La vivencia de dolor
De manera normal ψ está expuesto a Qη desde las conducciones endógenas; de manera anormal, si bien todavía no patológica, toda vez que Qηipertróficas perforan los dispositivos-pantalla en Φ , o sea en el caso del dolor. El dolor produce en ψ : 1) un gran acrecentamiento de nivel que es sentido como displacer por ω una inclinación de descarga, que puede ser modificada según ciertas direcciones, y 3) una facilitación entre esta y una imagen-recuerdo del objeto excitador de dolor. Además, es indiscutible que el dolor posee una cualidad particular, que se hace reconocer junto al displacer.
Si la imagen mnémica del objeto (hostil) es de algún modo investida de nuevo (v. gr., por nuevas percepciones), se establece un estado que no es dolor, pero tiene semejanza con él. Ese estado contiene displacer y la inclinación de descarga correspondiente a la vivencia de dolor. Puesto que displacer significa acrecentamiento de nivel, cabe preguntar por el origen de esta Qη . En la vivencia genuina de dolor era la Q exterior irrumpiente la acrecentadora del nivel ψ . En la reproducción de la vivencia -en el afecto-, sólo sobreviene la Q que inviste al recuerdo, y es claro que esta tiene que ser de la naturaleza de una percepción cualquiera, no puede traer por consecuencia un acrecentamiento general de Qη .
Sólo resta suponer que por la investidura de recuerdos es desprendido {desligado} displacer desde el interior del cuerpo, y es de nuevo trasportado hacia arriba. Sólo es posible representarse del siguiente modo el mecanismo de ese desprendimiento: Así como hay neuronas motrices que con cierto llenado conducen Qη a los músculos y así descargan, tienen que existir neuronas «secretorias» que, cuando son excitadas, hacen generarse en el interior del cuerpo lo que tiene acción eficiente sobre las conducciones endógenas hacia ψ como estímulo; neuronas que, por ende, influyen sobre la producción de Qη endógenas, con lo cual no descargan Qη , sino que la aportan por unos rodeos. Llamaremos «neuronas llave» a estas neuronas motrices. Resulta evidente que sólo son excitadas dado cierto nivel en ψ . Merced a la vivencia de dolor, la imagen-recuerdo del objeto hostil ha conservado una facilitación privilegiada con estas neuronas llave, en virtud de la cual se desprende entonces displacer en el afecto.
Un apuntalamiento para este supuesto extraño, pero indispensable, lo proporciona la conducta del desprendimiento sexual. Simultáneamente se impone la conjetura de que los estímulos endógenos consistirían, aquí como allí, en productos químicos, cuyo número puede ser considerable. Puesto que el desprendimiento de displacer puede ser extraordinario con una investidura ínfima del recuerdo hostil, es lícito concluir que el dolor deja como secuela unas facilitaciones de particularísima amplitud. La facilitación -vislumbra uno en todo esto- depende por entero de la Qη arribada, de suerte que el efecto facilitador de 3 Qη podría ser muy superior al de 3 x Qη. [Aquí, «3 Qh» representa una cantidad igual a tres veces Qh, y «3 x Qh», una cantidad Qh repetida tres veces. Freud parece haber vacilado en cuanto a la forma de poner por escrito la primera expresión. El original muestra que empezó escribiendo «3(Qh» y luego corrigió esto y puso «3 Qh». La forma «3(Qh)» ya había sido usada por él en otro lugar, pero en un pasaje aún anterior, al que este remite, puso «Q: 3h». Los editores de AdA, págs. 386 y 399, modificaron de diferente modo esas versiones previas.]