FOBIAS ESPECÍFICAS
Arturo Bados López, 20 de noviembre de 2005
(Facultat de Psicologia. Departament de Personalitat, Avaluació i Tractament Psicològics.)
TRATAMIENTO EN UNA SOLA SESIÓN
Öst (1989b) ha propuesto un tratamiento para la mayoría de las fobias específicas que puede llevarse a cabo en una sola sesión de hasta 3 horas. Los resultados han sido buenos tanto en el postratamiento como en seguimientos al año y al cabo de varios años (M = 4); en el tratamiento de la fobia a volar, el mantenimiento de los resultados no es tan bueno, al menos para aquellas personas a las que su trabajo no les exige volar. Las fobias para las que ha sido probado el tratamiento son: animales, sangre, inyecciones, volar y claustrofobia; existen también estudios no controlados con tormentas y comer alimentos sólidos. Otras fobias que podrían ser adecuadas son alturas, ascensores y oscuridad. Una posible excepción es la fobia a conducir.
Los estudios han sido conducidos con adultos, pero ya existe uno con niños y adolescentes de 7 a 17 años que presentaban fobias a animales, inyecciones, lugares cerrados y otras. El grupo que recibió una sesión de tratamiento y el que la recibió con un progenitor presente mejoraron por igual y más que un grupo de lista de espera. Las mejoras se mantuvieron en el seguimiento al año (Öst, Svensson y cols., 2001).
En dos estudios controlados con fóbicos a las inyecciones y con claustrofóbicos, el tratamiento intensivo en una sola sesión fue igual de eficaz que cinco sesiones de 1 hora de EV, tanto en el postratamiento como en seguimientos a 1 año (véase, p.ej., Öst, Alm y cols., 2001). Los mismos resultados se obtuvieron con fóbicos a la sangre al comparar una y cinco sesiones de tensión aplicada, aunque en este caso hubo un programa de AEV durante el seguimiento y los resultados fueron mucho mejores para los que siguieron este programa; además este estudio puede tener problemas de potencia estadística y en el postratamiento hubo un mayor porcentaje de clientes clínicamente mejorados en el grupo con cinco sesiones (Hellström, Fellenius y Öst, 1996). Con fóbicos a volar, una sesión de EV y reestructuración cognitiva fue tan eficaz como cinco sesiones; sólo hubo dos vuelos reales en ambos casos, aunque en el segundo también hubo exposición al despegue y aterrizaje de aviones y a un simulador de vuelo (Öst, Brandberg y Alm, 1997).
Con fóbicos a las arañas, una sesión de EV ha resultado más eficaz que la autoexposición en casa (Hellström y Öst, 1995). Por otra parte, Koch, Spates y Himle (2004) no hallaron que la adición de técnicas cognitivas (autoinstrucciones, discusión verbal) potenciara la EV en una sesión, aunque el tratamiento combinado fue mejor aceptado; sólo cerca de la mitad de los sujetos fueron verdaderos fóbicos a las arañas (un poco más de la mitad no cumplían el criterio de interferencia) y además los participantes fueron universitarios que recibieron créditos académicos por su participación.
Para el tratamiento en una sola sesión, los pacientes deben cumplir las siguientes características: presentar una fobia monosintomática no conectada con otros problemas, estar lo suficientemente motivados como para tolerar un posible alto grado de ansiedad durante largo tiempo, no obtener ninguna consecuencia positiva de su fobia y que no haya ninguna consecuencia negativa predecible si la fobia es superada. A continuación se describe el procedimiento general a seguir, aunque en el caso de la fobia a volar hay variantes que se explican en el apartado correspondiente.
Se informa a los pacientes que si los objetivos no se consiguen en una única sesión, pueden dedicarse más sesiones. La meta del tratamiento que se comparte con el paciente es llegar a manejar las situaciones temidas de un modo normal, sin ansiedad excesiva. Sin embargo, debido a lo breve e intensivo del tratamiento, el terapeuta persigue un sobreaprendizaje, un ir más allá de la meta anterior. Por ejemplo, conseguir que un fóbico a las inyecciones reciba un gran número de estas y varios pinchazos en vena o que un fóbico a las arañas tenga a un par de estas en sus manos durante un rato. Esta segunda meta no se comparte con el paciente al principio del tratamiento, ya que esto conduce al rechazo del mismo o a pensar en las cosas horribles que están por venir en vez de concentrarse en los pasos graduales del tratamiento.
El tratamiento consiste en EV combinada, cuando es preciso, con modelado. La exposición es prolongada (hasta que la ansiedad se reduce), sin escape y procede gradualmente a través de mayores aproximaciones al estímulo fóbico. La sesión termina cuando la ansiedad se reduce un 50% de su valor más alto o desaparece. El modelado sigue las pautas del modelado participante. El terapeuta demuestra cómo se interactúa con el objeto fóbico, el paciente toca al terapeuta mientras ambos tocan el objeto fóbico (si es el caso), de modo que el contacto con este último es cada vez mayor. Posteriormente, el paciente practica con la simple ayuda de las instrucciones y presencia del terapeuta, hasta que finalmente es capaz de practicar por sí mismo sin la presencia del terapeuta.
El tratamiento debe justificarse ante el paciente explicándole que va a permitirle aprender a través de una exposición controlada a las situaciones temidas que la ansiedad se reduce gradualmente con el paso del tiempo y que las consecuencias temidas no ocurren. Además, se informa que el tratamiento en una sesión debe verse como un comienzo y que posteriormente el paciente debe seguir exponiéndose por su cuenta a las situaciones temidas para mantener o aumentar los efectos de la terapia.
El tratamiento es presentado como una colaboración entre terapeuta y paciente. Además, se informa a este que no se hará nada en el tratamiento sin describírselo primero, modelarlo, si es preciso, y obtener su permiso para que ejecute la tarea propuesta. También conviene informar que la experiencia de un alto nivel de ansiedad durante el tratamiento no es una meta en sí misma y que, por lo general, el grado de ansiedad experimentado será menor que el esperado.
La duración del tratamiento suele llevar como máximo una mañana o tarde (unas 3 horas). El tiempo medio es de unas 2 horas (amplitud habitual: de 45 minutos a 3 horas). Sin embargo, según Emmelkamp, Bouman y Scholing (1992), lo habitual es necesitar más de una sesión, especialmente en las fobias a las tormentas, ruidos, SIH y tragar.
Debido a que durante la sesión los pacientes hacen muchas cosas que nunca antes habían realizado, algunos de ellos llegan a experimentar posteriormente el tratamiento como algo irreal, como un sueño. Para luchar contra esto, se graban las sesiones como norma (esto no se hace en la fobia a volar) y se ofrece a los pacientes la oportunidad de volver a la consulta 1-2 semanas más tarde y ver ellos solos las partes que quieran de la grabación.
Terminada la sesión, se discute la necesidad no sólo de no escapar o evitar las situaciones fóbicas, sino de aprovechar todas aquellas oportunidades de que se disponga o se puedan crear de cara a seguir practicando y aumentar la confianza en uno mismo para manejar los estímulos fóbicos. Para ello, se manda a los pacientes tareas de buscar y afrontar las situaciones fóbicas. Por ejemplo, un fóbico a las inyecciones tendría que recibir 2-3 inyecciones placebo por semana y un fóbico a la sangre hacerse donante regular de sangre.
Volve al índice de ¨FOBIAS ESPECÍFICAS¨