Biografía Hesnard Angelo (1886-1969)
Hesnard Angelo (1886-1969) Psiquiatra y psicoanalista francés
Nadie puede cuestionarle a Angelo Hesnard el título de primer pionero del psicoanálisis en Francia. Este navegante infatigable, autor de un hermoso libro sobre el universo de la culpa, incluido en el índex por la Santa Sede, durante toda su vida se negó a hacerse analizar. Fue ante todo un polígrafo oportunista, marcado por la tradición francesa de la herencia-degeneración. Al adoptar de entrada las tesis de la escuela francesa de psiquiatría, a través de la enseñanza de su maestro Errimanuel Régis (1855~1918), fue un representante puro del «psicoanálisis a la francesa», germanófobo y hostil al supuesto pansexualismo Freudiano. De tal ¡nodo, en el núcleo de la primera generación de la Société psychanalytique de Paris (SPP), se convirtió en el artífice principal de una corriente patriotera cuyas tesis pueden resumirse como sigue: Sigmund Freud es un científico entre otros, sus tesis provienen de la psiquiatría zuriquesa (Eugen Bleuler, Carl Gustav Jung), y la idea de inconsciente no es más que una variante de la de subconsciente (Pierre Janet). En cuanto a la teoría Freudiana de la sexualidad, lo mismo que la del simbolismo (en el sueño), es la expresión de una mística germana y desmedida (por lo tanto, pansexualista), que se debe adaptar al «genio latino- y a la racionalidad «cartesiana». De allí la pretensión de transformar el Freudismo en una doctrina pro domo et pro patria, cuya mejor expresión sería la tradición psiquiátrica francesa: contra Zurich por una parte, y contra Viena por la otra. De allí la paradoja que también puede encontrarse en otros países: el primer pionero del psicoanálisis en Francia, aunque apasionado del Freudismo, no fue analizado ni fue verdaderamente Freudiano. En 1905 el joven Angelo Hesnard ingresó en la escuela principal del servicio de salud de la marina en Burdeos. La escuela bordelesa de psiquiatría disfrutaba entonces de gran renombre, gracias a las personalidades de Albert Pitres (1848-1928, neurólogo, alumno de Jean Martin Charcot, y conocido por su trabajo con la gran histeria) y Emmanuel Régis (alumno de Benjamin Ball [1833-1893], a su vez heredero de la nosografía hereditarista proveniente de la enseñanza de Valentin Magnan [1835-1916]). Afectado como médico al servicio de salud de la marina en Tolón, y después en el crucero acorazado Amiral Charner, Hesnard comenzó a trabajar con Régis, quien le encargó que emprendiera un estudio profundo de los trabajos de Freud. Gracias a su hermano Oswald, catedrático de alemán, pudo realizar este proyecto y, en 1912, le envió a Freud una carta en la que se disculpaba por el desprecio francés respecto del psicoanálisis. Dos años más tarde publicó con Régis el famoso libro La Psychoanalyse des névroses et des psychoses, verdadero manifiesto germanófobo en favor de una latinización del psicoanálisis; ese libro sería considerado el primer texto de implantación de las tesis Freudianas en Francia por la vía médica. Freud acogió con frialdad esa «interpretación- de su pensamiento, y Sandor Ferenczi, en plena guerra, se encargó de atacar sin miramientos a los artífices de esa posición patriotera. Su artículo de 1915 titulado «El psicoanálisis visto por la escuela psiquiátrica de Burdeos» se mofaba de la idea de la «claridad latina», y oponía al nacionalismo de los autores una argumentación basada en la necesidad que tiene toda ciencia de reconocer a la vez la complejidad de los hechos y la autonomía de la conceptualización. Miembro fundador en 1926 de la Société psychanalytique de Paris (SPP), Hesnard continuó sosteniendo los principios de la latinidad en el interior de la corriente chovinista representada por Adrien Borel, Henri Codet (1889-1939), y teorizada, desde una perspectiva nueva, por el gramático Édouard Pichon. Pero esto no impidió que, por oportunismo, renegara de la obra de 1914. En 1929, un año después de la muerte de Régis, en una nueva edición, anunció que los capítulos patrioteros, tan criticados por Ferenczi, habían sido escritos por su coautor, el cual ya no estaba allí para defenderse. Durante toda su vida, Hesnard formó psicoanalistas en el Mediodía de Francia, entre Marsella, Tolón y Montpellier, donde era el único que ejercía, disfrutando del renombre que debía al hecho de haber sido el primer pionero. Allí creó un grupo de estudio para la región mediterránea. Amaba la vida, sabía mostrarse cálido, y aparecía a veces en las reuniones en uniforme de gala, como un almirante salido de las novelas de Pierre Loti. No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial, en el momento en que la SPP, ansiosa por olvidar su pasado chovinista, se adaptaba a los criterios de formación en vigor en todas las sociedades componentes de la International Psychoanalytical Association (IPA), fue puesto al margen debido a su rechazo categórico del análisis didáctico. En 1953, cuando se produjo la primera escisión del movimiento francés, volvió a encontrarse con René Laforgue en las filas de la Société française de psychanalyse (SFP). Diez años más tarde, en oportunidad de la segunda escisión, el comité consultivo de la IPA, presidido por Pierre Turquet, le prohibió formar analistas, al mismo tiempo que a Jacques Lacan y a Françoise Dolto. En 1964 fue integrado por Lacan en la École Freudienne de Paris (EFP), donde continuó sus actividades de didacta, redactando numerosos libros de divulgación. La trayectoria de Hesnard no se parece a la de Édouard Pichon, también apóstol de un psicoanálisis francés y miembro de la Acción Francesa, ni a la de René Laforgue, que no era chovinista y «malogró» su colaboración con los nazis, ni, finalmente, a la de Georges Mauco, el único psicoanalista francés que fue a la vez un antisemita activo y un colaboracionista partidario del nazismo. Sin embargo, la prosa patriotera de Hesnard no está exenta de ciertas huellas de antisemitismo, como lo demuestra su artículo «Sur l»israélisme de Freud», redactado entre noviembre de 1942 y mayo de 1943, y publicado en 1946, en el cual el filosemitismo proclamado en nombre de una psicología de los pueblos lleva irresistiblemente a pensar en el viejo discurso del antisemitismo francés. De hecho, la defensa de la supuesta superioridad de la «raza latina» es la confesión de un antisemitismo que no se atreve a decir su nombre y toma por blanco la KuItur alemana, considerada inferior a la civilización francesa. Este antisemitismo reprimido, que jamás se ponía de manifiesto en sus publicaciones o en sus actos políticos, Hesnard lo expresaba en privado, como es posible verificarlo en una carta enviada al editor Bernard Grasset (1881-1955), cuyo análisis con René Laforgue había terminado mal: «Le ruego -escribió en 1932- que deje todos estos oropeles, todas estas grandilocuencias, estos «edipos». Usted, latino sutil y maravillosamente intuitivo, no se deje extraviar más por estos espectros del maleficio judeo-germánico.» En 1990, la publicación de esta carta por Jean Bothorel, biógrafo de Grasset, suscitó polémicas y golpeó de frente a los alumnos de Hesnard, que siempre habían considerado el discurso latinizante de su maestro como expresión de una ideología común a toda una época, sin analizar su verdadero contenido.