AGORAFOBIA Y PÁNICO.
Arturo Bados López
5 de diciembre de 2005 (universidad de Barcelona)
OBSERVACIÓN
Los tests conductuales miden la competencia del sujeto, lo que este es capaz de hacer, no lo que hace realmente cada día. Los tests conductuales deben cumplir una serie de condiciones (Himadi, Boice y Barlow, 1986; Williams, 1985): a) deben muestrearse tareas graduadas en dificultad, desde las muy fáciles a las más difíciles; es muy importante incluir situaciones de máxima dificultad, ya que los sujetos tienden a hacer más de lo que normalmente hacen; b) las ejecuciones del sujeto en el test deben ser discretamente observadas o verificadas a través de otros medios (p.ej., que el sujeto tenga que dejar marcas en ciertos sitios o apuntar descripciones de algo presente en estos); c) no deben imponerse límites sobre cuán ansioso un sujeto puede llegar a ponerse antes de terminar su aproximación; d) deben minimizarse los elementos de tratamiento (compañía de alguien, exposiciones prolongadas). Existen dos tipos básicos de test conductuales de aproximación conductual, los estandarizados y los individualizados.
Tests estandarizados de aproximación conductual. Pueden distinguirse dos subtipos. El primero es el paseo estandarizado, el cual consiste en hacer una caminata de 1-1,5 kilómetros dividida en 20 unidades o estaciones aproximadamente equidistantes; una desventaja del paseo estandarizado es que sólo se evalúa una conducta que puede ser poco problemática para algunos agorafóbicos y poco sensible al tratamiento (véase Öst, Thulin y Ramnerö, 2004). Una solución es emplear el segundo subtipo, el cual incluye una gama de actividades temidas (conducir, caminar por la calle, comer en un restaurante, comprar en un supermercado, subir a sitios altos), cada una de las cuales consta de una serie de tareas progresivamente más intimidantes. Ejemplos de este segundo subtipo pueden verse en Bandura y cols. (1980) y de Beurs y cols. (1991).
Tests individualizados de aproximación conductual. Son aconsejables dada la heterogeneidad de los agorafóbicos respecto a las dificultades fóbicas que presentan. Se construye para cada sujeto una jerarquía de situaciones fóbicas compuesta de ítems correspondientes a diversas áreas de funcionamiento. Ejemplos pueden verse en Bados (2000) y Mathews, Gelder y Johnston (1981/1985). Barlow (2002) y Himadi, Boice y Barlow (1986) han propuesto desarrollar una jerarquía de 10 ítems de los cuales se seleccionan 5 que representen una gama de actividades graduadas en dificultad que el sujeto pueda intentar en su medio natural. Se pide al sujeto que intente cada uno de los cinco ítems en un orden de dificultad creciente. La ejecución en cada ítem es valorada según una escala de 3 puntos en la que 0 significa ítem no intentado (evitado), 1, tarea intentada, pero completada sólo parcialmente y 2, tarea realizada con éxito. Además, el sujeto puede calificar (0-8) la ansiedad anticipatoria y la ansiedad máxima experimentada al realizar o intentar realizar cada ítem. Pueden explorarse también las sensaciones y cogniciones experimentadas por el sujeto durante el mismo.
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