Lacan, Seminario 18: Clase 4, del 17 de Febrero de 1971

Este es el nombre del autor de esta menuda fórmula, a pesar de que haya sido escrita hacia el año 250 A.C., en China como ustedes lo ven es el Libro IV, Segunda Parte (o parte B) parágrafo 26 de Weng Tsen que los jesuitas llaman Mencius, ya que fueron ellos quienes hicieron, mucho antes de la época de los sinólogos, [es decir, antes del siglo XIX no antes] que tuve la felicidad de adquirir el primer libro al cual se ha encontrado unido una placa de impresión china con cosas impresas por nosotros. No es para nada igual al primer libro donde había a la vez carácteres chinos y carácteres europeos. Es una traducción de las Fabulas De Esopo. Apareció en 1840 y se jacta, con razón, de ser el primer libro en el que se realizó esta conjunción. De 1840, dicen ustedes que es aproximadamente la nota del momento en que hubo sinólogos. Los jesuitas estaban en China desde hace mucho tiempo, como quizás recuerdan algunos. Estuvieron a punto de hacer la conjunción de China con lo que ellos representaban como misioneros, sólo que se dejaron impresionar un poco por los ritos chinos y como ustedes quizás lo saben, en pleno siglo XVIII, eso les provocó algunas dificultades con honra que en esa oportunidad no mostró una particularidad agudeza política. En fin, en Voltaire -si ustedes leen a Voltaire pero desde luego ya nadie lee a Voltaire, se equivocan esta lleno de cosas-, muy exactamente en el siglo de Luis XIV, y en el apéndice, creo que hay un gran desarrollo sobre esta querella de los ritos, de allí que ahora muchas cosas en la historia se encuentran en posición de filiación.

Sea lo que sea entonces, se trata de Mencius y él escribe esto -ya que lo escribí para comenzar en el pizarrón, hablando con propiedad eso no forma parte de mi discurso de hoy, por eso lo coloco antes de la hora justa, de las 12 y ½ -voy a decirles o voy a tratar de hacerlos sentir lo que eso quiere decir y, además, [eso los empapará sobre lo que es el objeto sobre el] cual es mejor dicho el tema del que quiero hablar hoy, quiero decir aquello que nos preocupa: saber cual es la función de la escritura. Como la escritura existe en china desde tiempos inmemoriales, [no se puede evaluar desde cuando tiempo existía] tiene allí un rol decididamente central en un cierto numero de cosas que pasaron y es bastante esclarecedor respecto a lo que podemos pensar de la función de la escritura. Es cierto que la escritura jugó un papel totalmente decisivo en el soporte de algo a lo que podemos acceder allí y sólo allí, a saber un tipo de estructura social que se sostuvo durante mucho tiempo y de donde hasta esta época se podría concluir que había una filiación diferente, en cuanto a lo que soportaba en China, distinta de lo que se había engendrado entre nosotros y, especialmente por uno de esos filum filosóficos que -lo señalé el año pasado- son nodales para comprender de que se trata en cuanto al discurso del Amo.

Entonces veamos como se enuncia este exergo. Como se los he mostrado la última vez, esto designa el cielo:   se lee Tien, Tien Dia, está bajo el cielo. Todo lo que esta bajo el cielo aquí es un determinativo: Tcheu, se trata de algo que esta bajo el cielo. ¿Qué es lo que esta debajo del cielo?. Es lo que viene después. Lo que ustedes ven aquí. no es otra cosa que la designación de la palabra: que en la ocasión enunciaremos

Yen. Yen, Sin, ya lo puse en el pizarrón la última vez, al señalarles que el Sin era justamente uno de los elementos que nos preocupará este año en la medida en que el término que más se le aproxima, es de la naturaleza. Y Hi es algo que concluye una frase. Sin decir que estrictamente hablando que se trata de algo de [del orden de lo que] enunciamos es, ser, es una conclusión, digamos, una puntuación. Porque la frase continúa así, ya que las cosas se escriben de derecha a izquierda, la frase continúa aquí por un cierto Tsang que quiere decir, por consiguiente, y que aquí en todo caso indica el consecuente.

Entonces veamos que se trata. Yen no quiere decir otra cosa que el lenguaje. Pero como todos los términos enunciados en la lengua china, es susceptible también de ser empleado en el sentido del verbo. Entonces eso puede querer decir también, a la vez la palabra, y lo que habla, y quien habla ¿qué habla?. Sería, en este caso lo que sigue, a saber Tsin, la naturaleza, lo que habla de la naturaleza bajo el cielo, y Hi sería una puntuación.

Sin embargo, y es en eso interesante ocuparse de una frase de la lengua escrita, ustedes ven, que podrían cortar las cosas de cierta manera y decir: la palabra, incluso el lenguaje, porque si se trata de precisar la palabra, tendríamos otro carácter enteramente diferente, en el nivel tal como está escrito aquí, este carácter puede por otra parte querer decir tanto palabra como lenguaje. Esa clase de ambigüedad es completamente fundamental en el uso de eso que se escribe muy precisamente y es lo que le da su alcance ya que, como se los he hecho notar al comienzo de mi discurso de este año y más especialmente la última vez, es muy precisamente en tanto que la referencia, en cuanto a todo eso que es del lenguaje, es siempre de manera indirecta que el lenguaje alcanzará su fuerza, también podríamos decir: el lenguaje, he aquí a Tsin, la naturaleza porque esta naturaleza no es al menos en Weng Tsen, cualquier naturaleza, se trata justamente del ser parlante, naturaleza aquella de la cual, en otro pasaje el se empeña en precisar que hay una diferencia, agrega puntualiza, en dos términos que quieren decir, lo que quiere decir, una diferencia infinita y que puede ser aquella que se define acá: la naturaleza y la naturaleza del animal; ustedes lo verán por otra parte, que tomemos una u otra de esas interpretaciones, el eje que va a decirse como consecuente no será cambiado. Tsang, entonces, es la consecuencia. En consecuencia, Kou, es aquí:  Kou, es de causa, porque causa no quiere decir otra cosa, que sea la ambigüedad que un cierto libro como este: Mencius On The Mind, a saber un libro cometido por un tal Richard que no es por cierto el último en llegar, Richard y Odgen, son los dos jefes de fila de una posición nacida en Inglaterra por entero conforme a la mejor tradición de la filosofía inglesa, que han constituido a principio de este siglo la doctrina llamada positivismo lógico cuyo libro mayor se titula: The Meaning Of Meaning. Es un libro en el cual ustedes ya encontraran alusión a mis escritos, con una cierta posición despreciativa de mi parte. Meaning of meaning quiere decir el sentido del sentido. El positivismo lógico procede de esta exigencia: que un texto tenga un sentido comprensible, lo que lo lleva a una posición que es ésta: que un cierto número de enunciados filosóficos se encuentra de alguna manera desvalorizados al principio, por el hecho de que no dan ningún resultado comprensible en cuanto a la búsqueda del sentido. En otros términos, por poco que un texto filosófico sea tomado en flagrante delito de no-sentido es puesto por eso mismo fuera de juego. Es muy claro que hay allí una manera de podar las cosas que no permiten casi encontrarse con ellas, porque si partimos del principio de que algo que no tiene sentido no puede ser esencial en el desarrollo de un discurso perdemos simplemente el hilo. No digo desde luego, que tal exigencia sea de procedimiento; pero que este procedimiento nos prohíbe de alguna manera toda articulación cuyo sentido no es comprensible, es algo que por ejemplo terminará en esto, que no podremos hacer uso del discurso matemático del cual, según la confesión de los lógicos más calificados, lo que los carácteriza, en que no se puede en tal o cual de esos puntos, no podamos darle ningún sentido, lo que no le impide ser, de todos los discursos, aquel que se desarrolla con más rigor. Por este hecho nos encontramos, además, en un punto que es esencial al poner de manifiesto en cuanto a la función de lo escrito. Por consiguiente, se trata del Kou , y en tanto que Xei; porque ya les he dicho que este Wei que puede en ciertos casos decir obrar o hasta incluso algo que es del orden de hacer aunque sea cual sea  aquí tiene el sentido de algo como con: es con que vamos a proceder ¿a qué?. Como Li:

Aquí esta la palabra sobre la cual les señalo esto que Li, que quiere decir interés o provecho, y la cosa es mucho más notoria porque precisamente Mencuis, en su primer capítulo, presentándose a cierto príncipe, poco importa cual de los que constituían entonces los reinos llamados más tarde a ser los reinos combatientes, se encuentra junto a este príncipe que le pide consejos, marcar que él no esta allí para enseñarle, lo que hace nuestra ley presente, a saber lo que conviene para el incremento de las riquezas del reino y especialmente para lo que llamaremos la plus-valía. Si hay un sentido que se puede dar retrospectivamente a Li se trata por supuesto de eso. Ahora bien es precisamente aquí donde es notable ver que lo que marca Mencius en la ocasión, es que a partir de esta palabra que es la naturaleza, o si ustedes quieren de la palabra que concierne a la naturaleza, esto de lo que se va a tratar es de llegar a la causa, en tanto que la llamada causa es Li: Li Ol Tchi I, lo que quiere decir el Li, Ol es algo que quiere a la vez decir como y y como pero, Ol Tchi I: es solamente esto. Y para que no se dude el Li que termina, que es un i conclusivo, [esta i] tiene el mismo acento de solamente: es Li y eso es suficiente.

Es  aquí que me permito en suma reconocer que en cuanto a los efectos del discurso para todo lo que esté debajo del cielo, lo que surge de allí no es otra cosa que la función de causa en tanto que ella es el plus-de-gozar. Ustedes verán, para referirse a este texto de Meng-Tsen, ustedes tienen dos maneras de hacerlo, ustedes lo pueden obtener por un lado en edición, por otra parte muy buena que fue hecha a fines del siglo XVIII por un jesuita llamado Wieger en una edición de los CUATRO LIBROS FUNDAMENTALES DEL CONFUSIONISMO y de otra forma, es apoderarse de ese MENCIUS ON THE MIND que apareció en KEEGAN PAUL de Londres no sé si aún existen ejemplares available como se dice. Pero después de todo vale la pena hacerlo hacer para aquellos que tendrían la curiosidad de remitirse a algo tal fundamental para cierto esclarecimiento de una reflexión sobre el lenguaje que es el trabajo de un neopositivista y que por cierto no es desdeñable. Todos aquellos que quieran tomarse el trabajo, si no pueden procurarse el volumen, de tener una fotocopia, comprenderán mejor quizás un cierto numero de referencias que tomaré de allí este año, porque volveré a él.

Otra cosa, entonces, es hablar del origen del lenguaje, y otra cosa hablar de su relación con lo que enseño, conforme a lo que articulo, el año pasado lo articulé como el discurso del Analista. Porque ustedes no lo ignoran, la lingüística comenzó con Humboldt, por alguna suerte de prohibición, no plantear la cuestión del origen del lenguaje, sin lo cual, desde luego, uno se extravía.

No es poca cosa que a alguien se le halla ocurrido en pleno período de mistificación genética -era el sentido a comienzo del siglo XIX- que se halla planteado que jamás algo sería situado, fundado, articulado en lo que concierne al lenguaje si no se comenzaba en principio por prohibir las cuestiones del origen, -ejemplo que se tenía que haber seguido en otros lugares. Esto nos hubiera evitado muchas lucubraciones del tipo de aquellas que uno puede llamar primitivistas. No hay nada como la referencia a lo primitivo para primitivizar el pensamiento, ya que es él mismo quien regresa regularmente a la medida de eso que pretende descubrir como primitivo. El discurso del Analista es preciso que se los diga, ya que en suma no lo entendieron, el discurso del Analista no es otro que el discurso lógico de la acción. ¿Por qué no lo entendieron?. Porque en lo que articulé el año pasado con pequeñas letras en el pizarrón bajo esta forma de sobre S2 y de lo que pasa a nivel del analizando, a saber la función del sujeto en tanto que esta tachado y en tanto que lo que produce son significantes, y no importa cuales: significante amo, es porque estaba escrito y escrito así, porque lo he escrito muchas veces; por eso mismo no lo han entendido. Es en eso que lo escrito se diferencia de la palabra y es preciso devolverle la palabra y enmarcarlo seriamente pero naturalmente no sin inconvenientes a priori, para que sea entendido. Se puede escribir montones de cosas sin que eso llegue a ninguna oreja, y, sin embargo, está escrito. Es incluso por esto que llamé así a mis ESCRITOS. Todos los sensibles se escandalizaron, todos. Es muy curioso que la persona a quien eso ha convulsionado sea una japonesa. Comentaré esto más tarde. Naturalmente esto aquí no convulsionó a nadie; la japonesa de la que hablo no está aquí. Pero cualquiera de esta tradición, sabría, -pienso, dado el caso comprender porque se ha producido esta especie de efecto de insurrección.

Es por la palabra desde luego, que se abre la vía hacia lo escrito. Si a mis ESCRITOS lo titulé así es porque representan una tentativa: una tentativa de escrito, como esta señalado de manera suficiente por el hecho de que eso desemboca en grafos. Lo molesto es que la gente que pretende hacerme comentarios parte inmediatamente de los grafos. Se equivocan. Los grafos sólo se pueden comprender en función, diré, del menor efecto de estilo de los llamados escritos que son de alguna manera la vía de acceso, mediante la cual lo escrito retomado por si solo, se trate de tal o cual esquema, aquel que se llama £ o de cualquiera, o del gran grafo, presenta la posibilidad de toda clase de malentendidos. Se trata de una palabra, ¿cómo desde luego y por qué?. Que tienda a abrir la vía a esos grafos, que se trata pero no conviene olvidar esta palabra por la razón de que es ella misma lo que se refleja de la regla analítica, que como ustedes lo saben es: hablen, apuesten, basta con que ustedes sean ricos en palabras, ¡he aquí la caja de donde salen todos los dones del lenguaje, una caja de Pandora!.

¿Cuál es entonces la relación con estos grafos?, desde luego nadie se atrevió aún a llegar a estos grafos, no les indican nada que permita retornar al origen del lenguaje. Si hay una cosa que aparece allí, e inmediatamente, es que no solamente ellos no la entregan, sino que tampoco la prometen.

La cuestión de hoy es la situación con relación a la verdad que resulta de eso que se llama la libre asociación, dicho de otra manera un libre empleo de la palabra. Siempre hablé de eso con ironía. No hay asociación libre así como no se podría decir que es libre una variable ligada en una función matemática, y la función definida por el discurso analítico no es evidentemente libre: esta ligada. Esta ligada por condiciones que designaré rápidamente como aquellas del consultorio analítico.

a    

—- : — S2    S1

El discurso analítico está a mucha distancia, tal como está definido aquí por esta disposición escrita, a mucha distancia del consultorio analítico. Es precisamente lo que constituye eso que llamaremos mi disentimiento con un cierto número de consultorios analíticos. Así esta definición analítica para señalar donde estoy no les parece acomodarse a las condiciones del consultorio analítico. Medir lo que se hace cuando se entra en un psicoanálisis, es algo que tiene en importancia, pero en todo caso, en cuanto a mí, se indica que en el hecho yo procedo siempre con numerosas entrevistas preliminares. Una persona piadosa que no designaré de otra manera encontraba parece en los últimos ecos, en fin ecos que tienen tres meses, que al menos había una apuesta insostenible para ella en fundar la transferencia en el sujeto supuesto saber ya que por otra parte el método implica que se sostenga con una ausencia total de prejuicios en cuanto al caso. ¿Sujeto supuesto saber de qué entonces?. Me permitiría preguntar a esa persona si el psicoanalista debe ser supuesto saber lo que hace y si efectivamente lo sabe. A partir de aquí se comprenderá que planteo de cierto modo mis preguntas sobre la transferencia en La dirección de cura {y los principios de su poder} por ejemplo, que es un texto en cual veo con placer que en mi escuela -ya que pasa algo nuevo, es que en mi escuela se ponen a trabajar en calidad de escuela, hay aquí un paso bastante nuevo como para ser revelado -he podido comprobar, no sin placer, que se habían dado cuenta que, que en este texto, yo no resuelvo de ninguna manera lo que es la transferencia. Es precisamente al decir del sujeto supuesto saber, tal como lo definí, que la cuestión de saber si el analista supone saber lo que hace, permanece intacta.

Para partir de algo que hoy va a enunciarse, por eso este carácter chino, porque es un escrito, aquel, y lamento mucho que la tiza no me permita ponerle los acentos que permite el pincel, es un escrito que tiene el sentido para satisfacer las exigencias de los positivistas lógicos, un sentido, que como van a ver, es plenamente ambigüo ya que quiere decir a la vez retorcido, que también quiere decir personal en el sentido de primado, y además , tiene algunos otros. Pero lo que parece notable, es una forma escrita, que va a permitirme inmediatamente decirles donde se ubican los términos alrededor de los cuales va a girar mi discurso de hoy.

Si ubicáramos aquí, en alguna parte lo que llamo en un sentido más amplio -debo decir que no tengo necesidad del sentido y de subrayarlo, los efectos del lenguaje, aquí tendríamos que poner aquello de lo que se trata a saber donde ellos toman su principio. Allí donde toman su principio -en eso el discurso analítico es revelador de algo, que es un paso, voy a tratar de recordarlo aunque se trate para el análisis de verdades primeras. Por aquí voy a comenzar inmediatamente. Entonces tendríamos aquí el hecho de lo escrito. Es muy importante en nuestra época y a partir de ciertos enunciados que han sido hecho y que tienden a establecer confusiones muy lamentable, recordar de toda maneras que lo escrito está, no en primer lugar, sino en segundo lugar respecto a toda función del lenguaje y que, sin embargo, sin lo escrito no es de ninguna manera posible volver a cuestionar lo que resulta antes que nada del efecto del lenguaje como tal, dicho de otra manera del orden simbólico, es a saber la dimensión para darles placer, pero ustedes saben que introduje el termino demansión, la residencia, el lugar del Otro, de la verdad. Sé que para algunos la demansión es un problema. Me llegaron los ecos. Y bien si demansion es en efecto un término nuevo que yo introduje, y si él no tiene sentido [todavía], y bien esto quiere decir que les corresponde a ustedes encontrarle uno. Interrogar la demansión de la verdad, [la verdad en su morada], es algo -allí está el término, la novedad de lo que introduje hoy -que sólo se hace por lo escrito, y por lo escrito en tanto que la lógica se constituye sólo por lo escrito.

He aquí lo que introduje en este punto de mi discurso este año: sólo hay cuestión lógica a partir de lo escrito, en tanto que lo escrito, no es justamente el lenguaje. Y es en eso que enuncié que no hay metalenguaje más que lo escrito mismo en tanto que él se distingue del lenguaje está allí para mostrarnos que si es desde lo escrito que se interroga el lenguaje conjuntamente en tanto que el escrito no lo es, pero que sólo se construye, se fabrica por su referencia al lenguaje.

Después de haber planteado esto que tiene la ventaja de mostrarles mi intensión mi propósito, vuelvo a partir de esto que concierne a este punto que es del orden de esta sorpresa por donde se señala el efecto de rebotadura del cual traté de definir la unión de la verdad al saber y que enuncié en estos términos: que no hay relación sexual en el ser parlante. Hay una primera condición que podría hacerlo ver enseguida, es que la relación sexual, como cualquier otra relación, en último término sólo subsiste por lo escrito. Lo esencial de la relación es una aplicación: a aplicado sobre b: a   b si ustedes no lo escriben a y b no tienen la relación en tanto que tal. Ustedes no pueden decir que no pasen cosas en lo real, ¿en nombre de qué lo llamarían relación?. Esta cosa muy excesiva bastaría para tomar digamos, concebible que no hay relación sexual, pero no resolvería en nada el hecho de que no se llegue a escribirla. Incluso diré mas: hay algo que se ha hecho al cabo de un tiempo, escribirlo así sirviéndose de pequeños signos planetarios, a saber relación de lo que es macho a lo que es hembra.

Y diré incluso que desde hace cierto tiempo gracias al progreso que ha permitido el uso del microscopio -no olvidemos que antes de Swammerdam, no se podía tener al respecto ninguna clase de idea- esto puede parecer articular el hecho de que la relación, por más compleja que sea, por meiótico que sea el proceso por el cual las células llamadas gorrádicas dan un modelo de la fecundación de donde procede la reproducción, y bien parece que en efecto hay allí algo fundado y establecido que permite situar en un cierto nivel llamado biológico un modo que literalmente volatiliza lo que ocurre con lo que puede escribirse a propósito de la relación. [extraño aseguramiento y después de todo, Dios mío, y después de todo, nada de eso, pero querría evocar para ustedes, la dimensión de extrañeza de la cosa, es que la dualidad y suficiencia de esta relación tienen desde siempre su modelo. se los he evocado a propósito del ying y del yang, los principios macho y hembra, después de todo no es particular a la tradición china, eso es lo que encontraran en todo especie de pensamiento concernientes a la relación de la acción y de la pasión, concerniente a lo formal y lo substancial, concerniente a Purusha, el espíritu de Prakriti, y no sé que materia feminizada. El modelo general de esta relación del macho a la hembra es el frecuente desde siempre, desde hace mucho tiempo, el reparo del ser parlante sobre las fuerzas del mundo, las que están bajo el cielo (t’ien hia). Es conveniente marcar lo completamente nuevo de esto, lo que llamo el efecto de sorpresa que comporta lo que ha partido, valga lo que valga, del discurso Analítico. Es que es insostenible para él permanecer de algún modo en esta dualidad como suficiente. Es que la función llamada del Falo que es, a decir verdad la peor manejada, pero que esta allí, funciona en lo que no es solamente una experiencia a no sé qué, que debería ser considerado como desviado como patológico pero que es esencial como tal a la institución del discurso analítico; esta función del Falo, torna por otra parte insostenible esta bipolaridad sexual de un modo que literalmente volatiliza lo que hay allí de eso que puede escribirse de esta relación] Es necesario distinguir lo que ocurre con esta intrusión del falo de lo que algunos han creído poder traducir con el término de falta de significante. No se trata de falta de significante, sino del obstáculo hecho a una relación. El falo al poner el acento sobre un órgano, no designa por supuesto al órgano llamado pene con su fisiología, ni tampoco la función que se puede, a fe mía, atribuirle con alguna verosimilitud como siendo aquella de la copulación. Apunta del modo menos ambigüo, si uno se remite a los textos analíticos, a su relación con el goce. Y es en esto que ellos lo distinguen de la función fisiológica; hay -es eso que se plantea como constituye en esta relación- diferente de la relación sexual- ¿qué?. Lo que llamaremos su condición de verdad.

El ángulo bajo el cual está tomado el órgano que, respecto de lo que ocurre con el conjunto de los vivientes, de ningún modo está ligado a esta forma particular; si ustedes supieran la variedad de órganos que existen entre los insectos, podrían, lo que es después de todo lo que es el principio de lo que es siempre un buen uso, a saber el asombro para interrogar lo real, ustedes podrían por cierto en efecto asombrarse que eso sea así, que funcione así en los vertebrados, se trata aquí del órgano en tanto, es necesario que aquí vaya rápido, porque no voy a eternizarme, a retomar todo: vayan al texto del que les hablaba hace un rato, a la dirección de la cura y los principios de su poder, el falo es el órgano en tanto que es -Es: se trata de serlo- el goce femenino. Bien, ahí es donde está en que reside la incompatibilidad del ser y del tener.

En este texto, logré repetir con cierta insistencia, al poner allí algunos acentos de estilo de los cuales repito que son también importantes para encaminar allí los grafos a los cuales estos acentos ligan, y aquí que los tengo frente a mí, en este famoso Congreso de royaumont, algunas personas que se burlaban: ¡Si todo está allí, si se trataba de serlo y de tenerlo, eso no tiene mucho alcance, eso serlo y tenerlo se lo elige eh!.  Sin embargo, eso se llama la castración.

Lo que propongo es esto, plantear que el lenguaje. Ponemos esto aquí -tiene su campo reservado en esta apertura de la relación sexual, tal como la deja abierta al falo al plantear que lo que introduce allí eso no son dos términos que se definen como macho y hembra sino a partir macho y de hembra, sino de esta elección que hay entre dos términos de una naturaleza y de una función bien diferente que se llama el ser y el tener. Lo que prueba, lo que soporta, lo que vuelve absolutamente evidente, definitiva esta distancia, es esto, esto de lo cual no parece que se haya señalado la diferencia es la substitución a la relación sexual de lo que llama la ley sexual. Es aquí donde se inscribe esta distancia de que no hay nada de común entre lo que puede enunciar de una relación que haría ley en tanto que depende bajo una forma cualquiera de la aplicación, tal que la función matemática la sigue de cerca, y una ley que es coherente con todo el registro de lo que se llama el deseo, de lo que ese llama la prohibición, de lo que se subraya que es la apertura misma de la prohibición inscrita que revela, la conjunción, incluso la identidad, como me atreví a enunciarlo: de este deseo y de esta ley lo que plantea correlativamente, todo lo que depende del efecto del lenguaje, de todo lo que instaura la demansión de la verdad de una estructura de ficción.

La correlación de siempre del rito y del mito, de la cual es una ridícula debilidad decir que el mito sería simplemente el comentario del rito y que esta hecho para sostenerlo, para explicarlo, mientras que es, según una topología que es aquella a la cual he hecho desde hace bastante tiempo he apostado para no tener necesidad de recordarlo: el mito y el rito son como el derecho y el revés, con ésta condición de que este derecho y este revés estén en continuidad. La conservación en el discurso Analítico, de este mito residual que se llama aquel del Edipo -Dios sabe por qué- que es en efecto como aquel de Toten y Tabú donde se inscribe ese mito -por completo las mujeres, es de todas maneras allí que debemos interrogar desde un poco más lejos, la lógica de lo escrito, lo que quiere decir. Hace mucho tiempo que introduje aquí el esquema de Pierce que concierne a las proposiciones en tanto que ellas se dividen en cuatro: en universal, particular, afirmativa, negativa, los dos pares de términos se intercambian. Cada uno sabe que decir que todo x es y -si el esquema de Pierce Charles Llanders tiene un interés, es mostrarlo -es que definir como necesario que todo algo esté provisto de tal atributo de una posición universal perfectamente admisible sin que haya, sin embargo, ningún x.

En la pequeña fórmula o el pequeño esquema de Pierce yo les recuerdo, que aquí tampoco tenemos un cierto numero de rasgos verticales, {A y C} que aquí no tenemos ninguno {B}, que aquí tenemos una pequeña mezcla de los dos {C} y que es de la imbricación de dos de esas casillas que resulta la especificidad de tal o cual de esas proposiciones y es cuando se reúnen esos dos cuadrantes que se puede decir todo rasgo es vertical {A y B}. Si no es vertical no hay rasgo. Para hacerla negativa, hay que reunir esos dos (1 y 2): o bien no hay rasgo {B}, o bien no hay rasgos verticales {B y D}. o que designa el mito del goce de todas las mujeres es que el todas las mujeres no existe. No hay universal de la mujer. Esto es lo que plantea un cuestionamiento del falo, y no de la relación sexual, en cuanto a lo que ocurre con el goce que constituye ya que he dicho que era el goce femenino. Es a partir de esos enunciados que un cierto número de cuestiones se encuentran radicalmente desplazadas. Después de todo, es posible que halla un saber del goce que se llama sexual que sea el hecho de esta cierta mujer. La cosa no es impensable. En todos los rincones hay huellas de esto. Las cosas que se llaman el tantra, se dice que eso se practica. De todas maneras es claro que desde hace un tiempo, si ustedes me permiten expresar mi pensamiento así, la habilidad de los tocadores de plantas es mucho más patente. No para jugar con la obscenidad que avanzo esto en este punto, es que hay aquí una persona que sabe lo que es tocar la planta, es la persona que recientemente me hacía observar, a propósito de esta ejecución de la planta -pero también se lo pude decir a propósito de todo uso de un instrumento -que división del cuerpo hace necesario el uso de cualquier instrumento, quiero decir ruptura de sinergia. Basta con tocar cualquier instrumento: pónganse ustedes sobre un par de esquíes, verán enseguida que vuestras [sinergías] deben romperse. Tomen un palo de golf, es parecido. Hay dos tipos de movimientos que es necesario que hagan al mismo tiempo; no llegaran nunca al comienzo, porque sinérgicamente eso no se arregla así como así. La persona que me recordó justamente la cosa a propósito de la planta me hacía observar igualmente observar que para el canto donde en apariencia no hay instrumento -en eso el canto es particularmente interesante- es que allí también es necesario que dividan vuestro cuerpo, que dividan allí dos cosas que son completamente distintas para que puedan cantar, pero que por lo común son completamente sinérgicas, a saber la colocación de la voz y la respiración.

Bien, esas verdades primeras que no han habido necesidad que me las recuerden, porque por otra parte les decía que tuve mi última experiencia con mi palo de golf, es lo que deja abierta como una cuestión que hay aún en alguna parte un saber del instrumento falo, sólo que el instrumento falo, no es un instrumento como los otros, como para el canto. El instrumento falo, ya se los he dicho no se debe confundir para nada con el pene. El pene, se determina por la ley, es decir, por el deseo, [es decir, por el plus-de-gozar], es decir, por la causa del deseo [es decir, por el fantasma. Y eso el supuesto saber de la mujer que sabría, allí se encuentra un hueso, precisamente aquel que le falta al órgano, si ustedes me permiten continuar en la misma vena. Ya que en ciertos animales hay un hueso. ¡Y sí, allí hay una falta, es un hueso que falta!. No es el falo, es el deseo o su funcionamiento. De ello se deduce que una mujer no tiene testimonio de su inserción en la ley de lo que suple la relación más que por el deseo del hombre. Allí basta para tener una muy pequeña experiencia analítica para tener la certeza de esto. El deseo del hombre, acabo de decirlo, esta ligado a su causa que es el plus-de-gozar o que es aún, como lo ya lo dije muchas veces, si toma su fuente en el campo de donde parte todo: el efecto del lenguaje, el deseo del Otro, por consiguiente, y la mujer en esta ocasión, uno se da cuenta que ella es el Otro, sólo que ella es el Otro, de una competencia distinta al de su mujer, cualquiera fuere éste.

Es aquí entonces el instrumento fálico colocado entre las comillas como causa del lenguaje no he dicho origen. Y aquí a pesar de lo avanzado de la hora, señalaré la huella que se puede tener de eso, a saber el mantenimiento, a pesar de lo que se quiera, de una prohibición sobre las palabras obscenas. Y ya que sé que hay gente que espera de mí algo que les prometí, hacer alusión a él Eden, Eden, Eden. ¡Ah! y decir por que no firmo las declaraciones, es que no es que la estima que tengo de esta tentativa sea mediocre, es comparable a la de mis Escritos, salvo que es mucho más desesperada. Y es porque la considero como en este punto -sin esperanza porque es totalmente desesperado lenguajear el instrumento fálico, que también pienso que alrededor de tal tentativa sólo pueden fomentarse malos entendidos. Ustedes ven que mi rechazo se ubica para la circunstancia en un punto altamente teórico.

Querría volver a esto: ¿desde dónde se interroga la verdad?. Porque la verdad puede decir todo lo que ella quiere. Es el oráculo. Eso existe desde siempre y después de eso uno no tiene más que arreglárselas. Sólo que hay un hecho nuevo, el primer hecho nuevo desde que funciona el oráculo, es decir, desde siempre. El hecho nuevo, es un hecho escrito y que se llama La Cosa Freudiana donde indiqué esto que nadie había dicho jamás; sólo que como está escrito naturalmente ustedes no lo han entendido. Dije: La Verdad habla yo. Si ustedes habían dado su peso a esta especie de exuberancia polémica que hice para presentar la Verdad -ni siquiera recuerdo lo que escribí- como volviendo a la pieza con ruido de espejos rotos, quizás eso hubiera podido abrirle las orejas. ¡Pero el ruido de los espejos que se rompen, en un escrito, no les sorprende!. Sin embargo, estaba bastante bien escrito. Es lo que se llama efecto de estilo. Y eso por cierto les hubiera ayudado a comprender lo que quiere decir la Verdad habla yo.

Quiere decir que se le puede decir tú y voy a explicarles para qué sirve esto. Van a creer, desde luego, que voy a decirles que sirve para el diálogo. Hace mucho tiempo que dije que no había diálogo. Y con la Verdad, naturalmente, mucho menos. Sin embargo, si ustedes leen algo que se llama La Metamatemática de Lorensen, hoy lo traje, está en Gantier-villars et Muton, y, además, voy incluso a indicarles la página donde ustedes verán cosas astutas, son diálogo, diálogos escritos, es decir, que es él mismo quien escribe las dos réplicas, es muy instructivo, se remitirán a la página 22, y podría traducirlo de más de una manera, incluso sirviéndome de mi ser y de mi tener de hace un rato. Pero iré más lentamente, para recordarles esta cosa sobre la cual ya he puesto el acento, a saber que ninguna de las paradojas en las cuales se detiene la lógica clásica, señaladamente aquella de yo miento, se sostiene sino a partir del momento en el que está escrito. Es muy claro que quiere decir yo miento es una cosa que no hace ningún obstáculo, dado que sólo se hace eso. ¿Entonces, por qué se lo diría?, ¿qué quiere decir eso?. Que solamente cuando está escrito hay paradoja, porque se dice: ¡Vaya, usted miente o bien dice la verdad!. Es exactamente la misma cosa que les hice observar hace un momento, escribir el número más pequeño que se escribe en más de quince palabras. Ustedes no ven ahí ningún obstáculo cuando se los digo: si está escrito, ustedes lo cuentan, se darán cuenta que no hay más de trece, en lo que acabo de decirles, pero sólo se cuenta si está escrito. Porque si está escrito en japonés, los desafío a contarlos, porque ahí ustedes se harán igualmente la pregunta: hay pequeños fragmentos de vagidos, pequeños oh y pequeños wua que ustedes se preguntaran que es necesario pegarlos a la palabra o si es necesario separarlo y contarlos por una palabra. Sólo cuando está escrito se puede contar.

Entonces la verdad, ustedes verán que es exactamente como en La Metamatemática de Lorensen, si ustedes afirman que no se puede decir a la vez si y no sobre el mismo punto, bien, ustedes ganan. Verán en un rato lo que ganan. Pero si ustedes apuestan que es sí o no, ahí pierden. Vayan a Lorensen. Voy a ilustrárselos enseguida.

Afirmo: no es verdad -le digo a la Verdad- que digas a la verdad y que mientas al mismo tiempo. La Verdad puede responder muchas cosas, ya que son ustedes quienes la hacen responder, y no les cuesta nada. De todas maneras eso va a llegar al mismo resultado, pero para permanecer pegado a Lorensen se los detallo. Ella dice: digo la verdad. Ud responden que: yo no te le hago decir. Entonces para joderlos ella les dice: miento. A los que ustedes responden: ahora gané, sé que te contradices. Eso no tiene más alcance. Que el inconsciente diga siempre la verdad y que mienta, en él se puede sostener perfectamente. Simplemente les corresponde a ustedes saberlo.

¿Qué les enseña esto?. Que de la verdad, sólo saben algo cuando se desencadena, porque ella se ha desencadenado: ha roto vuestra cadena. Les dijo las dos cosas, además, cuando ustedes decían que su conjunción no era sostenible. Pero supongan lo contrario, que ustedes le hayan dicho: o dices la verdad o mientes. Bueno ahí corre por cuenta de ustedes. Porque es lo que ella les responde: Te lo concedo, me encadeno, Tu me dices: o dices la verdad o mientes, y en efecto es verdad. Sólo que entonces, ahí ustedes no saben nada. Ustedes no saben nada de lo que ella les dijo ya que ella dice la verdad o ella miente. De manera que ustedes pierden. No sé si la pertinencia de esto se los muestra, pero quiere decir esto, de lo cual constantemente tenemos la experiencia, y es que la verdad, se niega, entonces esto me sirve para algo. Siempre estamos en contacto con eso en el análisis. Pero si ella se abandona, si acepta mi cadena, no importa cual, entonces no entiendo nada. Dicho de otra manera eso me deja deseando. Me deja deseando, me deja en posición de demandante, ya que me equivoco cuando pienso que soy restaurador de una verdad que sólo puede reconocer a título de desencadenador. Ustedes hacen ver que desencadenamiento participan.

Hay algo que merece ser destacado en este informe, es la función de ese algo que hace mucho tiempo pongo muy suavemente sobre el banquillo y que se llama la libertad. Ocurre que a través de nuestros fantasmas, hay quienes elucubran de cierto modo donde, sino la verdad misma, al menos el falo se podría domesticar. No les diré en que variedades de detalles esa clase de lucubraciones puede desplegarse. Pero hay algo impresionante, es que, dejando de lado una cierta clase de falta de seriedad que es quizás lo que hay de más sólido para definir la perversión, y bien, esas soluciones elegantes les aclaro que las personas para quienes eso es serio, todo ese pequeño asunto, porque, Dios santo, el lenguaje cuenta para ellos, lo escrito también aunque más no sea porque eso permite la interrogación lógica, porque al fin de cuentas ¿qué es la lógica, si no es esa paradoja absolutamente fabulosa que sólo permite a lo escrito tomar la Verdad por referencia?. Por eso es evidente que se comienza, cuando se comienza por dar las primeras, las primeras fórmulas de la lógica proposicional, se toma como referencia que hay proposiciones que pueden marcarse con V -Verdad- y otro que pueden marcarse como falso -F. Referirse a la Verdad, es plantear lo falso absoluto, es decir, un falso al cual uno podría referirse como tal. Las personas serias -retomo lo que estoy diciendo- a las cuales se le proponen esas soluciones elegantes que serían la domesticación del falo, y bien, es curioso: son ellas las que se niegan. Y porque, sino para preservar lo que se llama la libertad en tanto que ella es precisamente idéntica a esta no-existencia de la relación sexual. Porque en fin hay necesidad de indicar que esta relación del hombre y de la mujer, en tanto que es por la ley, la ley llamada sexual, radicalmente falseada, es ese algo que no obstante deja deseando que para cada uno exista su cada una para responderle. Si eso ocurre, ¿Qué se dirá?. No por cierto que allí estaba cosa natural, ya que no hay a este respecto naturaleza, ya que la mujer no existe. Que exista, es un sueño de mujer, pero es el sueño de donde salió Don Juan. ¡Si hubiera un hombre para quien la mujer exista, sería maravilloso!. Uno estaría seguro de su deseo. Es una lucubración femenina. Para que un hombre encuentre a su mujer, que otra cosa, sino la fórmula romántica: ¡era fatal!, ¡estaba escrito!. Una vez más volvimos a esta encrucijada que es aquella en la que he dicho que haré vascular lo que ocurre con el verdadero señor, con el tipo que es lo se que traduce -muy mal, a fe mía- por el hombre un poquito por debajo de lo común, es este equilibrio entre el Sin, esta naturaleza tal que ella esta inscripta por el efecto de lenguaje, inscripta en esta disyunción del hombre y la mujer y por otra parte es está escrito, este Ming, ese otro carácter que ya les hice una primera vez, del cual hago aquí bajo la forma que es aquella ante la cual vuestra libertad retrocede.