¿Dónde se encuentra la prevención y promoción de la salud mental en el momento actual?
Autor: García Moratalla, Beatriz
Fuente: Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXVII, núm. 100, 2007, pp. 355-365 – Asociación Española de Neuropsiquiatría Madrid, España
¿Prevención individual, prevención social?
Un aspecto importante es que una visión individual de la prevención, que
puede ser importante para algunos casos, no puede hacer obviar una perspectiva
social o colectiva de la prevención que va a suponer una serie de cambios sociales,
económicos y políticos favorables para el conjunto de la población.
En el siglo XIX, el concepto de salud era un asunto público en el que el
Estado tenía la obligación de garantizar el derecho a la salud; a finales de este
siglo, se produce un debilitamiento progresivo de la salud ambiental que culmina
con la desaparición del componente social de la salud. En el siglo XX se produce
un amplio movimiento de reformas sociales y sanitarias que configuran el estado
de bienestar en el que la salud es un imperativo social y el Sistema Nacional incorpora
las actividades preventivas como las acciones necesarias para conseguir el
bienestar (22). La prevención, antes de la década de los ochenta, estaba dirigida
principalmente hacia los factores sociales que condicionan el enfermar. Con el
cambio de perspectiva en el que predominan los aspectos biologicistas y la globalización,
es poco propicio esta perspectiva comunitaria y social, encontrándonos
en estos momentos con una visión de la prevención centrada principalmente en los
factores de riesgo biológicos y genéticos de las enfermedades mentales y, por
tanto, centrada en el individuo.
Algunos autores de esta última década también han abogado por una perspectiva
social de la prevención dirigida a cambios ambientales que influyan sobre
las condiciones individuales para la salud. Ellos defienden la traslación de intervenciones
preventivas individuales en intervenciones de salud pública que produzcan cambios sobre las
influencias deletéreas, para modificar de forma favorable
el entorno y los sistemas sociales; para ello también es necesario una responsabilidad
compartida entre investigadores y políticos con un balance equitativo
de las necesidades de ambos (10; 15; 16; 23). Otros autores defienden las
estrategias preventivas dirigidas al bienestar para disminuir los trastornos mentales;
dichas estrategias consistirían en construir el bienestar desde un inicio
temprano y promover condiciones que lo mantengan y lo mejoren; el objetivo es
que se adquieran competencias o se aprendan estrategias de adaptación a condiciones
estresantes, con el objetivo no sólo de disminuir trastornos mentales sino
también de solidificar el bienestar psicológico (8; 9; 15; 19; 24).
Entre dichos autores que abogan por un enfoque social, destaca por ejemplo
G. Albee (3), quien defiende el modelo de estrés-aprendido, que focaliza la búsqueda
en los factores ambientales que producen un excesivo estrés y acepta los
esfuerzos dirigidos a fortalecer la resistencia al estrés como mejorar la competencia
social, la autoestima y la autoconfianza, y a proveer de soportes al sistema.
Este último modelo también llama a una acción social y política para reducir el
estrés de condiciones sociales desfavorecedoras. Dicho autor denominaba «potenciar
la resistencia de la multitud» como estrategia global de mejoría positiva de la
salud para construir personas más fuertes, más competentes, más seguras y optimistas,
con más soportes. Sandler (25) habla de la noción de «intervenciones preventivas
como promoción planificada de recursos de resistencia» que pueden crear
cambios en múltiples niveles de recursos protectores y, a través de éstos prevenir
adversidades futuras, proteger a la gente de los efectos adversos que ocurren o
directamente promover competencias o satisfacciones de necesidades básicas.
Consecuentemente, los programas más efectivos no sólo disminuirían riesgos y
adversidades sino que también construirían refuerzos, competencias y factores
protectores en distintos niveles: individual, familiar y grupal, y también en el
ámbito de las organizaciones, instituciones y poblaciones.
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BIBLIOGRAFÍA
(22) DESVIAT, M., «Salud pública y psiquiatría», Revista de la A.E.N., 2001, 21, pp. 125-133.
(23) SIEFERT, K., «Primary Prevention in the New Millennium: the Challengue of Translating
Knowledge into Action», Journal of Primary Prevention, 2001, 22 (1), pp. 17-20.
(24) BIGLAN, A.; SMOLKOWSKI, K., «The Role of the Community Psychologist in the 21st
Century», Prevention & Treatment, 2002, 5, article 2. (www.journals.apa.org/prevention/volume5/
pre005002.html).
(25) SANDLER, I., «Quality and Ecology of Adversity as Common Mechanisms of Risk and
Resilience», American Journal of Community Psychology, 2001, 29, pp.19-55.