Tesis I: La agresividad se manifiesta en una experiencia que se subjetiva por su constitución misma
No es vano, en efecto, volver al fenómeno de la experiencia psicoanalítica. Por apuntar a datos primarios, esta reflexión es omitida a menudo.
Puede decirse que la acción psicoanalítica se desarrolla en y por la comunicación verbal, es decir en una captura dialéctica del sentido. Supone pues un sujeto que se manifiesta como tal a la intención de otro.
Esta subjetividad no puede objetársenos como algo que debiera estar caduco, según el ideal que la física satisface, eliminándola mediante el aparato registrador, sin poder evitar no obstante la caución del error personal en la lectura del resultado.
Sólo un sujeto puede comprender un sentido, inversamente todo fenómeno de sentido implica un sujeto. En el análisis un sujeto se da como pudiendo ser comprendido y lo es efectivamente: introspección e intuición pretendidamente proyectiva no constituyen aquí los vicios de principio que una psicología que daba sus primeros pasos en la vía de la ciencia consideró como irreductibles. Esto equivaldría a hacer un callejón sin salida de momento abstractamente aislados del diálogo, cuando es preciso confiarse a su movimiento: es el mérito de Freud el haber asumido sus riesgos, antes de dominarlos mediante una técnica rigurosa.
¿Pueden sus resultados fundar una ciencia positiva? Si, si la experiencia es controlable por todos. Ahora bien, constituida entre dos sujetos uno de los cuales desempeña en el diálogo un papel de ideal impersonalidad (punto que exigirá mas adelante nuestra atención), la experiencia, una vez acabada y bajo las únicas condiciones de capacidad exigible para toda investigación especial, puede ser retomada por el otro sujeto con un tercero. Esta vía aparentemente iniciática no es sino una transmisión por recurrencia de la que no cabe asombrarse puesto que depende de la estructura misma, bipolar, de toda subjetividad. Solo la velocidad de la difusión de la experiencia queda afectada por ella y si su restricción al área de una cultura puede discutirse, aparte de que ninguna sana antropología puede sacar de ello una objeción, todo indica que sus resultados pueden relativizarse lo suficiente para una generalización que satisfaga el postulado humanitario, inseparable del espíritu de la ciencia.