Carta al doctor Alfons Paquet
Grundlsee, 3.8.1930
Mi estimado Dr. Paquet:
No he sido halagado por los honores públicos y por eso me habitué a prescindir de ellos. Pero no negaré que la adjudicación del Premio Goethe de la ciudad de Francfort me alegró mucho.
Hay algo en él que enciende la fantasía, y una de sus cláusulas disipa la humillación que suele
condicionar tales distinciones.
Debo agradecerle en particular su carta, que me ha conmovido y asombrado. Aparte de su
amable profundización en el carácter de mí obra, nunca había visto discernidos antes con tanta
claridad los secretos propósitos personales de ella, y de buena gana le preguntaría cómo llegó
usted a conocerlos.
Con pesar me he enterado, por la carta que usted dirigió a mi hija, de que no lo veré en lo
inmediato, y a mi edad toda posposición se vuelve azarosa. Desde luego, recibiré con sumo
gusto al caballero (Dr. Michel) cuya visita usted me anuncia.
Por desdicha, no puedo asistir a la celebración en Francfort; mi salud es demasiado frágil
para esa empresa. La sociedad no perderá nada con ello, pues sin duda será más agradable
ver y escuchar a mi hija Anna que a mí. Leerá algunas palabras que versan sobre las relaciones de Goethe con el psicoanálisis y defienden a los analistas del reproche de faltarle el debido respeto al grande hombre con sus intentos de hacerlo objeto del análisis. Espero se aceptará el giro que he impreso al tema propuesto -mis «íntimos vínculos como hombre e investigador con Goethe»-, y en caso contrarío tenga usted la amabilidad de hacérmelo saber.
Sinceramente suyo,
Sigmund Freud