LACAN, SEMINARIO 19. Clase 5: 9 de Febrero de 1972
«YO TE DEMANDO
QUE ME RECHACES
LO QUE YO TE OFREZCO
PORQUE: NO ES ESO (C’EST PAS çA)»
PORQUE: NO ES ESO (C’EST PAS çA)
Ustedes adoran las conferencias. Es por lo cual rogué ayer por al tarde por medio de un
papelito que le alcancé hacia las diez y cuarto, a mi amigo Roman Jakobson, a quien
esperaba aquí presente, darles la conferencia que no pudo darles ayer, ya que luego de
habérselos anunciado, quiero decir de haber escrito en el pizarrón algo equivalente a lo
que vengo de hacer aquí, creyó que debía permanecer en lo que llamó las generalidades,
pensando sin duda que era lo que ustedes preferían escuchar, es decir una conferencia.
Desgraciadamente, me llamó por teléfono temprano, estaba comprometido a un almuerzo
con lingüistas, de manera que no tendrán conferencia.
Pues en verdad, yo no las doy. Como he dicho en otra parte muy seriamente, yo me
divierto. Divertimentos serios o graciosos. En otra parte, a saber Sainte Anne, me
entregué a divertimentos graciosos, sin comentarios. Y si dije, dije ahí, que es quizás
también un divertimento, aquí digo que me mantendré en lo serio, pero es sin embargo,
con todo, un divertimento. He puesto esto en relación, en otra parte, el lugar del
divertimento gracioso, con lo que he llamado la «carta de a-muro».(«lettre d`a-mur»).
Bien, tienen acá una, típica: «Yo te demando me rechaces lo que yo te ofrezco», aquí nos
detenemos, porque espero que no haya necesidad de agregar nada para que eso se
comprenda, es muy precisamente eso la «carta de a-muro», la verdadera, «rechazar lo que
yo te ofrezco», se puede completar para aquellos que por casualidad no hubieran nunca
comprendido lo que es la «carta de a-muro», «rechazar lo que yo te ofrezco porque eso no
es eso». Ustedes lo ven, patiné, patiné porque ¡Dios mío!, es a ustedes que hablo, a
ustedes que aman las conferencias. «Eso no es eso» (ca n’est pas ça) hay agregado «n»
(ne). Cuando el ne es agregado, no hay necesidad de que sea expletivo para que quiera
decir algo, a saber la presencia del enunciador, la verdadera, la correcta. Es justamente
porque el enunciador no estaría ahí que la enunciación sería plena y que eso debería
escribirse: «porque, no es eso» (c’est pas ça).
He dicho que aquí el divertimento era serio, ¿qué es lo que esto puede querer decir?. En
verdad busqué, me informé de cómo se decía «serio» en diversas lenguas. De la manera
en que lo concibo no he encontrado mejor que la nuestra que se presta al juego de
palabras. No conozco bastante bien las otras como para haber encontrado lo que, en
éstas, sería su equivalente. Pero en las nuestras, «serio», como yo lo entiendo, es «serial».
Como ustedes ya saben, espero, un cierto número de ustedes, sin que yo se los haya
dicho, el principio de lo serial es esta serie de números enteros que no se ha encontrado
otro medio de definir que decir que una propiedad es transferible de N a N + 1 que no
puede ser sino esta que se transfiere del 0 al 1, el razonamiento por recurrencia o
inducción matemática, se dice todavía.
Sólo que vean ahí el problema que he intentado aproximar en mis últimos divertimentos:
¿qué se puede transferir del 0 al 1? ¡Está ahí la seda!. Es por lo tanto lo que me he dado
como mira este año cernir… o peor. No avanzaré hoy en este intervalo que de entrada es
sin fondo, de lo que se transfiere del 0 al 1: pero lo que es seguro y claro, es que al tomar
las cosas 1 por 1, hay que tener seguridad. Pues cualquier esfuerzo que se haya hecho
para logicizar la continuación de la serie de los números enteros, no se ha encontrado
mejor que designar de esto la propiedad común, es la única, como siendo aquella de lo
que se transfiere del 0 al 1.
En el intervalo, han sido, los de mi Escuela, advertidos de no faltar a lo que Roman
Jakobson debía aportar de luz sobre lo que es del orden del análisis de la lengua, lo que
en verdad es muy útil para saber adónde llevo ahora la cuestión. No es porque haya
partido de allí para llegar a estos divertimentos presentes que debo considerarme atado.
Es lo que seguramente me ha sorprendido, entre otros, en lo que les aportó Roman
Jakobson, es algo que concierne a este punto de historia que no es de hoy que «la lengua»
está a la orden del día. El les habló, entre otros, de un cierto Boetius Dacus, muy
importante, él lo ha subrayado, porque articuló «suposiciones», pienso que al menos para
algunos eso hace eco a lo que digo desde hace mucho tiempo acerca del sujeto, del sujeto
radicalmente, lo que «supone» el significante. El les dijo que ocurría que a partir de un
cierto momento ese Boecio, que no es aquel que ustedes conocen, aquel ha extraído las
imagenes del pasado, Dacus que se llama, es decir Danes, no es el bueno, no es aquel
que está en el dicciónario Bouillet, que él había desaparecido, como ocurre por una
pequeña cuestión de desviacionismo. De hecho él fue acusado de averroismo, y en ese
tiempo no se puede decir que eso no perdonaba, pero podía perdonar cuando se tenía la
atención atraída por algo que tenía la apariencia un poco sólida, como, por ejemplo, hablar
de «suposiciones» (suppositiones).
De modo que no es en absoluto exacto que las dos cosas estén sin relación y es lo que
me ha sorprendido. Lo que me sorprende es que durante siglos, cuando se tocaba a
«lalengua» había que poner atención. Hay una letra que no aparece sino absolutamente al
margen en la composición fonética, ésta que se pronuncia «hache». No toquen a la
«hache», es lo que era prudente, durante siglos, cuando se tocaba a la lengua. Porque se
encontró que durante siglos, cuando se tocaba a la lengua y bien, en el público, eso
producía efecto, otro efecto que el divertimento.
Una de las cuestiones que no estaría mal que entreveamos así al final, aunque ahí, donde
me divertía de manera graciosa, he dado, bajo la forma de este famoso muro(mur), la
indicación, porque ahora el análisis lingüístico forma parte de la investigación científica.
¿Qué puede querer decir?. La definición, ahí me dejo arrastrar un poco, la definición de la búsqueda de buen nombre en esto de que no es cuestión de encontrar, en todo caso,
nada que moleste justamente a aquello de lo que hablaba hace un rato, a saber, el
público.
He recibido recientemente de una comarca lejana, no quisiera causar a nadie ningún
perjuicio, no les diré entonces de dónde, algo concerniente a la investigación científica, era
«comité de investigación científica sobre las armas», ¡textual!. Alguien, que no me es
desconocido, es por eso que se me consultaba a su respecto, se proponía hacer una
investigación sobre el miedo. Era cuestión de darle un crédito que, traducido en Francos
Franceses, debía tranquilamente superar el medio millón de antiguos francos, por medio
de lo cual él pasaría, estaba escrito en el texto mismo, no puedo mostrárselos pero lo
tengo, 3 días en París, 29 en Antiqes, en Douarnemez 19, en San Mantano que, creo,
¿Antonella estás ahí?, San Mantano debe ser una playa agradable, ¿no?, ¿o me engaño?.
No, ¿tú no sabes? es quizás al lado de Florencia, en fin no se sabe, en San Mantano 15
días, y luego en París, 3 días.
Gracias a uno de mis alumnos he podido resumir mi apreciación en esos términos: «I
bowled over with admiration». Luego puse una gran cruz sobre todo el detalle de
apreciaciones que demandaba sobre la calidad científica del programa, sus resonancias
sociales y prácticas, la competencia del interesado, etc.
Esta historia no tiene más que un interés mediocre, pero comenta lo que indicaba, eso no
va al fondo de la investigación científica. Pero hay algo sin embargo que eso denota, y es
tal vez el único interés de todo el asunto, es que yo de entrada propuse así, en el teléfono,
a la persona que gracias a Dios me corrigió: «I bowled over».
Ustedes no saben naturalmente lo que eso quiere decir, yo no lo sabía tampoco, «Bowl,
B.O.W.L. es la boule (bola), estoy entonces boulé (bochado), soy como un juego de bolos
entero cuando una buena bola lo bocha. Me creerán si quieren, lo que yo había propuesto
al teléfono, yo que no conocía la expresión «I bowled over», era yo «I’m blowed over»: estoy
souflée (inspirado — agitado). Pero es naturalmente completamente incorrecto pues «blow»
que quiere decir en efecto souffler (soplar), es lo que había encontrado, «blow», eso hace
«blown», no hace «blowed». Entonces si dije «blowed» es que sin saberlo yo sabía que
estaba ¡»bowled over»!.
Ahí entramos en el lapsus, es decir en las cosas serias, pero al mismo tiempo está hecho
para indicarnos que como Platón lo había ya entrevisto en el Crátilo, que el significante sea
arbitrario no es tan seguro. Ya que después de todo, «bowl» y «blow», ¡eh, no por nada es
tan vecino, ya que es justamente así que le erré por un pelo al «bowl»!. No sé como
calificarán ustedes este divertimento, pero yo lo encuentro serio.
Por medio de lo cual volvemos al análisis lingüístico del que ciertamente, en nombre de la
investigación, escucharán hablar cada vez más. Es difícil llevar ahí su camino, ahí donde el
clivaje valga la pena.
Se aprenden cosas, por ejemplo hay partes del discurso, me he guardado de esto como
de la peste, quiero decir de insistir, para no entramparlos. Pero en fín, como ciertamente la
investigación va a hacerse escuchar, como se ha hecho escuchar en otra parte, voy a
partir del verbo. Se les dice que el verbo expresa toda suerte de cosas y es difícil librarse
entre la acción y su contrario. Está el verbo intransitivo que manifiestamente hace aquí
obstáculo, el intransitivo deviene entonces muy difícil de clasificar. Para atenernos a lo que
hay de más acentuado en esta definición, se les hablará de una relación binaria para el
verbo tipo donde, hay que decirlo, el mismo sentido del verbo no se clasifica de la misma
manera en todas las lenguas. Hay lenguas donde se dice: «El hombre golpea al perro(10)».
Hay lenguas donde se dice «hay el golpear el perro por el hombre(11)». No es lo esencial,
la relación es siempre binaria.
Hay lenguas donde se dice: «el hombre ama (aime) el perro». Es siempre binaria cuando
en esta lengua, pues ahí hay diferencias, uno se expresa de la manera siguiente «el
hombre ama al perro», para decir no que él le «like», que él ama (le gusta) eso como una
chuchería, sino que él tiene amor por su perro. «Amar a alguien», a mí, eso siempre me
encantó. Quiero decir, lamento hablar una lengua en la que se dice «yo amo una mujer»,
como se dice «yo le pego». «Amar a una mujer» eso me parecería más congruente,
inclusive al punto que un día, me percaté, ya que estamos en el lapsus continuemos, que
escribí: «tú no sabrás nunca cuanto te he amado» («Tu ne saurais jamais combien je t’ai
aimé»). No he puesto la e al final (aimée) lo que es un lapsus, una falta de ortografía si
quieren indudablemente, pero he reflexionado que si había escrito eso así es porque debía
sentir «j’aime a toi» (amo a tí). Pero en fin es personal.
Como sea, se distingue cuidadosamente de esos primeros verbos los que se definen por
una relación ternaria: «yo te doy algo». Eso puede ir desde la burla a la chuchería, pero en
fin, hay ahí tres términos. Uds. han podido observar que he empleado el «yo te» como
elemento de la relación.
Es ya arrastrarlos hacia el sentido que es aquel hacia el que los conduzco, ya que ahí,
ustedes ven, hay: «yo te demando me rechaces lo que te ofrezco». Va de suyo porque se
puede decir «el hombre da al perro una pequeña caricia sobre la frente».
Esta distinción de la relación ternaria con la relación binaria es absolutamente esencial. Es
esencial en esto: es que cuando se les esquematiza la función de la palabra se les habla
del destinador (d), y del Destinatario (D), a lo cual se le agrega la relación que, en el
esquema corriente, se identifica al mensaje. Y ciertamente se subraya que el destinatario
debe poseer el código para que eso funcione. Si no lo posee, tendrá que conquistarlo, que
descifrar.
¿Es satisfactoria esta manera de escribir?. Yo pretendo que la relación si hay una, pero
ustedes saben que la cosa puede ser puesta en cuestión, si hay una que pasa por la
palabra implica que sea inscripta la función ternaria, a saber que el mensaje sea
distinguido allí.
y que no queda menos que, habiendo un destinador, un destinatario y un mensaje, lo que
se enuncia en un verbo es distinto, a saber que el hecho de que se trata de una demanda,
del D que está ahí, merece ser aislado. Para agrupar los tres elementos, es justamente en
eso que es evidente y solamente evidente cuando empleo «yo» y «te», cuando empleo «tú» y
«me» es que ese «yo» y ese «te», ese «tú» y ese «me» están precisamente especificados por
el enunciado de la palabra. No puede haber ahí ninguna especie de ambigüedad.
Dicho de otro modo, sólo lo que se llama vagamente el código, como si no estuviera más
que en un punto, la gramática forma parte del código, a saber esta estructura tetrádica que
acabo de marcar como siendo esencial a lo que se dice. Cuando trazan vuestro esquema
objetivo de la comunicación, emisor, mensaje, y en la otra punta el destinatario, ese
esquema objetivo es menos completo que la gramática, la cual forma parte del código. Es
en lo que es importante lo que Jakobson les ha producido en esta generalidad de que la
gramática, ella también, forma parte de la significación y que no es por nada que es
empleada en la poesía.
Esto es esencial, quiero decir precisar el estatuto del verbo, porque pronto se les
decantará los sustantivos según tengan más o menos peso. Están los sustantivos
pesados, si puedo decir, que se llaman concretos, ¡como si hubiera otra cosa como
sustantivos que sustitutos! Pero en fin, es necesaria la sustancia, en tanto yo, creo urgente
señalar de entrada que no tenemos relación sino a sujetos. Pero dejemos las cosas ahí
por ahora.
Una crítica que curiosamente no nos viene sino reflejada de la tentativa de logicizar la
matemática, se formula en esto, en esto en lo que ustedes reconocerán el alcance de lo
que adelanto, es que, al tomar la proposición como función proposicional, habremos de
marcar la función del verbo, y no de lo que se hace de esto, a saber función de predicado.
La función del verbo, tomemos aquí el verbo «demandar»: «yo te demando», F(x.4), es «yo»
y «te» :
F(x,y
¿qué es lo que yo te demando?, «Rechazar», otro verbo. Quiere decir que en lugar de lo
que podría ser aquí la pequeña caricia sobre la cabeza del perro, es decir z, tienen por
ejemplo f y de nuevo x, y :
F(x,y,f(x,y
Y ahí, están obligados a terminar, es decir ¿poner ahí z?. No es de ninguna manera
necesario, pues pueden tener muy bien, por ejemplo yo pongo un ? no pongamos ?
porque enseguida habrá confusiones, pongo un pequeño ? , ? y de nuevo (x, y), «lo que
yo te ofrezco», por medio de lo cual tenemos para formar tres paréntesis:
F(x,y,f(x,y,)))
A lo que los conduzco es a esto, a saber, no —van a verlo— a cómo surge el sentido, sino
cómo es de un nudo de sentido que surge el objeto, el objeto mismo, y para nombrarlo, ya
que lo he nombrado como pude, el objeto (a).
Se que es muy cautivante leer Wittgenstein. Wittgenstein, durante toda su vida, con un
ascetismo admirable, ha enunciado esto que yo concentro, lo que no puede decirse, y
bien, no hablemos de esto. Por medio de lo cual podía decir casi nada, a cada momento
descendía de la acera y estaba en la zanja, es decir, que subía de nuevo sobre la acera, la
acera definida por esta exigencia. No es seguro porque en suma mi amigo Kojeve ha
formulado expresamente la misma regla —Dios sabe que él no lo observa— pero no es
porque él lo haya formulado que me creería obligado a permanecer en la demostración, en
la demostración viviente que ha dado Wittgenstein de esto.
Es muy precisamente, me parece, de aquello de lo que no puedo hablar que se trata,
cuando designo por el «no es eso», lo que por sí sólo motiva una demanda tal como la de
«rechazar lo que yo te ofrezco». Y por tanto hay algo que no puede ser sensible a todo el
mundo, es bien ese «no es eso» (ç’est pas ça): estamos ahí en cada instante de nuestra
existencia. Pero entonces intentemos ver lo que eso quiere decir, pues ese «no es eso»
podemos dejarlo en su lugar, en su lugar dominante por medio de lo cual evidentemente
no veremos jamás la punta.
Pero en lugar de cortarlo, intentemos ponerlo en el enunciado mismo.¿No es eso, qué?
Pongámoslo de una manera más simple, aquí el «yo», aquí el «te», aquí «yo te demando»
(D) «rechazar me» (R) «lo que yo te ofrezco» (O) y luego ahí, hay pérdida (ç).
Pero si no es lo que yo te ofrezco, si es porque no es eso lo que te demando rechazar, no
es lo que yo te ofrezco que tú rechazas, entonces no tengo que demandártelo. Y vean que
aquí también eso se corta (en R).
por medio de lo cual si yo no he de demandarte rechazarlo, ¿por qué yo te lo demando?.
Eso se corta también aquí (en D)
Por medio de lo cual para retomar en un esquema más correcto donde el «Yo» y el «te»
estén aquí, la «Demanda» aquí, «Rechazar» aquí, y el «Ofrezco» aquí,
a saber una primera tétrada que es esta: yo te demando rechazar; una segunda:
rechazar lo que yo te ofrezco: quizás lo que no nos sorprenderá, podemos ver en la
distancia que hay dos polos distintos de la «Demanda» y el «Ofrezco», que es tal vez ahí
que está el «no es eso» (ç’est pas ça).
Pero como acabo de explicarles, si debemos aquí decir que es el espacio que hay, que
puede haber entre lo que tengo que demandarte y lo que yo quiero ofrecerte, a partir de
ese momento es igualmente imposible sostener la reacción de la «Demanda» al
«Rechazar», y del «Rechazar» al «Ofrezco».
¿Tengo necesidad de comentar en detalle?. No será quizás sin embargo inútil. De entrada
por esta razón: ustedes pueden preguntarse cómo sucede que después de todo eso, yo
les de un esquema espacial. No es del espacio que se trata, es del espacio en la medida
en que nosotros proyectamos nuestros esquemas objetivos. Y esto nos indica ya bastante,
a saber que nuestros esquemas objetivos comandan quizás algo de nuestra noción del
espacio, diría más, antes de que eso sea comandado por nuestras percepciones. Sé bien
que estamos inclinados a creer que son nuestras percepciones las que nos dan las tres
dimensiones. Hay uno llamado Poincaré que no les es desconocido, que ha hecho un feliz
intento para demostrarlo. Sin embargo este señalamiento de lo previo de nuestros
esquemas objetivos no será quizás inútil para apreciar más exactamente el alcance de su
demostración.
Lo que yo quiero, aquello sobre lo que voy a insistir, no es sólo ese salto del «no es eso
que yo te ofrezco» al «no es eso que tú puedes rechazar», ni incluso al «no es eso que yo te
demando». Es esto, es que lo que no es eso, eso no es quizás del todo lo que yo te
ofrezco y que nosotros tomamos mal las cosas a partir de ahí. Es «que yo te ofrezco»,
pues, ¿qué es lo que eso quiere decir, «que yo te ofrezco»? Eso no quiere decir de ningún
modo que yo doy(je donne), como alcanza con reflexionar. Eso no quiere decir tampoco
que tú tomes, lo que daría un sentido a «Rechazar». Cuando yo te ofrezco algo es en la
esperanza de que tú me devuelvas. Y es por eso que el potlach existe. El potlatch es lo
que ahoga, es lo que desborda lo imposible que hay en el ofrecer, lo imposible de que sea
un don. Es por eso que el potlacht, en nuestro discurso, nos ha devenido completamente
extraño, lo que no hace sorprendente que en nuestra nostalgia hagamos de esto lo que
soporta lo imposible, a saber lo Real, pero justamente lo R eal como imposible.
Si no es más en el «eso que» de lo que yo te ofrezco que reside el «no es eso»,
observemos entonces lo que procede de la puesta en cuestión del ofrecer como tal. Si es,
no «lo que yo te ofrezco», sino «que yo te ofrezco» que yo te demando rechazar, saquemos
el ofrezco, ese famoso sustantivo verbal que sería un sustantivo menor, es sin embargo
algo, saquemos el «Ofrezco» y vemos que la «Demanda» y el «Rechazo» pierden todo
sentido. Porque ¿qué puede querer decir eso de demandar rechazar?.
Les bastará un poco de ejercicio para percibir que es estrictamente lo mismo si retiran ese
nudo «yo te demando rechazar lo que yo te ofrezco», no importa cual de los otros verbos.
Pues, si ustedes retiran el rechazo, que puede querer decir el ofrezco de una demanda y,
como se los he dicho, es de la naturaleza del ofrezco que, si retiran la demanda, rechazar
no significa nada. Es por lo cual la cuestión que se nos plantea no es la de saber lo que es
ahí del «no es eso» que estaría en juego en cada uno de esos niveles verbales, sino percibir que es al desanudar cada uno de esos verbos de su nudo con los otros dos que
podemos encontrar lo que es del orden de este efecto de sentido en tanto lo llamo el
objeto a.
Cosa extraña, mientras que con mi geometría de la tétrada me interrogaba ayer sobre la
manera con que les presentaría esto hoy, me sucedió, cenando con una persona
encantadora que escucha los cursos de M. Guilbaut que, como anillo al dedo me fue dado
algo que voy ahora, que quiero mostrarles algo que no es nada menos parece, lo he
encontrado ayer, que los emblemas de los Borromeos.
Es necesario un poco de cuidado, lo ven. Pueden hacerlo con cuerdas. Si copian bien
esto, cuidadosamente, no he cometido falta, percibirán esto: que, presten atención, este,
el tercero ahí, no lo ven más, pueden hacer un esfuerzo, es accesible, no ven más.
Pueden señalar que los dos otros, ven, este pasa por encima de este de la izquierda y
pasa encima también ahí, pues están separados. Sólo a causa del 3ro. Se sostienen
juntos. Pueden hacer el ensayo, si no tienen imaginación hagan el ensayo con tres cabos
de cuerda. Basta que ustedes corten uno para que los otros dos, aún cuando parezcan
anudados como en el caso que ustedes conocen bien, a saber de los 3 anillos de los
Juegos Olímpicos que continúan unidos cuando uno se ha largado del campo, para que
los otros dos se separen. Y bien, este último ¡se terminó!
Es algo que tiene igualmente interés, ya que es necesario recordar que cuando hablé de
cadena significante estaba siempre implicada esta concatenación.
Lo que es curioso, y que va a permitirnos también volver al verbo binario, es que los
binarios, no parece haberse percibido que tienen un estatuto especial muy en relación con
el objeto a. Si en lugar de tomar el hombre y el perro, esos dos pobres animales, como
ejemplo, se hubiera tomado el «yo» y el «te», hubiéramos percibido que el más típico de un
verbo binario es por ejemplo «yo te jodo». O bien «yo te miro», o bien «yo te morfo» o «yo te
hablo». Las cuatro especies que no tienen precisamente interés más que en su analogía
gramatical, a saber por ser gramaticalmente equivalentes.
Y entonces, es que no tenemos ahí, reducido, en minúscula, algo que nos permite ilustrar
esta verdad fundamental de que todo discurso no toma su sentido sino de otro discurso.
Seguramente la Demanda no basta para constituir un discurso, pero tiene la estructura
fundamental que es de ser, como me he expresado, un cuadrípodo. Subrayé que una
tétrada es esencial para representarla, lo mismo que un cuaterno de letras, F,X,y,z, es
indispensable.
Pero «Demanda», «Rechazo» y «Ofrezco», es claro que, en ese nudo que adelanté hoy ante
ustedes, no toman su sentido sino cada uno del otro, pero que lo que resulta de ese nudo
tal como intenté desanudarlo para ustedes, o mejor hacer la prueba de su
desanudamiento, de decirles, de mostrarles que eso no se sostiene nunca con dos solos,
que está ahí el fundamento, la raíz, de lo que es el objeto a.
Es decir que les he dado el nudo mínimo, pero que ustedes pueden ahí agregar otros.
¿Por qué ese, no eso, qué?. Que yo deseo, y que no se sino lo propio de la Demanda, es
muy precisamente no poder situar lo que es ahí del objeto del deseo. Con ese deseo, lo
que yo te ofrezco, lo que yo te ofrezco, que no es lo que tú deseas, anillaríamos fácilmente
la cosa con lo que tú deseas que yo te demande. Yla carta(12) de a-muro (o’a-mur) se
extenderá así indefinidamente.
Pero ¿quién no ve el carácter fundamental para el discurso analítico de una concatenación
tal? He dicho en otra oportunidad —hace mucho y hay gente todavía que se acuna con
esto— que un análisis no termina sino cuando alguien puede decir no «yo te hablo», ni «yo
hablo de mí» sino «es de mí que yo te hablo», es un primer esbozo. Es que no es claro que
aquello de lo que se funda el discurso del analizante, es justamente eso: «yo te demando
me rechaces lo que yo te ofrezco, porque no es eso». Está ahí la demanda fundamental y
es aquella que al descuidarla el analista hace siempre más pregnante. Ironicé en un
tiempo: «con el ofrezco, hace de la demanda». Pero la demanda que él satisface es el
reconocimiento de esto fundamental que lo que se demanda, no es eso (c’est pas ça)
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