El discernir y el pensar reproductor
[El título de esta sección reza en el original «Das Erkennen u[nd] reproduzirende Denken»; en AdA, pág. 411, se lo ha trocado por «Das erkennende und reproduzierende Denken» {«El pensar discerniente y reproductor»} Las secciones 16, 17 y 18 de la parte I, así como casi toda la parte III, versan sobre la clasificación y análisis de los procesos de pensar. En la parte I, el distingo principal se traza entre los conceptos de «discernimiento» y «juicio» (íntimamente ligados, tal vez idénticos), por un lado, y, por el otro, el «pensar reproductor», que abarca operaciones tales como el recordar, el desear y el tener expectativas. En la parte III se revisa esto mismo con mucho más hondura. El «pensar reproductor» desaparece casi por completo del horizonte y se introducen nuevas expresiones, como «pensar práctico», «pensar observador», «pensar teórico» y «pensar crítico». Se comprobará que es algo menos arduo seguir estos dificilísimos análisis cuando se toman en consideración ambos, el de la parte III y el de la parte I, ya que a menudo abarcan el mismo territorio y se echan luz recíprocamente.]
Una vez que hemos introducido el supuesto de que en el proceso de deseo la inhibición por el yo procura una investidura moderada del objeto deseado, que permite discernirlo como no real, tenemos permitido continuar el análisis de este proceso. Pueden ocurrir varios casos. El primero: simultáneamente con la investidura-deseo de la imagen-recuerdo, está presente la percepción de ella; entonces las dos investiduras coinciden, lo cual no se puede valorizar biológicamente; pero, además, se genera el signo real-objetivo desde ω , tras el cual, de acuerdo con la experiencia, la descarga es exitosa. Este caso se tramita con facilidad. El segundo: la investidura-deseo está presente, y junto a ella una percepción que no armoniza con ella del todo, sino sólo en parte. Pero ya es tiempo de recordar que las investiduras-percepción nunca son investiduras de neuronas aisladas, sino siempre de complejos. Hasta aquí hemos descuidado este rasgo; es hora de tomarlo en cuenta. En términos generales, la investidura-deseo alcanza neurona a + neurona b; las investiduras-percepción, neurona a + neurona c. Puesto que ha de ser este el caso más frecuente, más aún que el de la identidad, reclama una ponderación más exacta. También aquí la experiencia biológica enseñará que es inseguro iniciar la descarga cuando los signos de realidad no corroboran el complejo íntegro, sino sólo una parte. Pero ahora se hallará un camino para perfeccionar esa semejanza hasta la identidad. El complejo-percepción se descompondrá, por comparación con otros complejos-percepción, en un ingrediente neurona a, justamente, que las más de las veces permanece idéntico, y en un segundo, neurona b, que casi siempre varía. Después el lenguaje creará para esta descomposición el término juicio {Urteil; «parte primordial»}, y desentrañará la semejanza que de hecho existe entre el núcleo del yo y el ingrediente constante de percepción [por un lado], las investiduras cambiantes dentro del manto y el ingrediente inconstante [por el otro]; la neurona a será nombrada la cosa del mundo {Ding}, y la neurona b, su actividad o propiedad -en suma su predicado.
El juzgar es, por tanto, un proceso ψ sólo posible luego de la inhibición por el yo, y que es provocado por la desemejanza entre la investídura-deseo de un recuerdo y una investidura-percepción semejante a ella. Uno puede tomar este punto de partida: la coincidencia entre ambas investiduras deviene la señal biológica para que se ponga término al acto de pensar y se permita la descarga. La discordancia proporciona el envión para el trabajo de pensar, que a su vez finaliza con la concordancia.
Uno puede seguir analizando este proceso: si neurona a concuerda, pero es percibida neurona c en lugar de neurona b, el trabajo del yo sigue las conexiones de esta neurona c y, mediante una corriente de Qη a lo largo de estas conexiones, hace aflorar investiduras nuevas, hasta hallar un acceso a la neurona b faltante. Por regla general, se obtiene una imagen-movimiento que es interpolada entre neurona c y neurona b, y con la reanimación de esta imagen mediante un movimiento efectivamente ejecutado se establece la percepción de neurona b y, con ella, la identidad buscada. Pongamos un ejemplo: la imagen mnémica deseada [por el niño] es la imagen del pecho materno y su pezón en visión frontal, y la primera percepción, una vista lateral de ese objeto sin el pezón. En el recuerdo del niño se encuentra una experiencia, hecha por azar al mamar: la de que con un determinado movimiento de cabeza la imagen frontal se muda en imagen lateral. La imagen lateral ahora vista lleva al movimiento {a la imagen-movimiento) de cabeza; un ensayo muestra que tiene que ser ejecutado su recíproco, y se gana la percepción de la visión frontal.
Aquí tenemos todavía poco del juicio; únicamente es un ejemplo de la -posibilidad de llegar por reproducción de investiduras a una acción que pertenece ya a la rama accidental de la acción específica.
No hay ninguna duda de que es Qη proveniente del yo investido la que experimenta estas migraciones a lo largo de las neuronas facilitadas, y que esta migración no es gobernada por las facilitaciones, sino por una meta. ¿Cuál es esta meta y cómo se la alcanza?
La meta es regresar a la neurona b, que se echa de menos, y desencadenar la sensación de identidad, es decir, el momento en que sólo neurona b está investida, pues la investidura migrante desemboca dentro de neurona b. Se la alcanza mediante desplazamiento tentativo de Qη por todos los caminos, y es claro que para ello es necesario ora un gasto mayor, ora uno menor de investidura colateral, según que uno se pueda valer de las facilitaciones preexistentes o tenga que ejercer una acción eficaz contrapuesta. La lucha entre las facilitaciones firmes y las investiduras cambiantes caracteriza al proceso secundario del pensar reproductivo por oposición a la secuencia de la asociación primaria.
¿Qué es lo que guía en esta migración? El hecho de que el recuerdo-representación-deseo se mantiene investido mientras uno persigue la asociación desde la neurona c. Sabemos que mediante esa investidura de neurona b todas sus eventuales conexiones se vuelven a su vez facilitadas y asequibles.
En el curso de esta migración puede acontecer que la Qη choque con un recuerdo que se vincula con una vivencia de dolor y por ende da ocasión a un desprendimiento de displacer.
Como esto es un indicio seguro de que por ese camino no se alcanzará la neurona b, la corriente se desvía enseguida de la investidura en cuestión. Pero es cierto que las vías displacenteras conservan su elevado valor para dirigir la corriente reproductora.