Obras de S. Freud: Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17]). Prólogo a la traducción al hebreo [1930]

1. Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [1915-17])

 

Prólogo a la traducción al hebreo [1930].

Estas conferencias fueron pronunciadas en 1916 y en 1917. Respondían con bastante fidelidad

al estado en que se encontraba entonces la joven ciencia, y abarcaban más de lo que

enunciaba su nombre. No sólo ofrecían una introducción al psicoanálisis, sino también la

mayor parte del contenido de este último. Naturalmente, hoy ya no es así. En el ínterin, la teoría ha

hecho progresos y se han agregado piezas importantes, como la descomposición de la

personalidad en un yo, un superyó y un ello, una profunda modificación de la doctrina de las

pulsiones e intelecciones sobre el origen de la conciencia moral y del sentimiento de culpa. Por

tanto, las conferencias quedaron en alto grado incompletas; sólo ahora tienen realmente el

carácter de una mera «introducción». Pero, en otro sentido, tampoco han sido superadas ni

están envejecidas. Lo que comunican, exceptuadas unas pocas modificaciones, se sigue

creyendo y enseñando todavía en las escuelas psicoanalíticas Al público lector de hebreo, y en particular a los jóvenes afanosos de saber, este libro les

entrega el psicoanálisis en el ropaje de aquella antiquísima lengua que ha sido llamada a nueva

vida por la voluntad del pueblo Judío. El autor sabe bien del ímprobo trabajo que debió realizar el

traductor. No puede tampoco acallar esta duda: ¿Habrían hallado comprensibles estas

conferencias Moisés y los profetas? Pero a sus descendientes -entre los cuales se cuenta el

propio autor-, a quienes está destinado este libro, les ruega que no se abandonen a una

reacción de rechazo siguiendo los primeros impulsos de crítica y disgusto. El psicoanálisis

aporta tantas cosas nuevas, y entre ellas tantas que contradicen opiniones consabidas y

sentimientos hondamente arraigados, que no puede menos que provocar oposición al

comienzo. Pero si uno suspende el juicio y deja que el psicoanálisis como un todo lo

impresione, quizá llegue a la convicción de que aun eso nuevo indeseado merece conocerse y

es indispensable si se quiere comprender el alma y la vida de los hombres.

Viena, diciembre de 1930

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