Introducción del narcisismo. (1914)
Nota introductoria:
Freud había estado usando el término «narcisismo» mucho antes de 1914. Nos informa Ernest Jones que en una reunión de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, el 10 de noviembre de 1909, Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio entre el autoerotísmo y el amor de objeto. Por entonces estaba preparando la segunda edición de los Tres ensayos de teoría sexual (1905d) para la imprenta (el prólogo está fechado en diciembre de 1909), y probablemente la primera mención pública del nuevo término es la que se incluye en una nota al pie agregada en esa edición (AE, 7, pág. 132n.); esto, si suponemos que la nueva edición se dio a conocer en los primeros meses de 1910, porque a fines de mayo del mismo año apareció el libro sobre Leonardo da Vinci (1910c), donde hay una referencia considerablemente más extensa al narcisismo (AE, 11, pág. 93). El artículo de Rank sobre el tema, mencionado por Freud al comienzo del presente estudio, se publicó en 1911, y pronto siguieron otras referencias del propio Freud; por ejemplo, en el caso Schreber (1911c), AE, 12, pág. 56, y en Tótem y tabú (1912-13), AE, 13, págs. 92-3.
La idea de escribir el presente artículo se menciona por primera vez en las cartas de Freud de junio de 1913, y completó el primer borrador durante unas vacaciones en Roma, en la tercera semana de setiembre del mismo año. Recién a fines de febrero de 1914 dio comienzo a la versión final, que quedó terminada un mes después.
Es este uno de los escritos más importantes de Freud, y puede considerárselo como uno de los pivotes de la evolución de sus puntos de vista. Resume sus elucidaciones anteriores sobre el tema del narcisismo, y examina el lugar que corresponde a este último en el desarrollo sexual. Pero va mucho más allá, porque incursiona en el problema más profundo de las relaciones entre el yo y los objetos externos, y traza la nueva distinción entre «libido yoica» y «libido de objeto». Además -y quizás esto sea lo más importante-, introduce los conceptos de «ideal del yo» y de la instancia de observación de sí vinculada con él, bases de lo que finalmente sería llamado el «superyó», en El yo y el ello ( 1923b). Y además de todo esto, en dos puntos -al final de la primera sección y al comienzo de la tercera- el artículo aborda las controversias con Adler y Jung, tema principal de la «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» -escrita más o menos simultáneamente con el presente trabajo, durante los primeros meses de 1914-. No cabe duda de que uno de los motivos de Freud al redactar este artículo fue mostrar que el concepto de narcisismo constituye una alternativa frente a la «libido» no sexual de Jung y a la «protesta masculina» de Adler.
Estos tópicos están lejos de ser los únicos que aquí se plantean, y por lo tanto no ha de sorprerdernos que el trabajo tenga la inusual apariencia de una producción excesivamente comprimida, que desborda su propio marco por la cantidad de material que contiene. El mismo Freud parece haber sentido algo así. Nos dice Ernest Jones (1955, pág. 340) que «estaba muy insatisfecho con el resultado»; y el 16 de marzo de 1914 escribió a Abraham: «El «Narcisismo» fue un parto difícil y presenta todas las deformaciones consiguientes» (Freud, 1965a, pág. 163).
Aunque así sea, este artículo, punto de partida de muchas líneas de pensamiento posteriores, exige un estudio prolongado -y no ha de defraudar a quien lo emprenda-. Algunas de sus ideas se siguieron elaborando en «Duelo y melancolía» (1917e), y en Psicología de las masas y análisis del yo (1921c), capítulos VIII y XI.
El tema del narcisismo ocupa también la mayor parte de la 26ª de las Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17). El ulterior desarrollo de sus nuevos puntos de vista sobre la estructura de la psique -que ya comienzan a hacerse evidentes aquí- llevaría a Freud a reevaluar algunas de sus afirmaciones, especialmente respecto del funcionamiento del yo. En relación con esto debe señalarse que el significado atribuido por Freud a «das Ich» {el yo} sufrió una gradual modificación. Al principio usó el término sin mayor precisión, pero en sus últimos escritos le dio un significado mucho más definido y estricto. El presente artículo ocupa un lugar de transición en este desarrollo. El tema se trata más detalladamente en mi «Introducción» a El yo y el ello (1923b), AE, 19, págs. 7 y sigs.
James Strachey