Biografía Hug – Hellmuth Hermine von Nacida Hug von Hugenstein (1871-1924)
Hug – Hellmuth Hermine von Nacida Hug von Hugenstein (1871-1924). Psicoanalista austríaca
Nacida en Viena, Hermine Hug von Hugenstein era hija de un oficial del ejército austro-húngaro, cuya familia, nutrida de antisemitismo, había caído en la ruina en la crisis bursátil y económica de 1873. A los 12 años vio morir a la madre de una enfermedad prolongada, y durante toda su infancia la marcó la violenta rivalidad que la oponía a su hermana mayor, Antonia. Primero institutriz, fue admitida como estudiante en la Universidad de Viena, donde presentó una tesis de doctorado dedicada a algunos aspectos de la radiactividad. Volvió pronto a su primera profesión, y entonces, a los 36 años, emprendió un análisis con Isidor Sadger, que era también el médico de su familia. Con semejante analista, Hermine vio alentada su patología: dogmatismo, rigidez, sentimiento de persecución. En 1913 se convirtió en miembro de la Sociedad Psicológica de los Miércoles, con el nombre de Hermine von Hug-Hellmuth, inmediatamente después de la conmocionante ruptura entre Sigmund Freud y Carl Gustav Jung. Freud le confió la sección dedicada al psicoanálisis de niños en la revista Imago. De tal modo ella se convirtió, después de Freud, e inmediatamente antes de Anna Freud y Melanie Klein, en la segunda profesional de ese ámbito. Desarrolló actividades de juego y dibujo, y publicó artículos sobre el tema. Fascinado por esa «doctora» de una ortodoxia impecable, Freud y sus fieles no advirtieron (o no quisieron ver) que Hermine von Hug-Hellmuth aplicaba las tesis del maestro al caso de su joven sobrino, entregándose a interpretaciones salvajes. Por ejemplo, cuando él le contó en una carta que había matado a cinco avispas hincando un bastón en el nido, y que después se había dejado picar, ella realizó un comentario estereotipado: «Nos revela una buena parte de su curiosidad sexual y su sadismo, que se expresa en el acto de perforar el nido Revela el deseo que le suscita la madre y su espíritu se retuerce», etcétera. Nacido en 1906, Rolf Hug era el hijo natural de Antonia, medio hermana de Hermine. Cuando murió la madre fue puesto a cargo de una nodriza, cambió dieciocho veces de domicilio, y tuvo cuatro tutores sucesivos, entre ellos Sadger. A los 13 años terminó albergado en la casa de la tía. A fuerza de experimentar con él las tesis Freudianas, ella fue la víctima de su cobayo. En septiembre de 1924, Rolf quiso robarle dinero, y como la tía se puso a gritar, él la estranguló, después de haberle hundido una mordaza en la garganta. La comunidad psicoanalítica vienesa se vio salpicada por este escándalo. Condenado a doce años de cárcel, Rolf fue liberado en 1930, y se apresuró a pedirle dinero a Paul Federn, entonces presidente de la Wiener Psychoanalytische Vereinigung (WPV). Quería que se lo indemnizara por haber servido como material humano en las experiencias interpretativas de la tía. A modo de respuesta, Edward Hirschmann le aconsejó que emprendiera un análisis con Helene Deutsch. Hermine von Hug-Hellmuth no fue sólo la heroína de este folletín trágico. Pionera M psicoanálisis de niños, también demostró ser una notable falsaria, al fabricar por completo la que quedaría como su obra principal: el Diario de una adolescente de los 11 a los 14 años y medio. Por otra parte, tenía de quien heredarlo, puesto que en su familia se había siempre disimulado cuidadosamente la verdad y falsificado el estado civil. Por ejemplo, Antonia pasaba por hermana de Hermine, cuando en realidad era una hija ¡legítima, y ocultaba su edad real. Realizado a partir de verdaderos recuerdos de infancia de Hermine, el Diario fue presentado al público en 1919, por una editora anónima, como el diario auténtico de una verdadera adolescente llamada Grete Lainer. El apellido de la supuesta autora hacía eco al de la madre de Hermine (Leiner). Acompañaba la obra una carta-prefacio de Sigmund Freud, fechada en 1915, en la que podía leerse que se trataba de una joya como testimonio de la sinceridad de la que era capaz el alma infantil en el estado presente de la cívilización. El hecho de que Freud se dejara engañar por esta superchería, que ilustraba maravillosamente sus tesis, no impidió que la denunciara Cyril Burt, miembro de la British Psychoanalytical Society (BPS). Burt estaba tanto más alerta al respecto cuanto que él mismo había recurrido al empleo de datos falsos para teorizar sus hipótesis sobre la herencia de la inteligencia. Saludado por Stefan Zweig y Lou Andreas-Salomé, el Diario tuvo un éxito considerable. En ocasión de la reedición de 1923, Hermíne von Hug-Hellmuth declaró, en un nuevo prefacio (fechado en 1922) que era la editora del documento, presentado como el «verdadero» diario de una «verdadera» adolescente, y no como una ficción escrita por la propia Hermine. De todos modos, Freud lo retiró de circulación. Después de la muerte de la autora, el asunto del asesinato y del diario falso fue borrado de los anales del movimiento Freudiano, al punto de que a fines del siglo XX algunos psicoanalistas creían aun que se trataba de calumnias difundidas por los enemigos de Freud. Hubo que aguardar los trabajos del historiador norteamericano Pan¡ Roazen, del historiador austríaco Wolfgang Huber (1931-1989), de la psicóloga suiza Angela Graf-Nold y, finalmente, M germanista francés Jacques Le Rider, para que se conociera el conjunto del legajo en sus menores detalles. Por otra parte, estos tres autores no tienen el mismo punto de vista. Sólo Angela Graf-Nold se ubica en la perspectiva de una historiografía revisionista y antiFreudiana, para impugnar la realidad de la sexualidad infantil. En Francia, el Diario fue traducido por Clara Malraux (1897-1982) y publicado en 1928 en una versión abreviada. Ese mismo material se reeditó en 1975, 1987 y 1988. En cada una de estas oportunidades hubo psicoanalistas poco preocupados por la historia que lo presentaron como el «verdadero» diario de una «verdadera» adolescente. En el volumen XII, editado en 1988, de las (Euvres complétes de Freud, a cargo del equipo de Jean Laplanche y André Bourguignon (1920-1996), el prefacio de Freud aparece acompañado de una nota que no menciona la reedición francesa de 1975, y confunde la edición vienesa de 1919 con la de 1923. No se pone en duda la autenticidad del Diario, Cyril Burt es tratado de falsificador, y no se hace ninguna mención de la historia del asesinato. En la edición de 1994 los autores han rectificado su error.