Biografía Kemper Werner (1899-1976)
Kemper Werner (1899-1976) Psicoanalista alemán
Sin la política de «salvamento» del psicoanálisis practicada por Ernest Jones en Alemania después de la toma de poder por los nazis, Werner Kemper no habría dejado de ser un funcionario oscuro. Pero debido a la orientación adoptada por la International Psychoanalytical Association (IPA) en 1933, 61, junto con Felix Boehm, Carl MfillerBraunschweig y Harald Schultz-Hencke, formó el grupo de los psicoterapeutas alemanes que decidieron hacer carrera bajo el nazismo, cuando se les prohibió el ejercicio de la profesión a los judíos. Ernest Jones aprobó ese estado de cosas, y en 1945 rechazó cualquier depuración, más preocupado por saber quién había sido un buen o mal Freudiano en el pasado, quién era adleriano y por lo tanto «desviado», quien había seguido un buen cursus, etcétera. Para extender el Freudismo más allá de Europa, decidió incluso enviar a Werner Kemper a realizar una nueva carrera en Brasil. Miembro en 1933 de la Deutsche Psychoanalytische Gesellschaft (DPG), Kemper había sido analizado por Müller-Braunschweig y controlado por Boehm, Otto Fenichel y Ernst Simmel. ¡Filiación sorprendente, que vinculaba a dos futuros adherentes del nazismo con dos representantes de la «izquierda Freudiana»! Después de la renuncia forzada de los psicoanalistas judíos, se convirtió en maestro de conferencias en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, y después en el Deutsche Institut für Psychologische Forschung (Instituto Alemán de Investigación Psicológica y Psicoterapia, o Göring-Institut) fundado por Matthias Heinrich Göring. En 1942 asumió la dirección del policlínico del Instituto, y permaneció en ese puesto hasta el final de la guerra. Nunca explicó cuál fue su papel en el arresto por la Gestapo del militante comunista John Rittmeister, que había sido su analizante. Según las declaraciones de Müller-Braunschweig a John Rickman en 1946, Kemper habría sido el analista de la mujer de Matthias Göring. Por otra parte, también habría sido miembro del Partido Comunista Alemán en el momento mismo en que hacía ostentación de su adhesión al nazismo. El hecho es que logró convencer a Rickman (que fue a interrogarlo sobre su pasado) de que entre 1933 y 1945 había asumido un papel positivo para el psicoanálisis: según dijo, logró preservar la integridad del Freudismo bajo el régimen nazi, gracias a la influencia que tenía sobre la mujer de Göring, a través de su análisis. Kemper fue el único terapeuta que Rickman consideró apto para formar a didactas en el marco de la reconstrucción del psicoanálisis en Alemania, a diferencia de los descartados Müller-Braunschweig y Bohem. Rickman presentó un retrato elogioso de Kemper, sin interrogarse nunca sobre sus ambigüedades, sus silencios y su capacidad para manipular enigmas, No obstante, en varias oportunidades Kemper se había declarado favorable a las tesis nacionalsocialistas, tanto al adoptar posturas natalistas de tipo eugenésico como acerca de problemas de salud pública. En su carácter de director del Instituto, participó en la elaboración de las instrucciones de la Wehrmacht sobre las neurosis de guerra. Fue entonces el celoso funcionario de aplicación de la política de selección inaugurada por el Tercer Reich, que consistía en enviar a la muerte, en batallones disciplinarios, a los sujetos que presentaban «anomalías psíquicas». Entre ellas se incluía la angustia, la astenia y la hiponcondría. Después de la capitulación de Alemania, Kemper se convirtió en militante marxista, y participó con Schultz-Hencke en una reunión de psiquiatras en la zona este de Berlín, ocupada por las tropas soviéticas. Contribuyó de tal modo a la reconstrucción en la República Democrática Alemana de una escuela de psicoterapia de tipo pavloviano, decidida a liquidar el Freudismo. Después de haber colaborado con el nazismo en la destrucción del psicoanálisis debido a su judeidad, contribuyó con igual celo a la política estalinista de rechazo de las tesis Freudianas, una política que se extendería a todos los países dominados por el socialismo de inspiración soviética después del reparto de Yalta. En diciembre de 1948 Kemper se instaló en Río de Janeiro, en compañía de su mujer Ana Katrin y sus tres hijos. Como casi todos los ex colaboradores de los nazis, disimuló cuidadosamente su pasado ante sus allegados y sobre todo ante los hijos, subrayando a menudo que había sido «obligado» a trabajar en el Instituto Göring bajo pena de sanciones. En la misma época, Mark Burke, un psicoanalista de otro origen, llegó también para instalarse en Río de Janeiro con el apoyo de Jones. Judío polaco naturalizado inglés, había combatido al nazismo en las filas del ejército británico, e ignoraba el pasado de su colega. Los dos empezaron a formar alumnos, a fin de crear en Río una segunda gran sociedad psicoanalítica brasileña, después de la fundada por Durval Marcondes en San Pablo. Pronto estallaron conflictos entre estos hombres. Después de haber denunciado el comportamiento «patológico» de Burke, Kemper fue acusado de «ejercicio ¡legal de la medicina». Su mujer, que practicaba el psicoanálisis, no fue aceptada como didacta: se le reprochaba que nunca hubiera sido analizada. Ella dijo sin embargo que se había formado con Harald Schultz-Hencke. Lo que hizo durante el período nazi es aún más enigmático que lo que hizo su esposo. Cansado de los conflictos, Burke volvió a Inglaterra en 1953, el mismo año en que Kemper fundó la Sociedade Psicanalitica do Rio de Janeiro (SPRJ), reconocida por la IPA dos años más tarde. En 1959 los alumnos de Burke formaron a su vez una segunda sociedad, rival de la primera, que tomó el nombre de Sociedade Brasileira de Psicanálise de Rio de Janeiro (SBPRJ). Marcada por lo no-dicho y el ocultamiento del pasado de su principal fundador, la SPRJ experimentaría tormentas idénticas a las que padeció el movimiento psicoanalítico alemán después de 1945, cuando fue reconstruido sin la menor depuración. Así como en Alemania varios investigadores fueron revelando progresivamente, a partir de la década de 1980, las actividades de quienes habían colaborado con Göring, también la experiencia de la dictadura militar en Brasil permitió reconsiderar el itinerario de Werner Kemper. Separado de su mujer a principios de la década de 1960, Kemper volvió a Alemania en 1967, sin haber adoptado nunca la nacionalidad brasileña. Allí escribió una autobiografía apologética, en la cual adujo que durante el período nazi había protegido a los judíos y ayudado a Wilhelm Reich y John Rittmeister. En 1973, el pasado de Kemper comenzó a emerger a la superficie con un asunto que desgarraría a la SPRJ durante veinte años. En el mes de octubre, el periódico clandestino Voz operária reveló que un médico militar llamado Amilcar Lobo Moreira da Silva (1939-1997), psicoanalista en formación con Leáo Cabernite, era un torturador al servicio de la dictadura instaurada en 1964. Ahora bien, Cabernite, psicoanalista judío, didacta y presidente en esa época de la SPRJ, había sido analizado por Werner Kemper. Diez años más tarde, con la publicación de los trabajos de los historiadores alemanes sobre el Instituto Göring, las actividades de Kemper comenzaron a conocerse en Europa. Pero pasaron aún varios años antes de que se estableciera un vínculo en Brasil entre las antiguas actividades de Kemper bajo el nazismo y el hecho de que hubiera terminado por formar a un discípulo convertido en cómplice de un torturador en el curso de una cura de objetivo didáctico. Este hecho iba a ser subrayado por el psicoanalista francés René Major. A los 40 años de edad, Jochen Kemper, el hijo de Werner, también se convirtió en psicoanalista. Adhirió al Circulo Psicoanalitico do Rio de Janeiro (CPRJ) fundado en 1969 por un grupo vinculado a su madre, y afiliado más tarde a la Internationale Föderation der Arbeitskreise für Tiefenpsychologie. Jochen Kemper trató valientemente de defender la memoria del padre, negándose a tomar conocimiento de los documentos publicados por los historiadores alemanes sobre el Instituto Göring. Fue Helena Besserman Vianna, psicoanalista de izquierda, vinculada a Ana Katrin Kemper y miembro de la SBPRJ, quien reveló en 1994 toda esta cuestión de familia, en un libro del que surge que la dirección de la IPA, en 1973, bajo la presidencia del psicoanalista francés Serge Lebovici, se negó a reconocer la complicidad de Cabernite con los torturadores.