Hoy les he traído lo que puede considerarse una curiosidad, incluso una diversión; pero creo que este tipo de singularidades son precisamente las cosas que quizás sólo nosotros, analistas, estamos en posición de situar.
Lo que sigue, que les he anunciado la última vez después de las palabras que el Sr. Kaufmman ha tenido a bien traernos con respecto al artículo de Bernfeld y a sus antecedentes, y que en suma nos anuncia que el problema es establecer el lazo entre sublimación e identificación, antes entonces de dejar la sublimación tal como la esquematicé alrededor de esta noción de la cosa que puede permanecer aún enigmática y velada, por las mejores razones, les traigo en cierto modo como nota, algo concerniente a esta cosa y concerniente a lo que podría denominar en suma, las paradojas de la sublimación.
La sublimación no es en efecto lo que un pueblo vano piensa, y como van a ver, no se ejerce siempre obligatoriamente en el sentido de lo sublime. Del mismo modo, la noción de cambio de objeto no es tampoco algo que deban considerar como haciendo desaparecer, muy lejos de eso, el objeto sexual en tanto tal. El objeto sexual puede salir a la luz acentuado como tal en la sublimación.
El juego sexual más crudo puede ser el objeto de una poesía; no por eso es allí menos sublimatoria la intención que será puesta en juego. Finalmente, para decirlo todo creo que no es inútil que después que les hablé del amor cortés —no sé que continuación habrán dado en sus lecturas a lo que les he aportado en ese sentido— los psicoanalistas no ignoren piezas del legajo del amor cortés, de la poesía de los trovadores, con las que literalmente los mismos especialistas no saben qué hacer. Se han embrollado como un pez con una manzana. No hay dos poemas como éste en la historia de la poesía cortés, que es un hapax; se halla justamente en la obra de uno de los más sutiles, de uno de los más refinados de estos trovadores, que se llama Arnaud Daniel y que se ha distinguido especialmente por hallazgos formales excepcionalmente ricos, notablemente la Sestina, sobre la cual no puedo extenderme aquí, pero cuyo nombre al menos es necesario que sepan.
Este Arnaud Daniel compuso un poema acerca de lo más singular que se haya producido con estas relaciones de servicio, como les dije la última vez que hablé de este tema, entre el enamorado y la dama; hace todo este poema que se distingue por lo que los autores alarmados llaman un poema que desborda los límites de la pornografía, llegando hasta la escatología, sobre un caso que parece haberse producido como un problema en esta casuística particular, esta casuística moral cortés, que supone juicios emitidos en la ocasión.
El caso es éste: una dama, que es llamada en el poema, dama o Donna Ena, ordena a su caballero —y es una orden que es una prueba con la cual se medirá la dignidad de su amor, de su fidelidad, de su compromiso someterse a esta prueba que consistirá como lo indica el texto, en embocar su trompeta (trompa). Embocar su trompeta no tiene en absoluto un sentido ambigüo, como van a verlo según el texto de esta poesía singular.(emboucher sa trompette. El sentido figurado de esta expresión es hablar con tono épico, sublime. Literalmente «emboucher» es poner en la boca y «trompette» significa además de trompeta ,concha marina, y cabeza o rostro; también remite a los órganos sexuales femeninos.)
Además, para no hacerles esperar mucho más voy a leerles —ya que pienso que ninguno de ustedes puede entender esta lengua perdida que es la langue d’oc, que sin embargo tiene su estilo y su valor— este poema en estrofas de nueve versos con rima homogénea que cambia de una estrofa a otra.
«Ya que Señor Raymond (se trata, como verán de aquéllos que intervinieron en este asunto, es decir otros poetas además de Arnaud Daniel; Senor Raymond es Raymond de Durmont) … defiende a la Dama Ena y sus órdenes… Seré viejo y canoso antes de consentir a semejantes requerimientos,de donde podría resultar un inconveniente demasiado grande. Ya que para embocar esta trompeta, le haría falta un pico con el cual sacar las crines del tubo y además bien podría salir de allí ciego, ya que el vapor que se desprendería de sus re pliegues es fuerte.
Pienso que comienza a hacerse ver la naturaleza de la trompa en cuestión.
Seguramente le sería menester tener un pico, y que este pico fuera largo y agudo —si evocamos aquí las recientes imagenes, también muy particulares, de una exposición de un pintor célebre…— ya que la trompa es rugosa, fea y punzante.. y el pantano profundo en el interior … y no conviene que sea jamás un favorito el que ponga su boca en el tubo. Habrá muchas otras pruebas más bellas y que valdrían más. Y luego, si el señor Bernart (el Bernart del que se trata aquí es el amante) se ha sustraído a ésta, por Cristo, no ha actuado como cobarde un instante para haber sido atacado por el miedo y el espanto. Porque si el hilo de agua hubiera venido desde arriba sobre él, le hubiera escaldado completamente la mejilla. Y no conviene que una mujer bese al que hubiese soplado en una trompeta hedionda.
Bernart, no estoy en absoluto de acuerdo con el propósito de Raimon de Durfort para decir que usted haya jamás estado equivocado en esto; porque si usted había trompeteado por placer, habría usted encontrado un rudo obstáculo, y la hediondez lo habría de inmediato hecho occiso, pues ella huele peor que el estiércol en un jardín. En cuanto a usted , quién busca disuadirlo. Con respecto a eso, alabe a Dios que lo ha hecho salvarse. Sí, se libró de un gran peligro que le hubiera sido reprochado luego a su hijo y a todos los de Cornil. Más le hubiera valido haberse exiliado que haberle tocado la trompa en el agujero entre el espinazo y el pubis por donde se suceden las materias color de herrumbre. No podría haber tenido garantía suficiente de que ella no le orinase el hocico y la ceja.
El poema se termina con un envío de cuatro versos: Dama a la que Bernart en absoluto se dispone a tocarle la trompa (Corner (tocar la trompa), cornard (cornudo) y corne (cuerno), rige allí una ambigüedad total dado que a la vez quiere decir cuerno (corne), corneta (clairon) y también tubo) sin un gran esmeril («bitoque») (palabra autóctona que quiere decir algo así como herramienta) con el cual cerrará el agujero del pubis y entonces podrá tocar la trompa sin peligro.
Este documento bastante extraordinario que nos abre una perspectiva singular sobre lo que puede denominarse la profunda ambigüedad de la imaginación sublimadora, tiene su valor, les ruego que lo noten, por esto: Primero, no hemos conservado todos estos productos de la poesía de los trovadores y troveros. Este poema que evidentemente tiene su mérito literario, que la traducción no muestra, no sólo no se perdió sino además, en tanto encontramos ciertos poemas de Arnaud Daniel sólo en dos o tres manuscritos, éste lo encontramos en 20 manuscritos.
Manifiestamente, aquellos que en su momento han recopilado y transmitido estos poemas, decían que siempre hay en ellos parte de las circunstancias históricas… Por otra parte el texto mismo implica —tenemos además también otros textos, pero se los perdono— que otros dos troveros, Trumalec y Raymond de Durfort han tomado parte en sentido contrario en este dudoso debate; nos encontramos frente a algo que se presenta como una especie de brusco retorno de lo que está velado en el sentido y a algo que se nos presenta como un tipo de torsión singular, la mujer idealizada poniendo de repente brutalmente en el lugar de la cosa construida, sabiamente elaborada con ayuda de significantes refinados —y Arnaud Daniel ha estado lejos en el sentido de la mayor sutileza del pacto amoroso, llegando incluso a empujar el extremo del deseo hasta el momento en que se ofrece a sí mismo en una suerte de sacrificio donde se vuelve en una especie de abolición de sí mismo— .. Es el mismo que hallamos brindando no sin cierta reluctancia, un poema sobre un tema que, para él consagra con tanto esmero su talento poético, y que debía tocarle en algún punto.
Nos encontramos puestos frente a esto: esta Dama se halla en la posición del otro y del objeto; se halla ubicado brutalmente en su crudeza el vacío de una cosa que se evidencia en su desnudez como la cosa, la suya, la que se encuentra en el corazón de ella misma en su vacío cruel. Algunos de ustedes han visto, han presentido la función y la dirección, la perspectiva de esta cosa en esta relación con la sublimación; esta cosa es en cierta forma develada aquí con una potencia muy particularmente insistente y cruel.
Es igualmente difícil no ver sus ecos y que no se trata allí de una singularidad que no tenga antecedentes, cuanto que leemos en la Pastoral de Longus aquello que es el origen de la flauta poética. Pan, al—perseguir a la ninfa Syrinx que se le sustrae, que desaparece en medio de las cañas, en su furor corta las cañas. Y nos dice Longus que de allí sale la flauta de tubos desiguales que, agrega el sutil poeta, simboliza que Pan quiere expresar de ese modo que su amor no tenía igual. ¿Qué nos dice la leyenda y el mito? Que es efectivamente Syrinx quien es transformada en el tubo de la flauta de Pan. Y el registro en cierto modo de burla donde puede venir a inscribirse el singular poema cuya comunicación les hice, es algo que se sitúa, si puede decirse, en la misma estructura, en al misma relación, en el mismo esquema de ese vacío central alrededor del cual se ordena y se articula aquello en lo cual, a través de lo cual, finalmente se sublima el deseo.
No hubiera sido completo si no agregaba al legajo, con fines útiles y de algún modo para situar en esa ocasión el lugar que podemos otorgar a ese singular trozo literario, que Arnaud Daniel —para aquéllos mismos que no son especialistas de la poesía de los trovadores— se halla ubicado en algún lugar, en el canto XIV del Purgatorio por Dante, en compañía de los sodomitas. No puede llevar más lejos la génesis particular del poema del cual se trata. Voy a ceder ahora la palabra a la Sra. Hubert, quien va a hablarles de un texto al cual se refiere de modo extremadamente frecuente la literatura analítica, y es el texto de Sperber «De la influencia de los factores sexuales en el origen y el desarrollo del lenguaje», que se relacióna aparentemente con el problema del origen del lenguaje, pero que toca todo tipo de problemas vecinos de lo que tenemos que articular aquí con respecto a la sublimación.
Sobre todo el artículo de Jones acerca de la teoría del simbolismo, sobre el cual yo mismo he hecho un comentario cuyos ecos me dicen que para el lector no es fácilmente accesible. Hice alusión a él en el pequeño artículo en el número de la revista que consagré a la teoría del simbolismo de Jones. En efecto, Jones se vale de él muy expresamente a propósito de una cuestión que plantea, que es la siguiente: dice que si la teoría de Sperber es verdadera, debemos considerar muy directamente como un equivalente del acto sexual ciertos trabajos primordiales y notablemente los trabajos agrícolas, las relaciones del hombre con la tierra. ¿Podemos decir que tal o cual de los rasgos engendrados cuya huella conservamos en la significación de esa relación primitiva, pueden ser remitidos al proceso de simbolización? Jones dice que no. En otros términos, dada la concepción que tiene de la función del símbolo (no insistiré más en esto porque no es nuestro objetivo), considera que en suma no se trata de una transposición simbólica en lo que sea, ni que pueda ser puesto en el registro de un efecto de sublimación.
Debe tomarse allí el efecto de sublimación, si puede decirse, en su liberalidad, en su autenticidad. La copulación del labriego con la tierra no es una simbolización, sino el equivalente de una copulación simbólica. Si leemos el texto de Jones, leemos eso y vale la pena que nos detengamos allí. En mi artículo saque alguna de sus consecuencias sobre las cuales volveré, más para que este texto adquiera su verdadero valor —está en ese primer número de Imago que es quizás aún más difícil de hallar que los otros— la Sra. Hubert ha tenido a bien trabajarlo y va hoy a participarles su contenido.
Sra. Hubert: El artículo se denomina: De l’influence de facteurs sexuels sur l’origine et le développement du langage (Acerca de la influencia de los factores sexuales sobre el origen y desarrollo del lenguaje). Antes de atacar el problema de la génesis del lenguaje es menester definir la significación del término lenguaje. Sólo se trata aquí de la génesis del lenguaje articulado; se dejará enteramente de lado los diferentes tipos de lenguaje.
«Para el psicólogo lingüista, el concepto de lenguaje significa no solamente la producción de un sonido, sino la transmisión de un contenido psíquico, de un individuo a otro; en otros términos sólo se trata de lenguaje cuando hay una intención de comunicación. En consecuencia, un grito de dolor como tal, por ejemplo, no es una palabra, pero puede llegar a serlo si es articulada para implorar socorro.
Nuestro problema es el siguiente: ¿cuáles fueron las condiciones previas que hicieron nacer en un individuo sin palabra, pero dotado de un aparato vocal, la intención de comunicarse con otro? Ciertamente observando que los sonidos que había producido sin intención se mostraban capaces de influenciar la acción de ese otro individuo. Antes que la invención de una comunicación y en consecuencia la palabra, haya podido nacer, han debido ser reunidas las siguientes condiciones previas:
Un individuo A descarga en varias ocasiones sus afectos por medio de sonidos. Un segundo, B, reaccióna regularmente a estos sonidos de una manera visible para A, y A reconoce la relación entre sus propios gritos y las reacciónes de B. Solamente después de haber pasado por estos estadios preliminares, A puede tener la intención de utilizar su voz para comunicarse con B, es decir que puede gritar ahora de manera intencional si desea la reacción de B.
Las situaciones que hubieran podido conducir a un desarrollo tal, parecen limitadas por las siguientes condiciones: primeramente, participan de la situación al menos dos individuos; al menos un individuo, A, está en estado de afecto, lo que lo conduce al grito; en tercer lugar deben entrar en juego ciertas fuerzas para obligar al individuo B a reacciónar de un modo regular; en cuarto lugar la reacción de B debe ser deseable para A, sino A no tendría ningún interés de provocar la reacción de B por sus gritos. En quinto lugar, la situación debe producirse a menudo y ser la misma: en sexto lugar, la situación debe ser simple.
Las dos últimas condiciones son consecuencia de la inteligencia inferior del hombre que apenas se distingue del animal en este estadío del desarrollo. Fue necesario que una situación simple se reprodujese a menudo para permitir a A concebir la relación causal entre su grito y la reacción.
Considerando las situaciones en las cuales se han considerado los orígenes de la palabra, es fácil ver que las condiciones no son cumplidas. Se imagina fácilmente la escena de los dos cazadores primitivos que son súbitamente atacados por una bestia feroz. Uno de los dos, A, grita y se da cuenta que el segundo puede darse a la fuga por ese grito. En una ocasión posterior grita voluntariamente para atraer la atención de su colega sobre este peligro. Está en posesión de este grito de alarma, por lo tanto de un elemento lingüístico.
Las dos primeras condiciones son cumplidas: la presencia de los dos individuos, la aparición de un afecto —en este caso el temor—; la tercera también, la regularidad, parece ser exacta. Porque aunque el grito no haga huir a B, él notará también al adversario y reacciónará al parecer al grito de A.
Por otra parte es menester dudar de la cuarta condición, acerca de que la reacción de B debería ser deseable para A. Sería imprudente proyectar los sentimientos altruistas actuales en el alma de los primitivos. El punto cinco, frecuencia de la situación, puede ser admitido, pero el último, la simplicidad de la situación, no se revela justificada. Dicho de otro modo, la teoría del grito de llamada carece a nuestros ojos, de toda probabilidad.
La atención principal de A está ocupada por la situación del peligro; es poco probable que reconozca una relación verdadera o causal entre el grito y la reacción.
En realidad, sólo existen dos situaciones que cumplen absolutamente las condiciones requeridas: la primera es la del lactante hambriento: grita sin intención y recibe de su madre el alimento; luego reconoce la relación causal y aprende a llamar a su madre. La segunda es la relación sexual donde la excitación del macho se descarga por medio de sonidos a los cuales la hembra reaccióna con su acercamiento.
En consecuencia, el nacimiento de la palabra se reducirá a una de estas situaciones o a ambas. Es cierto que la relación del niño con su madre explica el origen del lenguaje individual; no obstante es menester negar en mi opinión que el lenguaje humano agote allí sus orígenes. Aparte de los primeros sonidos reflejos, el niño no crea su lenguaje; lo recibe de los adultos. Parece que todos los índices designan la sexualidad como la raíz más importante del lenguaje.
Hemos intentado situar el momento en que el desarrollo de la palabra humana tuvo su punto de partida. Nos preguntamos ahora: ¿existen caminos a partir de este punto que conduzcan a datos de la vida lingüística que conocemos por nuestra propia experiencia? En otros términos, ¿cómo explicar que el lenguaje busque designar cosas que no tienen ninguna relación o una relación muy alejada con la sexualidad?
Creo que mi hipótesis, es decir el origen del lenguaje a partir de cuerpos sexuales, volverá comprensible el esfuerzo de extenderlo a actividades más numerosas y siempre nuevas. Hasta ahora, no hemos aún abordado verdaderamente la cuestión del origen del lenguaje; no hemos hecho más que con tornear la significación de la cuestión. La mayoría de los autores se han interesado sobre todo por el siguiente problema: ¿cómo es que los hombres buscaban hacer un grupo de sonidos de la representación precisa? En otros términos, ¿cómo crearon un vocabulario?
En la literatura científica, estas dos cuestiones no han sido separadas de una manera suficientemente precisa. Mi hipótesis, acerca de que la excitación sexual es probablemente la fuente capital de las primeras manifestaciones de la palabra, podría mostrar quizás el camino de la comprensión del problema del vocabulario. Por otra parte, los científicos admiten que a cada nivel cultural de un grupo, corresponde un correlativo exacto en su lengua. Es decir, que el desarrollo lingüístico sigue paso a paso el desarrollo cultural. Esto también se aplica en los orígenes del lenguaje.
Así está claro que un desarrollo del grito de seducción no era posible antes de la formación de la familia. Solamente el hecho de vivir con otros individuos podía crear estos medios de comunicación. Por las mismas razones es menester admitir que el progreso cultural de la invención de las herramientas, que representa verdaderamente la separación radical del hombre y del animal, ha influido el desarrollo del lenguaje en forma decisiva.
Voy a intentar demostrar la probabilidad de que las actividades ejecutadas con ayuda de herramientas eran acompañadas de manifestaciones semejantes a llamados de seducción porque estaban investidas sexualmente. Investimiento sexual significa aquí que la actividad fantasmática del hombre primitivo presentaba cierta analogía con los órganos sexuales humanos, que se veía en el trabajo con las herramientas la imagen del acto sexual. En esa ocasión aparecían afectos parecidos al acto sexual que crean tensiones.
Esta tensión exigía una descarga semejante a la tensión sexual y conducía de igual modo a la emisión de sonidos. No es posible proporcionar pruebas con la misma certidumbre para todos los tipos de trabajo. A veces estamos obligados a contestarnos con cierta probabilidad.
Comienzo con un grupo de actividades que me parecen principales para probar mi hipótesis: los trabajos agrícolas. En la imaginación de los pueblos agrícolas encontramos un estrecho paralelismo entre la producción de las plantas por la tierra y la procreación el nacimiento y el crecimiento del hombre. El lenguaje lo testimonia por una infinidad de imagenes y de expresiones que son comunes a los dos dominios. La procreación del hombre es realizada por la simiente que deposita el germen de la vida en el seno de la madre. Los niños son los retoños del hombre. Por otra parte, hablamos de entrañas de la tierra.
Lo que importa aquí es el hecho que la representación primitiva identifica el arado con el falo, la tierra con la mujer que concibe, y que percibe la actividad del arado como acto sexual. Podemos citar aquí todas las costumbres supersticiosas en que el arado juega el papel de símbolo de la fertilidad. En Esquilo encontramos un pasaje en donde el pecado de Edipo consiste en que habría sembrado el campo de la madre que debería haber sido sagrado para él. Del mismo modo en un libro vemos un objeto que representa a la vez un arado y un falo que se encuentra en la decoración de una vasija griega lo que prueba que no se trata sólo de una vasija simbólica sino de una representación bastante real.
Una simbólica semejante existe también en los pueblos que no conocían el arado, quienes excavaban la tierra con una especie de bastón para buscar raíces.
El mismo investimiento sexual existe también para los dos métodos principales para trabajar grano. Aquí el mortero es el representante de un sexo femenino, mientras el pilon representa el pene. En inglés, to meel significa a la vez coíre y moler. La palabra latina pilum, aparece en bajo alemán, en danés como pil (pene).
La actividad que consiste en cortar con las herramientas desafiladas parece investida de tendencias sexuales de manera análoga. Encontramos con gran frecuencia la doble significación de cortar (segar) mal con una herramienta desafilada y coïre. Por ejemplo en estirio, ficken; en suabio, ficklen, segar torpemente. En alemán, ficken, coïre. En bávaro, fegerln, cortar con un cuchillo mal afilado. En alemán, vögeln, coïre, o alsaciano fegen. En alsaciano gixen, quiere decir coïre, y Gix, un cuchillo desafilado. En suabio, fienken, cortar con un cuchillo desafilado y el mismo tiempo coïre, etc.
Lo simbólico es fácilmente comprensible. La herramienta cortando es el miembro viril, el objeto hecho, la perforación obtenida por esta actividad, representa el sexo femenino.
Una analogía mucho más asombrosa tiene que ver con la actividad de horadar. Un muy bello ejemplo es dado por un modo muy particular de hacer fuego. Se trata de dos trozos de madera, uno de los cuales sirve para horadar el otro con movimientos rotativos. Una costumbre hindú muy antigua que acompaña la producción del fuego sagrado hace resaltar muy bien la analogía con el acto sexual aquí esta madera giratoria, la procreadora. Preparen y traigan a la soberana. Queremos hacer dar vueltas el fuego. Según nuestras viejas costumbres el fuego reposa en las maderas como el fruto bien protegido en la mujer encinta. Cada día nuevamente los hombres ofreciendo sacrificios cantan las alabanzas de Agni. Hagan entrar en la que está tendida, ustedes que conocen su arte. Enseguida ella concibe; ha dado a luz al que la ha fecundado con su punta roja brillante en su trayectoria. El fuego nació en la preciosa madera.
Aunque mi exposición pueda parecer muy incompleta, muestra al menos cierta verosimilitud de mi hipótesis. La ejecución de estas ocupaciones mayores provocaría en el hombre primitivo gracias a los investimientos sexuales, una excitación o al menos una tensión psíquica que se expresaría por medio de sonidos, del mismo modo que la excitación sexual primitiva habría provocado ( ..)
Esto representaría el medio de comunicar a otras personas la representación de trabajo por la reproducción de los sonidos que lo acompañaban regularmente, luego la creación de una palabra para designar este trabajo.
Admitiendo que el descubrimiento del primer método de trabajo haya resultado en un agrupamiento de sonidos aptos para dar el nombre a ese trabajo, ¿cómo explicar que lo que no es del mismo agrupamiento de trabajo servirá para la invención de un nuevo método de trabajo, pero que una nueva raíz de lengua será creada para cada nuevo descubrimiento? Ya que si la tensión sexual por ejemplo labrando, se descarga en forma de cierto agrupamiento de sonidos es difícil comprender por qué esta tensión provocaría otro agrupamiento de sonidos bajo la influencia de otro método de trabajo.
La solución de este problema no me parece demasiado difícil de resolver. Simultáneamente con la invención de la primera herramienta, fue creada una palabra que en ese momento fue investida de manera de conservar la doble significación de hacer el acto sexual y llevar a cabo cierto trabajo. Pero esta palabra fue aprendida por la nueva generación mucho tiempo antes del despertar de sus pulsiones sexuales. La significación sexual de la palabra se borraba, ésta adquiría más bien un sentido figurativo. La situación se presenta de un modo completamente diferente para el inventor de un nuevo método de trabajo. Tengo razones —volveré más tarde a ellas para pensar que la invención de un nuevo método no podía hacerse de otro modo que bajo la influencia de una tensión sexual. Se trata aquí literalmente de la atracción de lo nuevo. Llevando a cabo su nuevo método de trabajo que acababa de inventar, el autor estaba en estado de tensión que lo incitaba a emitir gritos semejantes a interjecciónes.
Me parece evidente que si este grito retomoba otro agrupamiento de sonidos que aquél que sus ancestros habían inventado de ese modo, el hombre creaba lentamente una serie de palabras para designar afinidades primitivas. Todo las distingue de las otras por su valor acústico; pero son todas iguales porque habían conservado su valor particular, la doble significación de hacer el acto sexual.
La relación estrecha entre la invención del lenguaje y la de la herramienta me parece más convincente que aquélla que se basa en el terror o el asombro para provocar la primera palabra. En su nivel mental, sólo la repetición extremadamente frecuente, por así decir infinita, le permite fijar en su memoria y reproducir los primeros gritos. Esta condición requerida más arriba es llenada deduciendo el origen de la palabra de los sonidos acústicos que acompañaban al trabajo. Los cantos que acompañan aún hoy los trabajos en común me parecen tener aún una relación directa con el investimiento primitivo de placer de todo trabajo.
No creo equivocarme al reducir el origen de las raíces del lenguaje a los trabajos ejecutados por un grupo. Esto explicaría la consolidación y la supervivencia de estas prácticas, ya que ellas habrían sido aprendidas por todo un grupo de hombres a la vez.
Algunos lectores dudan, sin duda de la exactitud de nuestra suposición de que la invención de nuevos métodos de trabajo sólo se producía bajo la presión de una tensión sexual. Me parece difícil admitir que allí un puro azar en tanto casi todos los métodos de trabajo están sexualmente investidos y vuelven posible, incluso provocan una comparación con la actividad sexual.
Esto sólo puede explicarse por el hecho de que los fantasmas sexuales del hombre han participado ya de modo determinante en la creación de este método. A partir del momento en que el hombre no tenía más períodos de celo como los animales, le sucedía a menudo no tener una hembra a su disposición. Estaba pues obligado a buscar otro medio de descarga para desplegar sus fuerzas. Prefería naturalmente una actividad que tuviera una semejanza cualquiera con el acto sexual para servirle de reemplazo.
El lector se dio cuenta que he abordado un tema muy discutido. Recientemente Sigmund Freud y sus alumnos han insistido sobre la estrecha relación de las conquistas de la civilización y de tales pulsiones sexuales insatisfechas. Nos basta aquí comprobar que las pulsiones sexuales juegan un papel muy importante en la vida espiritual de los hombres y tanto más cuanto nos acercamos al origen de la civilización. En consecuencia es menester atribuir su lugar a estas pulsiones también en el dominio que concierne al origen del lenguaje .
La mayoría de los lectores se niegan probablemente a creer esta monstruosidad de que al menos la mayoría de los sonidos no habrían significado en el origen más que una sola y misma cosa: el acto sexual. Por una parte estamos demasiado tomados en nuestras reglas modernas de decoro para pronunciar sin ningún malestar palabras sexualmente investidas y por otra parte nos parece inverosímil que un sólo concepto hubiera podido diferenciarse en este número infinito de significación de la cual dispone una lengua moderna. Una y otra de las objeciones pueden ser bastante fácilmente superadas».
Salteo ahora un párrafo donde desarrolla el desenvolvimiento del lenguaje a partir de estas raíces para llegar a las frases y a la diferenciación de las categorías, de las palabras, de los sustantivos, etc., porque tengo la impresión que no hay mucha relación con los antecedentes. Llego a la segunda parte de su trabajo donde hay mucha etimología.
«Mi teoría acerca del origen del lenguaje tiene la ventaja de ser puesta a prueba de manera práctica. Afirmando en contra de nuestros sentimientos modernos que todas las significaciónes de una lengua derivan de la significación principal (coïre) hacer el acto sexual, estoy obligado a probar que las palabras que designan las cosas sexuales realmente han tenido una gran capacidad de desarrollo en lo que concierne a su significación. De la riqueza del desplazamiento de significación concerniente a estas palabras, históricamente demostrable, dependerá lo bien fundado de mi hipótesis. Tomando algunos ejemplos de palabras sexuales voy a examinar su fuerza de expansión. Estoy obligado a limitarme al dominio de las lenguas germánicas Pero si mi pensamiento es exacto, esto se hallará en cualquier lengua. En mis ejemplos a un dialecto faltan a menudo en la lengua escrita. No me oculto que este procedimiento representa una fuente de errores, pero espero que el resultado principal no estará influído por los errores de este género.
Comienzo con la palabra geheien. Esta palabra aparece en el antiguo alto alemán, con la significación de nubere uxorem ducere y al mismo tiempo de coïre. El desarrollo ulterior de la significación se hace a partir de la significación de coïre; relativamente temprano en los primeros estados del bajo alemán moderno, esta palabra toma la significación de vexare, maltratar.
Otro autor antiguo, Hildebrand, tiene ciertamente razón al decir que la significación general de maltratar viene de la significación más especial de maltratar violando. La significación maltratar de geheien, esta pues probada en un período bastante antiguo. La expresión probablemente muy fuerte, que «el diablo te azote» (te batte), perdía su sentido propio gracias a su empleo extremadamente frecuente y por el rodeo de maltratar y molestar, resultaba la significación más débil de irritar, provocar, excitar (agacer) que se emplea aún hoy en un dialecto suizo.
Provocar, excitar (agacer) se transforma en hacer rabiar pinchar (taquiner) luego en engañar, burlar (tramper). Otra línea de desarrollo parte igualmente de maltratar —tirar violentamente al suelo romper—. Tirar (jeter), por la transformación del uso transitivo al intransitivo, se vuelve caer (tomber). Palabras más groseras como «gehei dich», que quiere decir déjame en paz, toman la significación de sich geheien que se transforma en desaparecer, eclipsarse, escabullirse (s’éclipser), largarse (se tailler). Lo que explica que gehein se transforme en una expresión bastante grosera por correr y caminar.
Finalmente hay otra significación, jactarse vanagloriarse (se vanter), que proviene probablemente de irritar, provocar, excitar con palabras, hacer rabiar. El participio pasado del verbo sufre también un desarrollo de significación independiente, en Suiza gehît significa mal, contrariado, mal educado, gruñón.
Agregando qué compuestos de (ge)heien toman aún otros caminos, por ejemplo en suizo usg’hîjen, que quiere decir dar vueltas, dislocar, o z’ sämmeng’hîjen, que quiere decir cuajar (de la leche), o dureghîjen, que quiere decir fracasar en un exámen.
Es menester admitir que la riqueza del desarrollo de las significaciónes no deje nada que desear. Este ejemplo no representa un fenómeno. Por el contrario puede decirse que todos los verbos que significan coïre, tienden a extender su significación de un modo análogo. En la palabra neerlandesa encontramos una correspondencia casi perfecta. Bruien, más antiguo bruid—en, derivado de Bruit que quiere decir novia, no significa primitivamente la novia, sino una joven mujer, como el inglés Bride o en sueco Brud. Brui(d)en significa pues volver mujer a una jovencita, por lo tanto coïre.
De manera análoga, como para gehein, se desarrollan las siguientes significaciónes: irritar (agacer), preocupar (soucier), azotar (battre), golpear (frapper), tirar (jeter), caer (tomber), salvarse (se sauver), caminar (marcher).
Da luego un ejemplo muy lindo de un viejo poema neerlandés que data de 1640 donde hay aún una pila de otras significaciónes más no conozco bastante el neerlandés para traducirlo.
Hay un tercer verbo con un desarrollo idéntico en la palabra serten, en dialecto serden, «futuo». Tenemos las mismas significaciónes: irritar (agacer), empujar (pousser), tirar (jeter), caer (tomber), sa í varse (se sauver), percibir algo. Así en Islandia encontramos serda, sarda, lustrar (polir), limpiar (nettoyer), repasar, planchar (repasser). También sustantivos que designan el sexo femenino se hallan muy a menudo al lado de los verbos que significan coïre o fustigar, excitar (fouetter). Por ejemplo el verbo coïre en wesfaliano se llama kitschen o quetschen. Tenemos al lado sustantivos.
Es menester aún examinar de cerca el desarrollo de la significación de ciertas palabras que designan la vulva. Mi ejemplo principal es la palabra germana Fud. Significa en todas partes, o el sexo femenino o las nalgas El sustantivo Fud tiene un desarrollo bastante restringido de la significación. Tomó el sentido de mujer en regiones muy extensas, a veces sin ningún sentido peyorativo, las más de las veces se transformó en palabrota como en el suabio, Fud, quiere decir prostituta, y un hombre afeminado y vil, ruin.
Otra ampliación de la significación se presenta en el sentido de agujero, tajo, por ejemplo en alsaciano Fud, quiere decir herida de un árbol. En suabio Fud quiere decir el tajo en el pantalón entre los dos botones posteriores para sujetar los tirantes. En neerlandés Fuut quiere decir espíritu, fuerza vital.
No nos asombramos de encontrar en suabio, funden, reirse de alguien, en wesfalio, fundeln, engañar. Füdelen alsaciano: largarse. En suizo, fuden quiere decir trabajar sin ganas. En frisón fudden, chapucear; en alsaciano fudlen, trabajar superficialmente. Hay también adjetivos derivados de fud que están muy extendidos, por ejemplo vudig que quiere decir perezoso. En alemán está Fotze o Futze que quiere decir vulva y al lado de la significación encontramos hocico, boca en Alemania del Sur. En el origen es una injuria, que actualmente se ha debilitado mucho. Futze es utilizada de manera general como injuria o con la significación de muchacha fácil. Es también utilizada en el sentido de vellosidad. La analogía con fud se extiende también a los derivados verbales, por ejemplo en alsaciano, futzelen, largarse».
Los dispenso de más ejemplos, pero lo que es interesante es que en las lenguas germánicas, el desplazamiento de significación de las palabras que significan hacer el acto sexual y vulva, toma formas muy diversas. Esto se presenta en forma de una especie de esquema. Ven aquí vulva que se transforma en mujer, animal de sexo femenino, luego vello pubiano, vellosidad; una persona disfrazada y a menudo llevando una máscara. Luego, por otro lado otras partes del cuerpo, la boca, el seno de la madre, el trasero, por otra parte cartera, canasta, recipiente y aún pastelería.
Y vemos justamente este mismo esquema aparecer en una categoría reciente de palabras. Y al mismo tiempo para el verbo coïre primero maltratar, azotar, hacer irritar, hacer rabiar, burlar, tirar y caer; luego desaparecer, largarse, correr y caminar; esto aún deviene trabajar mal, con contar mal, embotar y tener movimientos inciertos, hablar mal, finalmente tartamudear. En otra serie esto da procrearse, crecer, tener lugar y ocurrir.
Como consecuencia de su esquema, él nos dice:»hemos visto que son sonidos que han acompañado el trabajo. Si una raíz presenta enterarnente o en parte este sistema de significaciónes, es menester considerar las significaciónes sexuales como punto de partida, o al menos como punto de bifurcación durante ei desarrollo. El número de las palabras que han pasado una vez por la significación sexual es tan grande que un etnólogo está obligado a aconsejar este punto de vista constanternente y tanto más cuanto considere épocas lingüísticas más antiguas.»
El grito de seducción, dice además, representa la manifestación más antigua del lenguaje. El nacimiento de las raíces que designan las diferentes actividades se explica por el investimiento sexual de los diferentes métodos de trabajo. Nos es menester admitir necesariamente un período de las raíces en que éstas tienen sobre todo un carácter verbal. La hipótesis de que todas las raíces estaban primitivamente en relación con los conceptos sexuales se vuelve probable por el hecho de que el papel importante de estos conceptos para el desarrollo de las significaciónes puede ser demostrado en el punto de vista de la historia de la lengua germánica.