Proceso primario y secundario en ψ (Psicoanálisis)
De lo que llevamos desarrollado hasta aquí se sigue que el yo dentro de ψ , que, con arreglo a sus tendencias, podemos considerar corno el sistema nervioso en su conjunto, a raíz de los procesos no influidos en ψ sufre desvalimiento y perjuicio en dos casos.
El primero, cuando en el estado de deseo inviste de nuevo el objeto-recuerdo y entonces decreta la descarga, no obstante que la satisfacción por fuerza faltará, porque el objeto no tiene presencia real sino sólo en una representación-fantasía. Al principio ψ no es capaz de establecer ese distingo, pues sólo puede trabajar siguiendo la secuencia de estados análogos entre sus neuronas. Por eso precisa un criterio que provenga de otra parte para distinguir entre percepción y representación.
Además, ψ necesita de un signo que le haga prestar atención a la reinvestidura de la imagen-recuerdo hostil, a fin de prevenir, mediante investidura colateral, el desprendimiento de displacer que de aquella se seguirá. Si ψ consigue emprender a tiempo esta inhibición, el desprendimiento de displacer no se produce y la defensa es mínima; en el otro caso, sobreviene un displacer enorme y una defensa primaria excesiva.
La investidura-deseo, por un lado, y por el otro el desprendimiento de displacer a raíz de una investidura nueva del recuerdo correspondiente, pueden ser nocivos biológicamente. La investidura-deseo lo es siempre que sobrepase cierta medida y así llame a la descarga; el desprendimiento de displacer lo es por lo menos cuando la investidura de la imagen-recuerdo hostil no sobreviene desde el mundo exterior sino desde el propio ψ (por asociación). Por tanto, también aquí es cuestión de un signo que permita distinguir percepción de recuerdo (representación). [«W (Wahrnebmg) von Er (VorstelIg) zu unterscheiden». –Quizá sea este el más antiguo intento de Freud por abordar el problema del «examen de realidad» (el procedimiento por el cual se decide si una cosa pertenece o no a la realidad objetiva), que retoma aquí en varios lugares y que lo ocupó constantemente a lo largo de los años. Cf. el «Apéndice C»]
Ahora bien, probablemente sean las neuronas ω las que proporcionen ese signo, el signo de realidad objetiva. A raíz de cada vercepción exterior se genera una excitación-cualidad en ω , que empero carece en principio de significatividad para ψ . Debe agregarse que la excitación ω conduce a la descarga ω , y de esta, como de cualquier descarga, llega hasta y una noticia.
La noticia de descarga de ω es, pues, el signo de cualidad o de realidad objetiva para ψ.
Si el objeto-deseo es investido vastamente, y así es animado por vía alucinatoria, este signo de descarga o de realidad se produce lo mismo que a raíz de una percepción exterior. Para este caso, el criterio fracasa. Pero si la investidura-deseo sobreviene bajo inhibición, como es posible en presencia de un yo investido, es concebible un caso cuantitativo en que la investidura-deseo, por no ser bastante intensiva, no produzca ningún signo de cualidad, mientras que la percepción exterior sí lo produciría. Para este caso, pues, el criterio conserva su valor. El distingo es que el signo de cualidad se produce desde fuera con cualquier intensidad de la investidura, y desde ψ sólo con intensidades grandes. Es entonces la inhibición por el yo ta que suministra un criterio para distinguir entre percepción y recuerdo. La experiencia biológica instruirá luego para no iniciar la descarga antes que haya sobrevenido el signo de realidad objetiva, y, con este fin, no llevar más allá de cierta medida la investidura de los recuerdos deseados.
Por otra parte, la excitación de las neuronas ω puede servir también para proteger al sistema ψ en el segundo caso, a saber, si se llama la atención de ψ sobre el hecho de una percepción o la falta de ella, A este fin es preciso suponer que las neuronas ω originariamente mantienen conexión anatómica con la conducción de los diversos órganos de los sentidos, y tornan a dirigir su descarga sobre aparatos motores que pertenecen a los mismos órganos de los sentidos.
Entonces esta última noticia de descarga (la de la atención reflectoria) devendrá biológicamente para ψ la señal de enviar en esas mismas direcciones una cantidad-investidura.
Por tanto: con inhibición por un yo investido, los signos de descarga ω devienen universalmente signos de realidad objetiva que ψ aprende a valorar biológicamente. Si cuando emerge uno de estos signos de realidad el yo se encuentra en el estado de la tensión de deseo, hará subseguir la descarga hacia la acción específica; si con el signo de realidad coincide un acrecentamiento de displacer, ψ pondrá en escena una defensa de magnitud normal mediante una investidura colateral de grandor apropiado en el lugar indicado; si el caso no fuera ninguno de estos, la investidura tendría permitido proceder, desinhibida, siguiendo las constelaciones de facilitación. Llamamos procesos psíquicos primarios a la investidura-deseo hasta la alucinación, el desarrollo total de displacer, que conlleva el gasto total de defensa; en cambio, llamamos procesos psíquicos secundarios a aquellos otros que son posibilitados solamente por una buena investidura del yo y que constituyen una morigeración de los primeros. La condición de los segundos es, como se ve, una valorización correcta de los signos de realidad objetiva, sólo posible con una inhibición por el yo.