LOS DATOS CUANTITATIVOS
Un primer hecho esencial es la tendencia en todos los países nuevos a introducir o
generalizar el principio de la escolaridad obligatoria, y en los que ya la aplican, a
prolongarla en la medida de lo posible. Así en Francia la reforma de enero de 1959
establece una “instrucción obligatoria hasta la edad de 16 años cumplidos para los
niños de ambos sexos franceses o extranjeros que tuvieran 6 años de edad a
partir del 1° de enero de 1959”. El mismo año, la escolaridad obligatoria fue
elevada en la Unión Soviética de 7 a 8 años. Los planes prevén 9 años en
Alemania federal, 10 años en Italia, etc.
A la extensión de la escolaridad obligatoria corresponde naturalmente un conjunto
de medidas que tienden a ampliar igualmente la gratuidad de la enseñanza y a
multiplicar las bolsas de estudios. El carácter gratuito, ya corriente al nivel del
primer grado (con generalizaciones frecuentes al material escolar y al transporte de
los escolares), tiende a generalizarse al nivel secundario y comienza a extenderse
incluso en los establecimientos de enseñanza superior. Por ejemplo, en la URSS
en el año 1956 se han suprimido los derechos de inscripción en las clases
avanzadas de las escuelas de segundo grado, en las escuelas de enseñanza
secundaria especializadas y en las de nivel superior; por tanto, los estudios son
ahora enteramente gratuitos en los establecimientos escolares de ese país.
No obstante, sin hablar de las discriminaciones raciales que siguen existiendo en
algunas partes, la desigualdad de los sexos sigue siendo un obstáculo para la
extensión de la enseñanza en muchos países. Todavía en 1952 la Conferencia
Internacional de Instrucción Pública creía necesario votar una recomendación a los
Ministerios sobre “El acceso de las mujeres a la educación pidiendo, entre otras
cosas, la igualdad en la duración de la escolaridad obligatoria, en el carácter
gratuito de la enseñanza y en el sistema de becas, alojamientos familiares o
descuentos en los gastos de estudio, etc., y que se las permitiera continuar
estudiando en la enseñanza secundaria, profesional, técnica o superior. Desde
entonces se han hecho progresos a este respecto, pero no siempre contamos con
los estudios detallados que pedía la Conferencia en lo que concierne al estado real
de la cuestión y los remedios propuestos.
A pesar de estas insuficiencias, por suerte no demasiado generalizadas, el acceso
a la educación se ha ido progresivamente ampliando. En el primer grado, los
alumnos de enseñanza preescolar aumentaron del 6 al 7 por ciento cada año entre
1956 y 1959 en los países que transmitían sus informes a la Oficina Internacional
de Educación; los de enseñanza primaria experimentaron un aumento medio del 6
al 8 por ciento cada año entre 1959 y 1963 (en algunos países alcanzaron con 11-
12 por ciento). Sobre 64 países que habían proporcionado datos cuantitativos de
la enseñanza secundaria, 59 experimentaban aumentos y solamente 5 disminuían;
de 1959 a 1963 se constata un crecimiento medio de 10.5 a 13.7 por ciento cada
año (la cuarta cuartila alcanza el 18.6 por ciento). La enseñanza profesional da
lugar a constataciones análogas y los estudiantes de enseñanza superior
aumentan en proporciones que varían según los países entre menos de 7 por
ciento (primera cuartila) y más de 17.6 por ciento (cuarta cuartila).
Seria inútil insistir en el hecho de que tales crecimientos implican una modificación
continua de los presupuestos de Instrucción pública. Los presupuestos resultan
constantemente insuficientes sobre todo en lo que respecta a la enseñanza
superior (de aquí los Centros nacionales de investigación científica cuyas
aportaciones completan las prestaciones de las Facultades), pero están en
aumento constante: en 1963 la tasa de éste era inferior al 9 por ciento para la
primera cuartila (sobre 87 países y de más del 18.25 por ciento para la cuarta
cuartila.
Otro índice material de este movimiento general es el número de nuevas
construcciones escolares. En este punto toda comparación es difícil, pero a título
de ejemplo (siempre según los informes recibidos en la Oficina Internacional de
Educación) Francia anunció en septiembre de 1961 la apertura de 13.915 clases
para los dos primeros grados, Polonia construyó 4.221 salas de clases primarias
en 1962 y Canadá más de 8.000 salas en 8 de sus provincias.
Por el contrario, el reclutamiento y la formación de personal docente no dan lugar a
constataciones cuantitativos comparables a las precedentes. Volveremos a tratar
sobre este problema central, del que en definitiva depende todo el futuro de la
enseñanza (cap. 8).