Diccionario de Psicología, letra I, Identificación con el agresor
Al: Identifizierung mit dem Angreifer. Fr.: identification a l’agresseur. Ing.: identification with the aggressor. It.: identificazione con l’aggressore. Por.: identificação ao agressor. Mecanismo de defensa aislado y descrito por Anna Freud (1936): el sujeto, enfrentado a un peligro exterior (representado típicamente por una crítica procedente de una autoridad), se identifica con su agresor, ya sea reasumiendo por su cuenta la agresión en la misma forma, ya sea imitando física o moralmente a la persona del agresor, ya sea adoptando ciertos símbolos de poder que lo designan. Según Anna Freud, este mecanismo sería el preponderante en la constitución de la fase preliminar del superyó, permaneciendo entonces la agresión dirigida hacia el exterior y no volviéndose todavía contra el sujeto en forma de autocrítica. La expresión «identificación con el agresor» no figura en los escritos de Freud, si bien éste ya había descrito su mecanismo, especialmente refiriéndose a ciertos juegos infantiles en el capítulo III de Más allá del principio del placer (Jenseits des Lustprinzips, 1920). Ferenczi utiliza la expresión «identificación con el agresor» en un sentido muy especial: la agresión a que se hace referencia es el atentado sexual del adulto, que vive en un mundo de pasión y de culpabilidad, sobre el niño que se supone inocente (véase: Seducción). El comportamiento descrito como el resultado del miedo es una sumisión total a la voluntad del agresor; el cambio provocado en la personalidad es «[…] la introyección del sentimiento de culpabilidad del adulto». Anna Freud ve actuar la identificación con el agresor en diversas circunstancias: agresión física, crítica, etc., pudiendo intervenir la identificación antes o después de la agresión temida. El comportamiento que se observa es el resultado de una inversión de los papeles: el agredido se convierte en agresor. Los autores que atribuyen a este mecanismo un importante papel en el desarrollo de la persona valoran de distinto modo su alcance, especialmente en la constitución del superyó. Según Anna Freud, el sujeto pasa por una primera fase en la cual se invierte el conjunto de la relación agresiva: el agresor es introyectado, mientras que la persona atacada, criticada, culpable, es proyectada al exterior. Sólo en un segundo tiempo la agresión se volverá hacia el interior, interiorizándose el conjunto de la relación. Daniel Lagache sitúa más bien la identificación con el agresor en el origen de la formación del yo ideal; dentro del conflicto de demandas entre el niño y el adulto, el sujeto se identifica con el adulto dotado de omnipotencia, lo que implica el desconocimiento del otro, su sumisión, incluso su abolición . René Spitz, en El no y el sí (No and Yes, 1957), hace gran uso de la noción de identificación con el agresor. Según él, la vuelta de la agresión contra el agresor es el mecanismo preponderante en la adquisición del «no», verbal y mediante gestos, que sitúa alrededor del 15° mes. ¿Qué papel corresponde a la identificación con el agresor en el conjunto de la teoría psicoanalítica? ¿Se trata de un mecanismo muy especial o, por el contrario, comprende una parte importante de lo que usualmente se describe como identificación? Especialmente, ¿cómo se articula con lo que clásicamente se designa como identificación con el rival en la situación edípica? Al parecer, los autores que han situado en primer plano este concepto, no han formulado el problema en estos términos. Con todo, sorprende el hecho de que las observaciones presentadas sitúan generalmente este mecanismo dentro de una relación, no triangular, sino dual, cuyo fondo, como ha subrayado en repetidas ocasiones Daniel Lagache, es de naturaleza sadomasoquista.