RENÉ DESCARTES
Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)
SEGUNDA PARTE
DEL NÚMERO Y DEL ORDEN DE LAS PASIONES Y EXPLICACIÓN DE LAS SEIS PRIMARIAS
ORDEN Y ENUMERACIÓN DE LAS PASIONES
Art. 94. Cómo estas pasiones son producidas por bienes o males que sólo atañen al cuerpo y en qué consisten el sentimiento agradable y el dolor.
Así cuando se goza de plena salud y el tiempo está más sereno que de costumbre, sentimos en nosotros una alegría que no proviene de ninguna función del entendimiento, sino sólo de las impresiones que produce en el cerebro el movimiento de los espíritus; y de la misma manera nos sentimos tristes cuando el cuerpo está indispuesto, aunque no sepamos que lo está. Así, la satisfacción de los sentidos va seguida tan de cerca por la alegría, y el dolor por la tristeza, que la mayor parte de los hombres no los distinguen. Sin embargo, difieren tanto que se puede a veces sufrir dolores con alegra y recibir halagos de los sentidos que desagradan. Mas lo que hace que, por lo general, del halago de los sentidos resulte la alegra es que todo lo que se llama halago de los sentidos o sentimiento agradable consiste en que los objetos de los sentidos producen algún movimiento en los nervios que podrá darles si no tuvieran bastante fuerza para resistirlo o si el cuerpo no estuviera bien dispuesto; esto produce una impresión en el cerebro que, instituida por la naturaleza para testimoniar esa buena disposición y esa fuerza, la presenta al alma como un bien que le pertenece en tanto está unida al cuerpo, y por eso suscita en ella la alegría. Casi la misma razón es la que hace que nos agrade sentirnos emocionados o por toda clase de pasiones, incluso la tristeza y el odio, cuando estas pasiones son producidas por las aventuras extrañas que vemos representar en un teatro, o por otras cosas parecidas que, no pudiendo dañarnos de ninguna manera, parecen acariciamos el alma conmoviéndola. Y la causa de que el dolor produzca generalmente la tristeza consiste en que el sentimiento que se llama dolor proviene siempre de alguna acción tan violenta que hiere los nervios; de suerte que, instituida por la naturaleza para mostrar al alma el daño que recibe el cuerpo por esta acción, y su debilidad al no poder resistirlo, le muestra lo uno y lo otro como males que le son siempre agradables, excepto cuando causan algunos bienes que el alma estima más.