Seminario 17: Clase 9, Edipo, Moisés y el padre de la horda, 11 de Marzo de 1970

Lo remarcable de la formulación que voy a tratar de darles del discurso del análisis mostrando cómo, por toda suerte de huellas enmascaradas, se manifiesta ya a primera vista emparentado con el discurso del Amo, es, mejor dicho, que al análisis cobra su importancia por el hecho de que la verdad del discurso del Amo se enmascara. En los cuatro lugares en que se ubican los elementos articulatorios sobre los cuales yo fundo la consistencia que puede surgir de la puesta en relación de esos discursos, está claro que el lugar que designé como el de la Verdad no se distingue más que por enfocar el funcionamiento de lo que surge de la articulación en ese lugar. Esto no le es privativo y se puede decir otro tanto para todos los demás. Dado que por supuesto esta localización que consistía hasta acá en designar este lugar como el arriba y a la derecha o arriba y a la izquierda y así consecutivamente, no podría por supuesto conformarnos, es de un nivel de equivalencia en el funcionamiento de lo que se escribiría, por ejemplo, así: lo que es el S1 en el discurso del  Amo puede ser dicho congruente o equivalente a lo que viene a funcionar de S2 en el discurso que califiqué -para fijar las ideas, si puedo decir, a al menos fijar la acomodación mental, como discurso Universitario. 

M (S1) =  U (S2)

Este lugar será dicho funcionar como lugar de orden o, si quieren, de mandato. Es el lugar de la Verdad en tanto que ella le es subyacente, en mis diversos esquemitas de cuatro patas, él que plantea bien el problema al no poder ocuparse al nivel del discurso del Amo más que por ese S que a decir verdad en primera instancia no necesita nada, porque ¿quién es el que en un primer momento no se plantea tranquilamente como idéntico a sí mismo?. Diremos que acá está el principio del discurso no dominado (maîtrisé), pero escribámoslo: «maîtr-isé», del discurso en tanto hecho amo (maître)  por creerse unívoco. Seguramente es éste el paso dado por el psicoanálisis al hacernos ver que el sujeto no es unívoco. La fórmula ejemplificadora con la que cuando yo trataba de articular «El Acto Psicoanalítico», hace dos años, trayecto que quedó plantado, como tantos otros, no será nunca retomado, la fórmula contundente que formulé del «o no pienso, o no soy» alternativa, es precisamente lo que sólo por ser introducido seguramente ocupa un rango, y bastante resonante ya que se trata del discurso del Amo; para justificarla todavía hace falta que la produzcamos en otra parte donde solamente ella sea evidente. Es necesario que se produzca ella misma en el lugar dominante, en el discurso de la Histérica, para que sea en efecto evidente que el sujeto está colocado delante de ese «vel» que se expresa en el «o no pienso o no soy». Ahí donde pienso no me reconozco, ahí donde no soy es el inconsciente, ahí donde soy es muy claro que me pierdo..

A decir verdad, presentar las cosas así no deja ver, más exactamente muestra que si esto ha permanecido obscuro durante tanto tiempo a nivel del discurso del Amo, es precisamente por estar en un lugar que por su misma estructura enmascaraba esta división del sujeto.

¿No les dije, en efecto, lo que pasa con todo posible decir en el lugar de la Verdad?. La Verdad, les dije, sólo puede enunciarse en un semi-decir. Y les di el modelo en el enigma, porque siempre es así como se nos presenta, no ciertamente en estado de pregunta, el enigma es algo que nos acucia a responder como un peligro mortal, pero como se sabe desde hace mucho y por los administradores «¿qué es la verdad?». Se sabe por quien eso ha sido eminentemente pronunciado de una vez por todas. (Evangelio según San Juan, Jesús ante Pilatos, 38)

Pero otra cosa es esta fórmula del semi-decir a que se constriñe la verdad, otra cosa esta división del sujeto de la que aprovecha para enmascararse. Porque la división del sujeto es muy otra cosa.  Si donde él no está, él piensa, si donde él no piensa, está, es precisamente que él está en los dos lugares e incluso yo diría que esta fórmula de la Spaltung es impropia. El sujeto participa de lo real en que aparentemente es imposible, o a decir mejor, si yo tuviera que emplear una figura que por lo demás no viene acá por azar, diría de él como del electrón, ahí donde se nos propone en la confluencia de la teoría ondulatoria y la teoría corpuscular y donde nos vemos forzados a admitir que es precisamente en tanto el mismo pasa por dos agujeros distantes al mismo tiempo. El orden de lo que nos figuramos por la Spaltung del sujeto es distinto de ese que, como la verdad, sólo puede figurarse enunciándose en un semi-decir. Acá aparece algo importante de subrayar, porque a decir verdad, cada una de nuestras fórmulas, aquellas en las que se sitúa un discurso, tiene esta misma ambivalencia- retomaremos la palabra en otro sentido- por la que la verdad no se figura más que como un semi-decir, cada una de estas fórmulas toma sentidos singularmente opuestos. ¿Es bueno?, ¿es malo?. Ese discurso que yo abrocho intencionalmente como el discurso universitario, porque de algún modo es el discurso universitario el que muestra por donde puede pecar, es también él que muestra en su disposición fundamental sobre qué se asegura el discurso de la ciencia. Dado que observen el S2 tal como ocupa en efecto el lugar dominante del discurso U, como lo escribimos. Es precisamente en tanto, les he dicho, que es al lugar de la orden, del mandato, al lugar ocupado primeramente por el Amo, que ha venido el Saber.
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Y si sucede que, a nivel de su verdad, no es otra cosa que el significante Amo como tal, en tanto que opera para llevar la orden del Amo,  precisamente muestra de esto es que después de un momento de vacilación podríamos decir en las mentes pensantes, después de un momento de vacilación cuya marca tenemos por ejemplo a nivel de Gauss, del que sabemos por sus apuntes que los enunciados que adelantó un poco más tarde Riemann, Gauss los había estudiado pero decidió no darlos a conocer: no se llega más allá y porque poner en circulación ese saber aún de pura lógica si siente que, en efecto, a partir de él mucho de un cierto status de reposo puede tambalearse?.  Es evidente que ya no estamos en eso y que eso hace al progreso mismo, a esta báscula que yo describo como un cuarto de giro y que trae un saber de algún modo desnaturalizado de su localización primitiva a nivel del esclavo por haber devenido puro saber del Amo y regido por su mandato.

¿Quién puede realmente en nuestra época soñar ni por un instante en detener ese movimiento de articulación del discurso de la ciencia en nombre de lo que sea que pudiera suceder?. Las cosas ya están ahí, mi Dios. Han mostrado qué pasa con las estructuras moleculares en fisión atómica. ¿Quién puede pensar ni por un instante que pueda detenerse lo que, por, juego de signos y por inversión de contenido al cambiar de lugar combinatorio, incita al intento teórico a ponerse a prueba en lo real de forma que, revelando lo imposible brote una nueva potencia?. Es imposible no obedecer al mandato que está ahí, en el lugar de lo que es la verdad de la ciencia: «Adelante, continúa, continúa a saber siempre más».
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Precisamente este es el lugar que ocupa el signo del Amo, toda pregunta sobre lo que puede velar este signo, el S1 del mandato: «Continúa a saber», sobre lo que este signo por ocupar este lugar contiene de enigma, sobre lo que es este signo que ocupa este lugar, toda pregunta sobre la verdad es aplastada propiamente dicho.

Sólo que lo que hace enigma es que en el campo de las ciencias que se atreven a titularse a sí mismas ciencias humanas vemos que el mandato: «Continúa a saber» arma bastante lío porque como en todos los demás cuadrados del esquema de cuatro patas, es siempre él que está acá
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el que trabaja y para hacer brotar la verdad: porque esa es el sentido del trabajo. Si él que está en este lugar, no trabajara, sea quien sea -en el discurso del Amo es el lugar del esclavo, en el discurso de la ciencia es el del a-estudiante, se podría jugar con la palabra y quizás eso renovaría un poco la cuestión.

Recién lo veíamos obligado a continuar sabiendo en el plano de la ciencia física. En el plano de las ciencias humanas, lo vemos como algo para lo que quizás necesitaríamos una palabra, no sé si ésta es la apropiada, pero yo propongo así de oído, por instinto, por sonoridad: a-studé!. Sí logro incorporar esta palabra al vocabulario tendré más suerte que cuando quise cambiar el nombre de la arpillera (serpillière).

A-studé tiene más razón de ser.

A nivel de las ciencias humanas, el estudiante se siente a-studé. Es a-studé porque, como todo trabajador -fíjense en los otros cuadritos- tiene que producir algo de lo que a decir verdad sucede muy de cuando en cuando que mi discurso suscite respuestas que tengan relación con él. Es raro, pero de vez en cuando me da el gusto!. Es así como sucedió que cuando yo llegué a la Escuela Normal los jóvenes se pusieron a discurrir sobre el sujeto de la ciencia. A decir verdad había sido el objeto de mi primer seminario en 1965. Era pertinente pero claro esta que no tan sencillo. Se hicieron dar un palmetazo. Se les explicó que el sujeto de la ciencia no existía, y en el punto crucial donde ellos habían creído hacerlo surgir, a saber en la relación del 0 al 1 en el discurso de Frege, se les demostró que los progresos de la lógica matemática habían permitido reducir completamente, no suturar, sino evaporar al sujeto de la ciencia.

El malestar de los a-studés no deja de tener relación con el hecho de que a pesar de todo se les pide que constituyan el sujeto de la ciencia con su pellejo, lo que, según las últimas noticias, en la zona de las ciencias humanas parece presentar algunas dificultades. Y así es que, para una ciencia tan bien asentada por un lado y tan evidentemente conquistadora por el otro, demasiado conquistadora para calificarse de humana, sin duda porque toma a los hombres por humus, pasan cosas, pasan cosas que en definitiva nos hacen bajar a tierra y nos hacen palpar que a nivel de la verdad por el hecho de substituir el puro y simple mandato, el del Amo -no vayan a creer que el Amo está siempre allí, es el mandato que queda: el imperativo categórico: «continúa a saber», no hace falta que haya nadie allí, estamos todos embarcados en el discurso de la ciencia como dijo Pascal- queda que a pesar de todo el semi-decir se halla justificado porque él aporta que sobre el sujeto de las ciencias humanas no hay nada que se mantenga en pie.

Ustedes se equivocarían si creyeran… porque, después de todo a algún cabecita hueca se le podría ocurrir que mis palabras implicaran que se frenase esta ciencia, que mirándolo bien, volviendo a la actitud de Gauss habría quizás una esperanza de salvación. Es necesario de todos modos que puntúe este tipo de imputaciones que, a decir verdad, serían calificadas con justicia de reacciónarias, porque no es impensable que en algunas zonas que a decir verdad no creo estar muy inclinado a frecuentar, se podría deducir eso de lo que estoy diciendo y de lo que habría también que convencerse bien: lo que pasa es que en lo que sea que yo articule con una cierta mira de clarificación, no hay la menor idea de progreso en el sentido en que este término implicaría una solución  feliz. Es que la verdad, cuando surge, tiene algo de resolutivo, y esto algunas veces puede ser afortunado y en otros casos desastroso. No veo por qué la verdad tendría que ser siempre forzosamente benéfica. Hay que tener verdaderamente el diablo en el cuerpo para imaginarse semejante cosa cuando todo demuestra lo contrario.

Resumiendo, es seguro que en la posición llamada del analista, a saber cuando es el objeto a  mismo el que se encuentra en esos casos, por otra parte improbables -¿hay algún analista que lo sepa?  pero se puede plantear teóricamente que cuando es el objeto a mismo que viene al lugar del mandatos que, lo que se presenta al sujeto como la causa del deseo es precisamente como idéntico al objeto a, a saber cuando se ofrece como punto de mira en esta operación insensata que es un psicoanálisis en tanto que se entabla sobre la huella del deseo de saber.

Les dije al principio que ese deseo de saber no deja de presentar problemas. Se trataría de ver de dónde pudo surgir la pulsión epistemológica, como inventaron llamarla. Como lo hice notar, el Amo no podría haberla inventado solo. Tiene que habérsela impuesto alguien y como el psicoanalista, mi Dios, no es siempre evidente y encima no es él que la suscita, se ofrece como punto de mira para quien quiera que sea corroído por ese deseo particularmente problemático. Retomaremos esto.

Mientras tanto tratemos de enfocar bien lo que hay en la estructura llamada del discurso del analista en tanto que le dice al sujeto: «Adelante, diga, como quien dice, todo lo que se le pase por la cabeza».
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«Por muy dividido que esté, por muy manifiestamente que se demuestre que o bien ustedes no piensan, o bien ustedes no son nada, puede andar, lo que ustedes producirán será siempre válido». Extraño!. Extraño por razones que tendremos que puntuar, pero que desde ya podemos esbozar en esto que ustedes han podido ver, que si hay una ligazón muy fuerte, una relación fundamental en la línea superior, para expresarnos prácticamente, la que hace el lazo de ese discurso del Amo al esclavo, mediante lo cual -Marx dixit- se ocupará todo ese tiempo de fomentar su plus-de-gozar. ¿Por qué le debe ese plus-de-gozar al Amo?. Acá está lo enmascarado, lo que está enmascarado a nivel de Marx, es que el Amo a quien es debido ese plus-de-gozar, el Amo ha renunciado a todo, en primer lugar, al goce, puesto que se ha expuesto a la muerte y sigue fijado en esa posición. En la articulación hegeliana es claro. Sin duda él ha privado al esclavo de la posesión de su cuerpo. Pero es una nimiedad: a él le ha dejado el goce, entonces si el Amo en todo esto hace un pequeño esfuerzo para que todo funcione, es decir da la orden, queda claro -creo habérselos explicado bien en su momento, pero lo retomo porque nunca está de más repetir las cosas importantes – como es que el goce ha vuelto al alcance del Amo para manifestar su exigencia. Simplemente por cumplir su función de Amo él pierde algo, es al menos por ahí, por ese algo perdido, que algo del goce le debe ser restituido, es precisamente ese plus-de-gozar.

Si con el tiempo, por ese ensañamiento suyo en castrarse él no hubiera contabilizado ese plus-de-gozar, si no hubiera hecho la plus-valía, en otras palabras si no hubiera fundado el capitalismo, Marx se hubiese dado cuenta que la plus-valía es el plus-de-gozar. Pero por supuesto, todo esto no impide que el capitalismo haya sido fundado y que la función de la plus-valía haya sido muy pertinentemente designada por Marx en sus devastadoras consecuencias. No obstante para ponerle fin quizás habría que saber al menos cuál es el primer tiempo de su articulación: porque no por nacionalizar el nivel del socialismo en un sólo país los medios de producción se ha terminado con la plus-valía si no se sabe lo que es. Ese plus-de-gozar nos muestra también que, a nivel del discurso del Amo, porque es precisamente allí donde se sitúa, no hay relación entre lo que más o menos va a devenir causa de deseo de un tipo como el Amo que como de costumbre, por supuesto, no comprende nada, no hay relación entre eso y lo que constituye su verdad. Porque en la parte, en el piso de abajo del esquema 4 hay una barrera. Y el caso es que a nivel del discurso del Amo, la barrera cuya denominación está totalmente al alcance de nuestra mano, es simplemente el goce en tanto que interdicto.

                   S1         ——————>      S2

       H

                    S/                   (    a     

 Está interdicto en su fondo, se toman mendrugos del goce.  Para llegar hasta el fin ya les dije como se encarna eso, no necesito volver a agregar el fantasma mortífero!; lo interesante de esta fórmula como definiendo el discurso del Amo, es mostrar que es el único que hace imposible esa especie de articulación que hemos señalado otra parte como el fantasma,  en tanto que él está en relación de a con la división del sujeto. El discurso del Amo en su punto de partida fundamental excluye al fantasma. Es precisamente esto lo que lo vuelve totalmente ciego en su fundamento. Veremos que es porque en otra parte, especialmente en el discurso analítico, se despliega sobre una línea horizontal y de un modo equilibrado, que el fantasma puede salir y decirnos un poco más sobre el fundamento del discurso del Amo.

                                   a                          S/

                        A                  —-(—>

                                   S2                        A1

Sea lo que sea, para retomar las cosas a nivel del discurso del analista, constatemos que es el saber, a saber toda la articulación del S2 existente, todo lo que uno puede saber que está puesto -en mi forma de escribir yo no digo en lo real- en el lugar llamado de la Verdad es decir que lo que puede saber está en el discurso del analista invitado a funcionar en el registro de la Verdad. ¿Qué puede querer decir esto?. Sentimos que nos Interesa. Y para tomar las cosas -no es por nada que hice este desvío – a nivel de actualidad la mala tolerancia, digamos un cierto galope que tomó el sabe bajo la forma llamada de la Ciencia, de la ciencia moderna, puede quizás, sin que nunca comprendamos mucho más allá de nuestras narices, hacernos sentir que seguramente, si en alguna parte tenemos alguna chance de que el saber interrogado en función de Verdad, tome un sentido, al menos si confiamos en nuestro molinete, debe ser ahí que toma su sentido.

Vean -se los digo al pasar como ejemplo- es lo que me justifica -vamos a ver hacia donde vamos, pero así no más, al pasarlo me justifica por ejemplo para decir que porque una vez me cerraron el pico de algún modo justo cuando estaba por hablar del nombre del padre, no hablaré de eso nunca más!. Parece medio grosero, no es muy amable. Quien sabe, existe incluso esa clase de gente, fanáticos de la ciencia ¡»Continúa a saber’!. Qué es esto: debes decir todo los que sabes sobre el nombre del padre porque  justamente, yo no formo parte del discurso universitario. Soy un a de analista, una piedra arrojada por adelantado. Aún, si en mis análisis yo devengo la piedra angular, desde que me levanto del sillón, tengo derecho de tomármelas. Porque eso se invierte: la piedra arrojada se convierte en piedra angular, puede ser también una inversión, se puede decir que la piedra angular puede tomárselas, ¿no?. ¡Hasta puede ser que así yo tendría una chance de que las cosas cambien!. ¡Si la piedra angular se fuera, todo el edificio se vendría abajo!. No deja de ser tentador. En fin, no bromeemos. Sólo que no veo por qué hablar del nombre del padre dado que de todas formas se ubica en el nivel donde el saber hace función de Verdad y allí estamos propiamente hablando condenados a que, incluso sobre ese punto, todavía impreciso para nosotros de la relación del Saber con la Verdad, sólo podemos enunciar lo que sea con un semi-decir, sepámoslo.

Yo no sé si ustedes pueden ver todo el alcance de eso, quiero decir que si decimos algo de una forma, en ese orden, en ese campo, habrá otra parte de ese mismo decir que deviene absolutamente irreductible, totalmente obscura. De modo que en suma, hay algo arbitrario, hay una elección que puede hacerse sobre lo que se trata de aclarar. De suerte que si yo no hablo del nombre del padre podré hablar de otra cosa. No dejará de tener relación con la Verdad, pero  no como para el sujeto, no será la misma.  Bueno, esto es un paréntesis. Lo que constatamos de lo que adviene del saber en el lugar de la Verdad -quiero decir en el discurso del analista- creo que ustedes no esperaban lo que voy a decir ahora.

A pesar de todo ustedes deben recordar que lo que viene allí tiene un nombre; es el mito. Porque no hizo falta esperar a que el discurso del Amo estuviera plenamente desarrollado para mostrar su quid en el discurso del capitalista, con esta curiosa copulación con la Ciencia, no se esperó, siempre se supo. En todo caso es el todo de lo que vemos cuando se trata de la Verdad, al menos la verdad primera. Aquélla que sin embargo nos interesa un poco, por más que la ciencia nos haya hecho renunciar a ella, dándonos solamente su imperativo «Continúa a saber», pero en un cierto campo, cosa curiosa, un campo que tiene en lo que a ti te concierne, buen hombre, una cierta discordancia. ¡Sí!, está ocupado por el mito.

Miren, se ha hecho una rama de la lingüística, quiero decir que lo más serio que se dice sobre el mito es partiendo de la lingüística. Al respecto no puedo dejar de recomendarles la «Antropología Estructural», recopilación de artículos hecho por mi amigo Claude Levy-Strauss, remítanse al capítulo XI, «La estructura de los mitos».  Verán evidentemente enunciado lo mismo que yo digo, a saber que la Verdad sólo se soporta sobre un semi-decir. El primer examen serio que se hizo de esas grandes unidades como él las llama -dado que son mitemas- evidentemente no se lo imputo yo, voy a leer textualmente lo que él escribió: «la posibilidad de poner en conexión grupos de relaciones -se trata de paquetes de relaciones, como definió a los mitos- es superada o mejor dicho reemplazada por la afirmación de que dos relaciones contradictorias entre ellas son idénticas, en la medida en que cada una es como la otra, contradictoria consigo misma».

Abreviando, el semi-decir es la ley misma, interna, de toda especie de enunciación de la verdad y que lo que mejor lo encarna es el mito.

De todas formas no podemos declararnos muy satisfechos con que todavía estemos acá.  Porque el mito, el mito típico, el mito central, como ustedes saben, del discurso psicoanalítico, ¿cuál es? ¿Eh? Es el mito de Edipo. Creo que todos pueden responder a esta pregunta. Es muy divertido el efecto que produjo el uso del mito de Edipo en la gente que se había estado ocupando de los mitos desde hacía un buen tiempo a pesar de todo, no esperaron a mi querido amigo Claude Levi-Strauss que aportó una claridad ejemplar para interesarse vivamente en la función del mito. En los medios donde se sabe lo que es un mito, aunque no se lo defina forzosamente como yo acabo de intentar ubicarlo, es difícilmente admisible hasta para el operador más obtuso no ver que todo lo que puede decir del mito es lo siguiente: que la verdad no se muestra más que en una alternancia de cosas estrictamente opuestas que hay que hacer girar una alrededor de la otra, en fin cualquier cosa que se haya construido desde que el mundo es mundo, comprendiendo todo lo que ustedes quieran hasta los mitos más elaborados, el Ying y el Yang, en definitiva se puede boludear mucho alrededor del mito porque es justamente el campo del boludeo y el boludeo, como siempre lo he dicho, es la verdad.  Es Idéntico. La verdad permite decir todo. Todo es verdadero a condición de que excluyan lo contrario.

Sólo que de todos modos juega un rol que sea así.

Entonces del mito, del mito de Edipo tal como Freud lo hace funcionar, puedo decirlo para aquellos que no lo saben, los mitógrafos más vale se burlan! Les parece que es absolutamente inmotivado. ¿Por qué ese privilegio dado a ese mito?.

En síntesis, el primer estudio serio que se pudo hacer muestra que es mucho más complicado. Por otra parte, como por azar, Claude Levi-Strauss, que no se niega a la prueba, en el mismo artículo nos enuncia que el mito de Edipo completo se trata de algo muy distinto que de saber si uno va o no a besar a su mamá!.

Es de todas formas curioso, por ejemplo que un mitógrafo muy calificado como tal, de bueno escuela, de la  buena veta que comienza en Boas y que justamente viene a confluir hacia Levi-Strauss, un llamado Crevet, después de haber escrito un libro incendiario sobre «Tótem y Tabú»  20 años después haya escrito algo, en fin, le molestaba, le daba dolor de cabeza haber dicho pestes, sobre todo cuando vio que eso se expandía, a saber que el menor estudiante creía poder hacer coro, no lo pudo soportar!. Entonces él remarcó que, de todos modos debía de tener su razón de ser, que había algo, él no podía decir qué. En ese mito de Edipo había un pero (un os). No dijo más,  por otra parte. Pero finalmente después de la crítica que hizo de ese libro, «Tótem y Tabú», del que habría que decir de todas formas que habría que -no sé si ustedes quieren que yo lo haga este año- estudiar su composición que es una de las cosas más retorcidas que se pueda imaginar.

Es precisamente porque, yo predico el retorno a Freud que no puedo dejar de decir que «Tótem y Tabú» es retorcido. Es incluso por eso que hay que retornar a Freud, para darse cuenta que es tan retorcido como esto, dado que era sin embargo un muchacho que sabía escribir y pensar, eso debía tener una razón de ser. No voy a agregar: «Moisés y el Monoteísmo», ¡no hablemos porque de lo contrario va a dar que hablar!. Todo esto para decirles que a pesar de todo yo pongo las cosas en orden: no iba a empezar a hacer de cosas así esa especie de camino maldito que yo mismo hago enteramente sólo -nadie me ayudó- para que se sepa qué son «las formaciones del inconsciente», por ejemplo, o «la relación de objeto», ¡entonces ahora podría creerse que me limito a hacer piruetas alrededor de Freud!. ¡No se trata de eso precisamente!

Bueno; tratemos de todas formas de pescar algo de lo que hay en el mito de Edipo, en el mito de Edipo en Freud. No voy a terminar con esto hoy porque como pueden ver no me apuro, no veo por qué cansarme!. Yo hablo con ustedes así nomás, como me sale y ya veremos hasta donde  podemos llegar.

Voy a empezar por el final para mostrarles enseguida mi objetivo, no veo por qué no bajar todas mis cartas. No pensaba hacerlo así pero por lo menos será claro. De ningún modo estoy diciendo que el Edipo no sirve para nada ni que no tiene ninguna relación con lo que hacemos. No le sirve para nada a los psicoanalistas, ¡es cierto!. Pero como seguramente los psicoanalistas no son psicoanalistas, ¡eso no prueba nada!. Cada vez más los psicoanalistas se embarcan en algo que efectivamente es muy importante, a saber el rol de la madre es el deseo de la madre. Es absolutamente capital porque el deseo de la madre no es algo que uno pueda soportar así nomás, en definitiva, y que eso les sea indiferente: entraña siempre estragos. ¿No es cierto?. Un gran cocodrilo en cuya boca ustedes están, es eso la madre, ¿no?. No se sabe si de repente se le puede ocurrir cerrar el pico: eso es el deseo de la madre. Lo que traté de explicar es que lo que tenía de tranquilizante es que tenía un hueso así -les digo cosas simples- había pues algo que era tranquilizante, improviso, había un rodillo, así, bien duro, de piedra, que está en potencia a nivel del pico: eso retiene, eso atranca, es lo que se llama el Falo, el rodillo que los protege si de golpe se cierra!. Estas son cosas que yo expuse en su momento porque era una época en la que yo hablaba a gente a la que había que amenazar: eran psicoanalistas. Había que decirles cosas así de gordas para que comprendieran. Por otra parte todos no comprendían. Entonces yo hablé a ese nivel de la metáfora paterna. Introduje, nunca hablé del complejo de Edipo más que bajo esta forma. De todas formas, debería ser sugestivo que yo diga qué es la metáfora paterna cuando no es así sin embargo como nos presenta las cosas Freud, sobre todo que para él cuenta mucho esa sagrada historia del asesinato del padre de la horda, ya conocen esa calamidad darwiniana: el padre de la horda. Jamás hubo la menor huella del padre de la horda. Se vieron orangutanes, pero jamás la menor huella del padre de la horda. En todo caso Freud cuenta con que eso sea real. Porque cuenta con eso. Escribió todo «Tótem y Tabú» para decir que eso forzosamente ocurrió y que de ahí arranca todo, a saber todas nuestras jodas, comprendida la de ser psicoanalista.

Es impactante. En todo caso, alguien hubiera debido excitarme un poco con esa metáfora paterna, hacer lo que yo siempre he deseado cuando indico pequeño agujero, una pequeña vía, que alguien se adelante, me haga la huella, comience a mostrar así un pequeño camino. Ojalá pudiera tomarme la delantera!. En fin, sea como sea, no se produjo. La cuestión del Edipo está intacta. Voy a hacerles algunas observaciones preliminares, porque como ven es realmente necesario pulir bien la cosa. Este asunto no se escamotea. Hay algo en la práctica analítica, en lo que, a pesar de todo, estamos realmente curtidos, formados, es esa historia del contenido manifiesto y contenido latente. Es la experiencia. Para el analizante, el analizante que está ahí, su saber es el contenido latente: estamos allí para lograr que sepa todo lo que no sabe aún sabiéndolo. Eso es el inconsciente.

Ahora tengo que hacerles esta aclaración, que incluso podría ser útil para algunos analistas, que para el psicoanalista el contenido latente está acá del otro lado.

                              a                      S/

                                    —-(—>  

                             S2                    S1

Para él el contenido latente es la Interpretación que va a hacer en tanto que ésta es, no ese Saber que descubrimos en el sujeto sino lo que se agrega para darle un sentido.

Dejemos de lado por el momento, ese contenido manifiesto y ese contenido latente, solamente retengamos los términos. ¿Qué es un mito?. ¡No respondan todos juntos! Es un contenido manifiesto. Si hay algo de lo que es bien claro que es un contenido manifiesto es un mito. Eso no basta para definirlo. Recién lo hemos definido de otro modo. Queda claro que si se puede poner un mito en fichas según la técnica propuesta por Claude Levi-Strauss, en fichas que se van a apilar, y después se va a ver como vira como combinación de dos mitos que son exactamente el uno en relación al otro como mis pequeños aparatos que giran un cuarto de giro, es manifiesto. No son latentes mis letritas en el pizarrón.

¿Entonces, qué significa eso?. El contenido manifiesto hay que ponerlo a prueba. Al ponerlo a prueba vamos a ver que no es tan manifiesto. Tomemos -procedamos así, voy como puedo- tomemos  la historieta, porque el complejo de Edipo como nos lo cuenta Freud, de ningún modo está tratado como un mito. Cuando se refiere a Sófocles, es la historieta de Sófocles sin lo trágico -van a ver- es decir que se limita a que lo que revela la pieza de Sófocles es lo siguiente: que uno se acuesta con su madre cuando ha matado a su padre. El asesinato del padre es goce de la madre escuchando su sentido objetivo y subjetivo: uno goza de la madre y la madre gozar está ligado. Que Edipo no sepa para nada que ha matado a su padre, ni tampoco que hace gozar a su madre y que él goza de ello, no cambia la cuestión porque  justamente, el mejor ejemplo del inconsciente!. Creo que desde hace mucho tiempo vengo denunciando la ambigüedad que hay entre el uso del término inconsciente como sustantivo que es algo que tiene en efecto, un soporte, el representante reprimido de la representación, y por otra parte inconsciente en sentido adjetivo, a saber: ¡el pobre Edipo era un inconsciente!. Acá hay un equívoco, es lo menos que se puede decir.

Sea como sea, sí no les molesta, habría que ver de todos modos lo que las cosas quieren decir. Está este mito de Edipo tomado de Sófocles, y además está el bolazo del que les hablaba hace un rato: el asesinato del padre de la horda primitiva donde es bastante curioso que el resultado sea exactamente el contrario, a saber: se lo mata al viejo papá que las tenía todas para él, -lo que ya de por sí es fabuloso: por qué iba a tenerlas todas para él habiendo otros muchachos, que por  lo menos debían tener también sus antojos- de todas formas se parte de ahí. La consecuencia -esto es de todos modos algo muy distinto al mito de Edipo- la consecuencia es que por haber matado al viejo, al viejo orangután, pasan dos cosas de las que pongo una entre paréntesis porque es fabulosa: ellos se descubren hermanos. En síntesis si esto puede darnos alguna idea sobre lo que es la fraternidad se los doy así como una pequeña idea mientras tanto, porque puede ser que de acá hasta fin de año tengamos tiempo de retomar, en fin, esta energía que ponemos en ser todos hermanos prueba evidentemente que no lo somos. Aún con el hermano sanguíneo, nada nos prueba que somos hermanos. Podemos tener un montón de cromosomas totalmente opuestos. Entonces este encarnizamiento en la fraternidad, sin contar el resto, la libertad y la igualdad, es algo fenomenal de lo que convendría saber que es lo que recubre. No se conoce más que un sólo origen de la fraternidad -me refiero a la humana, siempre el humus- es la segregación. Estamos evidentemente en una época de segregación, ¡puaj, nunca hubo más segregación! Es inaudito!  Es inaudito cuando uno lee los diarios. Simplemente la sociedad, como se la llama -no quiero llamarla humana precisamente porque reservo los términos, pongo atención en lo que digo, no soy un hombre de izquierda- constato que todo lo que existe está fundado en la segregación y en primer término la  fraternidad. No se concibe ninguna fraternidad, no tiene el menor fundamento, como acabo de decirles el menor fundamento científico, si no es porque estamos aislados juntos, aislados del resto por algo de lo que se trata de saber la f unción y el por qué. Pero en definitiva salta a los ojos que es así a fuerza de hacer como si no fuese cierto, debe tener sin embargo algunos inconvenientes. Es semi-decir lo que les estoy diciendo!. No les digo porque es así. Por empezar porque si yo digo eso, no puedo decir por qué es así. Ahí tienen un ejemplo.  En fin, como sea, ellos se descubren hermanos. Uno se pregunta en nombre de qué segregación. Hay que decir que como mito, es más vale flojo. Y en segundo lugar ellos deciden unánimemente que no se va a tocar a las mamitas, porque encima hay más de una.  Ellos podrían intercambiarlas puesto que el viejo padre las tiene todas: ellos podrían acostarse con la mamá del hermano justamente porque sólo son hermanos por el padre.

En síntesis nunca nadie se avivó de esta singularidad, hasta qué punto «Tótem y Tabú» no tiene nada que ver con el uso corriente de la referencia sofocleana.

El colmo de los colmos es el Moisés. ¿Por qué es necesario que Moisés haya sido matado?. Y lo peor es que él nos los explica. Para que vuelva en los profetas por vía de la represión, sin duda, así nomás, transmisión mnémica a través de los cromosomas, hay que admitirlo. Debo decir que la observación que hace un imbécil como Jones, que parece no haber leído a Darwin, es justa. Sin embargo lo ha leído porque se hundía sobre Darwin para maquinar contra Totem y Tabú.

En definitiva, es cierto que a pesar de todo no es por nada que «Moisés y el Monoteísmo», como todo lo que Freud escribió, es absolutamente fascinante. Si uno es un espíritu libre puede decirse que no tiene ni pies ni cabeza, ya volveremos a hablar de esto.

Lo que hay de cierto es que sin embargo, de lo que se trata con los profetas, no es algo que tenga que ver, por esta vez, con el goce. Debo decirles que -además aprovecho para señalarlo porque, ¿quién sabe? a lo mejor alguno podría hacerme un favor- debo decirles que estoy en pos de eso que sirve de clavija a lo que Freud enuncia, a saber la obra de un llamado Sellin, publicada en 1922. «Mose und sein Bedeutung für die Israelitische jüdische Religionsgesicht», no es un desconocido este Sellin, del que yo conseguí «Die zwëlf Propheten». Comienza por Oseas, pequeño pero osado (osé). Es tan osado que, según parece, es en él que se encuentra la huella de lo que habría sido el asesinato de Moisés. Debo decirles que no esperé haber leído Sellin para leer Oseas, pero jamás en toda mi vida pude conseguir Sellin, estoy empezando a ponerme furioso y he removido la Europa entera para obtenerlo. No está en la Biblioteca Nacional. No está en la Alianza Israelita, etc …. Universal. En fin es muy difícil de encontrar. Creo que de todas formas voy a llegar a ponerle la mano encima. Si alguno de ustedes lo tuviera en el bolsillo le agradecería que me lo alcance al final de la sesión.

En todo caso, en Oseas, hay en efecto algo perfectamente claro, es inaudito ese texto de Oseas. No sé cuanta gente habrá acá que lea la Biblia, yo no puedo decir que haya sido educado en la Biblia porque soy de origen católico, lo lamento; pero no lo lamento tanto porque ahora cuando la leo me produce un efecto inspirador!. Ese delirio familiar, esos conjuros de Yahvé a su pueblo que se contradicen de una línea a la otra, es algo que produce mareo!. Hay algo seguro, es que se ve bien de que se trata: las relaciones con la mujer son «znout». Como ellos dicen, en fin fuera de la ley, a saber, es un dsein y un noun y un dvab, es así como se escribe, miren, yo se los escribo con grandes letras, no en cursiva. Es prostitución. Aún dirigiéndose a Oseas, no se trata más que de eso: todo su pueblo está definitivamente prostituido y la prostitución es prácticamente todo lo que le rodea, a saber muy probablemente en una época, en un contexto donde pasaba lo que el discurso analítico descubre al explorar el discurso del Amo: que no hay relación sexual, lo que ya les expresé muchas veces. Uno tiene la impresión de que el pueblo elegido estaba al tanto o era distinto: había relaciones sexuales y probablemente eso es lo que Yahvé llama prostitución.

En todo caso está clarísimo que si es el espíritu de Moisés que nos retorna ahí, no se trata precisamente de un asesinato que engendró el acceso al goce. De todas formas hay que ver las cosas como son, porque en medio de todo eso, todo es tan fascinante que nunca nadie pareció… lo hubiera parecido inmediatamente, tan estúpido como para hacer estas objeciones.  Además no es una objeción, estamos de lleno en el tema. Sólo que lo notable, en primer lugar es que los profetas al fin de cuentas no hablan nunca de Moisés -una de mis mejores alumnas me lo hizo notar, hay que decir que es protestante, ella conocía estos versículos desde mucho antes que yo- y sobre todo no hablan nunca de esa cosa que para Freud parece la clave, a saber que el Dios de Moisés es el mismo Dios de Akhenaton, a saber un Dios que seria UNO. Ustedes saben que lejos de esto, Yahvé habla siempre de otros dioses. Dice simplemente que no se debe tener relación con ellos, pero no dice que no existen. Dice que no hay que precipitarse sobre los ídolos que lo representan a él, y era ciertamente el caso del becerro de oro. Ellos esperaban un Dios e hicieron un becerro de oro, es muy natural.

Entonces acá vemos que hay una relación muy distinta que es una relación con la Verdad. Ya les dije que la Verdad es la hermanita del goce, habrá que volver sobre esto. Lo que tiene de cierto, lo que está completamente elidido en el grosero esquema: asesinato del padre/goce de la madre, es la instancia trágica, a saber que si bien es cierto que por el asesinato del padre Edipo tiene libre acceso a Yocasta, la razón por la que ella le es entregada por aclamación popular, Yocasta que como siempre lo he dicho, sabía un montón, porque las mujeres no se quedan ahí nomás sin buscar un poco de información, había allá un servidor que había presenciado todo el asunto, sería sin embargo muy raro que ese servidor que se encuentra al final y que sin embargo había vuelto al palacio no le hubiera dicho a Yocasta: «Este es el que limpió a tu marido».  En síntesis, sea como sea esto no es lo importante. Lo importante es que Edipo fue admitido junto a Yocasta porque había salido triunfante de una prueba de verdad. Volveremos sobre este enigma de la Esfinge y demás, si Edipo se termina tan mal -ya veremos la que quiere decir «se termina muy mal» y hasta qué punto eso se llama muy mal terminar -es porque quiso saber absolutamente la verdad. Es ahí que vemos que no es posible abordar seriamente esta referencia, la referencia freudiana, sin hacer intervenir entre el asesinato y el goce esta dimensión de la verdad.

Acá podría dejarlos hoy. Lo que queda claro es que simplemente con ver como articula Freud este mito fundamental, que es verdaderamente abusivo colocar bajo la misma llave que Edipo -qué carajo en nombre de Dios, viene al caso decirlo, tiene que ver Moisés con Edipo y el padre de la horda primitiva?- seguramente debe haber ahí adentro algo atinente al contenido manifiesto y al contenido latente, para decirlo todo y concluir por hoy, les diré que lo que nos proponemos es el análisis del «Complejo de Edipo» como si fuera un sueño de Freud.