“Hablar con el cuerpo. La crisis de las normas y la agitación de lo real”
Fuente: Virtualia – Revista Digital de Escuela de Orientación Lacaniana – #26 – Editorial 26: “Límite”
Por Claudio Godoy
¿Qué sabes tú del cuerpo?
Carmen González Táboas
“Lo real, diré, es el misterio del cuerpo que habla; el mismo del inconsciente[1].” ¿Por qué misterio? Tal vez
porque lalengua, insubjetivable, irrepresentable, bulle en los cuerpos, los goza, inatrapable en la elucubración del lenguaje. Sin
embargo, no es por ella que se tiene un cuerpo, sino por el Uno, que viene del Otro. Lo digo así, y ya estoy en mi aventura, en esta
cuestión que se traslada y se transforma en la enseñanza de Lacan.
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¿Qué cuerpo somos antes tener este, que decimos que habla? Un cuerpo-objeto-a del deseo/goce del Otro, lógicamente anterior a
la constitución de la imagen. Un esquema de dos espejos mostraba el poco acceso del niño a la realidad de su cuerpo. Momento
de carencia “en el que una imagen viene a soportar el precio del deseo. Proyección, función de lo imaginario,” y “en el extremo
opuesto”, continúa Lacan, “se instala en el corazón del ser, para designar su agujero, un índice: introyección, relación con lo
simbólico” [2]
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¿Qué le sucedía al niño del caso «el lobo, el lobo,» tratado por Rosine Lefort[3], que ni reía ni lloraba ni hablaba, ni encontraba su
boca para comer, ni controlaba las deyecciones del cuerpo? Hasta podría adherirse al Otro; pero si, objeto a, no se cae del Otro, -si
no lo agujerea- no tendrá imagen de sí, no habrá el abrochamiento inaugural sin el cual un cuerpo se es pero no se tiene, y no habrá
infancia ni objetos del mundo.
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Se puede seguir en la mirada de Freud[4], el pasaje del infans al niño que se yergue sobre sus pies y casi el júbilo. Todavía
incoordinado motriz, dirá Lacan, se reconoce en el otro para su Otro que lo mira, en “el jubiloso asumir del lugar donde ciertamente
estaba ya”[5], el lugar vacío, agujero del Ello inorganizado, donde el yo vendrá a acampar.
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¿Y el sujeto? El Otro habla; intima una respuesta. La formación del sujeto depende de la existencia del significante. Sin embargo,
Lacan busca lo real de una experiencia originaria «inserta radicalmente en la individualidad vital»[6]. La operación de Descartes,
«casi alquímica,» desvanecía los cuerpos en el vacío de la extensión. «La cosa que piensa» (Meditación 2º) es cuerpo-cosa extensa,
al que “nada habilita a recibir una identificación, una impronta, la forma divina”[7]. Sin una identificación ¿cómo se seguiría, de
un pienso, un “yo soy”? ¿Cómo se anudaría un cuerpo a su imagen?
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En efecto, Lacan pregunta: ¿cómo obtener de un yo pienso un yo soy? Responde: “Magia del discurso”; Descartes le ofrece al
sujeto del yo piensoun supuesto garante divino, el Verissimum que no impide armar un yo ser-pienso, o un yo pienso-ser sin más
consistencia que la del sueño. Al fin, el paso de Descartes dice: yo pienso y yo no soy. Lo que tiene de ser queda del lado del pensar.
(¿Pensando y pensando hallaría un yo soy?)
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Lacan propone una especie de acertijo: descubran porqué aparece San Anselmo de Cantorbery en La Identificación (1961); para
captar “una pulsación” vayan a mis dos seminarios anteriores; en el 7, La ética, lean “De la creación ex nihilo”, y en el 8, La
Transferencia, lean “La identificación por un Einzigr Zug.” Vamos, entonces.
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En La Ética: Lacan dice el Das Ding freudiano es la Cosa, metida en el campo del lenguaje como unidad velada que nos obliga a
contornearla. Algo de lo real primordial que padece del significante cristaliza en elementos significantes para constituir un sujeto.
La mitología creacionista dice: nada viene de la nada, sino de Dios, causa increada de la creación ex-nihilo, que continúa con la
captación simbólica de la ciencia moderna (Galileo); la bóveda de los cielos se ofrece al telescopio y al cálculo. Todo es contingente.
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En La transferencia Lacan habla del Otro, al que se volvió el niño cuando se topó con su imagen, Otro del que le vino un signo, que
interioriza, que no se confunde con la identificación especular. El signo ha efectuado “el borramiento de la cosa”; transportado en la
repetición será rasgo unario, donde el amor falla y se torna demanda de amor.
Vemos ahora por qué Lacan, en el seminario 9, La Identificación, llama al Dios vivo (el Entissimum) por quien suspira el corazón del
lógico medieval San Anselmo de Cantorbery: “¡Dios mío, enseña a mi corazón cómo te hallará, dónde y cómo tiene que buscarte!”
(Proslogium). Se refleja la identificación “inaugural, perfectamente concreta”.
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San Anselmo retorna en la Lógica del fantasma. Antes, se ha precisado lo óntico[8]. El inconsciente se separa de todo idealismo; frágil
en el planoóntico, su estatuto es ético. Descartes sabe que piensa porque duda; la duda freudiana se asegura de un pensamiento
inconsciente que se revela como ausente. El sujeto se aliena al Otro; depende del significante; el significante en menos es la falta que
recubre la otra falta, real, anterior[9]; el primer trou-matisme[10] que trastornó la relación con la naturaleza.
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Lógica del fantasma. La operación sobre la alienación se radicaliza. El cogito es transformadosegún la ley de Morgan: o no pienso,
o no soy. Exclama San Anselmo, ante el insensato que dice en su corazón: no hay Dios: ¿cómo, si su inteligencia sabe de qué
hablo si digo: el Ser más perfecto, puede negarle a ese Ser la existencia? No se trata de eso, dice Lacan, sino de la impotencia del
pensamiento[11] para alcanzar la existencia.
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Que el sujeto aparezca primero en el Otro -representado por un significante para otro significante- es la lógica de la alienación,
que hace a la vezmundo y muro, muro del lenguaje, donde bastará mantener la forma gramatical para que cualquier cosa que se diga
cobre sentido. Las palabras pueden decir cualquier cosa. Salvo que, en las avenidas del amor, la creencia haga de los dichos un
decir, una reson que estremece los cuerpos.
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Alcance lógico y radical de la alienación: excluye la existencia del Otro. Si el sujeto invoca, habla ahí de su deseo; si un sujeto se queja,
habla de un deseo que no asume y que determina los impasses de su situación subjetiva, en un nivel del pensamiento donde no
es je el que piensa. Operación sobre el Otro-lugar de la palabra; se presenta la inercia del goce en el rigor del síntoma, que insiste
y se repite. Se reorienta la práctica analítica.
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Reseña[12] de La Lógica del fantasma: “Ese lugar del Otro no ha de tomarse en otra parte que en el cuerpo.” (Lacan me recuerda el
clamor del santo: “¿Dios, dónde encontrarte?”). “En las cicatrices del cuerpo, tegumentales, pedúnculos que se enchufan en sus
orificios,” etc. Nada parece alcanzarle ahí para nombrar como puede -sin la lógica matemática, que será su nueva avanzada-, el
núcleo real del inconsciente en un cuerpo.
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Ahora un salto; “Reseña de…ou pire[13]. “No hago pensamiento del Uno”, lo cual aprendió de “una curiosa vanguardia”:
Parménides, Platón[14]. ¿Cómo llegar a ese Uno, ni pensamiento ni cantidad? No con Frege (1848-1925), cuyo engendramiento del
Uno a partir del conjunto vacío “se desliza al equívoco del nombre del número cero, para instaurar que uno y cero haga dos”[15],
donde precisamente uno y cero no lo hacen.
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“La desaparición de la cosa es condición para que ella aparezca como objeto”[16]. Pero Frege no le deja a la cosa número más
soporte que su identidad consigo misma. El objeto se subsume al concepto del cero, que se subsume al número uno, unidad
singular, contable. Nombrado por el uno, el cero número emerge e inicia la serie de los números naturales, y miente “la verdad”
lógica de que toda cosa es idéntica a sí misma.
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Para la lógica del significante, el cero número sutura al cero falta, lugar del sujeto evanescente del deseo, ausente de la cadena del
discurso, representado en ella. Ese sujeto tiene un cuerpo-superficie de inscripción de los significantes-amo, como tales, letra de
goce, separada de toda significación. ¿Qué hace al cuerpo Uno? Lacan dice: hay lo Uno. .
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Hay lo uno -que en francés suena Yad’lun,- se extrae de la invención matemática de Cantor, el aleph[17], que va al lugar donde
ningún número natural podría responder de una infinitud de elementos. Hay lo Uno escribe goce; del Un-decir brota la asociación
impredecible de los significantes que en un análisis burlan de la retórica del Otro.
En los días de…ou pire, resuena en los muros sordos de Saint Anne El saber del psicoanalista[18]; ¿qué sabe? Como analizante, sabe que,
en el choque del significante y la pulsión[19], se crea el campo magnético donde algo verdadero pasa, tan real como la descarga
eléctrica del pez torpedo en la mano que lo toca. Y sabe de los efectos.
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“No es lo mismo alcanzar el Uno a partir del Otro, que intentar alcanzar el Otro a partir del Uno. (…) En esta nueva axiomática, lo
previo no es el Otro sino el goce y, por consiguiente, lo Uno, la posición del Uno, la tesis del Uno [20].”
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Seminarios 19, 20, 21. Debemos abandonar las referencias demasiado fáciles al cuerpo erógeno como superficie[21]. Uno es el cuerpo
sensible-superficie de inscripción, pero solo si le ex siste el cuerpo del Uno, conjunto vacío en el Otro.
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“Hablo con mi cuerpo, sin saber. Luego, digo siempre más de lo que sé [22].”
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Otra topología. El cuerpo-bolsa, el cuerpo-agujero es un agujero en la percepción. No contiene nada, no dice nada, es un borde, es
ex sistencia del Uno. En el conjunto del Otro, el cuerpo es el conjunto vacío, y el lenguaje articula el cero y el uno y la serie.
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El goce sexual toma su ser de la palabra, el sujeto se sexúa en el campo del Otro [23], si antes el Uno, real, “significante de ningún
modo limitado a su soporte fonemático”[24], trazó el borde del que se sostiene la imagen. Que un cuerpo “simbolice al Otro”,
quiere decir que “no se goza de un cuerpo sino corporeizándolo de manera significante” [25].
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“Simbolizar al Otro” (al Otro sexo) es la vía del goce fálico, goce del sentido ofrecido por los semblantes (una mujer no está toda
ahí). El cuerpo del Uno ex siste a la a-estructura [26] aluvional de lalengua. A su vez, el cuerpo-imagen resiste a la representación
significante. El ser hablante se sexúa según la falta tome cuerpo y sin saber que dos lógicas replicarán el drama de Aquiles y la
tortuga [27], el impasse del goce sexual.
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“Solo procedemos del Uno, cuya representación más eminente es el redondel de cuerda: no encierra más que un agujero” [28]. Uno
inaugural que engendra la triplicidad del nudo que somos.
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Seminario 21, Los no incautos se equivocan. Una insistencia: lo real es tres: RSI, tres consistencias y “un saber real, indeleble y
absolutamente no subjetivado”: es el inconsciente (real, “no habrá otro”). Es como en el cuento del que pasaba por la aduana un
montón de correajes atados a su cabra, e insistía: -Es el alimento para mi cabra. -¿No son correas? -Se las tendrá que comer, no
tiene otra cosa [29].
Me detengo en este lugar. Con muchas preguntas.
Notas
1. Lacan, Jacques, El seminario, Libro 20, Aún, Barcelona, Paidós, 1981, p. 158. NOTA: Las barras en la cita son un agregado de mi autoría,
para darle su relieve a cada parte de la oración.
2. Lacan, Jacques, “Observación sobre el Informe de Daniel Lagache”, Escritos, Bs.As. Siglo XXI, 1985, p.635.
3. Cito de memoria.
4. Freud, Sigmund, “Malestar en la cultura”, Obras completas, Madrid, Biblioteca Nueva, p. 28.
5. Lacan, Jacques, “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”, op.cit. p. 646.
6. Lacan, Jacques, Seminario 9, La identificación, inédito, (24/0/1962).
7. Idem (17/01/1962).
8. Óntico: el ente como lo que es y como es, antes de que se interrogue ahí al ser (lo ontológico). J.-A.Miller dice: la de Lacan “es la óntica del
goce». El ser y el Uno, curso del 9/03/2011.
9. Lacan, Jacques, El seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Bs.As., Paidós, 1986, p. 213.
10. En “trauma-tismo”, Lacan reemplaza “trauma” por agujero (trou).
11. “La impotencia del pensamiento” es, -(Lacan, Jacques, El seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op.cit., p. 217),- la
del sujeto que depende del significante.
12. Lacan, Jacques, “La lógica del fantasma. Reseña del seminario 1966-1967”, Otros escritos, Bs.As., Paidós, 2012, p. 347.
13. Lacan, Jacques, “…O peor. Reseña del seminario 1971-1972”, Otros Escritos, op.cit., p. 573.
14. En mi libro, Semblantes de Occidente La apuesta lacaniana por el síntoma, Bs.As., Tres Haches, 2009, p. 96-102, el Uno de Parménides, y el del
“Parménides” de Platón leído por Miller en Los signos del goce.
15. Lacan, Jacques, “…O peor. Reseña del seminario 1971-1972, Otros Escritos, op. cit., p. 573.
16. Miller, Jacques-Alain, «La sutura. Elementos de la lógica del significante”, Matemas II, Bs.As., Manantial, 1988, p. 53.
17. Con Georg Cantor empieza la teoría de conjuntos y es abordado el “infinito actual” (1885).
18. Lacan, Jacques, Je parle aux murs, París, du Seuil, 2011. Hay traducción. Se trata de las tres primeras charlas de Lacan en Saint Anne, a los
internos del Servicio de psiquiatría.
19. En el seminario 23, El Sinthome, “la pulsión es resonancia de un decir en el cuerpo”.
20. Miller, Jacques-Alain, Los signos del goce, Paidós, Bs. As. 1998, p. 343
21. Laurent, Eric, “Seminario”, Usos actuales de la clínica, Bs.As., Paidós, 2001, p. 29.
22. Lacan, Jacques, El seminario, Libro 20, Aún, op.cit., p. 144.
23. Al respecto, mi “La elección de sexo en el laberinto”, El siglo XXI en su laberinto, Bs.As., Grama, 2012.
24. Lacan, Jacques, El seminario, Libro 20, Aún, Barcelona, Paidós, 1981, p.27.
25. Idem, p. 32.
26. Miller, Jacques-Alain, Los signos del goce, op.cit., p. 362
27. En la paradoja de Zenón, Aquiles no alcanzará a la tortuga, y ella “avanza un poco porque es no toda, no toda suya.” En mi
libro Mujeres, Bs.As.,Tres Haches, p. 46, sobre la p.15 del seminario Aún, op.cit.
28. Lacan, Jacques, El seminario, Libro 20, Aún, op.cit., p.155.