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La psicosis paranoica, que parece trastornar la personalidad, ¿consiste en su desarrollo mismo, o sea en una anomalía constitucional, o en deformaciones reaccionales? O bien ¿es la psicosis una enfermedad autónoma, que refunde la personalidad? Tal es el problema patogénico que planteamos, y cuyo alcance nosológico, diagnóstico y pronóstico será difícil no ver.
Para la solución de este problema, el estado actual de la ciencia no nos ofrece ninguna otra vía que no sea el análisis de los síntomas clínicos.
I. Conclusiones críticas
El análisis de la psicosis se ha fundado hasta el día de hoy en los síntomas del delirio; en éste ha aislado elementos: fenómenos «elementales», contenidos sistemáticos, constitución predisponente, a cada uno de los cuales una de las doctrinas reinantes ha querido reconocerle la preponderancia nosológica, patogénica y pronostica. El fracaso probado de todas estas tentativas manifiesta el valor de abstracciones inadecuadas de los elementos así concebidos.
Nosotros, sin embargo, completamos su descripción clásica con los siguientes puntos:
1] A los fenómenos elementales analizados en la psicosis paranoica -interpretaciones, estados pasionales- conviene añadir ilusiones de la memoria, trastornos de la percepción y «alucinaciones» (en el sentido actualmente recibido). Estos fenómenos, y especialmente las interpretaciones, se presentan en la consciencia con un alcance conviccional inmediato, una significación objetiva de un solo golpe, o, si permanece subjetiva, un carácter de obsesión. No son nunca el fruto de ninguna deducción «razonante».
El estudio de sus condiciones muestra que es absurdo referir ninguno de estos fenómenos a un hecho de automatismo específicamente neurológico. Nosotros demostramos que unos dependen de alteraciones comunes de la consciencia causadas ocasionalmente por trastornos orgánicos generales, y los otros, de estructuras conceptuales que obedecen, en nuestra doctrina, a la fenomenología misma de la psicosis.
2] Los contenidos sistematizados del delirio no traducen tampoco ninguna actividad «razonante» ya sea que se la conciba como emanada de un juicio primitivamente viciado, o ya como normal, pero aplicada secundariamente a los datos objetivos ilusorios de los fenómenos precedentes, que se suponen primarios. Nosotros demostramos que esos contenidos expresan inmediatamente (a saber, sin deducción lógica consciente), pero manifiestamente (a saber, mediante un simbolismo de claridad evidente), uno o varios de los conflictos vitales esenciales del sujeto, conflictos que demuestran así ser la causa eficiente, aunque en realidad no especifica, de la psicosis.
3] La constitución llamada paranoica, finalmente, falta a menudo en el terreno de los hechos, o no es sino secundaria al delirio. La predisposición a la psicosis se revela así como imposible de definir de manera unívoca en rasgos de carácter: nosotros demostramos que se presenta frecuentemente bajo la forma del carácter psicasténico de Janet o sensitivo de Kretschmer.
II. Conclusiones dogmáticas
1] La clave del problema nosológico, pronóstico y terapéutico de la psicosis paranoica debe buscarse en un análisis psicológico concreto, que se aplique a todo el desarrollo de la personalidad del sujeto, es decir, a los acontecimientos de su historia, a los progresos de su consciencia, a sus reacciones en el medio social.
Por lo tanto, el método implica en su base monografías psicopatológicas tan exhaustivas como sea posible.
Sobre un fundamento como ése es como hemos definido, en el interior del marco de la paranoia, un tipo clínico más estrecho que llamamos paranoia de autocastigo. Este tipo tiene para nosotros un valor clínico, y un valor dogmático en cuanto al problema de nuestra tesis.
2] El valor clínico de nuestro tipo consiste en primer lugar en el cuadro concreto que de él podemos dar, en la medida misma en que abandonamos las concepciones abstractas anteriores. Remitimos, pues, a su descripción (parte ir, cap. 4, parágrafo III). Además, nuestro tipo propone indicaciones pronosticas, profilácticas y terapéuticas particulares gracias a una propiedad que la especifica actualmente en las psicosis paranoicas, y que es su curabilidad.
3] El valor dogmático de nuestro tipo, por lo que hace a nuestro problema, consiste en los datos patogénicos que demuestra.
En efecto: si en este tipo de psicosis los procesos orgánicos, aunque no específicos, desempeñan el papel de causa ocasional (determinante de la declaración de los síntomas), si determinados conflictos vitales, no ya específicos en si mismos, desempeñan en ellas el papel de causa eficiente (determinante de la estructura y de la permanencia de los síntomas), un tercer factor patogénico tiene que admitirse allí como causa específica de la reacción por la psicosis.
4] Este factor específico se demuestra:
A] Como una anomalía específica de la personalidad, es decir, específicamente definible en hechos concretos de la historia afectiva del sujeto, de sus progresos intencionales, de sus comportamientos sociales;
B] Como una anomalía del desarrollo típico de la personalidad, anomalía comprensible en el sentido de que descansa señaladamente sobre esas funciones intencionales en las cuales se integran las constricciones sancionadas por el grupo social, y que pueden ser designadas con el término de Super-Ego;
C] Como una anomalía global de las funciones de la personalidad, anomalía de evolución en el sentido de que traduce una fijación afectiva precisamente en aquel estadio infantil en que se forma el Super-Ego, mediante la asimilación a la personalidad de las constricciones parentales (de los progenitores o de sus sustitutos).
Esta fijación se afirma como global por el hecho de establecer una correlación entre la psicosis y ciertos caracteres de conjunto del comportamiento del sujeto, especialmente en la esfera sexual, que es donde se lleva a cabo la síntesis de los factores orgánicos y de los factores sociales de la personalidad.
Esta fijación se afirma como una detención en la evolución, en el sentido de que responde precisamente a la forma evolutiva que tienen las fijaciones eróticas en ese estadio, y acerca de la cual sólo la doctrina freudiana nos informa, a saber: erotización de la zona anal, en cuanto al órgano de la tendencia sadomasoquista; en cuanto a la intención, de los hermanos o de las hermanas (según una elección homosexual); en cuanto al objeto y, por último, sublimación de los primeros instintos sociales.
La fijación en ese estadio, designado asimismo por nosotros como estadio de narcisismo secundario, explica las tendencias concretas mayores del psiquismo del sujeto, tendencias que podemos referir con tanto más derecho a su personalidad cuanto que las funciones esenciales de ésta se hallan plenamente diferenciadas después de dicho estadio.
Estas tendencias- se exteriorizan al máximo en el delirio. Explican el papel eficiente que en el determinismo del delirio desempeñan los conflictos vinculados con el complejo fraternal; y explican, en la estructura del delirio, la significación de homosexualidad reprimida de los síntomas y temas de persecución, el alcance altruista y social de los temas idealistas, y la potencia de las pulsiones agresivas y autopunitivas manifestadas.
Antes de la psicosis, estas tendencias están latentes en cuanto a su potencia real, pero son sospechables, sin embargo, en ciertos hechos del comportamiento, a saber, en síntomas borrosos de psicastenia y de neurosis obsesional, en una inversión psíquica más o menos manifiesta, en el alcance social predominante de las satisfacciones que se busca alcanzar mediante la actividad personal, y en el apragmatismo, a base de búsqueda insatisfecha (donjuanismo, platonismo), de los comportamientos para con el objeto heterosexual.
Una medida válida de todas estas tendencias no podrá ser dada sino por un estudio experimental del sujeto; y, hasta ahora, el único que nos ofrece la técnica aproximada para ello es el psicoanálisis.
Para esta evaluación, la interpretación simbólica del material de las imágenes vale menos, en nuestra opinión, que las resistencias con las cuales se mide el tratamiento. En otras palabras, dado el estado actual de la técnica, y suponiéndola perfectamente manejada, los fracasos del tratamiento tienen, para la disposición a la psicosis, un valor diagnóstico igual y superior a sus revelaciones intencionales.
El estudio de estas resistencias y de estos fracasos es el único que podrá suministrar las bases de la nueva técnica psicoanalítica, de la cual esperamos, para la psicosis, una psicoterapia dirigida.
III. Conclusiones hipotéticas
El método puesto a prueba en nuestro estudio nos permite ya ahorra indicar las hipótesis de investigaciones que, según lo creemos, tienen que ser fecundas.
A] Paranoia de autocastigo y paranoia de reivindicación forman un grupo específico de psicosis, que están determinadas no por un mecanismo llamado pasional, sino por una detención evolutiva de la personalidad en el estadio genético del Super-Ego.
B] El marco más vasto de las psicosis paranoicas conserva su valor clínico gracias a la seguridad del método kraepeliniano, cuyos datos, por una vía opuesta, confirman los nuestros, fundando la autonomía de este marco sobre una patogenia rigurosamente psicógena.
C] Nuestro método de análisis psicológico concreto tiene que permitir una visión clara no sólo de los mecanismos reaccionales y conceptuales de esa paranoia kraepeliniana, sino también de los mecanismos, tan enigmáticos, de las parafrenias y de las psicosis paranoides.
D] A medida que se vaya aplicando nuestro método a psicosis más discordantes, se irán revelando procesos orgánicos más evidentes, así como reacciones a los conflictos vitales cada vez menos comprensibles; pero la importancia de las fijaciones evolutivas, más y más arcaicas, seguirá siendo esencial; para esas fijaciones que se refieren al estadio del narcisismo primario, nosotros proponemos, en vista de la incompletud que en dicho estadio tienen las funciones de la personalidad, el titulo de anomalías afectivas pre-personales.
E] Dos síntomas, en el primer plano, sacarán de semejante estudio su explicación patogénica, al mismo tiempo que adquirirán en él todo su valor nosológico, clínico y pronóstico: las ideas delirantes hipocondríacas y los temas delirantes de significación homosexual.
F] Sólo un estudio así puede fundar, pira el conjunto de las psicosis, una clasificación natural, una patogenia comprensible y un pronóstico racional, e inspirar, por último, la actitud de confianza y de perseverancia que tal vez permita mejorar una terapéutica hasta ahora decepcionante.
Sólo un estudio fundado sobre semejante método permitirá una apreciación justa y diferenciada:
a] de las situaciones vitales que determinan la psicosis, y muy especialmente de las situaciones iniciales de la infancia (anomalías constantes de la situación familiar);
b] de los tipos de estructura conceptual prelógíca revelados por la psicosis, y particularmente del valor significativo de las creaciones estéticas, a menudo notables, o solamente imaginativas, pero singularmente enigmáticas, que produce la psicosis;
c] de las pulsiones agresivas, especialmente homicidas, que, manifestándose a veces sin epifenómeno delirante y «hablando a señas», no dejan de revelar una anomalía especifica, idéntica a la psicosis, y plantean en los mismos términos el problema de la responsabilidad del sujeto.
7 de septiembre de 1932.