El problema de la cantidad
Yo no sé nada sobre la magnitud absoluta de estímulos intercelulares, pero me permitiré suponer que son de un orden de magnitud bajo, el mismo que el de las resistencias de las barreras-contacto, lo cual sería de fácil intelección. Con este supuesto queda salvada la identidad de naturaleza de las neuronas Φ y ψ y explicada biológica y mecánicamente su diferencia con respecto al carácter de lo pasadero. [«Und mechaniscb» en el original; estas dos últimas palabras fueron omitidas en AdA, pág. 390. – Merece la pena advertir que en toda esta obra Freud agrupa las explicaciones de los fenómenos que estudia bajo dos encabezamientos: «mecánicas» y «biológicas». La distinción ya había aparecido y se la ejemplifica más adelante. Una explicación «mecánica» (o «automática», palabra que a veces utiliza como sinónimo) es aquella en la que el fenómeno estudiado está determinado en forma directa por sucesos físicos contemporáneos a él; la explicación «biológica» es la que indica la determinación genética del fenómeno, por su valor de supervivencia para la especie.]
Como aquí se carece de pruebas, tanto más interesantes son ciertas perspectivas y concepciones que se anudan al anterior supuesto. En primer lugar, si uno ha recogido la impresión correcta sobre la magnitud de las Q en el mundo exterior, se preguntará si la tendencia originaria del sistema de neuronas, mantener Qη en cero, se satisface con la descarga rápida, o bien ya actúa en la recepción de estímulo. De hecho, uno ve que las neuronas Φ no terminan libremente [o sea, sin vainas] en la periferia, sino debajo de formaciones celulares que reciben el estímulo exógeno en lugar de aquellas. Estos «aparatos nerviosos terminales» muy bien podrían tener el fin, en el sentido más general, de poner diques a las Q exógenas, no dejarles ejercer un no reducido efecto sobre Φ. Tendrían en tal caso el significado de unas pantallas para Q, que sólo unos cocientes de las Q exógenas atravesarían.
Armoniza con ello que la otra variedad de terminación nerviosa, la libre, carente de órganos terminales, sea con mucho la preferida en la periferia del interior del cuerpo. Es que ahí no parece hacer falta ninguna pantalla para Q, probablemente porque las Qη que ahí se reciben no necesitan ser rebajadas primero al nivel intercelular, pues de antemano lo tienen.
Puesto que es posible calcular las Q que son recibidas por las terminaciones de las neuronas Φ , quizá se abra aquí un acceso para procurarse una representación de las magnitudes que discurren entre neuronas ψ , o sea, de la clase de las resistencias de barreras-contacto.
Aquí se vislumbra además una tendencia que acaso gobierne la arquitectura del sistema de neuronas, edificado con varios sistemas: un cada vez mayor apartamiento de Qη de las neuronas. Entonces, la arquitectura del sistema nervioso serviría al apartamiento, y su función a la descarga, de Qη de las neuronas.