Biografía Mesmer Franz Anton (1734-1815)
Mesmer Franz Anton (1734-1815) Médico austríaco
Nacido en Iznang, pequeña aldea de la orilla alemana del lago de Constanza, Franz Anton Mesmer fue el iniciador de la primera psiquiatría dinámica. Amigo de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), quien le inspiró la idea de que el poder sugestivo de la música también podía encontrarse en la experiencia magnética, a menudo se lo confundió con su doble, Joseph Balsamo (1743-1795), llamado Cagliostro, célebre aventurero inmortalizado por Alejandro Dumas (1802-1870). Estos hombres no eran parecidos, pero los dos pertenecían a logias masónicas y frecuentaban los círculos iluministas: «Estas afiliaciones -ha escrito Robert Amadou- les habían abierto las puertas de los ambientes más cultivados del siglo de las Luces. Pero Cagliostro [ … ] sólo rozó el magnetismo por accidente, presentándose sobre todo como un alquimista fabricante de oro y un nigromante invocador de fantasmas. Bajo esta máscara, era un prestidigitador hábil y un estafador de imaginación rica. Mesmer, en cambio, pertenecía realmente al cuerpo médico de Viena, y estaba al corriente de la física, la filosofía y la teología de su tiempo. Había añadido a sus conocimientos ciencias prohibidas, como la astrología y la química. Lo mismo que Fausto, sabía demasiadas cosas y no tenía suficiente genio como para extraer un sistema que les pareciera coherente y aceptable a los sabios que conocían los descubrimientos de Newton.» En 1773 Mesmer popularizó la doctrina del magnetismo animal, que daría origen al hipnotismo (hipnosis) creado por James Braid (1795-1860), después a la sugestión, y finalmente a la teoría Freudiana de la transferencia. Según la teoría del magnetismo animal, las enfermedades nerviosas provienen de un desequilibrio en la distribución de un «fluido universal» que circula en los organismos humanos y animales. Con Oesterline, una joven de 29 años afectada de trastornos histéricos, vómitos, sofocaciones y ceguera, él experimentó por primera vez una cura denominada magnética. De este modo Mesmer le dio un contenido racional a la teoría fluídica. En efecto, emparentó el fluido con el «imán» que ya utilizaban los médicos para extirpar del cuerpo (por imantación) el mal psíquico (histeria, melancolía) de ciertos pacientes (en general mujeres), pero subrayando que el imán no era el verdadero agente de la curación. Según él, la virtud curativa estaba en el propio médico, portador de un fluido magnético que, por ejemplo, emanaba del resplandor de los ojos. Para restablecer el equilibrio de la circulación fluídica se trataba entonces de llevar al enfermo a un estado de sonambulismo y provocarle estados convulsivos, mediante una serie de manipulaciones denominadas pases magnéticos. Atacado por todas las academias de Europa, Mesmer logró sin embargo un éxito creciente con sus curas magnéticas. En Baviera, Eslovaquia, Suabia, Hungría, Suiza y Viena curó enfermedades psíquicas, creyendo en la acción de su fluido. El 23 de noviembre de 1775, por pedido del príncipe elector de Baviera, que quería combatir el poder de la Iglesia en nombre de la Ilustración y poner fin a las prácticas de brujería, Mesmer fue invitado a confrontarse con el padre Johann Joseph Gassner (1779). Humilde cura de campaña y célebre exorcista de Wurtemberg, Gassner practicaba la expulsión del mal «demoníaco» del cuerpo de las histéricas, después de haber experimentado el método en su propio cuerpo, luchando con el diablo. Ahora bien, en presencia del tribunal y las autoridades, Mesmer provocó y curó convulsiones en un enfermo, sin recurrir al exorcismo. Dijo que Gassner era un hombre honesto, y que, sin saberlo, curaba a sus enfermas gracias al magnetismo: «Fue así cómo -escribe Henri F. Ellenberger- Franz Anton Mesmer provocó en 1775 el giro decisivo desde el exorcismo a la psicoterapia dinámica». En Viena, Mesmer curó mediante el magnetismo a Maria-Theresia Paradis, una música ciega de 18 años. En un primer momento ella se recuperó, pero su curación fue cuestionada, y volvió a perder la vista. Quebrantado por este fracaso, Mesmer cayó en una depresión, y después abandonó Austria para instalarse en París. Allí, a partir de 1778 y hasta las vísperas de la Revolución, el magnetismo hizo furor. Convertido en una especie de mago, Mesmer formó discípulos que fundaron la Sociedad de la Armonía Universal, destinada a restablecer los vínculos entre los hombres mediante la fuerza de un fluido. Su famosa «cuba magnética» le permitía atender colectivamente a los numerosos enfermos que se presentaban en su suntuosa residencia. En una gran tina llena de agua había depositadas astillas de vidrio, piedras y varillas metálicas cuyas puntas tocaban el cuerpo de los pacientes, además unidos entre sí por una cuerda que permitía la circulación del fluido. En 1784, una comisión compuesta por expertos de la Academia de Ciencias y de la Sociedad Real de Medicina -entre ellos Benjamin Franklin (1706-1790) y Antoine de Lavoisier (1743-1794)- condenó el mesmerismo y sus prácticas, así como la teoría del fluido, y declaró que los efectos terapéuticos obtenidos por Mesmer se debían al poder de la imaginación humana. En esa misma época, el marqués Armand de Puységur (1751-1825) demostraba en su aldea de Buzancy la naturaleza psicológica, y no fluídica, de la relación terapéutica, reemplazando la cura magnética por un estado de «sueño despierto» o «sonambulismo». En 1931, cuando Sigmund Freud leyó la obra que Stefan Zweig acababa de dedicarle a Mesmer y a la historia de la «curación por el espíritu», reconoció sin reservas el lugar de este médico de la Ilustración en la historia de la invención de la sugestión: «Pienso como usted que la verdadera naturaleza de su descubrimiento, es decir la sugestión, no siempre es identificada». Lo sería por los trabajos de la historiografía experta.