LA TRANSMISIÓN EDUCATIVA Y EL EQUILIBRIO

LA TRANSMISIÓN EDUCATIVA Y EL EQUILIBRIO
Además de los factores de maduración y experiencia, la adquisición de los
conocimientos depende, naturalmente, de las transmisiones educativas o sociales
(lingüísticas, etc.); en este proceso único ha sonado durante largo tiempo la
escuela tradicional. La psicología no trata de omitirla de ninguna manera, sino que
se dedica al estudio de los problemas que le conciernen y que se hubiera podido
creer que habían sido resueltos hace tiempo. ¿Depende el éxito de una
transmisión tal sólo de la mejor o peor presentación por el adulto de lo que desea
inculcar al niño, o supone la presencia en este último de instrumentos de
asimilación sin los cuales no podría comprender?
En lo referente a la acción de la experiencia sobre la formación de los
conocimientos, hace ya tiempo que se ha convertido en una trivialidad mostrar que
el espíritu no es una tabla rasa sobre la que se inscribirían relaciones
completamente impuestas por el medio exterior; por el contrario, se constata, y los
trabajos recientes lo han confirmado cada vez más, que toda experiencia necesita
una estructuración de lo real; o, dicho de otra manera, que el registro de todo dato
exterior supone instrumentos de asimilación inherentes a la actividad del sujeto.
Sin embargo, cuando se trata de la palabra adulta, al transmitir o intentar transmitir
conocimientos ya estructurados por el lenguaje o la inteligencia de los padres o de
los maestros
, se imagina que esta asimilación previa es suficiente y que el niño no
tiene más que incorporar estos alimentos intelectuales ya digeridos, como si la
transmisión no exigiera una nueva asimilación, es decir, una reestructuración que
depende esta vez de las actividades del auditor. En suma, cuando se trata de, la
palabra o de la enseñanza verbal, se parte del postulado implícito de que esta
transmisión educativa proporciona al niño los instrumentos de asimilación como
tales, al mismo tiempo que los conocimientos a asimilar, y se olvida que tales
instrumentos sólo pueden adquiriese mediante una actividad interna y que toda
asimilación es una reestructuración o una reinvención.
Recientes investigaciones han mostrado esto en el terreno del lenguaje. Un niño
del nivel preoperatorio de 5 o 6 años dirá de dos regletas, cuya igualdad de
longitud ha constatado por congruencia, que una se ha hecho más larga que la otra
si se la coloca con algunos centímetros de adelanto, porque el término “Más largo”
es comprendido (nocional y semánticamente) en un sentido ordinal y no métrico, en
el sentido, por tanto, de que “llega más lejos”. De la misma manera, ante una serie
A < B < C dirá que A es pequeña, C grande y B mediana, pero en cambio admitirá
a duras penas que B es a la vez más grande que A y más pequeña que C, porque
las cualidades “grande” y “pequeño” son durante mucho tiempo incompatibles, etc.
En una palabra, el lenguaje no es suficiente para transmitir una lógica y sólo es
comprendido mediante instrumentos de asimilación lógicos de origen más
profundo
, ya que dependen de la coordinación general de las acciones o de las
operaciones.
Las principales conclusiones que los variados trabajos de la psicología infantil
ofrecen a la pedagogía desde hace algunos años se refieren de esta manera a la
naturaleza misma del desarrollo intelectual. Por una parte, este desarrollo afecta
esencialmente a las actividades del sujeto y, desde la acción sensomotriz a las
operaciones más interiorizadas, su resorte es constantemente una operatividad
irreductible y espontánea. Por otra parte, esta operatividad no está preformada de
una vez para siempre ni se explica únicamente por las aportaciones exteriores de
la experiencia o de la transmisión social; es el producto de construcciones
sucesivas, y el factor principal de este constructivismo reside en un equilibrio
mediante autorregulaciones que permite poner remedio a las incoherencias
momentáneas, resolver los problemas y superar las crisis o los desequilibrios
mediante una constante elaboración de estructuras nuevas que la escuela puede
ignorar o favorecer según los métodos empleados. No era inútil por tanto, antes
de examinar la evolución de los métodos, recordar algunos recientes progresos de
una psicología infantil en pleno desarrollo, aunque muy lejos aún de haber
desbrozado el inmenso territorio que queda por explorar.