PERSONALIDAD
Personalidad y salud
Durante miles de años, la especie humana identificó en el hombre solo dos componentes: un CUERPO y un ALMA… y solo dos tipos de padecimiento: “las enfermedades del cuerpo” y las “enfermedades del alma”. Hacia finales del siglo XIX; una nueva ciencia, la psicología, aborda un nuevo componente: la psiquis, la personalidad humana.
La personalidad es “un conjunto de sistemas psico-físicos que constituyen una individualidad y condicionan la adaptación humana al medio ambiente”. Todas las definiciones intentan explicar que el hombre con “unidades bio-psíquicas y emocionales”.
Muchos problemas en las relaciones ocurren porque no somos conscientes de esta dimensión psicológica. Atendemos las necesidades físicas y materiales, pero no visualizamos con tanta facilidad el mundo psicológico.
Una vez generada esta estructura o esqueleto de la personalidad, pasa por 3 etapas fundamentales: crecimiento, maduración y consolidación. Para algunos especialistas, la personalidad termina de consolidarse alrededor de los 6 años, para otros, hacia el fin de la adolescencia, y hay quienes opinan que hasta la edad adulta. Sin embargo, todos coinciden en que los primeros 5 años son cruciales para su desarrollo.
Determinantes de la personalidad: herencia y medio ambiente.
Una importante cantidad de investigadores afirman que la personalidad, al menos en parte, esta determinada por aspectos genéticos. Alrededor de un 50% de la personalidad es heredada. Lo restante es determinada por el ambiente o experiencias de vida. Las experiencias de vida modelan la personalidad e incluyen aspectos como, estilos de crianza, presión de padres y maestros, numero de familia, etc.
TIPOS DE PERSONALIDAD.
Extrovertido.
El verdadero extrovertido siente la necesidad de ser atractivo a todos los que le rodean. Piensa que es importante estar sano y se percibe él mismo como una persona activa. Raramente esta deprimido, se aburre rápidamente y su interés dura poco tiempo. Tiene facilidad para conseguir un amplio grupo de amigos, que no tienen que ser muy íntimos y leales.
Introvertido.
A menudo parece que es tímido, pero no es el caso. Esta satisfecho con una sola compañía, es autosuficiente y no necesita la estimulación de la compañía.
Esta personalidad es profunda y previsora tendiendo al apasionamiento, sus sentimientos y creencias son fuertes y arraigadas.
Trastorno esquizoide de personalidad.
Suele iniciarse en la niñez. Estos sujetos suelen estar caracterizados por un distanciamiento de las relaciones sociales. Están disconformes con las maneras habituales de interacción humana, por lo que se aíslan. Poseen poco o ningún interés en realizar actividades, pero se desarrollan muy bien en tareas de aislamiento. El tratamiento suele ser la psicoterapia individual, y en algunos casos la grupal.
Trastorno esquizotípico de la personalidad.
Presentan un patrón general de malestar agudo debido a déficits sociales e interpersonales, poseen conductas notablemente extravagantes. Poseen una ansiedad social excesiva que no diminuye con la familiarización. Este trastorno es previo a la aparición de la esquizofrenia. Se recomienda psicoterapia individual y farmacoterapia.
Trastorno bordeline o limite de la personalidad.
Esta caracterizado por una marcada impulsividad y una inestabilidad en las relaciones personales. Estas personas están situadas en la frontera entre la neurosis y psicosis. Su conducta es altamente impredecible, se lastiman a si mismos para llamar la atención. No toleran la soledad, buscan compañía, sin importar lo insatisfactoria que esta sea.
Frecuentemente su ira es desencadenada cuando sienten que los van a abandonar.
Trastorno histriónico de la personalidad.
Presentan una búsqueda de atención marcada, poseen una conducta exuberante, dramática, extrovertida y emotiva. Son personas propensas a intentos suicidas o amenazas. Para llamar la atención su aspecto y comportamiento suele ser provocadores desde el punto de vista sexual.
El tratamiento para estas personas es el psicoanalítico, individual o grupal.
Trastorno de la personalidad narcisista.
Presentan un sentimiento exagerado en relación con la importancia de su persona, dirigen sus afectos a ellos mismos, poseen una falta de interés en los sentimientos de los demás.
El numero de casos aumenta debido a que en los hijos de padres con este trastorno se les inculca un sentido de omnipotencia y belleza poco realista. Las terapias de Kohut u Kernberg son las más recomendables.
Trastorno de la personalidad por evitación.
A este trastorno lo caracterizan una extrema sensibilidad al rechazo. Son tímidos, no sociales. Presentan un alto nivel de ansiedad frente al rechazo, por lo que evitan contactos interpersonales. Se ven a si mismos como socialmente ineptos, poco interesantes o inferiores a os demás. Se recomienda la terapia grupal e individual.
Trastorno de la personalidad por dependencia.
Es más común entre mujeres que en hombres. La característica esencial de este desorden es la necesidad general y excesiva de que se ocupen de uno, ocasionando sumisión y temores de separación. Sus relaciones sociales tienden a limitarse a las pocas personas de las que depende. Es muy probable que desarrollen un trastorno depresivo.
Las terapias orientadas a la introspección ayudan a estas personas a volverse más independientes. También es recomendables la terapia conductual, familiar y de grupo.
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad.
Presentan una exagerada preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control. Son individuos con limitaciones para expresarse emocionalmente, perseverantes, obstinados e indecisos. Tienen pocos amigos pero logran una estabilidad matrimonial y éxito personal. Debido al exceso de minuciosidad con el que desenvuelven sus tareas.
Estas personas son las únicas, que reconocen estar sufriendo y buscan ayuda. Se recomienda la terapia de grupo y la terapia conductual.
LOS TRES EJES Y DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
La formación de una personalidad moral.
El proceso educativo puede considerarse como parte de un desarrollo pleno de la personalidad ética de los educandos. Todo conjunto de habilidades y conocimientos configuran una estructura de personalidad que incidirá en el modo de percibir y asumir la dimensión ética de la vida.
La construcción de una personalidad ética sólida incluye al menos tres niveles diferenciados, que deben interactuar de modo permanente e integrado. Estos niveles son:
1. “El desarrollo de un fuerte sentido de vida”. Esto implica la capacidad de dar respuesta personal y autónoma a la pregunta fundamental de la vida, según sea el marco socio-cultural y familiar de cada persona.
2. el desarrollo de un “proyecto de vida” concreto y realizable. La construcción de un proyecto de vida supone el intento consciente y deliberado de procurar la mayor coherencia personal posible.
3. el desarrollo de un “estructura ética personal”, capaz de viabilizar y sostener los contenidos éticos de la propia vida.
Cada uno de los tres niveles necesita de sus procesos específicos. No obstante, es indudable que el desarrollo de cualquiera de ellos exige e implica a los otros dos, y es de suma importancia que se den en una interacción equilibrada y sostenida.
Desarrollo de una “estructura ética personal”.
La estructuración ética de la persona implica el desarrollo de una serie de contenidos que deberán ser definidos por la propia persona. No se trata solamente de que la persona sea capaz de definir los contenidos, sino de que lo haga conscientemente.
Para hacer esta estructuración posible será imprescindible establecer una serie de estrategias pedagógicas. Podemos esquematizar los elementos integrantes del proceso de formación de la estructura ética de la persona en torno a tres ejes fundamentales:
1. Formación para la configuración de referentes éticos.
Al ser humano le resulta imprescindible saber lo que objetivamente es “bueno” y lo que es “malo”.
De no ser posible esta certeza ética, la persona quedará con incapacidad para tomar resoluciones responsablemente. Y le resultará imposible el desarrollo de un proyecto de vida real.
Al hablar de la configuración de “referentes éticos”, hablamos de hacer posible para el sujeto un marco de referencia de la objetividad ética.
En este proceso podemos apuntar algunas líneas de trabajo para el desarrollo del sujeto ético.
a) Aprender a clarificar lo que “cree”, lo que “siente”, lo que “puede”.
Así, se evitara n gran medida la confusión entre deber y sentimiento.
b) Aprender a no auto justificarse.
El ser humano necesita buscarle una justificación a sus actos, tanto ante sí mismo como ante los demás.
c) Aprender a buscar la verdad.
d) Aprender a discernir entre las diferentes guías de valor en una sociedad plural.
2. Formación para el discernimiento.
Para que el juicio ético pueda realizarse, la persona, además de tener claros los contenidos objetivos de referencia, necesita del desarrollo de habilidades que e permitan llegar a una certeza sobre cuál es el mayor bien posible “aquí y ahora”. Además será necesario capacitar a la persona para que le sea posible:
a) Ubicar con claridad la situación ética planeada.
Así, previo a la realización del juicio ético, la persona necesita poder clarificar exactamente que es lo que debe juzgar y ello necesita de aprendizaje practico.
b) Establecer los principios, criterios y valores morales en juego.
La persona necesita establecer el marco concreto de principios, criterios y valores morales que necesita para resolver ese conflicto.
c) Establecer las circunstancias que condicionan.
Es necesario que la persona pueda desentrañar aquellos elementos que influyen de manera importante en la situación.
3. Formación para la autenticidad.
Llegar a ser autentico no es el resultado de un proceso espontáneo, sino que necesita, por parte del sujeto, de una decisión sostenida en el tiempo.
La autenticidad sólo es posible en personas libres, pero la libertad humana es condicionada. La cuestión ética no radica, pues, en pretender una libertad sin condicionamientos, que no es posible, sino en buscar una libertad capaz de ir superando progresivamente los condicionamientos indebidos.
Los condicionamientos “indebidos” son aquellos que influyen limitando arbitrariamente su horizonte de libertad.
TEORIAS DE LA PERSONALIDAD.
La tarea principal de una teoría de la personalidad radica en establecer aquellas consistencias de la conducta que no están determinadas por variables contextuales. Cada teoría de la personalidad, entonces, propone sus propias listas de rasgos e interrelaciones supuestas entre las características; Estas son las dimensiones o factores de personalidad que pueden usarse para clasificar las conductas interpersonales más estables de un individuo. Estas dimensiones de la personalidad junto con las variables contextuales sirven para explicar la variabilidad de la conducta.