ANUDAMIENTOS DE LO NO LIGADO: LO “NO-LIGADO” Y LOS BORDES DE LA EXPERIENCIA PSICOANALÍTICA

ANUDAMIENTOS DE LO NO LIGADO

AUTORES: David Laznik, Elena Lubián, Guillermo Pietra Figueredo, Gabriel Battaglia, Cristina Bosenberg.

LO “NO-LIGADO” Y LOS BORDES DE LA EXPERIENCIA PSICOANALÍTICA

Inicialmente, lo “no analizable” es planteado por Freud a partir del recurso de la construcción de oposiciones binarias: neurosis actuales – neuropsicosis de defensa y neurosis narcisistas – neurosis de transferencia. A partir de 1920 lo “no analizable” podrá ser situado más allá de una categoría nosográfica y habrá de desplegarse alrededor de los obstáculos estructurales en la transferencia: neurosis traumática, melancolía, sentimiento inconsciente de culpa, necesidad de castigo, reacción terapéutica negativa, rasgos de carácter, neurosis graves. 

A partir de 1920 también otra cara de la repetición podrá ser conceptualizada: la vertiente traumática o compulsión de repetición. Dicha vertiente es solidaria  con la teorización de la pulsión de muerte y posteriormente con la ubicación del masoquismo erógeno en tanto primario. Ambas  delimitan y ordenan un nuevo campo: un goce pulsional que no cae bajo el imperio del principio del placer (GLASMAN, 1985).

La repetición traumática o compulsión de repetición introduce una modalidad diferente de tramitación del fracaso de la ligadura, en tanto se juega la aparición de un elemento que vuelve siempre al mismo lugar. Es en este sentido que la misma mostrará las formas en que lo que vale por lo real se presentifica en la experiencia analítica, dando cuenta de lo inasimilable del trauma.

Acting, irrupción pulsional, eterno retorno de lo mismo, diferentes maneras de poner en juego la aparición de lo que vale por lo real en el análisis, aparición que implica  un obstáculo en el devenir de la cura. Pero, es a la vez su entrada en la escena analítica lo que permite abordar lo que de otro modo hubiera sido inabordable. Así la repetición, en tanto marco de la satisfacción pulsional, permite indagar la singular posición del sujeto con respecto al goce según el modo en que ésta se despliegue en la escena analítica al entramarse con la transferencia. (3)

Su caracter de “repetición vana” señala la incapacidad de la misma para modificar la posición del sujeto frente a ese goce. Interrogar la transferencia, incluyendo la participación del masoquismo, sostiene la apuesta de intentar horadar lo vano de la repetición.

Posteriormente, en “Moisés y la religión monoteísta”, Freud destaca la importancia de la reedición de los sucesos traumáticos situándolos en relación a la fijación al trauma y a la compulsión de repetición: su interrogación lo lleva más allá de las neurosis y lo hace avanzar “hacia la inteligencia de la formación del carácter en general” (FREUD, 1939). Por otra parte señala el carácter compulsivo que poseen  tanto los síntomas como las limitaciones del yo.

Los rasgos de carácter se erigen como un referente que posibilita interrogar los  fenómenos abordados por nuestra investigación, ya que en su constitución participan huellas que en tanto mudas no son asimilables al proceso secundario. Se trata de vivencias en el cuerpo propio, restos de lo visto y lo oído, marcas “mudas” que carecen de la posibilidad de devenir “representación-palabra”, pero que sin embargo son portadoras de una eficacia extrema que en muchos casos guía al sujeto hacia su propia destrucción.

La referencia al “cuerpo propio” permite retomar el estatuto de la “representación-objeto” que, en “Estudio sobre las afasias”, comprende el lugar problemático de las representaciones visuales, acústicas, táctiles, kinestésicas, “y otras” (FREUD, 1891).

Lo traumático en términos de algo audible sin soporte significante, nos condujo a detenernos en la estructura que subyace en los fenómenos de violencia, en tanto señalan un punto de fracaso a nivel del encuentro del lenguaje con el cuerpo. Puesta en escena de un intento de producir algo de la operación psíquica fracasada, vía la mortificación a nivel del cuerpo. Este es otro de los planos en los que se pone de manifiesto la emergencia de lo traumático y lo no ligado.

Por último, la relación entre masoquismo erógeno primario y libido posibilita una aproximación al problema que Freud situó en el campo de la melancolía y las neurosis graves. Para delimitar este campo, resultó necesario diferenciar dos registros del masoquismo erógeno primario y, a su vez, establecer su correlación con la desmezcla pulsional. Respecto del masoquismo erógeno que permanece en el interior del organismo como residuo de la pulsión de muerte trasladada hacia afuera, Freud señala que “una parte ha devenido componente de la libido” (FREUD, 1924, 170). Sin dejar de sostener el valor del masoquismo erógeno, su transformación en libido permite entonces pensarlo como una de las formas de ligadura pulsional en su conexión con la “transferencia de afecto”. Queda sin embargo “otra parte”, que “sigue teniendo como objeto al ser propio” (FREUD, 1924, 170). Este es el nombre del resto de la inscripción del masoquismo en la “transferencia de angustia”, que requiere del concepto de superyó para situar sus coordenadas teóricas y clínicas. Asimismo, esa “otra parte” daría cuenta de la inquietud freudiana respecto del “genuino representante de la pulsión de muerte” y del “cultivo puro de la pulsión de muerte”. 

La intensidad desmedida del reproche melancólico nos habla de una exigencia moral que excede el campo libidinal. El análisis de este referente permite avanzar en la dirección del dolor, ahora como “dolor de existir”, en su expresión más extrema.

El otro referente clínico, las neurosis graves, ilustra acerca de otra dimensión de la desmezcla pulsional. Se trata del masoquismo moral desexualizado, cuyos imperativos – representaciones palabra preconcientes – toman su energía de investidura de las fuentes del ello.

Notas.

3- “A repeticao va”, Lubián Elena , en  O desejo do analista, Escola Letra Freudiana, Ano XXII- n° 30/31, Rio de Janeiro 2003, Issn 15165221,pags 261-266

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