El campo educativo se encuentra atravesado por un complejo entramado de significaciones sociales, estas producciones de sentido logran cristalizarse a partir de su consolidación y reproducción a través de mitos, emblemas, rituales que sostienen a una sociedad. Esto es lo que Castoriadis denomina imaginario social instituido: En el libro “La institución imaginaria de la sociedad ” Castoriadis plantea: “hay pues una unidad en la institución total de la sociedad….esta unidad es, en última instancia, la unidad y la cohesión interna de la urdiembre inmensamente compleja de significaciones que empapan, orientan y dirigen toda la vida de la sociedad considerada y a los individuos concretos que corporalmente la constituyen. Esa urdiembre es el magma de las significaciones imaginarias sociales que cobran cuerpo en la institución de la sociedad considerada y que por así decirlo, la animan”.(Castoriadis, C. -La institución imaginaria en la sociedad. Ed. Tusquets,Barelona, 1983.)
Mitos, emblemas, ritos que al no ser cuestionados, provocan síntomas en quienes lo sostienen.
Una sociedad es una construcción y se mantiene por la consolidación y reproducción de sus producciones de sentido, ésta inventa sus significaciones, las cuales organizan, orientan y dirigen la vida de los individuos que la constituyen.
La escuela como institución de la modernidad se consolida en el imaginario colectivo, naturaliza su presencia en todo contexto social y no sólo justifica su existencia sino que su universalidad la hace necesaria como la vida misma. Los docentes que en ella trabajan están asimilados de tal forma que cuando se dice “…la escuela es….” o “a la escuela le falta….” se personaliza en esa palabra a los que la realizan, materializándolos en ese imaginario que da por supuesto que “la escuela” contiene “los docentes y su circunstancia” y de los que realmente no se habla. Se genera un circuito cerrado que dificulta la introducción de otros discursos, aunque no necesariamente éstos puedan cuestionar lo instituido.
Castoriadis sostiene, que si bien desde el imaginario social se estructuran acontecimientos, ideales, hay algo que se le escapa, es la dimensión “del ser por hacerse” motor inagotable de la autotransformación, en lucha constante con la alienación basada en la hiperadaptación a lo instituido. Así como el sujeto es estructurado desde palabras de otros, y sale de esta autoalienación a través de la construcción de nuevos ideales que le permiten su singularización, así también el individuo como ser social es convocado desde un imaginario colectivo, a participar de la autoalienación de la sociedad, llevando a que los individuos y los grupos sean hablados desde los ideales de un determinado contexto histórico social. Rescatarse de esta autoalienación es recuperar la integración del individuo (social) y la del sujeto (cultural).(Baramendi, A. -Del autoritarismo que sabemos conseguir, XI. Congreso de Psicoterapia Analitica de Grupo. Tomo 1, Bs. As. 1994)
La escuela es una construcción social, que mantiene el orden social vigente en cada momento histórico.Vemos así a la escuela como un instrumento para la consolidación y perpetuación de ciertas normas, valores, ideas, que permiten el funcionamiento de determinados modelos vinculares.
Pero al mismo tiempo en la escuela no se da sólo un movimiento de mera conservación de lo instituido sino que se enfrenta con un movimiento transformador, instituyente, el cual inventa nuevos conjuntos de significaciones y da cuenta de las líneas de fuga que los deseos posibilitan en relación al disciplinamiento social. Este movimiento transformador es visto como amenazante por la sociedad.
Fuente: Manuel Liss, Marité Collazo, Deolidia Martinez; ¨LO NO DICHO QUE SE ESCUCHA TRAS LO DICHO. EL SUFRIMIENTO PSÍQUICO EN LOS DOCENTES¨.