Carta 18 (21 de mayo de 1894)
Tengo todavía centenares de lagunas grandes y pequeñas en el asunto de las neurosis, pero me aproximo a un panorama de conjunto y a unos puntos de vista generales. Tengo noticia de tres mecanismos: el de la mudanza de afecto (histeria de conversión), el del desplazamiento de afecto (representaciones obsesivas), y 3) el de la permutación de afecto (neurosis de angustia y melancolía). En todos los casos debe haber una excitación sexual que ingrese en esas trasposiciones, pero el envión hacia ello no se sitúa en todos los casos dentro de lo sexual; es decir, en todos los casos en que las neurosis son adquiridas, lo son por perturbaciones de la vida sexual, pero hay gente con una conducta hereditariamente perturbada de los afectos sexuales, que desarrollan las formas correspondientes de las neurosis hereditarias. Los puntos de vista más generales bajo los cuales puedo situar a las neurosis son los cuatro siguientes:
1. Degeneración.
2. Senilidad. ¿Qué significa esto?
3. Conflicto.
4. Conflagración.
Degeneración significa la conducta anormal innata de los afectos sexuales, de manera tal que se produce conversión, desplazamiento, mudanza en angustia, en la medida en que los afectos sexuales entran en juego en el trascurso de la vida.
Senilidad es un concepto claro; es, por así decir, la degeneración que se adquiere con la edad de manera norma Conflicto coincide con mi punto de vista de la defensa; incluye los casos de neurosis adquirida en seres humanos anormales no hereditarios. Aquello sobre lo cual recae la defensa es siempre la sexualidad
Conflagración es un punto de vista nuevo; significa estados de degeneración por así decir aguda (p. ej., en intoxicaciones graves, fiebres, en el estadio previo de la parálisis [general progresiva], o sea, catástrofes en las que sin ocasiones sexuales sobrevienen unas perturbaciones de los afectos sexuales. Quizás haya aquí un anudamiento con la neurosis traumática.
El núcleo y asidero de toda la historia sigue siendo, desde luego, el hecho de que, en virtud de una noxa sexual particular, también las personas sanas pueden adquirir las diversas formas de las neurosis. El puente hacia una concepción más amplia lo constituye el hecho de que toda vez que se genera una neurosis sin mediar noxa sexual, se puede demostrar de antemano una perturbación semejante de los afectos sexuales (tomando «afecto sexual», desde luego, en sentido lato, como una excitación de cantidad fija).
Quizá convenga que te ofrezca mi último ejemplo en apoyo de esta tesis. Un hombre de 42 años, muy vigoroso, fue aquejado de pronto, cuando tenía 30 años, por una dispepsia neurasténica con pérdida de 25 kilos; desde entonces vive reducido y neurasténico. En la época de la génesis estaba de novio, y su ánimo se alteró por una enfermedad de la novia. Pero, fuera de ello, ningún influjo sexual nocivo. Onanismo, quizá sólo por un año, de los 16 a los 17; a esta última edad, comercio normal, difícilmente alguna vez coitus interruptus, ningún exceso, ninguna abstinencia. El mismo designa como causa el quebranto que infirió a su constitución, hasta los 30 años, su mucho trabajar, beber, fumar, su vida desordenada. Pero hete ahí que este hombre vigoroso, que sucumbe a unas noxas banales, nunca (desde los 17 a los 30 años, nunca) fue potente en regla; nunca pudo practicar más de un solo coito, acababa muy rápido, nunca pudo sacar buen partido de su éxito con las mujeres, nunca entraba rápido en la vagina.
¿Por qué esta disminución? No sé, pero es bien llamativo que justamente en él se la encuentre.
Por otra parte, he tratado por neurosis a dos hermanas suyas; una se incluye entre mis más notables dispepsias neurasténicas curadas.
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