Carta 79 (22 de diciembre de 1897)
Se me ha abierto la intelección de que la masturbación es el único gran hábito que cabe designar «adicción primordial», y las otras adicciones sólo cobran vida como sustitutos y relevos de aquella (el alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.) El papel de esta adicción es enorme en la histeria, y quizás halle aquí, en todo o en parte, el gran obstáculo que todavía me espera. Desde luego que a raíz de ello se suscita la duda sobre sí esa adicción es curable o si el análisis y la terapia se detendrán aquí y deberán conformarse con mudar una histeria en una neurastenia.
Para la neurosis obsesiva se corrobora que la representación-palabra, y no el concepto a ella inherente, es la localidad por donde irrumpe lo reprimido. (Más precisamente, es el recuerdo-palabra.) De ahí que las cosas más dispares tiendan a reunirse como representación obsesiva bajo una palabra multívoca. Para la tendencia a la irrupción, estas palabras ambiguas son, por así decir, como matar varias moscas de un golpe. Valga como ejemplo el siguiente caso: una muchacha que ha asistido a la escuela de costura, y que habría terminado enseguida, es fastidiada por esta representación obsesiva: «No, no debes irte, todavía no has terminado, todavía tienes que hacer más, aprender todo lo posible». Tras ello, el recuerdo de escenas infantiles en que la ponían a la bacinilla, no quería permanecer ahí y experimentaba la misma compulsión: «No debes irte, no has terminado todavía, tienes que hacer más». La palabra «hacer» permite reunir la situación posterior con la infantil. Las representaciones obsesivas a menudo se visten con una peculiar imprecisión de palabra a fin de permitir ese uso múltiple. Si uno considera esta más de cerca (concientemente), equivoca entonces la expresión: «Todavía tienes que aprender más»; lo que después deviene la representación obsesiva fijada se genera por una interpretación así, que incurre en un malentendido, por parte de lo conciente.
No todo es arbitrariedad en esto. En efecto, la propia palabra «hacer» ha experimentado un cambio análogo en su significado. Una vieja fantasía mía, que yo recomendaría a tu sentido de rastreador lingüístico, alude al origen de nuestros verbos en unos términos de esa índole, originariamente coproeróticos.
Difícilmente te pueda enumerar todo cuanto a mí (¡un nuevo Midas!) … se me resuelve en excremento. Eso armoniza por completo con la doctrina del heder interior. Sobre todo, el dinero mismo. Yo creo que esto pasa por la palabra «roñoso», usada para «avaro». De igual modo, todas las historias de nacimiento, aborto, período, se remontan al locus a través de la palabra «Abort» {«escusado»} («Abortus» {«aborto»}). Parece del todo demente, pero es por entero análogo al proceso por el cual las palabras cobran un significado traslaticio, tan pronto como se presentan conceptos nuevos necesitados de designación.
¿Has visto alguna vez una revista extranjera que haya pasado por la censura rusa en la frontera? Palabras, párrafos enteros y frases tachados con negro, de suerte que el resto se vuelve ininteligible. Una censura rusa de esta clase sobreviene en ciertas psicosis y da por resultado los delirios (Deliria} en apariencia carentes de sentido.