El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger
El autismo en los inicios del siglo XXI. Tendencias del DSM 5.
El DSM 5 va a consolidar conceptualmente el autismo, sustituyendo la denominación
actual de trastornos generalizados del desarrollo por la de Trastorno del
Espectro Autista (TEA). Este cambio de apelativo tiene un alcance que va más allá
de una simple adecuación semántica. Los trastornos generalizados del desarrollo,
tal como se contemplan en el DSM-IV-TR, incluyen el trastorno de Rett. Pero
actualmente se conoce lo suficiente sobre este trastorno para ser considerado una
enfermedad genética específica cuya relación con el autismo no va más allá de la
coincidencia de algunos síntomas. Por el contrario, no se han encontrado datos
genéticos, neurobiológicos o cognitivos que permitan distinguir cualitativamente
trastorno autista, trastorno de Asperger, trastorno desintegrativo infantil y trastorno
autista no especificado. Esta propuesta está generando un intenso debate, centrado
en la conveniencia, o no, de mantener el término trastorno de Asperger, cuya
homologación dentro de los manuales diagnósticos habrá sido fugaz. Quizás entró
demasiado tarde, cincuenta años después de su descripción, y desaparece demasiado
pronto, apenas 20 años después de haber sido incluido en el DSM IV. El motivo
más convincente para incorporar dentro de los TEA, el trastorno de Asperger, el
trastorno desintegrativo infantil y los TGD-NOS se sustenta en el hecho de que las
diferencias entre los supuestos subtipos de autismo no vienen determinadas por
los síntomas específicos del autismo, sino por el nivel intelectual, la afectación del
lenguaje, y por otras manifestaciones ajenas al núcleo autista.
El DSM 5 agrupará los criterios de trastorno cualitativo de la relación social
y trastorno cualitativo de la comunicación en un solo criterio definido como un
déficit persistente en la comunicación social y la interacción social en distintos
contextos, no explicable por un retraso general en el desarrollo. Dentro de este criterio
se contemplarán problemas en la reciprocidad social y emocional, déficit en
las conductas comunicativas no verbales y dificultades para desarrollar y mantener
las relaciones apropiadas al nivel de desarrollo
El tercer criterio del DSM IV-TR (patrones de conducta, interés o actividad
restrictivos, repetidos y estereotipados), quedará formulado más o menos igual; sin
embargo, se añadirá dentro de este criterio la hipo o hiperreactividad a los estímulos
sensoriales o el interés inusual en los aspectos sensoriales del entorno
La necesidad de que antes de los tres años, se debían producir retrasos o
alteraciones en una de las tres áreas (interacción social, empleo comunicativo del
lenguaje o juego simbólico) se sustituye por la necesidad de que los síntomas estén
presentes desde la primera infancia, aunque no puedan percibirse hasta que las
demandas sociales excedan la limitación de las capacidades.
El DSM 5 marcará un cambio conceptual, que quizás sea el camino de inicio
de un itinerario hacia una interpretación radicalmente distinta de los trastornos
mentales.
Volver a la página principal de «El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger.»