Biografía Lacan Jacques-Marie Emile (1901-1981)
Lacan Jacques-Marie Emile (1901-1981) Médico y psicoanalista francés
(París 1901 – id. 1981). Jacques-Marie Emile Lacan nació de una madre emparentada con una rica familia de vinagreros de Orleans y de un padre que se empleó como representante de comercio de la empresa. En 1918, el joven no volvió a encontrar en aquel que volvía de la guerra al padre delicioso, moderno y cómplice que su infancia tanto había amado. De todas maneras, fue una tía materna quien distinguió la precocidad del niño y le permitió estudiar en el colegio Stanislas, en París; su condiscípulo Louis Leprince-Ringuet ha referido sus dones para las matemáticas. El provinciano se introdujo en la vida mundana de la capital y fue seducido por ella; esta disipación no le impidió asociar a sus sólidos estudios médicos un interés ecléctico pero desprovisto de amateurismo por las letras y la filosofía (los presocráticos y Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel (con Kojève) y Marx más que Bergson o Blondel), la Edad Media (con Gilson), la antropología (Mauss), la historia (Marc Bloch y los Anales), la lingüística (F. de Saussure en sus principios), las ciencias exactas (en particular la lógica con B. Russell y Cou ‘ turat). A título de primera publicación se tiene de él un poema publicado en Le phare de Neuilly de los años 1920, obra de factura clásica, en alejandrinos bien rimados y de lectura siempre agradable, sin duda a causa de la sumisión de la forma al fondo. Los estudios de psiquiatría se mezclaron con la frecuentación de los surrealistas de una manera que lo puso al margen de los dos medios. Más tarde dirá que la apología del amor le pareció una impasse irreductible del movimiento de A. Breton. Aparecida en 1932, la tesis de doctorado en medicina De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad es así una ilustración clínica de las potencialidades del amor cuando es llevado al extremo: la cuchillada que dio Aimée a la vedette que, como ideal, absorbía su investimento libidinal. Pero este estudio también está en ruptura con los trabajos de los psiquiatras franceses de la época, que veían en la psicosis paranoica una agravación de los rasgos que para ellos definían el carácter paranoico. G. G. de Clérambault, el único maestro que hubiera podido apoyarlo y respecto de quien Lacan proclamará su deuda toda la vida, lo desmentirá acusándolo de plagio. Queda así levantado el decorado que ya no cambiará más: la independencia de un pensamiento sólidamente argumentado, expuesto al ataque de los maestros que contraría y de la moda que desnuda, pero también el rechazo a ceder al orgullo del solitario. Sus estudios sobre la paranoia le muestran, en efecto, que los rasgos denunciados por el enfermo en el mundo son los suyos propios, desconocidos por él mismo (se dirá proyectados), y un texto precoz, De la aserción de certidumbre anticipada, ilustra, a propósito de un sofisma, que la salvación individual no es un asunto privado sino de inteligencia colectiva, aunque en competencia. Nada de alma bella entonces, lo que sus alumnos no dejarán de reprocharle luego puesto que no tuvo nada que proponerles más que la honestidad intelectual: que cada uno extraiga de ello su moraleja. La descripción fenomenológica exhaustiva de un caso, su tesis, dirá Lacan, lo condujo al psicoanálisis: único modo de determinar las condiciones subjetivas de la prevalencia del doble en la constitución del yo.