J.LACAN: (Un perro pasa por el estrado que él ocupa).
Hablaré de mí consejera que es de este modo. Es la única persona que conozco que sabe lo que habla -no digo lo que dice- porque no es que no diga nada: no lo dice en palabras. Dice algo cuando tiene angustia -eso sucede- apoya su cabeza en mis rodillas. Sabe que voy a morir, lo, que cierto numero de personas también sabe. Se llama Justine …
Intervención: —¿Eh, qué es eso?. ¿Nos habla de su perro?.
LACAN: — Es mi perra, es muy bella y si la hubieran oído hablar … lo único que le falta en relación con éste que la pasea, es haber ido a la Universidad.
Estoy aquí pues, a título de invitado, en el Centro experimental de la susodicha Universidad, experiencia que me parece bastante ejemplar. Ya que se trata de experiencia, podrían preguntarse para qué les sirve. Si me lo preguntan les haré un dibujo -intentaré- porque después de todo, la Universidad, Ustedes saben que es muy fuerte, tiene profundos cimientos.
Guardé para ustedes el anuncio del título de una de las cuatro posiciones del discurso, que hice en otro lugar, allí donde comencé mi seminario, el discurso del maestro, dije, ya que están habituados a oír hablar de éste. Y no es fácil dar un ejemplo como lo hacía notar anoche alguien muy inteligente. De todos modos lo intentaré: es simple, allí estoy, dejando la cosa suspendida en mi seminario. Y ciertamente no se trata aquí de continuar. Dije impromptu. Pueden ver que esta cosa con la cola baja me la ha provisto recién. Continuare en el mismo tono.
En segundo lugar, discurso de la histérica. Es muy importante porque es con eso que se modela el discurso del psicoanalista. Sólo sería necesario que hubiera psicoanalistas … es a eso a lo que me aboco.
Intervención: En todo caso no es en Vincennes donde hay psicoanalistas.
LACAN: —Ud. lo ha dicho. No en Vincennes.
Intervención: —¿Por qué los estudiantes de Vincennes valiéndose de la enseñanza que se supone reciben, no pueden llegar a ser psicoanalistas?
LACAN: —(poniendo voz de falsete). Es justamente lo que voy a explicar, señorita. Se trata justamente de eso. Porque el psicoanálisis no se transmite como cualquier otro saber.
El psicoanalista tiene una posición que resulta que puede ser eventualmente la de un discurso. No transmite un saber, no porque no tenga nada que saber, contrariamente a lo que imprudentemente se emite ya que es eso lo que se cuestiona: la función de cierto saber en la Sociedad, el que se les trasmite. Existe.
Intervención: —¿No podría hablar más lentamente por que algunos estudiantes no pueden tomar apuntes?
Intervención: —Es menester ser débil para tomar apuntes y no comprender nada de psicoanálisis ni de Lacan en particular.
LACAN: — (volviéndose hacia el pizarrón). Esto es una serie, una serie algebraica …
Intervención: — El hombre no puede resolverse en una ecuación.
J.LACAN:… que se limita a constituir una cadena cuyo punto de partida está en esta fórmula:
S2 a S1 S2
S1 $ $ a
Un significante se define por representar un sujeto para otro significante. Es una inscripción absolutamente fundamental. Puede en todo caso ser tomada como tal. Se ha elaborado, por mi oficio, una tentativa que es aquella a la cual dediqué el tiempo necesario para darle forma, que es a la que llego ahora, una tentativa de instaurar lo que honradamente necesitaba manipular una noción, alentando sujetos a tenerle confianza, a operar con eso. Es lo que se llama psicoanalizante.
Primero me pregunté lo que eso podía resultar para, el psicoanalista, dónde estaba él; ya que en este punto, es muy evidente que las nociones no son claras. Desde que Freud -quien sabía lo que decía- dijo que era una función imposible … y sin embargo llenada todos los días. Si releen bien el texto se darán cuenta que no se trata de la función, sino del ser del psicoanalista ¿Qué es lo que se engendra para que un buen día un psicoanalizante se meta a ser psicoanalista?
Es lo que intenté articular cuando hable del acto psicoanalítico. Interrumpí mi seminario ese año, era en el 68, antes del final, con el fin de mostrar mí simpatía hacia algo que se movía y que continúa… moderadamente. La polémica me hace pensar en algo que ha sido inventado un día, si mi memoria es buena, por mi buen y difunto amigo Marcel Duchamp: «el soltero se hace sólo el chocolate». Tenga cuidado de que el oponente no se haga chocolate solo. En resumen, este acto psicoanalítico se quedó plantado, si puedo decirlo. Y no tuve tiempo de volver a él tanto más cuanto los ejemplos de lo que eso dá bullen a mi alrededor.
Intervención: O sea una sordera relativa.
Lacan: —Salió algo como eso que se llama Estudios Freudianos. No podría recomendarles lo suficiente su lectura, no habiendo jamás reparado en aconsejarles malas lecturas que sean por sí mismas del tipo best seller. Si se los aconsejo, es porque son textos muy muy buenos. No son como el pequeño texto grotesco sobre las observaciones de mi estilo que había encontrado muy naturalmente ubicación en el lugar deshabitado de la «Polanerie». Eso es otra cosa. Le sacaron gran partido. Aparte de un artículo de quien la dirige y de quien no podría decir demasiado de bueno tiene enunciados incuestionablemente y universalmente opositores contra la Institución psicoanalítica. Hay un encantador, sólido y simpático canadiense que dice, mi dios, cosas muy pertinentes; hay alguien del Instituto Psicoanalítico de París, que ocupando allí una posición muy Importante en la comisión de enseñanza, hace una crítica de la Institución psicoanalítica como tal en tanto está estrictamente en contradicción con todo lo que exige la existencia misma del psicoanalista, que es verdaderamente una maravilla. No puedo decir que lo firmaría, porque ya lo he firmado: son mis propósitos. En todo caso, en mí, tiene una continuación, cierta propuesta que saca las conclusiones de este callejón sin salida tan magistralmente demostrado. Se podría decir en algún lado, en una pequeña nota, que hay en un lugar un extremista que intentó hacer pasar eso en una propuesta que renueva radicalmente el sentido de toda la selección psicoanalítico. Está claro que no se hace. Y no es verdaderamente para lamentarse por ello ya que en la opinión misma de las personas interesadas, esa oposición esta completamente en el aire, es gratuita; no se trata en absoluto que eso modifique algo en el funcionamiento presente del instituto del cual salen los autores.
Intervención: —¡Ah, que bien habla!
Intervención: — Hasta aquí no he comprendido nada. Entonces podríamos comenzar por saber qué es un psicoanalista. Para mi es una especie de poli. La gente que se hace psicoanalizar habla y se ocupa sólo de sí misma.
Intervención: — Ya teníamos a los curas, pero como eso no andaba más, ahora tenemos a los psicoanalistas.
Intervención: — Lacan, esperamos desde hace una hora lo que anuncias veladamente: la crítica del psicoanálisis. Es por eso que más callamos, ya que sería también tu autocrítica.
LACAN: — Pero no crítico en absoluto al psicoanálisis, no es cuestión de criticarlo. Entiende mal. No soy en absoluto opositor.
Intervención: — Has dicho que en Vincennes no se formaban psicoanalistas y que eso era algo bueno. De hecho se dispensa un saber, pero no has dicho lo que era. En todo caso, no sería un saber, ¿Entonces?
LACAN: — Un poco de paciencia. Voy a explicárselos. Soy invitado, se los haré notar. Es bello, es grande, es generoso, pero soy Invitado.
Intervención: —Lacan, ¿el psicoanálisis es revolucionario?
LACAN: —Buena pregunta.
Intervención: —¿Es o no un saber?. No eres el único paranoico aquí.
LACAN: —Hablaré de cierta faz de las cosas donde no estoy hoy, a saber el Departamento de Psicoanálisis. Se dio la delicada cuestión de las Unidades de Valor.
Intervención: —La cuestión de las Unidades de Valor está reglada y no es el momento de ponerlo sobre el tapete. Hubo una maniobra de los docentes del Departamento de Psicoanálisis para arrastrarla todo el año. Las unidades de valor nos Importan un bledo. Se trata de Psicoanálisis. ¿Comprendes?. Nos Importan un bledo.
LACAN: —No tengo para nada la sensación de que las unidades de valor les Importen un bledo. Por el contrario, dependemos mucho de las unidades de valor … Es un hábito. Ya que he puesto en el pizarrón la última vez el esquema del cuarto discurso, el que no he nombrado, y que sé llama discurso universitario, he lo aquí, en posición maestra, como suele decirse, S2 , el saber. He explicado…
Intervención: —¿De quién te burlas aquí? El discurso universitario está en las Unidades de Valor. Eso es un mito y lo que pides es que creamos en un mito. Eso calza para la gente que acepta la regla de juego que impones… Entonces, no nos hagas creer que el discurso universitario está en el pizarrón. Porque eso no es cierto.
LACAN: —El discurso universitario está en el pizarrón porque ocupa en el pizarrón un lugar, arriba y a la izquierda…
Intervención: —Arriba y a la derecha de Dios, está Lacan.
LACAN: —… ya designado en un discurso precedente. Porque lo que Importa en lo qué está escrito, son las relaciones, es allí donde eso pasa y allí donde eso no pasa. Si comienzan por poner en su lugar lo que constituye esencialmente el discurso del Maestro…
Intervención: —¿Qué es un maestro?. Es Lacan.
LACAN: —…a saber, que ordena, que interviene en el sistema del saber. Pueden plantearse la cuestión de saber lo que eso quiere decir cuando el discurso del saber, por ese desplazamiento de un cuarto de círculo, no tiene. necesidad de estar en él pizarrón porque está en lo real. En ese desplazamiento, cuando, el saber toma la manija, en ese momento en que ustedes están, es allí donde se define el resultado, el fruto, la ácida de las relaciones del maestro y del esclavo. A saber, en mi álgebra, lo que se designa por la letra, el objeto a. El año pasado, cuando me tome el trabajo de anunciar algo que se llama «De un Otro al otro», dije que el objeto a era el lugar revelado, designado por Marx como la plusvalía.
Ustedes son los productos de la Universidad y prueban que son la plusvalía aunque sólo fuera en esto: no sólo en que consienten sino que aplauden -y no veo que podría objetar allí-, que salgan de allí igualados ustedes mismos a más o menos Unidades de Valor. Vienen a hacerse aquí Unidades de Valor: salen de aquí Unidades de Valor.
Intervención: —Moralidad, es mejor salir de aquí estampillados por Lacan.
LACAN: —Yo no estampillo a nadie. ¿Qué es esto?. ¿Por qué presume que quiero estampillarlos?. ¡Que historia!.
Intervención: —No, no nos estampillarás, tenlo por seguro. Lo que quiero decir, es que la gente aquí está estampillada por el hecho de que, al querer asir el discurso que tienes para ellos, no pueden asirlo en el modo que se une con su presencia aquí. Hay gente que quiere hablar a título de una oposición que calificas de vana. Hay otras que en su rincón hacen tralala, Bum-Bum, Tson-Tson y es eso lo que constituye el movimiento de opinión. Todo eso no se dice con el pretexto de que eres tú quien debe decirlo. Lo que yo quisiera, es que tuvieras el deseo de callarte.
LACAN: —¡Pero está bien! Piensan que yo lo diría mucho mejor que ellos, (Iuego utilizando como sabe hacerlo, una voz aguda): Yo vuelvo a mi casa, eso es lo que se me reprocha.
Intervención: —¡Oh!. Lacan, no te burles de la gente.
LACAN: —Trae usted un discurso con tales exigencias.
Intervención: —Lo que yo propongo es no burlarse de la gente cuando hace una pregunta. No se pone una voz aguda como ya lo hiciste en tres ocasiones; se responde y listo. Entonces, ¿qué es lo que preguntaste?. Y luego hay otra cosa, ya que hay aquí gente que piensa que el psicoanálisis es una historia de problemas, sólo hay que hacer un love-in. ¿Hay gente que está de acuerdo en transformar eso en love-in salvaje? (comenzando a desvestirse, se detiene después de haberse sacado la camisa).
LACAN: —Escuche, viejo, vi eso ayer a la noche, estaba en el Open Theater, hay un tipo que hacía eso, pero el tenía un poco más de desparpajo que usted, se burlaba completamente en cueros; ¡Váyase ahí pero váyase ahí, Mierda!.
Intervención: —Igualmente, no sería necesario exagerar. ¿Por qué Lacan se satisface con una crítica tan menor que la práctica del camarada?. Decir del camarada que no puede desvestirse zapateando sobre la mesa, es quizás muy gracioso, pero también muy simplista!
LACAN: —¡Pero soy muy simplista!
Intervención: —Y eso los hace reír, es interesante.
LACAN: —Pero no veo por que de golpe no deberían reír.
Intervención: —Yo quisiera que hubieran reído en ese momento.
LACAN: —¡Es triste!.
Intervención: —Tan triste como ver la gente salir de aquí como de un subterráneo a las 6 de la tarde.
LACAN: —¿Entonces, dónde estamos?. Parece que la gente no puede hablar de psicoanálisis porque se espera que lo haga yo. Y tienen razón porque yo lo haré mucho mejor que ellos.
Intervención: —Hay un cierto número de personas, las mismas que toman notas y que ríen, quienes, cuando Lacan vuelve a ocuparse de la asistencia, se dicen sin jamás superar un sillón, ya que es del orden de cierta topología, cierto número de cosas. Y bien, es esa gente la que me gustaría escuchar.
Intervención: —Pero finalmente, ¡dejen entonces hablar a Lacan!.
LACAN: —Esperando, usted no dice nada.
Intervención: —¡L-A-C-A-N con nosotros!.
LACAN: —Estoy con ustedes. Entonces. La hora avanza, Intentemos a pesar de todo darles una pequeña idea de lo que es, por otra, parte, mi proyecto.
Se trata de articular una lógica, que por débil que parezca (mis cuatro pequeñas letras que no tienen el aspecto de nada sino que es necesario saber según qué reglas funcionan) es aún bastante fuerte para implicar aquello que es el signo de esta fuerza lógica, a saber la incompletud…
¡Eso los hace reír!. Sólo eso tiene una consecuencia muy importante, especialmente para los revolucionarios, es que Nada no es Todo.
Intervención: —¡Oh, bien!.
LACAN: —De cualquier lugar que tomen las cosas, de cualquier modo que las den vueltas, la propiedad de cada uno de los pequeños esquemas de cuatro patas, es que cada uno deja su abertura. Al nivel del discurso del maestro, es precisamente la de la recuperación de la plusvalía; al nivel del discurso universitario, es otra. Y esa es la que los atormenta. No que el saber que se les ofrece no sea estructurado y sólido y que sólo tengan que hacer una cosa, o sea entretejerse adentro con los que trabajan -es decir aquellos que les enseñan- a titulo de medios de producción y al mismo tiempo de plusvalía.
Al nivel del discurso de la histérica, que es aquel que ha permitido el pasaje decisivo dando sentido a lo que Marx articuló históricamente, es a saber que hay acontecimientos históricos que sólo se juzgan en términos de síntomas. No se vio hasta dónde llevaba eso hasta el día en que se tuvo el discurso de la histérica para hacer el pasaje con algo diferente que es el discurso del psicoanalista. El psicoanalista al principio no tuvo más que escuchar lo que decía la histérica.
Intervención: —Entonces la histérica es el maestro del psicoanalista...
LACAN: — Quiero un hombre que sepa hacer el amor … Y bien sí, el hombre se detiene allí. Se detiene en el hecho de que sea en efecto alguien que sepa. Para hacer el amor se puede repasar. Nada no es todo y pueden ustedes hacer siempre sus chistecitos, hay uno que no es gracioso y que es la castración.
Intervención: —Mientras este curso ronronea tranquilamente, hay 150 camaradas de Bellas Artes que se han hecho detener por los polis y que están desde ayer en Beaujon, porque ellos no hacen cursos sobre el objeto a como el mandarín aquí presente y de quien a todo el mundo le importa un bledo, ellos fueron a hacer un curso salvaje al Ministerio de Equipamiento sobre los barrios de las latas y sobre la política del Sr. Chalandon. Entonces creo que el ronroneo de este curso magistral traduce bastante bien el estado de podredumbre actual de la Universidad.
Intervención: —Porque francamente todo lo que se dice ¿son idioteces, ¿eh?
LACAN: —¡Oh!.
Intervención: —Si no se me quiere dejar hablar es manifiesto que no se sabe hasta que punto puedo vociferar.
Quisiera decirte un par de cosas. Me parece que se ha llegado a un punto en que es evidente que puede tomar más o menos visos de posibilidad, en esta sala, una oposición. Está claro que se pueden pegar grititos, que se pueden hacer juegos de palabras, pero también está claro -y quizás hoy de un- evidente que jamás podemos llegar a una crítica de la Universidad si permanecemos adentro, en sus cursos y en las reglas que ella ha establecido antes que nosotros interviniésemos.
Pienso que lo que acaba de decir el camarada con respecto a los estudiantes de Bellas Artes que fueron hacer un curso salvaje sobre los barrios de las latas y sobre la política de Chalandon fuera de la Universidad es un ejemplo muy importante. Esto permite encontrar una salida para nuestra voluntad de cambiar la sociedad y entre otras de destruir la universidad. Y quisiera que Lacan diera ahora su punto de vista. Ya que la Universidad no se destruirá con una mayoría a partir de su interior, sino mucho más a partir de una unión que debemos hacer nosotros estudiantes sobre posiciones revolucionarias con los obreros, con los campesinos y con los trabajadores. Veo muy bien que la relación con lo que decía Lacan recién… no existe…
LACAN: —Pero en absoluto, en absoluto, existe…
Intervención: —Quizás existe, pero no de modo evidente. La relación entre las acciones que debemos ejercer en el exterior, con el discurso de Lacan, si tiene uno, es manifiestamente implícita. Y seria bueno que ahora Lacan dijese lo que piensa de la necesidad de salir de la Universidad, dejando de ser meticuloso con las palabras; de oponerse a un profesor sobre tal o cual cita de Marx. ¡Porque del Marx académico estamos hasta la coronilla!. Se escucha babosear sobre él en esta facultad desde hace un año. Sabemos que es mierda. Hacer un Marx académico es servir a una Universidad burguesa. Si debemos volar por el aire la Universidad, se hará desde el exterior con los que están afuera.
Intervención: —¿Entonces por qué estás adentro?.
Intervención: —Estoy adentro camarada, porque si quiero que la gente salga es menester que venga a decírselo.
LACAN: —¡Ah! usted ve… todo está allí mi viejo, para llegar a que ellos salgan, usted entra …
Intervención: —Lacan, permítame terminar. Ahora todo no esta allí porque algunos estudiantes piensan aún que escuchando el discurso del Sr. Lacan encontrarán los elementos que les permitirán oponerse a su discurso. Pienso que es dejarse agarrar en la trampa.
LACAN: —Completamente cierto.
Intervención: —Si pensamos que es escuchado el discurso de Lacan, de Foucault, de Dommergues, de Terray o de otro, como tendremos los medios para criticar las ideologías que nos hacen tragar, es como meterse un dedo en el ojo. Pretendo que es afuera donde hay que ir a buscar los medios de hacer volar la Universidad por el aire.
LACAN: —¿Pero afuera de qué?. Porque cuando salen de aquí se vuelven afásicos, cuando salen siguen hablando, en consecuencia, siguen estando adentro …
Intervención: —No sé que es afásico.
LACAN: —¿No sabe lo que es afásico?. En tal caso es extremadamente indignante que no sepa lo que és un afásico. Hay de todos modos un mínimo…
Intervención: —No estoy las 24 horas del día en la Universidad.
LACAN: —En una palabra, ¿usted no sabe lo que un es afásico?.
Intervención: —Cuando algunos salen de la universidad es para librarse a sus chapoteos personales. Otros salen para militar afuera. Eso quiere decir salir de la Universidad. Entonces Lacan danos rápidamente tu punto de vista.
LACAN: —En suma, hacer una Universidad crítica es decir lo que pase aquí. Eso es. Usted tampoco sabe lo que es una Universidad Crítica. Jamas le han hablado… Que quiere…
Intervención: (locución Incomprensible)
LACAN: —Bien. Quisiera hacerle notar algo acerca de esto. La configuración de los Obreros-Campesinos ha de todos modos llegado a una forma de sociedad donde justamente la manija la tiene la Universidad. Porque lo que reina en lo que llamamos comúnmente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es la Universidad.
Intervención: —¿Que más quisiéramos?. No es del revisionismo que hablamos sino del Marxismo-Leninismo!.
LACAN: —Bueno, está bien. Un poco. Usted me pide que hable, entonces hablo. No digo cosas que están flotando, digo algo preciso.
Intervención: —No dices nada.
LACAN: —¿No acabo de decir cómo concibo la organización de la URSS?.
Intervención: —En absoluto.
LACAN: —No he dicho que era el saber quien era rey. No dije eso ¿No?.
Intervención: —¿Y entonces?.
LACAN: —Y entonces eso tiene ciertas consecuencias, que es, mi viejo, que usted no estaría muy cómodo allí.
Intervención: —Se ha planteado una pregunta concerniente a una determinada sociedad y hablas de otra sociedad. Lo que sería menester decir es en qué piensas, que es ineluctable.
LACAN: —Estoy completamente de acuerdo. Es que hay límites infranqueables para cierta lógica que he aportado, una lógica débil pero bastante fuerte aún para dejarles un poco de incompletud que usted testimonia en efecto de un modo perfecto.
Intervención: —Me pregunto por qué este anfiteatro está atestado con 800 personas. Es cierto que eres un buen clown, célebre y que vienes a hablar. También habló un camarada durante 10 minutos para decir que los grupúsculos no podían salir de la Universidad. Y todo el mundo al reconocer que no hay nada que decir habla para no decir nada ¿Entonces sino hay nada para decir, nada para comprender, nada para saber, nada para hacer, por qué está todo el mundo acá?. ¿Y por qué Lacan, te quedas?.
Intervención: —Estamos un poco confundidos en un falso problema. Todo eso porque el camarada dijo que venía a la Universidad para volverse a ir con otros camaradas.
Intervención: —Se habla de una nueva Sociedad. ¿El psicoanálisis tendrá una función en esta sociedad y cuál?.
LACAN: —Una sociedad no es algo que pueda definirse así. Lo que intento articular, porque el análisis me da su testimonio, es aquello que la domina: a saber la práctica del lenguaje: la afasia quiere decir que hay algo que flaquea de este lado. Figúrense que hay tipos a quienes llegan chismes al cerebro y que no saben ya desenvolverse para nada con el lenguaje. Eso produce más bien lisiados.
Intervención: Puede decirse que Lenin estuvo a punto de volverse afásico.
LACAN: —Si tuvieran un poco de paciencia y sí quisieran que mis impromptus continuaran, les diría que la aspiración revolucionaria sólo tiene una oportunidad de culminar, siempre en el discurso del Amo (maestro). Es lo que nos ha probado la experiencia. A lo que usted aspira como revolucionario, es a un Amo (Maestro) Lo tendrá…
Intervención: —Ya lo tenemos, tenemos a Pompidou.
LACAN: —¡Imaginan que tienen un Amo (Maestro) con Pompidou!. ¿Entonces?. Qué es esta historia…Yo también quisiera hacerles algunas preguntas. ¿Para quien aquí, tiene un sentido la palabra liberal?.
Intervención: —Pompidou es liberal, Lacan también.
LACAN: —Sólo soy liberal, como todo el mundo, en la medida en que soy antiprogresista. Salvo que estoy inmerso en un movimiento que merece llamarse progresista, ya que es progresista ver fundarse el discurso psicoanalítico en tanto completa el círculo que quizás podría permitirles situar aquello de lo que se trata exactamente, aquello contra lo cual ustedes se rebelan. Lo que no impide que esto continúe recontra bien. Y los primeros que colaboran para ello, y aquí mismo en Vincennes, son ustedes, ya que juegan la función de los Ilotas de éste régimen. ¿Tampoco saben lo que eso quiere decir?. El régimen se los muestra. Dice: «Mírenlos gozar»… Bien. Aquí estamos. Adiós por hoy. Se terminó.