RENÉ DESCARTES
Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)
TERCERA PARTE
DE LAS PASIONES PARTICULARES
Art. 170. De la irresolución.
La irresolución es también una especie de temor que, teniendo el alma como un péndulo entre vanas acciones que puede realizar, es causa de que no realice ninguna y así tiene tiempo para elegir antes de decidirse, en lo cual tiene la irresolución algo bueno; mas cuando dura más de lo necesario y hace emplear en deliberar el tiempo requerido para obrar, es muy mala. Y digo que es una especie de temor, aunque, cuando cabe elegir entre vanas cosas cuya bondad parece muy igual, puede ocurrir que permanezcamos inciertos e irresolutos sin que tengamos por eso ningún temor; pues esta clase de irresolución se debe sólo al motivo que se presenta, y no a ninguna emoción de los espíritus; por eso no es una pasión, a no ser que el temor de errar en la elección aumente la incertidumbre. Pero este temor es tan habitual y tan fuerte en algunos, que muchas veces, aunque no tengan que elegir y no vean sino una cosa que tomar o dejar, los retiene y se paran inútilmente a buscar otras; y entonces es un exceso de irresolución que proviene de un excesivo deseo de proceder bien y de una debilidad del entendimiento, el cual, sin ninguna noción clara y distinta, tiene muchas confusas: por eso el remedio contra estos excesos esta en acostumbrarse a formar juicios ciertos y determinados sobre las cosas que se presentan, y en creer que cumplimos siempre nuestro deber cuando hacemos lo que a nuestro juicio es lo mejor, aunque es posible que juzguemos muy mal.