Biografía Göring Matthias Heinrich (1879-1945)
Göring Matthias Heinrich (1879-1945) Psiquiatra alemán
Luterano y pietista convencido, primo del mariscal Hermann Göring, Matthias (o Mathias) Heinrich Göring nació en Wuppertal-Eberfeld. Después de estudiar derecho, se orientó hacia la neuropsiquiatría; fue asistente en Múnich de Emil Kraepelin, se apasionó por la hipnosis, y más tarde adoptó las tesis de la psicología individual de Alfred Adler. El 1 de mayo de 1933 adhirió al Partido Nacionalsocialista; fue hasta su muerte un militante modelo de la doctrina nazi, y el «gran patrón» de la psicoterapia alemana «arianizada», es decir, desembarazada no sólo de sus profesionales judíos, sino del «espíritu judío» en general. Göring no era temido por sus aliados ni por sus adversarios, quienes le pusieron el sobrenombre de Papy o Papá Noel, en razón de su larga barba y su generosidad aparente. Ocultaba muy bien su dureza detrás de un aspecto de niño tímido afectado de tartamudeo. Fascinado por los fenómenos ocultos, alababa sin cesar los méritos de la religión y del amor al prójimo, y no se movía sin llevar consigo su Biblia. Pero Göring era sobre todo un oportunista. Sólo abrazó la causa hitleriana porque la instauración del nuevo régimen le daba la oportunidad de una promoción institucional a la cual, en tiempos normales, no habría podido jamás acceder, en vista de su mediocridad profesional. Lo mismo que Felix Boehm o Harald Schultz-Hencke, igual que Werner Kemper o Carl Müller-Braunschweig, sentía celos de sus brillantes colegas judíos, médicos, psiquiatras, psicoterapeutas, quienes, antes de 1933, tenían una situacion mejor que la de él. Fue entonces un verdadero antisemita, tanto porque se convenció de la influencia perniciosa que podría ejercer el pretendido «espíritu judío» sobre las diferentes ramas de la psicoterapia (incluido el psicoanálisis), como porque se sentía intelectualmente inferior a esos judíos, en su mayoría Freudianos, en cuyas manos estaban las riendas de las principales instituciones alemanas, desde Berlín hasta Franefort: Max Eitingon, Emst Simmel, Otto Fenichel, Erich Fromm, Karl Landauer, y otros. Desde las sombras, él contribuyó primero a expulsarlos del país, y después al exterminio. Como todos los antisemitas, le explicaba a quien quisiera oírlo que tenía «amigos judíos» o incluso que «protegía» de la Gestapo a las esposas judías de algunos de sus colaboradores. Incluso en 1937 reveló que antes de la llegada del nazismo había tenido en tratamiento a once pacientes judíos por los que sentía un respeto profundo. Lamentablemente, añadía, no había podido hacer nada por ellos, en razón de la «diferencia racial». Después de 1933 deificó al Führer, al punto de pedirles a todos los psicoterapeutas que estaban a su cargo que hicieran de Mein Kampf la biblia de la nueva ciencia psicológica del Reich. Éste era entonces el hombre con el cual, a través de Boehm, Ernest Jones aceptó negociar en 1936 para poner en marcha, en nombre de la International Psychoanalytical Association (IPA), la política llamada de «salvarnento» del psicoanálisis en Alemania, cuya historia completa sólo se conoció públicamente a partir de la década de 1980: en Alemania la revelaron Regine Lockot y diversos trabajos realizados en el exterior y el interior de la IPA; en Francia, lo hizo el psicoanalista René Major; en los Estados Un¡dos, el historiador Geoffrey Cocks. En 1928, Göring comenzó a infiltrar la AlIgerneine Árzliche Gesellschaft für Psychotherapie (AÁGP), sociedad alemana compuesta por psiquiatras, psicoterapeutas y psicoanalistas, presidida por Ernst Kretschmer hasta 1933, y después por Carl Gustav Jung, durante un año. Más tarde, mientras Jones aceptaba en 1935 la exclusión de todos los miembros judíos de la Deutsche Psychoanalytische Gesellschaft (DPG), él procedió a la nazificación completa de la AÁGP. Finalmente, en mayo de 1936, creó su obra maestra institucional, el Deutsche Institut für Psychologische Forschung (Instituto Alemán de Investigación Psicológica y Psicoterapia), que no tardó en tomar el nombre de Göring-Institut. Un mes más tarde, después de haberse encontrado en Basilea con Jones, Abraham Arden Brill, Boelim y Carl Müller-Braunschweig, obtuvo la incorporación a su instituto de la difunta DPG, y la reconversión del Berliner Psychoanalytisches Institut (BPI) en un instituto «arianizado». Como suprema humillación, confiscó en beneficio propio los locales del BPI y el Policlínico, cuya arquitectura había sido concebida por Ernst Freud. Agrupó entonces bajo su batuta a diversos miembros de escuelas de psicoterapia que aceptaron la nazificación de su doctrina y su práctica. Entre ellos había adlerianos, junguianos y terapeutas independientes (por ejemplo Joannes Schultz, el creador del entrenamiento autógeno). Oficializado en 1938 en presencia de altos dignatarios del régimen, el Göring-Institut fue colocado bajo la protección directa de Hitler, y hasta 1945 se benefició con medios económicos considerables para cumplir con la misión principal de determinar las leyes del desarrollo de la personalidad humana y de los fenómenos colectivos, conforme a la política de la «Jerarquía de razas» aplicada por el nazismo. En ese marco, Felix Boelim realizó sus «trabajos» sobre la homosexualidad, enviando a campos de concentración a los sujetos considerados ineptos para la integración, y Werner Keniper se ocupó personalmente de la selección de los neuróticos en el ejército de tierra. En cuanto a Schultz-Hencke, hizo su aporte al mejoramiento de la capacidad de resistencia y mando de los cuadros militares, mientras que Schultz experimentó terapias breves con oficiales del ejército del aire traumatizados por los bombardeos. Por otra parte, el Güring-Institut pudo jactarse de asegurar, después del antiguo BPI, el tratamiento psicoanalítico o psicoterapéutico gratuito o pago de numerosos pacientes comunes, provenientes de todas las clases sociales y afectados de simples neurosis, o de enfermedades mentales (psicosis, epilepsia, retraso). Desde luego, exceptuando a los judíos. Todas esas personas fueron «curadas», con vistas a su adaptacíón a la política vülkisch del Gran Reich, basada en la idea de la supremacía del alma germana. Con el mismo espíritu, el instituto formó a numerosos psicoterapeutas y psicoanalistas, que más tarde se convertirían en los profesionales reconocidos de la Alemania de posguerra. Se volvió incluso a constituir un vínculo «de familia» semejante al de los primeros discípulos: Erna, la mujer de Göring, se analizó con Kemper, quien después pretendió que la había espiado para salvar a John Rittmeister, y su hijo Ernst fue formado en el análisis didáctico, contra la opinión de su padre, por Müller-Braunschweig. De modo que el psicoanálisis fue «salvado» por este grupo de hombres que además aceptaron modificar su terminología, considerada demasiado «judía», y hacer desaparecer el nombre deshonrado de Freud de todas las publicaciones y todas las reuniones oficiales. La palabra psicoanálisis fue reemplazada por psicoterapia de las profundidades; el Edipo fue sencillamente barrido, y la sexualidad suprimida. En 1945 los bombardeos aliados destruyeron totalmente el Instituto. De tal modo desaparecieron de un golpe las huellas del pasado: el hermoso instituto de 1920, y a la vez, el siniestro recuerdo de su «arianización». Sobre sus escombros simbólicos, y sin ninguna depuración, Kemper y Schultz-Hencke hicieron reconstruir, en la zona occidental de Berlín, el Instituto Central de Psicoterapia, financiado por las cajas de seguros contra enfermedad. Tomado prisionero por las tropas rusas, Göring murió de tifus en algún lugar del Este, en un campo de internación.