No olvidemos que éste año resolví que este seminario sea verdaderamente un seminario; tanto más cuanto que disponemos de más de una persona capaz de tomar parte en él de una manera absolutamente eficaz. Es así como aquél que puedo llamar nuestro amigo Pierre Kaufmann, adjunto en la Sorbona, desde hace mucho tiempo sigue y se ocupa del modo más eficaz de lo que ocurre en este seminario —ya que quizás algunos entre ustedes siguen sus crónicas del jueves en «Combat», crónicas filosóficas donde en varias ocasiones, aunque sólo fuera en este Congreso de Royaumont, ha hecho una muy amplia relación de lo que ocurrió; en muchas otras ocasiones volvió sobre lo que ocurre aquí en nuestra enseñanza, y aún muy recientemente, a propósito de tal artículo que hace alusión a ésta, ha aportado en su crónica precisiones mucho más útiles que por ejemplo, los autores que podrían sólo reprocharnos tal déficit en nuestra enseñanza, habiendo visto sólo una parte de ésta o de un artículo; tuvo la gran bondad de informarlos de lo que pasaba de un modo más actual , en la continuación del desarrollo de ésta así llamada enseñanza. Es así como el artículo Besoin et langage (Necesidad y lenguaje) ha cumplido una función muy útil en ciertas cosas que había dicho Henri Lefebvre.
Dicho esto, hemos hablado el otro día de ese pequeño artículo de Bernfeld al cual hice alusión hace dos seminarios. El Sr. Kaufmann ha tenido a bien interesarse en él y creo que va a abordar algunos detalles, incluso algunas preguntas. Y además este diálogo se amplió, creo que él mismo ha sido arrastrado mucho más allá de los límites de ese pequeño artículo, tanto que me ha traído recientemente algo que me ha parecido bastante sugestivo y prometedor como para que lo incitara a darle todo el desarrollo que le será lícito y agradable, a presentarnos las reflexiones que le inspira este artículo y las prolongaciones a las cuales lo ha conducido.
Les señalo muy especialmente que en varias oportunidades en este artículo, el Sr. Kaufmann ha hecho alusiones muy interesantes; sólo puedo denominarlas alusiones en comparación de lo que él mismo ha profundizado a propósito de las fuentes de la materia con la que estaba relaciónado en el campo psicológico en el momento en que se lanzó a eso. En esto, tanto en los países franceses como ingleses, es menester decirlo, somos bastante ignorantes de toda una tradición alemana extremadamente rica, en la cual es absolutamente impensable suponer que Freud se hubiera mantenido cuidadosamente aislado, en tanto todo hace aparecer por el contrario que esta lectura ha sido cuidadosa, extensa y para decirlo todo, inmensa.
Sobre muchos puntos tendríamos que aprender muchas cosas que incluso el Sr. Kaufmann no ha aún puesto al día completamente, ni publicado. Creo que hoy podrán tener una idea de ello. Le cedo ahora la palabra agradeciéndole por lo que ha preparado para nosotros.
Sr. Kaufmann: El artículo de Bernfeld sobre el cual quisiera dar cuenta, ha aparecido en 1922 en (Imago). Este artículo se nos presenta primero como un conjunto de consideraciones de orden histórico. Bernfeld aparece como un lector y comentarista de Freud. En particular señaló cierto número de textos de Freud relativos a la sublimación; y en una segunda parte aplica estas opiniones de Freud, tal como se las podía conocer en la época en que él escribe, a ejemplos de creación social. Desgraciadamente no pude disponer de la obra donde aparecieron sus observaciones originales sobre poesías adolescentes.
Nos brinda un resumen de ellas que al menos nos permite fijar su pensamiento teórico. Finalmente retoma estos ejemplos en opiniones que no podrían calificarse —que él mismo rehusa calificar— de sistemáticas sobre la sublimación, y que nos brindan sin embargo cierta orientación donde Bernfeld mismo otorga a su escrito un alcance histórico. Por otra parte cuando uno se refiere a la fecha de su publicación, estos aspectos históricos se acentúan, ya que el artículo es de 1922, es decir que se sitúa justo antes de la elaboración de la doctrina freudiana sobre el ideal del yo.
Este punto es tanto más interesante cuanto precisamente, Bernfeld ha referido su análisis al rol del ideal del yo en la sublimación. Tanto que puede decirse que Bernfeld, en este artículo, en el fondo es más interesante aún por los torcimientos que representa con respecto a lo que conocemos de la doctrina de Freud tomada en su conjunto, que por su aporte verdaderamente positivo.
Entonces, es un artículo interesante por su inserción en el interior mismo de la evolución del freudismo. Pero tiene otro interés y es aquí donde aparece la necesidad de recordarlo en una historia que va de este lado incluso de la aparición del freudismo. En efecto, al principio Bernfeld nos dice, a propósito de la sublimación, que esta noción ha sido forjada por el psicoanálisis y que ha sido transmitida por éste a la psicología, especialmente a la psicología del niño, ya que Bernfeld se mantiene a medio camino de estos dos dominios.
También se hace referencia a los «Tres ensayos sobre la sexualidad».
Esta aserción de Bernfeld sobre el origen de la noción de sublimación se halla contradicha por Freud, ya que éste nos dice formalmente que toma esta noción de la sociología. Los sociólogos, dice, parecen de acuerdo al decir que las fuerzas que crean todos los procesos a los cuales se les ha dado el nombre de sublimación constituyen uno de los factores más importantes. Agregaremos de buen grado que el mismo proceso juega un papel en el desarrollo individual.
Es así como esta pequeña divergencia entre Freud y su comentarista nos pone en la vía de un problema metodológico esencial en el fondo, que tiene que ver con la interpretación que se dará del psicoanálisis; es decir, a la situación del psicoanálisis con respecto a la sociología, como dice Freud aquí.
Es a partir de esta observación que me preocupé de saber cuáles podían ser estos sociólogos a los cuales alude Freud aquí. Por otra parte me metí en esto sin ninguna guía, porque supongo que se pueden encontrar allí referencias. Entonces es un poco por azar que leí tal o cual autor. Dí con tres nombres, Ihering, Vierkandt y finalmente Simmel
La primera orientación, hacia Ihering, me fue sugerida por una nota de Höffling en su Psychologie fondée sur l’expérience (Psicología fundada en la experiencia). En efecto a partir del problema de las relaciones entre las pulsiones y la civilización, Höffling hace alusión aquí a la contribución de Ihering, cuya obra cita: La finalité dans le droit (La finalidad en el derecho).
Si tomé esta cita de Höffling es que por razones que indicaré más adelante, me parece que Höffling es un buen relevo en la investigación teórica de los orígenes lejanos del freudismo.
La segunda referencia, a Vierkandt, simplemente la hallé en el dicciónario sociológico del mismo autor. Y finalmente la última que evidenció ser la más interesante, la de Simmel, fui allí en razón del título de una obra conocida de Simmel: Philosophy das Geld (Filosofía del dinero). Ahora bien, me pregunté si precisamente no podrían hallarse en esta obra anticipaciones interesantes de lo que Freud nos articula sobre la sublimación anal.
Ihering y Vierkandt me proporcionaron muy pocas cosas, sólo las direcciónes. Por el contrario, Simmel aparece, a través de la lectura de este libro, como uno de los precursores de la doctrina freudiana de la sublimación, o al menos, digamos como uno de aquellos que nos permitirían situar su interpretación. Seré breve sobre los dos primeros autores.
Primero Ihering. En su libro, que es difícil de leer, ya que sólo pude procurármelo en la Biblioteca Nacional, se hallan dos órdenes de consideraciones. Primero consideraciones que pueden parecer relativamente banales, sobre el rebasamiento de las Triebes, de las pulsiones. Sin embargo es interesante poner de relieve que Ihering se preocupa por saber cómo pueden acordarse dos órdenes que no derivan directamente uno de otro. Es decir que habla de una colaboración entre el orden de las pulsiones y el orden de la civilización. Más precisamente opone dos grupos de lo que él llama los mecanismos sociales, por un lado la retribución y la obligación, por otro el sentimiento del deber y el amor
Entonces, lo que es interesante observar es que busca cómo puede intervenir una colaboración entre estos dos grupos de principios. Hay sin embargo en Ihering un aspecto más interesante a título de sugestión, es el papel fundamental que hace jugar al lenguaje en la ética.
En el segundo volumen de este libro, en el capítulo 9, De l’éthique (Acerca de la ética), habla de la autoridad del lenguaje en las cosas de la ética. Y he aquí lo que nos dice: «Hay una especie de depósito de la experiencia humana en el lenguaje, e interviene a menudo en la conciencia una confrontación entre el sentimiento que puede tener el sujeto de sus motivaciones prácticas y por otra parte de la significación social que se encuentra depositada en el lenguaje. El uso del lenguaje, dice, que encierra este tesoro (se trata de la experiencia acumulada de la humanidad) puede servir de prueba en cada instante y produce una acentuación del sentimiento por parte del lenguaje».
«Este uso del lenguaje es un hecho que la ciencia debe respetar». Y es así como su método de análisis de la ética será, a través de la terminología de la ética, buscar acceder a la esencia misma de ésta. Con vistas a esto hace una teoría general de lo que los sociólogos llaman hoy regulación es decir sobre todo la urbanidad, el control social de la urbanidad, de la cortesía. Y se refiere especialmente a libros que figuran en la Biblioteca Nacional, del abate Morvan de Bellegarde: Reflexions sur ce qui peut plaire ou déplaire dans le commerce du monde (Reflexiones acerca de lo que puede agradar o desagradar en el comercio del mundo) Estos libros parecen ser ricos en promesas.
En lo que concierne a Vierkandt seré muy breve. Vierkandt busca este acuerdo del cual puede decirse que sumariamente es el objeto de la sublimación, entre el orden de las pulsiones y el orden de la cultura.
Llego ahora al libro de Simmel, Philosoghie de l’argent (Filosofía del dinero). Este libro comprende dos partes. Apareció en 1900. Hay una parte analítica y una parte sintética. La parte analítica comprende tres capítulos: el valor y el dinero; el valor sustancial del dinero; y el dinero en las series finales. Introduce aquí, en su tercer capítulo, a la vez la idea de serie y la idea de finalidad, y lo hace solidariamente. La segunda parte comprende un capítulo sobre la libertad individual, sobre los valores personales que pueden tener el lugar de equivalente del dinero. El capítulo siguiente trata sobre el estilo de vida. Y en este capítulo se encuentra en germen, tanto como en los capítulos precedentes el problema que fue planteado por Freud a propósito del carácter anal.
De un modo general lo que nos interesa en este libro de Simmel, es que liga explícitamente el problema de la significación del dinero al problema de la satisfacción de la necesidad, de la distancia de la cosa, en un sentido muy cercano al que ha sido encarado aquí, y finalmente de la sublimación Ya que el término sublimación se encuentra evocado en la página 24 a propósito del arte.
La sublimación es evocada aquí por Simmel a propósito de la puesta de distancia con respecto al objeto.
Voy a tomar estas indicaciones de Simmel en su primer capítulo, a partir de la página 16. Nos dice que aunque la pulsión normalmente exige un objeto para su satisfacción, en muchos casos sin embargo, esta pulsión se dirige solamente hacia esta satisfacción, de tal manera que la naturaleza misma del objeto le sea indiferente. Toma el ejemplo del objeto femenino, fuera de todo tipo de elección, y seguidamente muestra cómo la conciencia va a buscar por el contrario especificar este objeto de satisfacción.
Dice que primitivamente tenemos un getrieben werden es decir que en suma somos empujados por detrás, mientras que por el contrario a medida que el objeto va a especificarse, estamos en presencia de un terminus ad cuem. Cada vez más la satisfacción será buscada hacia un terminas ad plus. Es así como vamos a ver aparecer un objeto que va a tomar una significación intrínseca. Y a esta significación va a ligarse, en el pensamiento de Simmel, precisamente un valor.
Se puede observar al pasar que Simmel introduce una noción que recuerda desde muchos puntos de vista la noción freudiana del narcisismo. Nos dice en efecto, que a medida que se produce la especialización y el afinamiento de la necesidad de la conciencia, cierta cantidad de fuerzas es retirada de la necesidad solipsista. Es decir que tenemos aquí algo análogo al pasaje de la libido narcisista a la libido objetal.
Para describir este pasaje, Simmel introduce precisamente la noción de distancia. Siendo precisamente la cosa lo que va a darse a distancia. Allí donde se reconoce, dice, la significación profunda (propia) de la cosa, está la distancia. Agrega en las páginas siguientes que en suma esta constitución de un objeto independiente del yo y a distancia del yo, corresponde a una atenuación, un debilitamiento de los afectos del deseo.
Y gracias a este distanciamiento del objeto va a producirse una separación entre el sujeto y el objeto. Y. he aquí en qué términos nos la presenta: «Nombramos el acto donde interviene una unificación del sujeto y del objeto de satisfacción, un acto subjetivo, mientras que en la realidad… aquí intervienen tres términos que son Hindernis, Versagung, Aufschub. Es decir que es a través de un obstáculo, una denegación, un aplazamiento, que va a producirse la división entre el sujeto y el objeto.
«Habrá un corte que va a intervenir aquí entre el sujeto y el objeto», y agrega, «con este mismo procedimiento de inhibición y de distanciamiento vamos a ver aparecer una significación propia del yo, y una significación propia del objeto». En este contexto va a introducir el término y la idea de la sublimación.
Pero lo que es interesante es justamente que esta idea de sublimación va a hallarse asociada a la idea de distancia. Opone el caso en que simplemente tenemos sentimientos concretos de la cosa a aquél en que tenemos una abstracción y una sublimación. Introduce aquí el término de distanciamiento para designar esta puesta a distancia del objeto y la relación en que se encuentra el yo con respecto a un objeto distante, sobre todo en el arte.
Este simple texto nos muestra que hay cierto interés en preguntarse sobre la fuente del término mismo de sublimación y sobre el contexto en el cual Bernfeld ha situado su interpretación.
Yo decía que uno de los primeros fines de Bernfeld es presentarse a nosotros como un lector de Freud, es decir que cita cierto número de textos de Freud, y lo que no toma en estos textos es al menos tan interesante como lo que cita, ya que justamente todo lo que Bernfeld separa en sus citas de Freud concierne precisamente a este aspecto cultural que Simmel había tomado en consideración.
De un modo general en la sistematización de los textos no encontramos nada particularmente original en la exposición de Bernfeld. He aquí lo que nos dice de la sublimación tal como piensa presentarla según Freud. Nos dice primero que la sublimación es un destino que la pulsión sexual debe sufrir en razón de la denegación exterior o interior de su fin. Allí se refiere a Leonardo da Vinci, a los Tres ensayos al artículo sobre el erotismo anal y al impulso narcisista.
En segundo lugar dice que este destino especifico se cumple en la medida en que interesa la libido objetal. Consiste en que la pulsión se desplace sobre otro fin, al buscado en la satisfacción sexual. Y acentúa el hecho de que se desvíe de lo sexual. Se refiere luego a un texto de la psicología de las multitudes.
Hay aquí un pequeño problema que aún no pude resolver, pero que no me parece que deba dejar de lado; el problema consiste en que no cita el texto dado por una edición que tuve en mis manos, es decir por la edición de Imago. Ahora bien, la diferencia está en un punto que en verdad es bastante importante para la interpretación de la noción de sublimación.
Según la referencia de Bernfeld parece que se trata del texto de la edición de 1918 de los Petits écrits (Pequeños escritos). He aquí eI texto: «EI torcimiento de lo sexual del fin de la pulsión define entonces la sublimación». Y dice entonces, citando a Freud «deren Abteilung vom Ideal ich ausgeht». Dice que esta sublimación es provista (el término es muy fuerte, ausgeht), su origen está en el yo ideal . Y prosigue «deren Durchführung aber durchaus unabhängig von solcher Anregung bleibt», cuyo cumplimiento, cuya realización sigue siendo enteramente independiente de tal excitación, de tal estimulación.
Ahora bien, el texto de Imago nos da «angeregt». Es decir que según el texto que tenemos ahora ya no se dice que la sublimación tiene su origen en el yo ideal, ya no se dice que es provista por este yo ideal, sino que puede ser excitada, estimulada.
Pueden formularse aquí dos hipótesis. O bien leyó mal su texto, o bien éste fue modificado.
Dr. Lacan: Eso puede suceder, ya que es lo que yo había hecho en mis notas.
Sr. Kaufmann: Y este problema se evidencia tanto más importante para la interpretación de conjunto cuanto toda su interpretación de la sublimación reposa precisamente en el acuerdo que se establecería entre la libido objetal liberada por un lado, y por otro los fines del yo. Es decir que acentúa lo que denomina los fines del yo, la parte que en la sublimación vuelve al yo.
Voy a ir ahora a los ejemplos que nos da Bernfeld. Su primer ejemplo es el de la creación poética de un adolescente a quien ha estudiado entre los 13 y los 19 años. Este es el tono general de la observación. El joven ha comenzado a rimar —habla siempre de poemas, pero tiene el cuidado de decir que sólo en el tercer período del desarrollo de esta poesía podemos hablar realmente de arte— a los 13 años ya escribe entonces baladas cuyo material está tomado en general de la enseñanza escolar. A los 14 años y medio escribe su primera poesía lírica que proviene de su vida personal. Y entre los 15 años y medio y los 19, escribe en profusión novelas, dramas, poesías, cuentos autobiográficos, únicamente procedente dé su vida personal.
El comentario general es que antes de los 14 años y medio la situación está dominada por un complejo de castración; a los 14 años y medio se produce la experiencia de la pubertad y una tentativa de elección de objeto en relación con una imago materna; a los 15 años, dice Bernfeld, se produce la represión de los componentes sensibles en virtud de una reanimación regresiva del complejo de Edipo y este fenómeno culmina entre los 16 y 17 años.
Dado esto, Bernfeld se plantea la cuestión de saber con qué energía escribe el poeta. Primeramente, de los 13 a los 14 años y medio, nos dice que la fuente de energía es Ichtriebe y Ichlibido, la pulsión del yo y la libido del yo. Asume estas situaciones en su yo ideal: quisiera ser algo grande, y más tarde, un poeta. Entonces desde el comienzo el acento está puesto sobre el yo ideal y todo el análisis de Bernfeld va a consistir en que la libido objetal, que primero es reprimida, que luego será liberada, en un tercer período será de nuevo en parte reprimida y en parte puesta al servicio del yo ideal y de lo que él llama los fines del yo.
Entonces en este primer período está ese ideal que es asumido; por otra parte hay una represión. Dice, represión de los objetos sexuales, la madre y la hermana. Y por otra parte se entabla una lucha contra la masturbación que determina fantasías. Dice que en este primer período las fantasías no tienen ninguna conexión con sus poemas; es decir que sólo rima para ejercitarse y para ver lo que puede hacer.
Y Bernfeld dice que en esta fase los fines reprimidos de la libido objetal refluyen en las ensoñaciones y no en los poemas.
El segundo período es el que va de los 14 años y medio a los 15 y medio, y escribe poemas líricos con mucha facilidad. En este momento las pulsiones sexuales fuerzan la entrada a la conciencia y comienzan a reunirse sobre un objeto: está prendado de cierta Melitta. Su amor por Melitta es ordenado al fin del yo, se afirma como una fuerza genial sobre el modelo del joven Goethe en Salsburgo. Sin embargo la dinámica de las ensoñaciones no se modifica en este período. Reciben un empleo de la libido objetal y son coloreadas en su contenido por Melitta, pero no están más como antes ordenadas a los fines del yo. Su función está, como la de los sueños, enteramente determinada por el inconsciente. En este período, en el origen de sus poemas están los sentimientos provistos por su amor hacia Melitta. Agrega además aquí que sería demasiado extenso de precisar el papel de estos Stimmung en la expansión de esta actividad poética.
Precisa muy bien que en el curso de este período no se trata para nada de un torcimiento del fin de la libido objetal. Dice sin embargo que el autor se preocupa por sus poemas, por ejemplo los corrige, pero ésta es una manifestación de la actividad de las pulsiones del yo y de la libido del yo que no ha aún depuesto, abandonado el fin de ser poeta que se anexa productos de las pulsiones sexuales que hacen su aparición sin que él tenga participación en su producción.
Se trata pues de una anexión por las pulsiones del yo y por la libido objetal, de un producto espontáneo de los sentimientos. Y es en el tercer período, dice, donde vamos a poder carácterizar la producción artística como tal.
Primero, lo que es esencial es que la libido objetal dirigida hacia Melitta experimenta una energía. Vamos a ver cómo va a repartirse esta libido objetal. Hay primero una cantidad notable que se halla reprimida, que refluye hacía el Edipo y que intensifica las ensoñaciones de un modo excesivo.
Dr. Lacan: Estas Versagang, esta denegación es considera como un surgimiento interno, espontáneo. No hay ninguna intervención del exterior en ese momento, hay un viraje de sus relaciones con la Melitta en cuestión.
Sr. Kaufmann: Si al principio en su análisis inicial habla de una Versagung interior o exterior.
Dr. Lacan: Pero en el caso limite del cual se trata, entiende bien que es en función de la resistencia del Edipo, ya que es claramente ésa su idea, que surge la culpa en este amor infantil. Le hace jugar el papel más directo en el espejismo que adquiere toda la producción literaria.
Sr. Kaufmann: Insiste sobre estas relaciones con Melitta. Dice que cierta cantidad permanece no inhibida y dirigida hacia Melitta que se evidencia como no estando olvidada sino como inaccesible (nicht vergessen aber unerreichbar)
Luego, del lado del yo, éste aparece muy reforzado en su porción libidinal. Su fin de ser poeta, y en virtud de un nuevo investimiento libidinal potente del yo inicial (cita). Poeta y asceta, superhombre, moralista, etc.
A partir de la libido objetal vuelta hacia Melitta, se desarrollan sentimientos. Los poemas de Robert están totalmente cambiados, adquieren amplitud, se carácterizan por imagenes provistas por las ensoñaciones y por otra parte en estos poemas se trabajan las experiencias afectivas. Vamos a ver qué es este término de Bearbeitung, de la significación de esta Bearbeitung, quien va a ser esencial aquí.
He aquí lo que Bernfeld dice: en mi trabajo he carácterizado este período como un período de energía en la actividad poética de este joven Roberto que se expresa de la siguiente forma —Aus dem Rest der Melitta— la persona que ama —geltenden Objektlibido entwickelnn sich Stimmungen.Y más adelante ,en la página 340 —Die Energie, mit der die tertiare Bearbeitung vollzogen wird, ist nun unbezweifelbar unverdrangte Objektlibido. Efectivamente, éste es el problema si hacemos depender el fenómeno de la sublimación de la distinción entre Libidoziel, Ichziele, Lustziele.
También allí tropieza Sterba, cuyo artículo apareció el año anterior.
Es que en suma sólo podemos hablar de sublimación cuando hay transferencia de energía des Lust o des Es, der Lustziele.
Hay transferencia de la energía de la libido objetal a los Ich Ziele. Los Ich Ziele son preexistentes y no se puede hablar de sublimación más que cuando se pude hablar de transferencia de la energía que en ese momento es reanimada, puesta al día por la fase pubertaria en la cual entra. Es esta parte de energía la que es transferida de los fines de placer a los fines del yo lchgerechte conformes al yo. Solamente allí podemos hablar de sublimación. Y por otra parte es absolutamente claro que aunque la diferenciación freudiana entre la Verdrängung y la Sublimierung sea mantenida, la Sublimierung como tal es aprehensible sin embargo sólo en el momento en que aparece la Verdrängung.
Lo que usted llama la elaboración terciaria, digamos que es el tercer tiempo que él distingue en su caso. En tanto el amor infantil por esta Melitta resiente un proceso de represión, lo que es preservado, lo que no cae completamente bajo el impacto de este proceso de represión pasa al otro plano, el plano de la sublimación. Pienso que estamos absolutamente de acuerdo en esto.
Entonces, aunque se mantiene la distinción entre lo que dice sobre la Sublimienung y la Verdrängung, sigue habiendo una especie de sincronismo entre los dos procesos; decimos, el proceso de la sublimación siendo sólo al decir de Bernfeld (ya que subrayo aquí que no se trata de ningún modo de lo que yo entiendo valorar)…
Digamos que Bernfeld queda sin poder asir la sublimación más que en tanto tiene el correlativo instantáneo, contemporáneo de la represión.
Sr. Kaufmann: En suma, hay dos momentos. Por una parte hay represión en el segundo período, y en el tercer período hay una parte que es reprimida y otra que es sublimada. Pero no entendí la relación que establece entonces en este período entre las dos, porque en la definición que da finalmente de la sublimación insiste mucho sobre el hecho de que justamente la diferencia entre la sublimación y la formación reactiva reside en que en el caso de la sublimación hay liberación de la libido.
Por otra parte al principio cita a Freud y dice que hay cierto equívoco en los textos de los Tres ensayos. Agrega que, al menos es claro que la sublimación se distingue de la formación reactiva por el carácter no reprimido de la libido.
Dr. Lacan: En realidad, al nivel de los Tres ensayos sobre la sexualidad, reina la mayor ambigüedad en lo que concierne a las relaciones de la reacción espiritual y de la Sublimierung. De este texto, páginas 78 y 79 de las Gesammelte Werke parte el problema. En ese momento nos encontramos en presencia de una articulación que ha causado muchas dificultades a los comentarios ya que es para preguntarse si según ciertos párrafos hace de la Sublimierung una forma particular de la reacción, de la formación reactiva, o si inversamente la formación reactiva debe incluirse en una forma más amplia en la cual la Sublimierung tendría un mayor alcance..
En otros términos la cuestión se resuelve casi de la siguiente forma: llegar a ser poeta es un fin del yo, y es algo que en este joven se manifiesta muy tempranamente por actividades que en suma a los ojos de Bernfeld sólo se distinguen como una especie de reflejo de lo que le fue enseñado en la escuela, de un modo si puede decirse difuso, no personalizado. Hay, si ustedes quieren, un signo de menos valía, sobre todas las producciónes de esta época. Las producciónes le parecen, sin duda a justo título (no las tenemos a mano para juzgarlas), que se vuelven interesantes sólo a partir de cierto momento en que este personaje se siente más dramáticamente comprometido en su producción.
Acentúo aquí las cosas en el sentido más, favorable al autor, en el sentido en que su desarrollo coordinado, clínico… Creo sin embargo, que la actividad de este niño, que se halla como muchos otros niños (¿de manera furtiva cuántos niños en un período que es el de latencia tienen actividades poéticas episódicas? y Freud estaba bien ubicado para observarla en uno de sus niños); que hay de todas maneras en esta época un problema que es en suma, para acentuar las cosas, un problema diferente al de la difusión cultural, al de imitación; que el problema de la sublimación debe ser planteado precozmente. Quiero decir que si no nos limitamos al campo de lo que es el desarrollo individual, el hecho de saber por qué hay poetas, por qué el compromiso poético puede proponerse muy tempranamente a un joven ser humano es algo que no es únicamente soluble considerando el desarrollo genético que nos es presentado aquí y las carácterísticas novedosas que aparecen a partir del momento en que en suma la sexualidad entra en juego de un modo patente. No ver que la sexualidad está allí en el joven niño desde el principio e incluso mucho más aún desde el principio es ir en el sentido estrictamente contrario a toda la aspiración y al descubrimiento freudiano. (Quiero decir la fase que precede al período de latencia). Si se ha insistido tanto sobre las fuentes pregenitales de la sublimación y justamente por esto, el problema de lo que es la sublimación es algo que se plantea mucho más temprano precisamente que en el momento en que la división entre los fines de la libido y los fines del yo como tal se vuelve absolutamente clara y patente, accesible a un nivel de la conciencia.
Si se me permite acentuar algo aquí, diría que este término del cual me sirvo para intentar dar finalmente una articulación a esta sublimación conforme a aquello que se relacióna con nosotros a nivel de este problema, la Cosa, lo que denomino aquí das Ding es como un lugar decisivo alrededor del cual debe articularse la definición de la sublimación, antes de que nazca el yo (je), y con mayor razón antes que los Ichziele, los fines del yo (je) aparezcan. La misma observación se referirá, pero volveré a esto enseguida, a la comparación que usted hizo del uso que hago de la imagen de la cosa, con el que hace Simmel. Hay algo en Simmel que me interesa ya que es la noción no sólo de un distanciamiento sino de un objeto que no puede ser alcanzado. Pero es aún un objeto.
Ahora bien, lo que no puede ser alcanzado es la cosa, es justamente la cosa y no un objeto, en la articulación que les doy. En lo cual hay una diferencia completamente radical con lo que indica Simmel. Y es muy cierto que esto es absolutamente coherente con la aparición en el intervalo de esta diferencia esencial que constituye el inconsciente freudiano como tal.
Simmel puede aproximarse a algo que usted captó en una especie de aprehensión del carácter anal. Si he comprendido bien, usted no ha encontrado en su texto estilo anal, pero él no puede llegar a articularlo plenamente, por falta justamente de esta diferencia fundamental que es aquélla en la cual intentamos articular el inconsciente freudiano como tal.
Sr. Kaufmann: Entonces en lo que concierne a la definición que dará Bernfeld de la sublimación, precisamente como un acuerdo entre la libido liberada y los fines del yo, se puede observar que ve allí la ventaja de que se halla excluída de la definición de la sublimación toda referencia a la evaluación social.
Por otra parte, de entrada hay un rasgo metodológico que carácteriza todo su artículo. Al comienzo dice que sólo se embrolla el problema si se introduce en el análisis de la sublimación la noción de valor. Dice expresamente por ejemplo, que entre una obra de artista y una colección de estampillas no se deben hacer diferencias a nivel del análisis, y propone proceder por una especie de especificación progresiva. Dice que en suma tomaré el concepto de sublimación bajo la forma más general, a través de ejemplos tan variados como sea posible y que poco a poco se podrá restringir el campo del concepto a tal o cual tipo de sublimación.
Dr. Lacan: No sólo entre colección de obras de arte y colección de estampillas, sino entre colección de arte y en el caso de tal niño o tal paciente, una colección de trozos de papel sucio.
Sr. Kaufmann: Y al final retoma esto diciendo, cuando define la sublimación: este cambio de fin de una libido objetal no reprimida tiende a la realización de un fin, la mayoría de las veces preestablecido, de un fin del yo (moi). Y dice que gracias a esta formulación se evitarán las dificultades de la evaluación social.
Dr. Lacan: Se repele introducir criterios extraños a los criterios del desarrollo psíquico.
Sr. Kaufmann: Me parece que en la perspectiva de Simmel y teniendo en cuenta que efectivamente no se habla de psicoanálisis ni de inconsciente, hay sin embargo ciertas afinidades entre las dos perspectivas. En esta evaluación social creo que la posición de Simmel y el recurso que hace a la noción de distanciamiento, permiten disociar el término evaluación y el término social. Es decir que para Simmel hay valor en la medida en que hay distanciamiento. Y lo que Bernfeld ha querido evitar es recurrir a un valor, a una dimensión de valor que sea social.
Se puede tomar sólo en suma el fenómeno en dos niveles. Se puede por un lado tomar la puesta a distancia que representa una valorización, pero una valorización que no aparece como una socialización, y por otra parte esta socialización que justamente Bernfeld no quiere tomar en consideración. Me parece justamente que la concepción que él se forma de los fines del yo enturbia el problema ya que hace una descripción de la sublimación sin hacer ninguna referencia al principio de realidad y al análisis que Freud hace del principio de realidad. Y tanto más sorprendente es que él no lo cite.
Sr. Kaufmmann: —(…) Para Bernfeld,si se introduce la noción de valor en el análisis de la sublimación, tan sólo se logra enredar el problema. Dice por ejemplo, que entre una obra de arte y una colección de estampillas, a nivel del análisis, no deben hacerse diferencias.
Es cierto que Freud no pronuncia quizás en ese momento el término sublimación pero finalmente se trata justamente de sublimación. Es un texto paralelo a la «Introducción al Psicoanálisis», aunque aquí los dos principios estén mucho más densos y mucho más precisos que los de «Introducción al Psicoanálisis», en el momento en que Freud dice que el arte es en un sentido un retorno a la realidad, pero a un nuevo tipo de Wirklichkeit, y donde entonces plantea de un modo absolutamente satisfactorio el problema de la sublimación cuando dice que hay en la sublimación retorno a la realidad pero no a la realidad que creemos. Freud nos dice más o menos que es la realidad de una falta y no la realidad de un pleno.
Dice, la sublimación vuelve a la realidad porque al contrario de lo que piensan los monistas, no es la coincidencia de los intereses positivos lo que permite que los hombres se unan sino por el contrario es el reconocimiento de su falta respectiva, de su afinidad, de su comunidad en la negatividad, en la falta.
Dr.Lacan: Rehusa introducir criterios ajenos a los criterios del desarrollo psíquico.
La última parte del artículo consiste en un intento de articulación entre la sublimación y su experiencia curiosa con un grupo de jóvenes.
Dice textualmente: aquí llega el conflicto de la pubertad entre el yo y la libido objetal. La comprobación del grosor del pene, ya que allí reside a sus ojos el elemento significativo esencial de esta exhibición recíproca, confirma los fines del yo en tanto el yo narcisisticamente se exhibe como el más lindo, el más fuerte, el más grande; y hay otra parte que es contraria al yo en tanto conduce a una excitación genital.
Así precisa él la vertiente decisiva que constituye en la historia de esta asociación, esta especie de ceremonia, si puede decirse, interna al grupo esotérico, y es de allí de donde hace partir lo que propiamente hablando va a carácterizar el cuarto período, es decir el momento en que se trata de sublimación en su actividad colectiva.
Es menester decir que esto merece ser subrayado por el carácter de todos modos problemático de la cuestión que plantea. Sobre todo si agregamos esto: esta exhibición en ese decisivo momento es acompañada, en algunos en la sociedad, en aquellos que se consideran como los más fuertes y los más audaces, de una masturbación colectiva.
Sr. Kaufmann: Por otra parte dice que no se puede decidir si esta operación se opera en beneficio del jefe o en beneficio de la sociedad. Es decir que dice bien que hay una especie de sublimación pero dice por otra parte que no se puede decir sobre qué se opera, cuál es su efecto. Y estos dos ejemplos (no hace el acercamiento explícito, pero esto aparece a través de su texto) le permiten comparar dos tipos de sublimación, por un lado la sublimación artística que él llama una sublimación social, con la sublimación pasajera que se puede observar —son casos de vida cotidiana— por ejemplo cuando se trabaja, cuando se está triste.
Y en su análisis él parte de esta sublimación pasajera y en suma se puede decir que vuelve allí al final y distingue dos posibilidades que presenta como posibilidades limites pero esto lleva bien al fondo los dos polos de su concepción de la sublimación. En sumo puedan presentarse dos casos: o bien la pulsión no alcanza a satisfacerse y entonces busca vías que le permiten esta satisfacción, o bien el yo es demasiado débil, llama al rescate una energía suplementaria, a saber la libido objetal. Hay aquí dos límites entre los cuales se distribuyen las diferentes formas de sublimación y puede decirse que entre estos dos limites sitúa por otra parte su análisis de la sublimación artística y de la sublimación social. En suma, todo se juega entre estos fines del yo preexistentes, y por otra parte el destino de la pulsión libidinal según esté o no a la medida de ajustarse a los fines del yo.
En suma, Bernfeld no tuvo suerte, trató la sublimación en relación al yo ideal justo antes que Freud pudiese instruirlo sobre la naturaleza de este yo ideal y en particular sobre la necesidad de considerar la relación con el prójimo.
Dr. Lacan: Usted es absolutamente optimista, porque los que han escrito después parece que no han sacado mejor partido de la introducción del yo ideal. Y si lee a aquellos que han escrito y en el último punto las notas acerca de la sublimación, así como el artículo Neutralisation et sublimation (Neutralización y sublimación), que apareció en el volumen de Analyse Study, no hay el menor esbozo de articulación entre lo que es sublimación y yo ideal.
Es justamente allí donde estamos y donde vamos a intentar nosotros mismos avanzar.
Le agradezco realmente mucho lo que usted ha hecho hoy para nosotros. Me permitirá solamente agregar la cita de la frase, para puntualizar lo que hemos adquirido hoy, donde se constituye la teoría propiamente bernfeldiana. «Estos componentes de un todo de las pulsiones del yo, que se hallan bajo el impacto, bajo la presión de una represión pueden ser sublimados. Entonces las particularidades de estos componentes permiten el sostén de una función del yo por el reforzamiento de tendencias —de una función, no del yo— del yo que actualmente están en peligro».
He aquí la definición a la cual él se atiene y que comprende los dos extremos que usted ha: subrayado, sea el de una fuerza particular del yo que ya apunta con absoluta claridad y que incluso está articulada en Bernfeld que designa a aquellos que tienen precozmente estas tendencias del yo particularmente elevadas como siendo, si puede decirse, una aristocracia, una elite (a pesar de haber puesto entre paréntesis que además no pone allí ningún acento de valor, es igualmente difícil no poner ninguno); o bien se trata de la puesta en peligro de ciertas tendencias del yo que llaman en su ayuda al recurso provisto por estas tendencias pulsionales en tanto ellas pueden escapar al retorno.
He aquí la concepción en la que se detiene Bernfeld. Es absolutamente sensible para todos, pienso, que lo que les muestro aquí este año es algo que puede situarse entre lo que puede llamarse una ética freudiana y una estética freudiana. La ética freudiana está allí en tanto nos muestra que una de las fases de la función de la ética —y es muy sorprendente que no se lo acentúe más cuando que por otro lado esto corre el lugar psicoanalítico— esta moralisch de la cual habla siempre Jones, esta complacencia moral es de algún modo aquello por lo cual la ética nos vuelve inaccesible esta cosa de aquí en más.
Trato también de mostrarles, en vías de una estética freudiana —en el sentido más amplio del término estética, es decir el análisis de toda la economía de los significantes hablando con propiedad— que la estética freudiana nos muestra esta cosa inaccesible. Y justamente es algo absolutamente esencial poner eso al comienzo del problema para intentar articular las consecuencias, Es en estas consecuencias en particular, donde se sitúa el problema de la idealización, ese algo que vieron esbozarse la última vez alrededor de la sublimación de la moral cortés. ¿Oué es? El surgimiento del tipo ideal. Y podremos introducir una palabra que tendrá todo el alcance en lo que diremos a continuación: hay cierto estilo de honestidad en tanto en el orden de la ética hacemos la distinción de los antiguos, y del cual un párrafo de los De officiis que les comunicaré posteriormente, nos habla, el summum bonum, con este problema de saber si este summum bonum debe ser articulado de acuerdo con la honestas , como siendo el hombre honesto que debe ser articulado como cierta organización, cierto estilo de vida que se sitúa justamente en función de ese algo que es la sublimación inicial, y la utilitas, por otra parte, es decir lo que ha sido articulado como base y fundamento del utilitarismo, es decir aquello por lo cual comencé a plantear este año el problema ético y a lo que seremos conducidos a continuación. Y mostraremos lo que es verdaderamente la esencia del utilitarismo. Verán que hay allí perspectivas que bien pueden ser dichas aquí desde ahora.