Charles Darwin, El origen de las especies: Dificultades de la teoría

Capítulo VI: Dificultades de la teoría.

DIFICULTADES DE LA TEORÍA DE DESCENDENCIA CON MODIFICACIONES. Todas las dificultades y objeciones a la teoría pueden clasificarse en los siguientes puntos:
1) ¿Por qué, si las especies han descendido de otras especies por delicadas graduaciones, no vemos por todas partes innumerables formas de transición? ¿Por qué toda la naturaleza no está confusa en vez de presentarse las especies tan bien definidas como las vemos?
2) ¿Es posible que un animal que tenga, por ejemplo, la estructura y las costumbres de
un murciélago, pueda haber sido formado por la modificación de algún otro animal con
costumbres y estructuras extremadamente diferentes? ¿Podemos creer que la selección
natural llegue a producir, por una parte, un órgano de insignificante importancia, como la
cola de la jirafa, que sirve de espantamoscas, y por otra parte, un órgano tan maravilloso
como el ojo?
3) ¿Pueden los instintos adquirirse y modificarse por medio de la selección natural?
¿Qué diremos del instinto que lleva a la abeja a hacer celdas, y que prácticamente se ha
adelantado a los descubrimientos de notables matemáticos?
4) ¿Cómo podemos explicarnos que las especies sean estériles o produzcan crías tales, mientras que cua ndo se cruzan las variedades su fertilidad es vigorosa?
Primero: creemos que las especies llegan a ser muy definidas, y que en ningún mome nto
presentan caos intrincado de lazos variables e intermedios, porque las nuevas variedades
se forman muy lentamente, pues la variación es un procedimiento lento, y la selección
natural nada puede hacer hasta que ocurran diferencias o variaciones favorables individuales,
y hasta tanto pueda ser mejor ocupado un lugar en la economía natural del
país, por alguno o algunos de sus habitantes modificados. Estos nuevos lugares dependerán
de lentos cambios de clima o de la inmigración accidental de nuevos habitantes, y
probablemente en un grado todavía más importante, de que alguno de los habitantes antiguos
se modifique poco a poco con las nuevas formas de este modo producidas y las antiguas,
obrando por acción y reacción las unas sobre las otras, de modo que en cualquier
región y en cualquier tiempo debemos solamente ver unas pocas especies que presenten pequeñas modificaciones de estructura en algún grado permanentes, y esto es lo que vemos.
Segundo: las áreas que hoy son continuas deben haber existido en un período reciente
como porciones aisladas, en las cuales muchas formas, especialmente las clases que se
unen para cada nacimiento, pueden haberse hecho separadamente distintas como para figurar
como especies representativas, en cuyo caso las variedades intermedias entre las
varias especies representantes y su madre común, habrán existido primitivamente en cada
porción aislada de la tierra. Pero durante el procedimiento de la selección natural habrán
sido suplantados y exterminados estos eslabones, de tal modo, que ya no podrá encontrárselos
en estado de vida.
Tercero: cuando se han formado dos variedades o más en diferentes porciones de un
área estrictamente continua, es probable que las variedades intermedias se hayan formado
al principio en las zonas intermedias, pero generalmente habrán tenido duración corta.
Por las razones ya asignadas, a saber: por lo que ya conocemos de la distribución actual
de las especies muy próximas o representantes y de las variedades reconocidas, estas variedades intermedias existirán en las zonas intermedias en número inferior a las variedades
a cuyo enlace tienden. Por lo tanto, solamente las variedades intermedias estarán sometidas
a exterminio accidental, y durante el procedimiento de ulterior modificación por
medio de la selección natural, serán casi ciertamente combatidas y suplantadas por las
formas que ellas enlazan; porque estas presentarán en conjunto más variedades, puesto
que existen en mayor número, y de este modo se mejorarán más por medio de la selección
natural, adquiriendo posteriores ventajas.
Por último, sin considerar ahora un tiempo dado, sino todos los tiempos, si nuestra teoría
es verdadera, precisamente deben haber existido innumerables variedades intermedias,
unión íntima de todas las especies del mismo grupo; pero el verdadero procedimiento de
la selección natural tiende constantemente, como ya se ha dicho muchas veces, a exterminar
las formas primitivas y los lazos intermedios. Por consiguiente, sólo pueden encontrarse
las pruebas de su anterior existencia entre los restos fósiles conservados, como intentaremos
demostrar más adelante, en los anales geológicos, tan imperfectos, digámoslo
así, como todos sabemos.

HASTA QUÉ PUNTO ES VERDADERA LA DOCTRINA UTILITARIA; CÓMO SE
ADQUIERE LA BELLEZA. Las anteriores observaciones nos llevan a decir algunas palabras
sobre la protesta hecha recientemente por algunos naturalistas contra la doctrina
utilitaria de que cada detalle de estructura ha sido producido para el bien de su poseedor.
Creen que muchas estructuras han sido creadas para la belleza, para el deleite del hombre
o del Creador (aunque este último punto sale del campo de la discusión filosófico científica),
o solamente por mera variedad, opinión que ya hemos discutido; pero, de ser verdad
tales doctrinas, serían absolutamente fatales para nuestra teoría.
Con respecto a la creencia de que los seres orgánicos fueron creados hermosos para r ecreo
del hombre (creencia que, se ha anunciado, derriba toda nuestra teoría) debemos
primero hacer notar que el sentido de la belleza depende evidentemente de la naturaleza
del espíritu, con independencia de toda cualidad real en el objeto admirado, y que la idea
de lo que es hermoso ni es innata ni inalterable. Vemos esto, por ejemplo, en los hombres
de razas diferentes, que admiran un tipo enteramente distinto de belleza en sus mujeres.
Si los objetos hermosos hubieran sido creados únicamente para goce del hombre, habría
que probar que antes de que el hombre apareciese había menos belleza en la faz de la tierra
que desde que él se presentó en escena.
La belleza, en muchos casos, parece ser debida por completo a la simetría del crecimiento.
Las flores se clasifican entre las producciones más hermosas de la naturaleza;
pero se han hecho visibles por contraste con las hojas verdes, y por consiguiente hermosas,
al mismo tiempo para que puedan ser fácilmente observadas por los insectos.
La selección natural no puede producir ninguna modificación en una especie exclusivamente
para el bien de otra, aunque en la naturaleza una especie incesantemente se
aproveche de las estructuras de las demás. Pero la selección natural puede producir, y a
menudo produce, estructuras en daño directo de otros animales. Hemos visto que las especies no son indefinidamente variables en cualquier período, y que no están escalonadas por multitud de gradaciones intermedias; en parte, porque el procedimiento de la selección natural es siempre muy lento, y obra, en cualquier tiempo dado, solamente sobre
unas pocas formas; y en parte porque el mismo procedimiento de la selección natural lleva implícitas la suplantación continua y la extinción de los grados precedentes e intermedios.
Las especies estrechamente unidas, que viven ahora en un área continua, deben en
muchos casos haber sido formadas cuando el área no lo era y cuando las condiciones de
vida no se graduaban insensiblemente desde una parte a otra. Cuando se formen dos variedades
en dos localidades de una región continua, se formará a menudo una variedad
intermedia, propia para una zona también intermedia; pero, por razones ya dadas, la variedad
intermedia será comúnmente menos numerosa que las dos formas que enlaza, y
por consiguiente, estas, durante el curso de ulterior modificación, tendrán gran ventaja
para existir en mayor número sobre la variedad intermedia, y acabarán generalmente por
suplantarla y exterminarla.
Debemos ser precavidos en la conclusión de que no pueden graduarse uno en otro los
hábitos más diferentes de vida; que, por ejemplo, un murciélago no pudo haber sido formado
por la selección natural de un animal que al principio sólo hendía el aire.
En dos seres extensamente alejados uno de otro en la escala natural, los órganos que
sirven para el mismo propósito, aunque sean en su apariencia externa muy semejantes,
pueden haber sido formados separada o independientemente. Cuando tales órganos son
examinados de cerca, casi siempre pueden descubrirse en su estructura diferencias esenciales,
siendo esto consecuencia lógica del principio de la selección natural. Por otra parte,
la regla común en toda la naturaleza es infinita diversidad de estructura para alcanzar
el mismo fin; y esta también es consecuencia natural del mismo gran principio.
En muchos casos, somos demasiado ignorantes para poder afirmar que una parte o un
órgano sea tan importante para el bienestar de una especie, que las modificaciones en su
estructura no puedan haberse ido acumulando lentamente por medio de la selección natural.
En otros muchos casos, es probable que las modificaciones sean resultado directo de
las leyes de variación o de crecimiento, independientemente de que aquellas hayan alcanzado
bien alguno. Pero aun en esas estructuras podemos estar seguros de que después han sido aprovechadas y modificadas en beneficio de las especies, bajo condiciones nuevas de vida. También podemos creer que frecuentemente se ha conservado una parte que tuvo gran importancia en otros tiempos (como la cola de un animal acuático en sus desce ndientes
terrestres) aunque haya llegado a ser de importancia tan pequeña, que no podría
en su estado actual haber sido adquirida por medio de la selección natural.
Sabemos que una especie en nuevas condiciones de vida puede cambiar sus hábitos o
tenerlos diversificados; y algunos pueden ser distintos de los de sus congéneres más inmediatos.
Con esto podemos entender, teniendo presente que cada ser orgánico trata de
vivir en todas las partes que puede, cómo ha sucedido que haya ocas de tierra adentro con
pies empalmados, picamaderos en el terreno, tordos que bucean y petreles con las costumbres
de los pájaros bobos.
Aunque la creencia de que un órgano tan perfecto como lo es el ojo pudiera haber sido
formado por la selección natural es bastante para hacer vacilar a cualquiera, sin embargo,
en el caso de un órgano determinado, si tenemos noticia de una larga serie de graduaciones
en su complejidad, cada una de ellas ventajosa para su poseedor, no hay imposibilidad
lógica de que, en condiciones cambiadas de vida, adquiera, por medio de la selección
natural, cualquier grado de perfección concebible. En los casos en que no sabemos nada
de los estados intermedios o de transición, tenemos que ser extremadamente cautos para
deducir que no puede haber existido ninguno, porque las metamorfosis de muchos órganos
prueban que, por lo menos, son posibles maravillosos cambios en sus funciones. Por
ejemplo: la vejiga natatoria ha sido aparentemente convertida en pulmón que respira aire.
El mismo órgano que haya desempeñado en forma simultánea funciones muy diferentes,
y que después haya sido especializado en todo o en parte para una sola, y dos órganos
distintos que hayan desempeñado al mismo tiempo la misma función, habiendo sido el
uno perfeccionado con ayuda del otro, deben muchas veces haber facilitado bastante las
transiciones.
La selección natural nada puede producir en una especie para el bien o daño exclusivo
de otra, aunque sí puede producir partes orgánicas y excreciones altamente útiles o indispensables, y también altamente dañosas para otra especie; pero han de ser en todos los
casos útiles al mismo tiempo para el poseedor. En cada país bien poblado, obra la selección
natural por medio de la competencia de los habitantes, y por consiguiente, lleva al
triunfo en la batalla por la vida, pero solamente de acuerdo con el tipo modelo de aquel
país determinado. Por esto los habitantes de un país pequeño ceden a menudo ante los
habitantes de otro más grande, porque en este existirán más individuos y formas más diversificadas, lo que produce una competencia más severa, y por ende el tipo de perfección
se habrá hecho superior. La selección natural no conducirá necesariamente a la perfección absoluta, ni tampoco, en cuanto nuestras facultades limitadas nos permiten juzgar,
puede señalarse en todas partes cuál sería la perfección absoluta.
Con la teoría de la selección natural podemos entender claramente el sentido completo
de aquel antiguo canon de historia natural: «Natura non fácil saltum», el cual no es estrictamente
exacto si miramos sólo a los actuales habitantes del mundo; pero si incluimos a
todos los de los tiempos pasados conocidos y por conocer, dentro de nuestra teoría debe
ser perfectamente verdadero.
Se reconoce generalmente que todos los seres orgánicos han sido formados según dos
grandes leyes: unidad de tipo y condiciones de existencia. Por unidad de tipo se entiende
ese acuerdo fundamental en la estructura que vemos en los seres orgánicos de la misma
clase, y que es totalmente independie nte de sus hábitos de vida. Según nuestra teoría, se
explica la unidad de tipo por la unidad de descendencia. La expresión «condiciones de
existencia», en la que tan a menudo insiste el ilustre Cuvier, es cabalmente comprendida
por el principio de la selección natural. Pues esta obra, o bien adaptando ahora las varias
partes de cada ser a sus condiciones de vida orgánicas e inorgánicas, o bien, habiéndolas
adaptado en épocas pasadas, son ayudadas en muchos casos por el mayor o menor uso de
las partes afectadas por la acción directa de las condiciones externas de vida, y en todos
los casos sujetas a las diversas leyes de crecimiento y variación. Por esta razón, la ley de
las condiciones de existencia es la ley superior, pues incluye, por la herencia de variaciones
y adaptaciones anteriores, la ley de la unidad de tipo.

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