AGORAFOBIA Y PÁNICO.
Arturo Bados López
5 de diciembre de 2005 (universidad de Barcelona)
GÉNESIS Y MANTENIMIENTO:
SITUACIONES TEMIDAS E HIPERVIGILANCIA DE ESTÍMULOS AMENAZANTES.
A través de los distintos modos de adquisición que se acaban de ver, una persona puede llegar a experimentar temor en una serie de situaciones. En estas situaciones –y dependiendo de variables tales como tipo de situación, presencia de señales de seguridad (p.ej., personas de confianza), estado de ansiedad elevada, otros estados emocionales, problemas médicos, factores biológicos, cogniciones, hipervigilancia de los estímulos temidos y otros factores (ingestión o retirada de fármacos o drogas, excitación, enfado, ejercicio, calor, fatiga, falta de sueño)– se produce una mayor o menor activación fisiológica a través de la hiperventilación o de otros mecanismos.
Como parte del fenómeno general de prestar atención a aquello que nos preocupa o interesa, los agorafóbicos presentan una hipervigilancia tanto hacia los elementos amenazantes de las situaciones temidas como hacia determinadas sensaciones corporales previamente asociadas con la ocurrencia de episodios de ansiedad, ataques de pánico u otras consecuencias muy embarazosas (despersonalización, diarrea, vómito). De este modo, se facilita la detección de dichas sensaciones (e incluso su percepción subjetiva cuando no existen), el incremento de la activación fisiológica (por medio de la hiperventilación o no), la producción de miedo y la ocurrencia de la posible conducta de evitación.
Se ha dicho que la atención inicial ante los estímulos amenazantes se ve contrarrestada en una segunda fase por un intento consciente de evitar cognitivamente dichos estímulos, especialmente cuando estos son físicamente inevitables. Sin embargo, los agorafóbicos, a diferencia de lo que ocurre con los fóbicos sociales y los pacientes con trastorno de ansiedad generalizada, presentan un sesgo de memoria explícita hacia la información relacionada con lo que les resulta amenazante. Esto sugiere que, como mucho, la evitación cognitiva es sólo parcial. Sin embargo, y curiosamente, el sesgo de memoria implícita parece ser débil; este sesgo se mide según el número de segmentos de palabras que se completan con palabras amenazantes previamente vistas, pero no recordadas.
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