EL PSICOANALISIS: SIGMUND FREUD, PRINCIPALES DISIDENTES
D. El psicoanálisis humanístico de Erich Fromm
1. Vida y obras
Nació el 23 de marzo de 1900 en el seno de una familia ortodoxa judía de clase media en Frankfurt am Maim (Alemania). Según él mismo describe en sus notas biográficas, para él fue de gran importancia la parte del Antiguo Testamento en que Amós y Oseas describen la visión de armonía y paz universal, así como .sus enseñanzas de la existencia de ciertos aspectos éticos en la historia y la noción de que las naciones pueden hacer el bien y el mal, y de que la historia tiene sus leyes morales. Su experiencia de la primera guerra mundial cristalizó sus preocupaciones sobre la paz como un interés que ha primado a lo largo de toda su vida. Sus estudios con los rabinos Novel (místico) y Rabinkow (socialista), así como la personalidad de ambos, dedicados al estudio del Ta/mud sin deseos de posición o fama, hacen mella en su personalidad. Fromm deja este grupo a los veinte años, pero los principios y valores de estos profesores permanecen en él en sus convicciones socialistas y en su crítica a la sociedad capitalista.
Sus intereses políticos no sólo se despiertan con la experiencia de la guerra, sino con su conocimiento del trabajo de Karl Marx. Ve desde esta perspectiva un camino para entender la historia y la manifestación (en términos seculares) del humanismo radical que ya había sentido en la visión mesiánica de los profesores del Viejo Testamento. Según él, el espíritu de Marx, revolucionario y humanista, distorsionado por los seguidores de Stalin y las interpretaciones equivocadas de sus enseñanzas, es la segunda fuente que influyó de una manera radical en su pensamiento.
Otra fuente de importancia en su pensamiento fue el conocimiento, en 1925, del budismo. Vio en él por primera vez un sistema espiritual, una manera de vida basada en la pura racionalidad, sin ninguna irracionalidad o mistificación que apele a la revelación o a la autoridad.
Una última fuente de influencia fue el libro de J. J. Bachofen Myth, Religion and Mother Right, sobre el matriarcado y patriarcado, donde descubrió un nuevo aspecto del desarrollo histórico e individual. Esto abrió los ojos de Fromm para reconocer que el punto de vista de Freud era extremadamente patriarcal, y a entender la importancia de la figura de la madre en la vida individual.
En su carrera académica, Fromm hizo sus correspondientes estudios en psico-logía, filosofía y sociología en la Universidad de Heidelbeig. En 1925 y 1926 siguió estudios adicionales en psiquiatría y psicología en la Universidad de Munich, co-menzando su aprendizaje psicoanalítico con los doctores Landauer y Wettenberg, de 1926 a 1928, en el famoso Instituto Psicoanalítico de Berlín. Después de graduarse en 1931, se convirtió en miembro del mismo instituto, donde practicó el psicoanálisis. Durante este periodo formó, junto con Frieda Fromm-Reichmann y otros, el Instituto Psicoanalítico de Chicago, yendo en 1934 a Nueva York, donde continuó su práctica privada. En 1946 se convirtió en uno de los fundadores del Instituto de Psiquiatría de William Alanson White, trabajando en él hasta 1950. En 1949 se trasladó a México, donde fundó el Departamento de Psicoanálisis en el Departamento de Graduados de la Escuela de Medicina, donde enseñó hasta que se retiró en 1965.
El continuo emigrar de Fromm de un país a otro se debió, en primer lugar, a los nazis, y posteriormente, a que sus escritos han levantado polémicas en todos los regímenes donde ha vivido, ya fuesen democráticos o socialistas.
Fromm falleció el 18 de marzo de 1980 en Muralto (Tichino-Suiza) a consecuencia de un paro cardiaco, cinco días antes de cumplir los ochenta años.
La obra de este gran pensador es de índole filosófica, sociológica y psicológica, con influencia de Marx, Freud, Escuela de Frankfun, Adler y el humanismo existencial.
Obras traducidas al castellano
– Psicoana1isis y religión (original: Psychoanalysis and Religion. New Haven, Yale Univ. Press, 1950). (En castellano, Edit. Psique, Buenos Aires, 1956.)
– Ética Y psicoanálisis (1948) (original: Man for Himse/f. An Inquiry into the Psychology of Ethics, Nueva York, Rinehart and Co., 1947.) (En castellano. Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 1948.)
– Psicoanálisis de la sociedad contemporánea (original: The Sane Society, Nueva York, Rinehart and Co., 1955). (En castellano. Edit. Fondo de Cultura Económica. México, 1960.)
– El lenguaje olvidado (original: The Forgotten Language: An lntroduction to the Understanding of Dreams, Faire Tales and Myths, Nueva York. Rinehart and Co., 1915). (En castellano, Edit. Hachette, Buenos Aires. 1961.)
– El arte de amar (original: The Art of Loving, Nueva York, Harper and Bro., 1959). (La sociedad actual, barreras que ésta pone al amor, considerado éste en sentido general.) (En castellano, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1964.)
– El miedo a la libertad (original: Scape from Freedom, Nueva York, Ferrar and Rinehart, 1941). (El problema de la libertad personal en la sociedad actual, después de romper los lazos de dependencia y seguridad de culturas anteriores.) (En castellano, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1964.)
– El corazón del hombre (original: The Hart of Man, Nueva York, Harper, 1964). (En castellano, Edit. Fondo de Cultura Económica, México, 1966.)
– El dogma de Cristo (original: The Dogma of Christ and other Essays on Religion, Psychology and Culture, Nueva York, Holt 1963). (Problemática de las relaciones psicología-religión.) (En castellano, Edit. Paidós, Buenos Aires, 1966.)
– ¿Podrá sobrevivir el hombre? (original: May Man Prevail?, Nueva York. Doubleday, 1961). (El estudio de los problemas del hombre actual inmerso en los problemas internacionales, ideológicos, políticos y económicos.) (En castellano. Edit. Paidós, Buenos Aires. 1967.)
– El humanismo socialista (Fromm y otros) (original: Socialist Humanist, Nueva York, Doubleday and C., 1965). (El socialismo humanista como solución contra los peligros de la tecnología y burocracia actuales del poder.) (En castellano. Edit. Paidós, Buenos Aires, 1968.)
– Y seréis como dioses (original: You Shall Be as Gods, Nueva York, Holt,
1966). (Cómo mantener vivo al hombre mientras vive.) (En castellano. Edit. Paidós. Buenos Aires. 1967.)
– La crisis del psicoanálisis (original: The Crisis of Psychoanalysis: Essays on Freud, Marx and Social Psychology, Nueva York, Holt, 1970.) (En castellano, Edit. Paidós, Buenos Aires. 1970.)
– Anatomía de la destructividad humana (original: The Anatomy of Human Destructiveness, Nueva York, Holt, 1973). (En castellano, Edit. Siglo XXI, 1973.)
– Tener o ser (versión original en inglés, 1976.) (En castellano, Edit. Fondo de Cultura Económica, México. 1978.)
2. Aspectos más importantes de su doctrina
Tal vez la más clara expresión de su tesis fundamental nos la ofrece Fromm en tres textos de su obra El miedo a la libertad (pp. 24, 30 Y 49, respectivamente).
La tesis de este libro es la que el hombre moderno, liberado de los lazos de la sociedad preindividualista -lazos que a la vez le limitaban y le otorgaban seguridad-, no ha ganado la libertad en el sentido positivo de la realización de su ser individual, esto es, la expresión de su potencialidad intelectual, emocional y sensitiva, aun cuando la libertad le ha proporcionado independencia y le ha tornado ansioso e impotente. Tal aislamiento le resulta insoportable, y la alternativa que se le ofrece es la de rehuir la responsabilidad de esta libertad positiva, la cual se funda en la unicidad e individualidad del hombre. Si bien este libro constituye un diagnóstico más que un pronóstico, un análisis más que una solución, sus resultados no carecen de importancia para nuestra acción futura, puesto que la comprensión de las causas que llevan al abandono de la libertad por parte del fascismo constituye una premisa de toda acción que se proponga la victoria sobre las fuerzas totalitarias mismas […].
Este libro se propone analizar aquellos factores dinámicos existentes en la estructura del carácter del hombre moderno que le hicieron desear el abandono de la libertad en los países fascistas, y que de manera tan amplia prevalecen entre millones de personas de nuestro propio pueblo […].
El tema central del libro: el hombre, cuanto más gana en libertad, en el sentido de emergencia de la primitiva unidad indistinta con los demás y la naturaleza, y cuanto más se transforma en «individuo», tanto más se ve en la disyuntiva de unirse al mundo en la espontaneidad del amor y del trabajo creador o bien de buscar alguna forma de seguridad que acuda a vínculos tales que destruirán su libertad y la integridad de su yo individual.
Según Fromm, en la Edad Media la sociedad era preindividualista, el hombre estaba unido a la naturaleza y a los otros hombres (en realidad, todos los hombres estaban encadenados a una determinada función dentro del orden social), de tal modo que los lazos que le unían limitaban considerablemente algunos aspectos de su libertad, pero, a la vez le ofrecían la seguridad propia de pertenecer a algo, de estar arraigado a alguna parte, desde el nacimiento tenía un lugar social profesional determinado.
Al derrumbarse el sistema medieval desaparecen estos lazos vinculantes, pero a la vez protectores; el hombre queda en libertad para pensar y obrar como quiera, ya no tiene que hacer lo que le manden, es «dueño» de su propia vida, puede sentir la ilusión de ser libre. De hecho, resultó algo muy distinto; en principio, ya sólo pudieron gozar de este derecho a la libertad los pocos que pertenecían a la clase más afortunada, la nueva aristocracia del dinero; pero todos se sienten aislados, inseguros y angustiados por haber perdido el sentido de pertenencia, y los «afortunados», por el temor a perder el poder por la rebelión.
La revolución religiosa literaria calvinista pretende callar estos sentimientos de aislamiento y angustia producidos por la ruptura de los lazos medievales.
En el siglo XIX, con la Revolución industrial, el hombre construye un mundo tal del que pasa a depender: «el producto de sus esfuerzos pasa a ser su Dios». El hombre se convierte en un engranaje de la vasta máquina económica -un engranaje importante si posee mucho capital e insignificante si carece de él-, pero en ambos casos continúa siendo un engranaje destinado a servir propósitos que le son exteriores. A partir de este momento se exacerba el sentimiento de aislamiento y a la vez de sutil dependencia, porque, si bien nos hemos liberado de viejas formas manifiestas de autoridad, no nos damos cuenta de que ahora somos prisioneros de un nuevo y poderoso, aunque apenas aceptable, tipo de poder anónimo que el desarrollo industrial empezó a traer consigo. Por otro lado, el nivel de relación personal de un individuo con otro ha perdido el calor humano al regirse por las leyes del mercado (competencia, uso mutuo, etc.), incluso el amor se convierte en una relación mercantil en la que uno está dispuesto a dar pero sólo a cambio de recibir, porque dar sin recibir ha llegado a ser considerado como una estafa.
La importancia del hombre se mide por los bienes, honores y poder que cada uno posee, y no por lo que se ha desarrollado o es como persona (éste es uno de los pensamientos base que Fromm propone en su obra Tener o ser).
En unas pocas palabras Fromm resume el significado de la libertad para el hombre moderno)37:
¿Cuál es, entonces, el significado de la libertad para el hombre moderno?
Se ha liberado de los vínculos exteriores que le hubieran impedido obrar y pensar de acuerdo con lo que había considerado adecuado. Ahora sería libre de actuar según su propia voluntad, si supiera lo que quiere, piensa y siente. Pero no lo sabe. Se ajusta al mandato de autoridades anónimas y adopta un yo que no le pertenece. Cuanto más procede de este modo, tanto más se siente lanzado a conformar su conducta a la expectativa ajena. A pesar de su disfraz de optimismo e iniciativa, el hombre moderno está abrumado por un profundo sentimiento de impotencia que le hace mirar fijamente y como paralizado las catástrofes que se le avecinan.
Considerada superficialmente, la gente parece llevar bastante bien su vida económica y social; sin embargo, sería peligroso no percatarse de la infelicidad profundamente arraigada que se oculta detrás del infierno de bienestar. Si la vida pierde su sentido porque no es vivida, el hombre llega a la desesperación. Nadie está dispuesto a dejarse morir por inanición psíquica, como nadie moriría calladamente por inanición física. Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas, en lo que respecta a las personas «normales», si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado, entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier líder, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política, y aquellos símbolos que aparentemente dan significado y orden a la vida del individuo. La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos del fascismo.
De dos modos puede el hombre combatir este estado de soledad e impotencia. Uno inadecuado, regresando a los vínculos primarios (la madre, el ídolo, la tribu, el dan, etc.), o sustituyendo estos vínculos por otros falsos y secundarios, encarnados en los regímenes totalitarios, en los que se abandona la independencia del yo individual propio para fundirse en algo o alguien exterior, a fin de adquirir la fuerza de que carece el yo individual, lo cual favorece la neurosis. El cambio adecuado para combatir la soledad y la angustia está en la unión, en una relación espontánea a los demás por el amor (en El arte de amar nos explica el sentido que tiene esa palabra) y el trabajo creador y compartido. Esta relación une al individuo con los demás sin privarlo de su propia individualidad y le hace libre. Tener libertad no significa liberarse de todos los principios, sino libertad para crecer de acuerdo con las leyes de la estructura de la existencia humana; significa «obedecer las leyes que gobiernan el desarrollo óptimo» y no hacer arbitrariamente lo que cada uno quiere. Todos los hombres tenemos unas cualidades humanas fundamentales y los derechos inalienables a la felicidad y libertad; y cada hombre en concreto, por poseer diferencias individuales, debe realizarse como persona individual. El principio de la unidad personal debe conjugarse con el de la igualdad general. El objetivo es «hacer del pleno desarrollo de sí mismo y del prójimo la meta suprema de vivir», y para alcanzar esa meta es necesaria la disciplina, el respeto a la naturaleza, el amor y el trabajo creador.
Fromm, en su obra Psicoanálisis de la sociedad contemporánea (1955), dedica un capítulo a la relación «salud mental y sociedad». El hombre necesita satisfacer sus necesidades, desde las más bajas hasta las más específicamente humanas, tales como anhelo por conocer la verdad, ansia de poder y vanidad, deseo de fraternidad y amor, etc. La sociedad ofrece y el individuo adopta modos más o menos adecuados de satisfacer las necesidades, dando lugar a diversos grados de salud mental. La enfermedad mental es la consecuencia de no haber satisfecho una necesidad básica, y la neurosis surge de la inadecuada satisfacción. Por ejemplo, si en vez de expresarse la necesidad de relación de un modo amoroso y cooperador se hace de una manera simbiótica o destructiva. .
La evolución de la sociedad, desde las culturas más primitivas hasta las actuales, tiene un parecido con la de cada individuo en que, en los comienzos de la vida, es absolutamente dependiente y su proceso de maduración le va independizando. Si se quiere gozar de salud mental, el proceso es necesario e irreversible. Sería ridículo que un adulto quisiera mostrar la actitud dependiente de un bebé. Lo mismo podría decirse de una sociedad que pretendiera regresar a etapas primitivas, fases de desarrollo ya superadas, en vez de amar y crear a tono con el desarrollo cultural del omento presente. Actualmente hemos llegado a una fase de individuación en la que tan sólo la persona madura, es decir, la que ha desarrollado su razón y su capacidad de amor, puede hacer uso fructífero de la libertad. Con palabras de Fromm:
Si el individuo está o no está sano, no es primordialmente un asunto individual, sino que depende de la estructura de su sociedad. Una sociedad sana desarrolla la capacidad del hombre para amar a sus prójimos, para trabajar creadoramente, para desarrollar su razón y su objetividad, para tener un sentimiento de sí mismo basado en el de sus propias capacidades productivas. Una sociedad insana es aquella que crea hostilidad mutua y recelos, que convierte al hombre en un instrumento de uso y explotación para otros, que lo priva de un sentimiento de sí mismo, salvo en la medida en que se somete a otros se convierte en un autómata. La sociedad puede desempeñar ambas funciones; puede impulsar el desarrollo saludable del hombre, y puede impedirlo; en realidad, la mayor parte de las sociedades hace una y otra cosa, y el problema está sólo en qué grado y en qué dirección ejercen su influencia positiva y su influencia negativa) 38.
Notas:
37 E. Fromm, El miedo a la libertad, pp 299 y 300
38 E. Fromm. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Hacia una sociedad sana, tercera reimpresión, México, FCE, 1970.
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