CAPÍTULO VI
LAS REFORMAS DE ESTRUCTURA, LOS PROGRAMAS Y LOS PROBLEMAS
DE ORIENTACIÓN
La extensión general de la enseñanza, cuyo carácter explosivo ha mostrado el
capitulo precedente, se efectúa a la vez en el sentido longitudinal de una
prolongación de la escolaridad obligatoria y una facilidad de acceso a los niveles
secundarios y superiores., y en el sentido transversal de una diferenciación más
precisa de las formas de enseñanza y una multiplicación de las escuelas técnicas y
profesionales.
Una situación tal, de hecho o prevista por los planes, plantea tres problemas a los
cuales se ha intentado dar solución: el de la unidad de la cultura o un fondo común
de formación; el de la movilidad escolar (correlativa de la movilidad social en
general) o posible paso de una sección a otra, es decir, de los cambios eventuales
de orientación en el curso de los estudios a medida que se revelan las aptitudes o
se precisan las situaciones; y el de los procedimientos utilizados para facilitar está
orientación y fundarla en datos objetivos y no solamente en estimaciones a veces
ilusorias (tanto si se trata de los alumnos, como de los padres o, en ocasiones, de
los exámenes).
Bajo estos problemas principales de los que se han ocupado casi todos los
países, subsiste una cuestión que no tiene nada de secundaria a no ser en el
sentido de que es la menos estudiada: el desarrollo ininterrumpido de los
conocimientos y las técnicas y el deseo de tener en cuenta todas las corrientes sin
despreciar un tronco común de cultura general conducen en la mayoría de los
casos a una sobrecarga de los programas que, finalmente, puede perjudicar la
salud física e intelectual de los alumnos y retardar su formación en la medida
misma en que se desea acelerarla o perfeccionarla. Este problema del
agotamiento escolar, que en ocasiones inquieta más a los medios médicos (el
Centro Internacional de la Infancia, por ejemplo) y psicológicos que a las
autoridades pedagógicas, está relacionado con la cuestión central de establecer si
la escuela no enseña nunca nada inútil, especialmente si se insiste en las
facultades de iniciativa e invención más que en la acumulación de un saber que se
encuentra en todos los manuales, y el problema conduce al de los exámenes,
sobre todo en los países en que priva el régimen de las oposiciones y en que los
individuos más dotados y más útiles para la sociedad pueden perder meses o
años precisamente en la edad en que se organizan en ellos las ideas nuevas que
orientarán su carrera futura.