Biografía Breuer Josef (1842-1925)
Breuer Josef (1842-1925) Médico austríaco
Se le debe el descubrimiento del mecanismo de la autorregulación de la respiración y del control de las posturas del cuerpo por el laberinto. Notable clínico, es conocido sobre todo por su encuentro con S. Freud (1880) y su colaboración con él a partir de 1882, inaugurado por el célebre estudio del caso Anna O., fundamental para la comprensión psicopatológica de la histeria y como punto de partida de la teoría del inconciente y del método analítico, anticipado por Breuer bajo el nombre de método catártico. Sin embargo, Breuer no pudo llevar muy lejos su cooperación con Freud. De la misma manera que se había espantado por la muy v iolenta trasferencia amorosa de Anna O. sobre él, no aceptó nunca totalmente la teoría Freudiana de la etiología sexual de las neurosis. Así, la colaboración de los dos profesionales tuvo fin en 1895, el año mismo en que el producto de su trabajo teórico se publicaba bajo el título de Estudios sobre la histeria. Esta obra distingue claramente las tesis teóricas de los dos autores, especialmente la idea que Breuer sostenía sobre los «estados hipnoides» como determinantes de los síntomas histéricos.
Como Wilhelm Fliess, Josef Breuer desempeñó un papel importante en la vida de Sigmund Freud entre 1882 y 1895. Fue de alguna manera una figura paterna para el joven científico, lo ayudó económicamente, creó el método catártico para el tratamiento de las histéricas, redactó con él la obra inaugural de la historia del psicoanálisis, Estudios sobre la histeria, y fue el médico de Bertha Pappenheim, quien, con el nombre de Anna O., habría de ser el caso princeps de los orígenes del Freudismo. La imagen de este brillante profesional vienés, que atendió a Franz Brentano, Johannes Brahms (1833-1897), Marie von Ebner-Eschenbach y a sus colegas médicos, el ginecólogo Rudolf Chrobak (1843-1910), Theodor Billroth y el propio Freud, fue deformada por Ernest Jones. En su biografía de Freud, Jones lo presenta como un terapeuta asustado y estúpido, incapaz de comprender la cuestión de la sexualidad. Hubo que aguardar el trabajo de Albrecht Hirschmüller, historiador de la medicina de lengua alemana, para tener la historia de las relaciones entre los dos hombres, lejos de las leyendas de la historiografía oficial. Hijo de un rabino conocido por sus opiniones liberales, Josef Breuer no era creyente ni practicante. Lo mismo que Freud, seguía apegado a su judeidad, pero sin proclamar la menor fe y defendiendo los principios de la asimilación. En 1859 se orientó hacia la medicina, convirtiéndose en alumno de Karl Rokitansky (1804-1878), Josef Skoda, Ernst von Brücke y, finalmente, del asistente de este último, Johann von OppoIzer (1808-1871), notable clínico internista, del que a su vez fue asistente. En el laboratorio de fisiología de Ewald Hering, rival de Brücke, Breuer comenzó a trabajar en el problema de la respiración. Esta formación lo hizo heredero de una tradición positivista, derivada de la escuela de Hermann von Helmholtz, en la cual se realizaba la unión de una medicina de laboratorio a la alemana y la medicina hospitalaria vienesa. Convertido en célebre en 1868 por un estudio sobre el papel del nervio neumogástrico en la regulación de la respiración, más tarde estudió los canales semicirculares del oído interno. Hacia fines de la década de 1870, Breuer pasó de la fisiología a la psicología, y lo mismo que a muchos médicos de esa época, lo atrajo la hipnosis, que experimentó con su paciente Bertha Pappenheim. En 1877 conoció a Freud, y éste siguió sus cursos sobre las afecciones renales en el instituto de fisiología. Muy pronto los dos hombres se hicieron íntimos. Breuer orientó con vistas al futuro a ese amigo más joven, y le dio consejos sobre la continuación de su carrera. Además le prestó una fuerte suma de dinero, que Freud necesitaba para instalarse como médico de ciudad. Los dos tenían en su clientela a enfermos mentales, sobre todo mujeres histéricas de la burguesía vienesa acomodada. De tal modo, cada uno a su manera, comenzaron a convertirse en especialistas en trastornos psíquicos, lo que en 1895 los llevó a firmar conjuntamente los famosos Estudios sobre la histeria. No obstante, ya en 1891 habían comenzado a surgir numerosos desacuerdos entre ellos, a propósito de sus concepciones de la ciencia, la histeria y la sexualidad. En efecto, Freud se orientaba cada vez más hacía la elaboración de una obra teórica absolutamente innovadora para su época, mientras que Breuer seguía siendo un científico clásico, apegado a los principios de la fisiología de su tiempo. Sin ignorar los avances de Freud ni negar sobre todo la importancia de la sexualidad en la génesis de la neurosis, él no compartía la posición de su amigo sobre la seducción, ni separaba la psicología de la fisiología. En este sentido, la evolución de las relaciones entre Freud y Fliess, perturbada por su desacuerdo acerca de la cuestión de la bisexualidad, desempeñó un papel importante en la ruptura entre los dos hombres. Su amistad se quebró definitivamente en la primavera de 1896. Sin embargo, la ruptura no fue violenta ni definitiva, como con Fliess, y más tarde con Carl Gustav Jung. Molesto por tener que pagarle el dinero que le debía, Freud se comportó con Breuer como un hijo intransigente y rebelde. Sospechó que quería mantenerlo bajo su tutela, y le reprochó que fuera oportunista y no tuviera el coraje de defender las ideas nuevas. En realidad, Breuer no tenía las mismas ambiciones que su joven amigo. No pretendía hacerse un nombre en la historia de las ciencias, ni convertirse en el profeta de una doctrina que conmovería al mundo, pero siempre se mostró favorable al psicoanálisis. Y aunque no compartiera las opiniones de Freud y sus discípulos, siguió apegado a su ex amigo, cuyo genio había advertido. En cuanto a Freud, puso término a la rebelión en el curso de su autoanálisis, al reconstruir el pasado a la luz del presente. Entonces comenzó a explicar a su entorno que la ruptura se había producido fundamentalmente por la incapacidad de Bretier para reconocer la existencia de la primacía de la sexualidad en la neurosis, y para comprender la transferencia amorosa de Anna O. De allí la versión de un supuesto embarazo nervioso, retomada por Jones a propósito de la terminación de la cura de la joven. En 1925, a la muerte de Breuer, Freud le envió al hijo una carta de condolencias. En su respuesta, publicada por Albrecht Hirschmüller, Robert Breuer aseguró que el padre se había interesado durante toda la vida por la obra de Freud. Apaciguado, Freud le confesó entonces que él se había equivocado durante años: «Lo que usted ha dicho de la relación de su padre con mis trabajos más tardíos fue nuevo para mí, y obró como un bálsamo sobre una herida dolorosa que nunca se cerró».