LOS ASPECTOS FIGURATIVOS Y OPERATIVOS DEL CONOCIMIENTO
El desarrollo espontáneo de la inteligencia que lleva de las acciones sensomotoras
elementales a operaciones concretas y después formales queda, de esta manera,
caracterizado por la constitución progresiva de sistemas de transformaciones.
Llamaremos operativo este aspecto del conocimiento; el término operativo abarca
tanto las acciones iniciales como las estructuras propiamente operatorias (en
sentido estricto). Sin embargo, las realidades que se trata de conocer no consisten
sólo en transformaciones, sino igualmente en “estados”, ya que cada
transformación parte de un estado para llegar a otro y cada estado constituye el
producto y el punto de partida de las transformaciones. Llamaremos “figurativos”
los instrumentos de conocimiento que llevan a los estados o que traducen los
movimientos y transformaciones en términos de simple sucesión de estados: tales
son la percepción, la imitación y esa especie de imitación interiorizada que
constituye la imagen mental.
También sobre estos puntos la psicología infantil ha proporcionado desde 1935
nuevos datos que han de interesar al educador. En efecto, siempre se ha soñado
en la educación sensorial y Froebel había intentado codificaría para los niveles
preescolares. Periódicamente, se insiste en el papel de las presentaciones
“intuitivas” y ocurre a menudo que pedagogos bien intencionados imaginan que la
ventaja principal de los métodos activos es reemplazar la abstracción por
contactos concretos (mientras que existe una construcción “activa” de lo abstracto,
como se ha visto antes) e incluso creen llegar al límite del progreso educativo
multiplicando las figuraciones intuitivas bajo formas que no tienen ya nada de
activas. Por tanto, tiene utilidad pedagógica examinar cómo los trabajos
psicológicos recientes presentan las relaciones entre los aspectos figurativos y
operativos del pensamiento.
En primer término, por lo que respecta a la percepción, hoy en día es cada vez
más difícil creer, como hace tiempo, que las nociones y operaciones surgen de la
percepción mediante simples abstracciones y generalizaciones. Es verdad que
Michotie intentó probar en 1954 que la noción de causa tiene su origen en una
percepción de la causalidad” Y, efectivamente, esta forma de percepción se
encuentra hasta en el niño muy pequeño; pero nosotros hemos tenido ocasión de
mostrar que la causalidad sensomotora no deriva de la causalidad perceptiva v
que, por el contrario, la causalidad perceptiva visual se apoya en tina causalidad
táctico-cinestésica que depende de la acción propia en su conjunto y no
exclusivamente de factores perceptivos. De aquí resulta que la causalidad
operatoria hinca sus raíces en la causalidad sensomotora y no en la perceptiva;
esta última depende de la causalidad sensomotora tanto en sus aspectos motores
como perceptivos. El ejemplo es representativo de otros muchos: en todos los
casos en que se cree sacar sin más una noción de una percepción se olvida la
acción y después vino se da cuenta que la actividad sensomotora constituye la
fuente común de las nociones y de las percepciones correspondientes. Hay aquí un
hecho general y fundamental que la educación no puede omitir.
En cuanto a la representación por imágenes, los hechos estudiados dan cuenta a
su vez de la subordinación constante de los aspectos figurativos a los aspectos
operativos del pensamiento. Al seguir el desarrolla de las imágenes mentales en el
niño se comprueba que en los niveles preoperatorios la imagen sigue siendo
sorprendentemente estática y reproductora, sin posibilidad de anticipar los
movimientos o el resultado de las transformaciones. Por ejemplo, el niño de 4 a 6
años se representa la transformación de un arco en una recta por el alargamiento
de un alambre curvado que da lugar a una recta igual a la cuerda (sin intentar
rebasar los límites extremos del arco inicial) y como un paso brusco, sin poder
imaginar las fases intermedias. Sólo ante la influencia de las operaciones
concretas que surgen a los 7-8 años y más adelante, la imagen se hace a la vez
anticipadora y más móvil. Por tanto, la evolución de las imágenes mentales no
obedece a leyes autónomas, sino que necesita la intervención de ayudas
exteriores de naturaleza operativa. Incluso en el campo de las imágenes-recuerdo
y de la, memoria se puede mostrar cómo la estructuración y la conservación misma
de los recuerdos están ligadas al esquematismo de las acciones y de las
operaciones. Por ejemplo, al comparar en distintos grupos de niños el recuerdo de
un conjunto de cubos, según que este conjunto haya sido a) simplemente visto o
percibido, b) reconstruido por el niño mismo o c) construido por el adulto a los ojos
del niño, se constata una neta ventaja para los recuerdos de tipo b. La
demostración por el adulto no da mejores resultados que la simple percepción, lo
que muestra una vez más que al hacer experiencias ante el niño en lugar de
obligárselas a hacer a él mismo se pierde todo el valor informativo y formativo que
presenta la acción propia como tal.