Carta 22 (4 de marzo de 1895)
No tengo nada para adjuntarte. A lo sumo, una pequeña analogía para la psicosis onírica de D. que hemos vivenciado juntos. Rudi Kaufmann, un sobrino muy inteligente de Breuer, también médico, es dormilón y se hace despertar por una servidora a quien luego obedece de mala gana. Una mañana, ella torna a despertarlo y, como no quiere oírla, lo llama por su nombre:
«¡Señor Rudi!». Tras eso el durmiente alucina un letrero de hospital (cf. Rudolfinerhaus) con el nombre «Rudolf Kaufrnann» sobre él escrito, y se dice: «O sea que Rudolf Kaufmann ya está en el hospital; no necesita entonces encaminarse a él», y sigue durmiendo.