Tópica y dinámica de la represión
Llegamos entonces a este resultado: la represión es en lo esencial un proceso que se cumple sobre representaciones en la frontera de los sistemas Icc y Prcc (Cc). Ahora podemos hacer un renovado intento por describir más a fondo ese proceso. Ha de tratarse de una sustracción de investidura, pero nos resta averiguar el sistema dentro del cual se realiza esa sustracción y aquel al cual pertenece la investidura sustraída.
La representación reprimida sigue teniendo capacidad de acción dentro del Icc; por tanto, debe de haber conservado su investidura. Lo sustraído ha de ser algo diverso. Consideremos el caso de la represión propiamente dicha (del «esfuerzo de dar caza»), tal como se ejerce sobre la representación preconciente o aun sobre la ya conciente; entonces la represión sólo puede consistir en que a la representación se le sustraiga la investidura (pre)conciente que pertenece al sistema Prcc. La representación queda entonces desinvestida, o recibe investidura del Icc, o conserva la investidura icc que ya tenía. Por tanto, hay sustracción de la investidura preconciente, conservación de la investidura inconciente o sustitución de la investidura preconciente por una inconciente. Notemos, además, que hemos puesto en la base de esta observación, como al descuido, este supuesto: el paso desde el sistema Icc a uno contiguo no acontece mediante una trascripción nueva, sino mediante un cambio de estado, una mudanza en la investidura. El supuesto funcional ha arrojado aquí del campo, con poco esfuerzo, al supuesto tópico.
Empero, este proceso de sustracción de libido (1) no basta para hacer inteligible otro carácter de la represión. No se advierte la razón por la cual la representación que sigue investida o que es provista de investidura desde el Icc no haría intentos renovados por penetrar en el sistema Prec, valida de su investidura. En tal caso la sustracción de libido tendría que repetirse en ella y ese juego idéntico se proseguiría interminablemente, pero el resultado no sería la represión. De igual modo, el aludido mecanismo de sustracción de una investidura preconciente no funcionaría cuando estuviera en juego la figuración de la represión primordial; es que en ese caso está presente una representación inconciente que aún no ha recibido investidura alguna del Prcc y, por tanto, ella no puede serle sustraída.
Aquí necesitamos entonces de otro proceso, que en el primer caso [el del esfuerzo de dar caza] mantenga la represión, y en el segundo [el de la represión primordial] cuide de su producción y de su permanencia, y sólo podemos hallarlo en el supuesto de una contrainvestidura mediante la cual el ; sistema Prcc se protege contra el asedio de la representación inconciente. En ejemplos clínicos veremos el modo en que se exterioriza una contrainvestidura así, que opera en el interior del sistema Prcc. Ella representa {repräsentiert} el gasto permanente [de energía] de una represión primordial, pero es también lo que garantiza su permanencia. La contrainvestidura es el único mecanismo de la represión primordial; en la represión propiamente dicha (el esfuerzo de dar caza) se suma la sustracción de la investidura prcc. Y es muy posible que precisamente la investidura sustraída de la representación se aplique a la contrainvestidura.
Reparamos en que poco a poco hemos ido delineando, en la exposición de ciertos fenómenos psíquicos, un tercer punto de vista además del dinámico y del tópico, a saber, el económico, que aspira a perseguir los destinos de las magnitudes de excitación y a obtener una estimación por lo menos relativa de ellos. No juzgamos inadecuado designar mediante un nombre particular este modo de consideración que es el coronamiento de la investigación psicoanalítica. Propongo que cuando consigamos describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos eso se llame una exposición metapsicológica (2). Cabe predecir que, dado el estado actual de nuestros conocimientos, lo conseguiremos sólo en unos pocos lugares.
Hagamos un tímido intento de dar una descripción metapsicológica del proceso de la represión en las tres neurosis de trasferencia conocidas. Nos está permitido sustituir «in vestidura» por «libido» (3), pues, como sabemos, se trata de los destinos de las pulsiones sexuales.
En el caso de la histeria de angustia, una primera fase del proceso suele descuidarse; quizá ni siquiera se la advierte pero es bien notable para una observación más cuidadosa. Consiste en que la angustia surge sin que se perciba ante qué. Cabe suponer que dentro del Icc existió una moción de amor que demandaba trasponerse al sistema Prcc; pero la investidura volcada a ella desde este sistema se le retiró al modo de un intento de huida, y la investidura libidinal inconciente de la representación así rechazada fue descargada como angustia. A raíz de una eventual repetición del proceso, se dio un primer paso para domeñar ese desagradable desarrollo de angustia (4). La investidura [prcc] fugada se volcó a una representación sustitutiva que, a su vez, por una parte se entramó por vía asociativa con la representación rechazada y, por la otra, se sustrajo de la represión por su distanciamiento respecto de aquella (sustituto por desplazamiento) y permitió una racionalización del desarrollo de angustia todavía no inhibible. La representación sustitutiva juega ahora para el sistema Cc (Prcc) (5) el papel de una contrainvestidura; en efecto, lo asegura contra la emergencia en la Cc de la representación reprimida. Por otra parte, es el lugar de donde arranca el desprendimiento de afecto, ahora no inhibible, y en mayor medida; al menos, se comporta como si fuera ese lugar de arranque. La observación clínica muestra, por ejemplo, que un niño afectado de fobia a los animales siente angustia cuando se da una de estas dos condiciones: la primera, cuando la moción de amor {hacia su padre} reprimida experimenta un refuerzo; la segunda, cuando es percibido el animal angustiante. La representación sustitutiva se comporta, en un caso, como el lugar de una trasmisión desde el sistema Icc al interior del sistema Cc y, en el otro, como una fuente autónoma de desprendimiento de angustia. La expansión del imperio del sistema Cc suele exteriorizarse en el hecho de que el primer modo de excitación de la representación sustitutiva retrocede cada vez más frente al segundo. Quizás al final el niño se comporte como si no tuviera ninguna inclinación hacia el padre, como si se hubiera emancipado por completo de él y realmente experimentara angustia frente al animal. Sólo que esa angustia frente al animal, alimentada desde la fuente pulsional inconciente, se muestra refractaria e hipertrófica frente a todas las influencias que parten del sistema Cc, en lo cual deja traslucir que su origen se sitúa en el sistema Icc.
Por tanto, en la segunda fase de la histeria de angustia la contrainvestidura desde el sistema Cc ha llevado a la formación sustitutiva. El mismo mecanismo encuentra pronto un nuevo empleo. Como sabemos, el proceso de la represión no está todavía concluido; tiene un cometido ulterior: inhibir el desarrollo de angustia que parte del sustituto (6). Esto acontece del siguiente modo: todo el entorno asociado de la representación sustitutiva es investido con una intensidad particular, de suerte que puede exhibir una elevada sensibilidad a la excitación. Una excitación en cualquier lugar de este parapeto dará, a consecuencia del enlace con la representación sustitutiva, el envión para un pequeño desarrollo de angustia que ahora es aprovechado como señal a fin de inhibir el ulterior avance de este último mediante una renovada huida de la investidura [prcc] (7). Cuanto más lejos del sustituto temido se dispongan las contrainvestiduras sensibles y alertas, con precisión tanto mayor podrá funcionar este mecanismo destinado a aislar la representación sustitutiva y a coartar nuevas excitaciones de ella. Estas precauciones sólo protegen, desde luego, contra excitaciones que apuntan a la representación sustitutiva desde fuera, por la percepción, pero jamás contra la moción pulsional que alcanza a la percepción sustitutiva desde su conexión con la representación reprimida. Por tanto, sólo empiezan a producir efectos cuando el sustituto ha tomado cabalmente sobre sí la subrogación de lo reprimido, mas nunca pueden ser del todo confiables. A raíz de cada acrecimiento de la moción pulsional, la muralla protectora que rodea a la representación sustitutiva debe ser trasladada un tramo más allá. El conjunto de esa construcción, establecida de manera análoga en las otras neurosis, lleva el nombre de fobia. La expresión de la huida frente a la investidura conciente de la representación sustitutiva son las evitaciones, renuncias y prohibiciones que permiten individualizar a la histeria de angustia.
Si abarcamos con la mirada todo el proceso, podemos decir que la tercera fase ha repetido el trabajo de la segunda en escala ampliada. El sistema Cc se protege ahora contra la activación de la representación sustitutiva mediante la contra-investidura de su entorno, así como antes se había asegurado contra la emergencia de la representación reprimida mediante la investidura de la representación sustitutiva. De ese modo encuentra su prosecución la formación sustitutiva por desplazamiento. Debe agregarse que el sistema Cc poseía antes sólo un pequeño lugar que servía de puerta de entrada para la invasión de la moción pulsional reprimida, a saber, la representación sustitutiva, pero al final todo el parapeto fóbico es un enclave de la influencia inconciente. Puede destacarse, además, este interesante punto de vista: mediante todo el mecanismo de defensa puesto en acción se ha conseguido proyectar hacia afuera el peligro pulsional. El yo se comporta como si el peligro del desarrollo de angustia no le amenazase desde una moción pulsional, sino desde una percepción, y por eso puede reaccionar contra ese peligro externo con intentos de huida: las evitaciones fóbicas. Algo se logra con este proceso de la represión; de algún modo puede ponerse dique al desprendimiento de angustia, aunque sólo a costa de graves sacrificios en materia de libertad personal. En general, los intentos de huida frente a las exigencias pulsionales son infructuosos, y el resultado de la huida fóbica sigue siendo, a pesar de todo, insatisfactorio.
De las constelaciones que hemos discernido en la histeria de angustia, buena parte vale también para las otras dos neurosis, de suerte que podemos circunscribir si; elucidación a las diferencias y al papel de la contrainvestidura. En la histeria de conversión, la investidura pulsional de la representación reprimida es traspuesta a la inervación del síntoma. En cuanto a la medida y a las circunstancias en que la representación inconciente es drenada mediante esta descarga hacia la inervación, para que pueda desistir de su esfuerzo de asedio {Andrängen} contra el sistema Ce, será mejor reservar esa y parecidas cuestiones para una investigación especial sobre la histeria. (8) El papel de la contrainvestidura que parte del sistema Cc (Prcc) (9) es nítido en la histeria de conversión; sale a la luz en la formación de síntoma. La contrainvestidura es lo que selecciona aquel fragmento de la agencia representante de pulsión sobre el cual se permite concentrarse a toda la investidura de esta última. Ese fragmento escogido como síntoma satisface la condición de expresar tanto la meta desiderativa de la moción pulsional cuanto los afanes defensivos o punitorios del sistema Cc; así es sobreinvestido y apoyado desde ambos lados, como sucede en el caso de la representación sustitutiva en la histeria de angustia. De esta situación podemos inferir sin más que el gasto represivo del sistema Cc no necesita ser tan grande como la energía de investidura del síntoma; en efecto, la fuerza de la represión se mide por la contrainvestidura gastada, y el síntoma no se apoya sólo en esta, sino, además, en la investidura pulsional condensada en él que le viene del sistema Icc.
Con respecto a la neurosis obsesiva, sólo deberíamos agregar a las observaciones contenidas en el ensayo anterior (10) que en este caso la contrainvestidura del sistema Cc sale al primer plano de la manera más palmaria. Organizada como formación reactiva, es ella la que procura la primera represión; y en ella se consuma más tarde la irrupción de la representación reprimida. Podemos aventurar esta conjetura: al predominio de la contrainvestidura y a la falta de una descarga se debe que la obra de la represión aparezca en la histeria de angustia y en la neurosis obsesiva mucho menos lograda que en la histeria de conversión. (11)
Notas:
1- [Sobre el empleo de «libido» aquí, véase tres párrafos más adelante.]
2- [Freud había empleado este término por primera vez unos veinte años antes, en una carta a Fliess del 13 de febrero de 1896 (Freud, 1950a, Carta 41), pero en sus trabajos publicados sólo lo había utilizado en una oportunidad, en Psicopatología de la vida cotidiana (1901b), AE, 6, pág. 251.]
3- [Ya lo había hecho tres párrafos atrás.]
4- [Esta es la «segunda fase» del proceso.]
5- [En la edición de 1915 no figura «(Prcc)».]
6- [La «tercera fase».]
7- [La noción de que un pequeño desprendimiento de displacer actúa como «señal» para impedir un desprendimiento mucho mayor figura ya en el «Proyecto de psicología» de 1895 (1950a), AE, 1, págs. 404-6, y en La interpretación de los sueños (1900a), AE, 5, pág. 592. Por supuesto, esta idea se desarrolla mucho más en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), por ejemplo en el capítulo XI, AE, ZO, págs. 150-2.]
8- [Probablemente una referencia al artículo metapsicológico extraviado sobre la histeria de conversión. Freud ya había tocado la cuestión en Estudios sobre la histeria (1895d), AE, 2, págs. 179-81.]
9- [En la edición de 1915 no figura «(Prcc)».]
10- [«La represión» (1915d)]
11- [Los temas de la presente sección fueron reconsiderados por Freud en Inhibición, síntoma y angustia (1926d), AE, 20, esp. págs. 120 y sigs., 134n. y 137-8.]