperación del sujeto desde el punto de vista de las prácticas. “No es pues el poder, sino el sujeto el que constituye el tema general de mis investigaciones” (DE4, 223). La filosofía de Foucault ha sido un esfuerzo inmenso por abrir un espacio en el que las prácticas de subjetividad sean nuevamente posibles como prácticas reflejas de la libertad (véase: Ética); para ello tuvo que liberar ese espacio invadido por las ciencias humanas, las filosofías de lo trascendental, las disciplinas, la biopolítica. Este trabajo de liberación ubica su filosofía en el cantero de la historia. “Después de todo, que el trabajo que les he presentado haya tenido este aspecto a la vez fragmentario, repetitivo y discontinuo correspondería bien a lo que se podría denominar una ‘pereza febril’, la que afecta caracterialmente a los enamorados de las bibliotecas, de los documentos, de las referencias, de las escrituras empolvadas, de los textos que nunca son leídos, de los libros que, apenas impresos, se encierran y duermen enseguida en las secciones de las que son sacados sólo algunos siglos más tarde. Todo esto convendría bien a la inercia trabajosa de aquéllos que profesan un saber para nada, una especie de saber suntuario, una riqueza de beneficios cuyos signos exteriores, como ustedes saben bien, se los encuentra dispuestos a pie de página. Esto convendría a todos aquellos que se sienten solidarios de una de las sociedades secretas sin duda de las más antiguas, de las más características también de Occidente; una de estas sociedades secretas extrañamente indestructibles, desconocidas, me parece, en la antigüedad, que se han formado tempranamente en el cristianismo, en la época de los primeros conventos sin duda, en los confines de las invasiones, de los incendios, de los bosques. Quiero hablar de la gran, tierna y calurosa francmasonería de la erudición inútil” (IDS, 6). No tan inútil. • Para finalizar, una última observación. Se acostumbra distinguir en la obra de Foucault dos o tres períodos que corresponderían a sus ejes de trabajo y también a las pausas en la publicación de sus libros. Nos encontraríamos, entonces, con un período arqueológico (centrado en el análisis del saber), un período genealógico (análisis del poder) y otro ético (análisis de las prácticas de subjetivación). El paso del período arqueológico al genealógico estaría marcado por la distancia entre L’Archéologie du savoir (1969) y Surveiller et punir (1975); el paso del período genealógico al ético, por la distancia entre La volonté du savoir (1976) y L’Usage des plaisirs (1984). Estas distinciones sirven, sin duda, a la descripción y a la presentación de su pensamiento. No se puede decir que sean incorrectas. Sin embargo, no son totalmente precisas. Basta leer Histoire de la folie para darse cuenta de cómo desde el inicio se encuentran entrelazadas las problemáticas del saber, del poder y de las prácticas de subjetividad. Por ello, aun cuando sigamos hablando de período arqueológico, genealógico y ético, no habría que verlos como un desplazamiento en una línea recta, sino como un movimiento más complejo, cuya representación espacial más apropiada sería el círculo o la espiral. “En cuanto a aquellos para quienes esforzarse, comenzar y recomenzar, ensayar, equivocarse, retomar todo desde el inicio y encontrar todavía el modo de titubear a cada paso, en cuanto a aquéllos para quienes, en definitiva, trabajar manteniéndose en la reserva y en la inquietud equivale a la dimisión, bien, manifiestamente no somos del mismo planeta” (HS2, 13).

Philosophie [1602]: AN, 4, 11, 126, 220. AS, 10, 13, 20, 23, 33, 53, 72-73, 78, 179, 181, 225, 235, 253, 260, 266-268. DE1, 66-68, 78-79, 83, 87-88, 91, 96, 101, 120, 124, 126-127, 138, 140, 168, 169-171, 238-242, 245, 247-249, 263, 267-268, 291, 339-342, 345-346, 357, 370, 381, 387, 391, 430, 438-440, 444, 447-463, 499, 503-504, 515, 520, 541-543, 545-546, 548, 551-553, 556, 565, 570, 574-575, 579-582, 587, 596, 598, 604-606, 611-613, 654-655, 657-658, 662-665, 668, 684, 696-697, 701-702, 759, 768-770, 773, 775, 779-785, 789-790, 792-793, 812, 815, 821-822, 846. DE2, 7-8, 10-11, 25, 47, 54, 65-72, 76, 78, 80, 83, 85-87, 89-91, 98-99, 105-109, 113, 124-126, 137, 141, 149, 152, 164, 166, 170, 188, 221, 229, 242-243, 265, 272, 282-284, 293, 295-296, 304-305, 369-370, 372, 376, 399, 412, 414, 424-425, 434, 470, 476, 483, 493, 506, 522, 539-540, 546-547, 549, 564, 568, 571, 594, 627, 630, 633-634, 693, 720-721, 727, 756, 781, 798, 808, 827. DE3, 29-30, 95, 112, 134-135, 150, 158, 175, 179, 193, 210, 234, 265-266, 274, 277, 279-281, 316, 349-350, 369-372, 377, 394, 399, 429-432, 434-435, 438, 442, 476, 479, 502, 534, 537-542, 547, 571, 573, 574, 576, 584, 590, 595, 597, 600-605, 607-609, 615-616, 618, 622, 763, 783, 795-796, 823. DE4, 21, 24, 29, 34, 42, 48-50, 52-53, 56, 62, 70, 83, 103, 107-108, 110, 127, 134-135, 140, 146, 169-170, 182, 205, 219-220, 224, 232, 278-279, 291, 317, 351, 354-355, 357, 387, 397, 410, 412-413, 433, 436, 438, 448, 455-456, 462, 500, 520, 527, 535, 543, 547, 562-564, 579, 581, 586, 613, 622, 630, 644, 652, 667, 679-682, 686-688, 697, 699-702, 706-707, 721-723, 729, 763, 764-768, 770, 773, 775-776, 779, 786-787, 789-790, 795-796, 799, 811, 813, 820, 824. HF, 43, 137, 202-203, 227, 284, 287, 298, 379, 385, 391, 416, 436, 471, 551, 611, 658, 662, 684, 685. HS, 3-4, 6, 11, 13-14, 16, 18-19, 23, 25-27, 29-30, 33, 40-41, 43, 46, 49, 61-62, 64-65, 67, 69, 72, 77, 84, 89-90, 93-96, 98, 100, 102, 111, 113-114, 119, 123, 126, 130-131, 134, 138, 141, 143-146, 148-150, 152-153, 158-160, 163-167, 171-172, 175, 178-179, 182-184, 200, 203-204, 206-208, 216-218, 248-250, 257, 262-263, 269, 280, 297-298, 306, 309, 313-314, 320-321, 324, 328-331, 333, 335-336, 349-350, 365, 369, 374, 378, 384, 390-392, 397-399, 408, 415, 442, 457, 466-467. HS1, 80, 166, 184. HS2, 13-15, 21, 44, 51, 100, 107, 153, 200, 232, 234, 252, 262, 264, 269, 275, 282. HS3, 50, 55, 57, 59-60, 65, 70-71, 74, 80, 102, 111, 121, 168, 179, 184-185, 187, 192, 219-220, 245, 249, 260, 270-271, 281-282, 284. IDS, 19-22, 25, 45-46, 50, 55, 85, 146, 149, 153, 162, 172-173, 186, 194, 211-212, 215. MC, 80, 82-83, 88, 91, 94, 98-99, 133, 136, 145-147, 151-154, 156, 159, 161, 174, 207-208, 220, 231-233, 253, 256-257, 260-261, 287, 292, 295-296, 304-305, 316, 326, 328, 333, 336, 339, 346, 352-353, 355, 357-359, 375, 382, 384, 396-397. MMPE, 13. MMPS, 14, 79. NC, XI, XV, 55, 64, 92, 105, 116-117, 120, 126, 130, 142, 147, 157-158, 192, 206. OD, 29, 47, 51, 60, 64, 76-79. PP, 15, 38, 93, 121, 167, 222-223, 258, 292, 295. SP, 142, 254.

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