Escritos breves. (1906-09).
Respuesta a una encuesta «Sobre la lectura y los buenos libros» (1906).
(1)
Ustedes me piden que les nombre «diez buenos libros» y se rehusan a agregar una palabra aclaratoria. Entonces, no sólo me dejan librado elegir los libros, sino explicitar la demanda que me dirigen. Habituado a prestar atención a pequeños indicios, no puedo menos que atenerme al texto en que envuelven su enigmático pedido. No dicen «las diez obras más grandiosas» (de la literatura universal), a lo cual yo habría debido responder, con tantísimos *otros: Homero, las tragedias de Sófocles, el Fausto de Goethe, Hamlet, Macbeth de Shakespeare, etc. Tampoco «los diez libros más importantes», entre los cuales habrían debido hallar cabida hazañas científicas como las de Copérnico, las del antiguo médico Johann Weier sobre la creencia en las brujas, el libro de Darwin sobre el origen del hombre, etc. Ni siquiera han preguntado por los «libros predilectos», entre los que yo no habría olvidado al Paraíso perdido, de Milton, ni al Lázaro, de Heine. Opino, pues, que en el texto de ustedes un particular acento recae sobre lo «bueno», y con ese atributo entienden designar libros con los que uno se sienta como en compañía de «buenos» amigos, a los que uno deba parte de su conocimiento de la vida y de su cosmovisión propia, que uno mismo haya gozado y recomiende de buena gana a otros, sin que empero en esa relación se destaque de una manera particular el aspecto de la admiración reverencial, la sensación de la propia insignificancia ante la grandiosidad de ellos,
Les nombro entonces diez «buenos» libros de esa índole, que se me ocurrieron sin meditar mucho:
Multatuli, Briefe und Werk. (2)
Kipling, Jungle book.
Anatole France, Sur la pierre blanche.
Zola, Fécondité.
Merejkovski, Leonardo da Vinci.
G. KeIler, Leute von Seldwyla.
C. F. Meyer, Huttens letzte Tage.
Macaulay, Essays.
Gomperz, Griechísche Denker.
Mark Twain, Sketches.
No sé qué se proponen hacer ustedes con esta lista. A mí mismo me parece bastante rara, y en verdad no puedo entregarla sin algún comentario. En modo alguno abordaré el problema de averiguar por qué justamente estos y no otros libros igualmente «buenos», sino que sólo trataré de iluminar la relación entre el autor y su obra. Este vínculo no es en todos los casos tan firme como en Jungle book, de Kipling. En la mayoría de los otros habría podido escoger una diversa obra del mismo autor; por ejemplo, de Zola, Docteur Pascal, etc. El autor que nos ha regalado un buen libro a menudo nos ha entregado varios buenos libros. En el caso de Multatuli no me siento capaz de preferir el «epistolario privado» al «epistolario de amor», ni a la inversa, y por eso consigno: Briefe und Werk. He excluido de la lista creaciones literarias de valor genuinamente poético, quizá porque la demanda de ustedes, «buenos libros», no parecía apuntar de manera directa a ellas. En Huttens letzte Tage, de C. F. Meyer, me veo precisado a tasar lo «bueno» mucho más alto que lo «bello», y a apreciar en él más lo «edificante» que el goce estético.
Con la demanda de ustedes de nombrar «diez buenos libros» han tocado algo sobre lo cual uno podría extenderse indefinidamente. Concluyo, pues, para no volverme demasiado comunicativo.
Presentación de la serie Schriften zur angewandten Seelenkunde (1907).
(3)
Los Schriften zur angewandten Seelenkunde, cuya primera entrega al público hacemos hoy, van dirigidos a ese vasto círculo de personas cultas que, sin ser precisamente filósofos ni médicos, saben atribuir a la ciencia de lo anímico en el hombre el valor que posee para entender y ahondar nuestra vida. Los ensayos aparecerán sucesivamente sin ajustarse a un orden preestablecido, y en cada ocasión ofrecerán un trabajo único dedicado a la aplicación de conocimientos psicológicos a temas del arte y la literatura, la historia de la cultura y de la religión, y campos análogos. Estos trabajos presentarán ora el carácter de una indagación exacta, ora el de un empeño especulativo; unas veces abarcarán un vasto problema, mientras que otras ensayarán penetrar en uno más limitado; pero en todos los casos serán contribuciones originales y evitarán asemejarse a unas reseñas o compilaciones.
El director de esta colección se siente obligado a garantizar la originalidad y bondad de los ensayos que* aparecerán en ella. Por lo demás, no violará la independencia de sus colaboradores ni se hará responsable por lo que ellos sostengan. No se debe considerar definitorio para la empresa iniciada el hecho de que los primeros números tomen particularmente en cuenta las doctrinas que el propio director de la colección ha sustentado en la ciencia. Muy por el contrario, esta colección se halla abierta para los representantes de opiniones divergentes y espera poder dar expresión a la diversidad de puntos de vista y de principios en la ciencia actual.
El editor
El director de la colección
Prólogo a Wilhelm Stekel, Nervöse Angstzustande und ihre Behandlung (1908).
(4)
Mis indagaciones sobre la etiología y el mecanismo psíquico de las neurosis, que vengo realizando de manera continuada desde 1893 y al comienzo sólo obtuvieron escasa consideración de mis colegas, han sido por fin reconocidas por cierto número de investigadores médicos y han llamado también la atención sobre el procedimiento psicoanalítico de indagación y curación, a cuyo empleo debo mis logros. El doctor Wilhelm Stekel, uno de los primeros colegas a quienes pude introducir en el conocimiento del psicoanálisis hoy ya familiarizado con su técnica por una práctica de varios años, ha emprendido la tarea de elaborar un capítulo de la clínica de estas neurosis sobre la base de mis opiniones, y de exponer a los lectores médicos las experiencias que ha adquirido con el método psicoanalítico. Si en el sentido ya dicho yo acepto la responsabilidad por su trabajo, me parece equitativo declarar de manera expresa que mi influencia directa sobre su libro acerca de los estados neuróticos de angustia ha sido muy escasa. Las observaciones, así como todos los detalles de concepción e interpretación, pertenecen al doctor Stekel; sólo la designación «histeria de angustia (5)» se debe a una propuesta mía.
Estoy autorizado a decir que la obra del doctor Stekel se basa en una rica experiencia y por eso es apta para incitar a otros médicos a corroborar por cuenta propia nuestras opiniones acerca de la etiología de esos estados. Abre insospechadas perspectivas sobre las realidades de la vida que suelen esconderse tras los síntomas neuróticos, y convencerá sin duda a los colegas de que para su entendimiento, así como para su acción terapéutica, no puede ser indiferente la posición que adopten frente a los indicios v esclarecimientos aquí brindados.
Viena, marzo de 1908
Prólogo a Sándor Ferenczi. Lélekelemzés, értekezések a pszichoanalizis köréböl (1910 [1909]).
(6)
La indagación psicoanalítica de las neurosis (diversas formas de nerviosidad por condicionamiento anímico) se ha empeñado en descubrir el nexo de estas perturbaciones con la vida pulsional, con los perjuicios que a esta infligen los reclamos de la cultura, con la actividad fantaseadora y onírica del individuo normal y con las creaciones del alma de los pueblos en la religión, el mito y los cuentos tradicionales. El tratamiento psicoanalítico de los neuróticos basado en este método de indagación plantea a médico y paciente exigencias mucho más altas que los usados hasta hoy y que se basaban en medicamentos, dieta, cura de aguas y sugestión. A cambio de ello, brinda a los enfermos un alivio tanto mayor y un fortalecimiento duradero para enfrentar las tareas de la vida. No cabe asombrarse, entonces, por los continuos progresos que este método terapéutico realiza a pesar de la violenta oposición con que tropieza.
El autor de los presentes ensayos, ligado a mi por una íntima amistad y familiarizado como pocos con todas las dificultades del psicoanálisis, es el primer húngaro que se haya propuesto interesar por el psicoanálisis a los médicos y el público culto de su nación mediante trabajos redactados en la lengua materna de él y de ellos. Deseo que este ensayo prospere y tenga por resultado conquistar nuevas fuerzas, surgidas entre sus compatriotas, para este nuevo ámbito de trabajo.
Notas:
1) Ediciones en alemán: 1906: Vom Lesen und von guten Büchern: Eine Rundfrage, en Neue Blátier für Literatur und Kunst (ed. por H. Heller), 1, pág. vi¡; 1907: Vom Lesen und von guten Büchern, eine RundIrage veranstaltet von der Redaktion der «Neuen Blátter für Literatur und Kunst», Viena, pág. ix; 1931: Jahrbucb deutscher Bibliophilen und Literaturfreunde (ed. por H. Feigl), Zurich y Leipzig, 16-17, págs. 117-9. {Traducción en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano», supra, pág. xiii y n. 6): 1956: «Contestación a una encuesta sobre «La lectura y los buenos libros»», RP, 13, nº 3, págs. 281-2, trad. de L. Rosenthal.}
En el folleto de 1907 se reprodujeron las respuestas a esta encuesta, propiciada por el editor Hugo Heller, correspondientes a treinta y dos destacadas personalidades, entre las que se contaban Peter Altenberg, Hermann Bahr, August Forel, Hermann Hesse, Ernst Mach, Thomas Masaryk, Arthut Schnitzler y Jakob Wassermann. Las precedía, a modo de introducción, una carta de Hugo von Hoffmannsthal.
2) Cf. Freud, «El esclarecimiento sexual del niño» (1907c)
3) {Escritos sobre psicología aplicada.)
Edición en alemán: 1907: Incorporada a la primera edición únicamente de El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen (Freud, 1907a), Viena, pág. 82. {Traducción en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano» 6): 1956: «Presentación de la «Biblioteca de Psicología Aplicada»», RP, 13, n? 3, págs. 282-3, trad. de L. Rosenthal.}
Veinte libros aparecieron entre 1907 y 1925 en la serie a que alude el título de este escrito. El primero de ellos fue publicado por Hugo Heller y reimpreso al año siguiente, sin modificaciones, por Franz Deuticke, quien tomó a su cargo la publicación de todos los restantes. Aparte del trabajo de Freud sobre Gradiva y de su estudio sobre Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910c), se incluyeron obras de Riklin, Jung, Abraham, Rank, Sadger, Pfister, E. Jones y Storfer, entre otros.
4) Ediciones en alemán: 1908: Berlín y Viena: Verlag Urban und Schwarzenberg, pág. iii (1912, 21 ed., pág. v); 1928: GS, 11, pág. 239; 1941: GW, 7, pág. 467. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano», 6): 1947: En W. Stekel, Estados nerviosos de angustia y su tratamiento, Buenos Aires: Imán, págs. 17-8, trad. de J. Thomas; 1955: «Prólogo para un libro de Wilhelm Stekel*, SR, 20, págs. 135-6, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág. 287; 1972: Igual título, BN (9 vols.), 4, pág. 1530.} – Este prólogo no fue incluido en posteriores ediciones del libro de Stekel.
5) Primera vez que Freud utilizó la expresión en una obra impresa. Ya en el debate sobre un trabajo de Stekel en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 24 de abril de 1907, había establecido claramente el distingo entre la histeria de conversión y la histeria acompañada de angustia. En una reunión posterior de esa misma entidad, el 9 de octubre de 1907, aclaró más todavía tal diferencia e introdujo la forma «histeria de angustia». (Cf. Minutes, 1) Abordó el tema de lleno en su historial clínico del pequeño Hans (1909b), AE, 10, págs. 94-5.
6) {Estudio del alma: ensayos en el campo del psicoanálisis.}
[El manuscrito está fechado en 1909. Primera edición, traducida al húngaro: 1910: Budapest: Nyugat, págs. 3-4 (1914, 2da ed.; 1918, 3º ed.). Ediciones en alemán: 1928: GS, 11, pág. 241; 1941: GW, 7, pág. 469. {Traducciones en castellano (cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano»): 1955: «Prólogo para un libro de Sándor Ferenczi», SR, 20, págs. 137-8, trad. de L. Rosenthal; 1968: Igual título, BN (3 vols.), 3, pág. 288; 1972: Igual título, BN (9 vols.), 4, pág. 1531.}]