Las convicciones de Erich Fromm
Roberto Oscar Silva
Primera parte: El hombre
Capítulo 1 – ¿Por qué Erich Fromm?
Lo primero que intentaremos responder son las razones por las cuales escribimos un libro sobre Erich Fromm desde un lugar tan distante a los transitados por él y a 30 años de su fallecimiento. Su pensamiento no forma parte de las modas imperantes y sólo una cantidad reducida de público conoce tal vez dos o tres libros de su extensa bibliografía, que alcanzaron bastante notoriedad por los años 60, 70 y 80. Sin lugar a dudas fue uno de los grandes pensadores del siglo XX, pero lo que es más importante, según nuestro criterio, es que en el siglo XXI nos vendría muy bien incursionar en el análisis de sus ideas. Existen múltiples causas que pueden justificar un libro sobre Erich Fromm, trataremos de explicar aunque más no sea algunas de ellas. Cuando se produjo la implosión de la Unión Soviética aquellos partidarios del capitalismo en su versión más salvaje, la que conocemos habitualmente bajo el mote de neoliberalismo, se apresuraron a dictaminar su propio triunfo. Una vez derrotado el comunismo el capitalismo nos haría felices a todos, dijeron sin sonrojarse. Intelectuales a sueldo del Departamento de Estado norteamericano nos hablaron del fin de la historia, que no era otra cosa que el fin del conflicto y una casi milagrosa fórmula para solucionar los problemas de la humanidad. A poco de andar ese paraíso prometido también explotó, el capitalismo de los países desarrollados no tardó en mostrar su verdadera y espantosa cara. En tanto que las naciones de la periferia sufrieron hasta el hartazgo las fórmulas de ajuste que “sugerían” el Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales, planes que llevaban a incrementar la pobreza y el desamparo. En Argentina, la mentira del neoliberalismo afloró con nitidez en diciembre del 2001, y permitió a gran parte de su población poner fin a las falsas ilusiones del derrame prometido por los economistas y políticos que responden a las clases dominantes. Pero no sólo en los países dependientes se pudieron apreciar las consecuencias de un capitalismo para pocos, el huracán Katrina nos permitió tomar conciencia de las consecuencias de este sistema, los pobres también existían en las potencias centrales, pero no merecían la atención de sus políticos que los dejaron librados a la buena de Dios, mostrando también que existía una relación directa entre el color de la piel y la pobreza. Luego de los atentados de las Torres Gemelas, Estados Unidos y sus socios europeos, desataron una cacería de brujas que llevó a la invasión de Afganistán primero e Irak luego, provocando un retroceso en lo logrado por la Humanidad en cuanto a los Derechos Humanos y la libertad de expresión, reeditando una nueva Inquisición. La cárcel de Guantánamo y la prisión de Abu Ghraib en Irak mostraron la peor cara de un sistema donde la democracia ha quedado relegada para ser disfrutada para un grupo reducido de privilegiados.
Ahora que sabemos de las consecuencias del calentamiento global y la resistencia de los Estados Unidos y otras potencias a poner límites a sus empresas en la emanación de gases tóxicos, de manera de no afectar las utilidades de los contribuyentes a sus campañas electorales, tal vez no sea aventurado afirmar que es posible que el capitalismo triunfe definitivamente sobre la Tierra pero al precio que desaparezca gran parte de las especies que la habitan. Para concluir este panorama y remarcar lo más reciente, la crisis financiera le explotó en la cara a las grandes potencias, primero en los Estados Unidos y luego en Europa, una de las primeras consecuencia fue la pérdida de millones de puestos de trabajos, mientras los gobiernos corrieron a subsidiar a las grandes empresas los trabajadores volvieron a pagar las cuentas de la fiesta del capital. El FMI desempolvó sus viejas recetas, pero esta vez para instrumentarlas en países que hasta no hace mucho pertenecían al Primer Mundo. Muchos de los gurúes del neoliberalismo debieron callar por un tiempo hasta que el público olvidara sus erróneas opiniones, otros en cambio disimularon y se aprovecharon de la complicidad de la prensa que como parte integrante de la clase dominante no hará ningún esfuerzo por recordarles sus interesadas y disparatadas predicciones del pasado. Lo que nadie se preocupó por señalar es que hubo pensadores que habían fustigado por igual al régimen soviético y al capitalismo, de cuyas ideas se podían extraer importantes conclusiones para que nos guiaran en los momentos más difíciles. Erich Fromm fue uno de ellos, no sólo se preocupó por analizar el surgimiento del nazismo en su país, sino que dedicó gran parte de su vida a estudiar y cuestionar al sistema capitalista y al régimen soviético. Si nos hubiéramos interesado en el estudio de las ideas de Fromm podríamos haber extraído ideas diferentes para los momentos críticos en vez de aferrarnos al pensamiento único con su consecuencia de barbarie y destrucción. Los mecanismos del autoritarismo, los hilos invisibles manejados por el poder en las democracias occidentales que conllevan al conformismo, la utilización de métodos de “lavado de cerebro” son algunos de los temas imprescindibles que formaron parte de su obra. Pero si el ruidoso cantar neoliberal luego del caída del Muro de Berlín en 1989 no permitió escuchar otras voces y otros pensamientos, aún no es tarde para rescatarlos del olvido y poner en consideración toda su riqueza. Algo muy destacable en Fromm es esa constante búsqueda de la libertad, atrás de cada una de sus ideas puede apreciarse esa intención, esa reiterada apelación a la desobediencia, cuando toda nuestra educación y la propaganda que nos agobia nos incita a lo contrario, es decir a obedecer a los poderosos. Otra cuestión sobre la que se mostró insistente fue en la búsqueda casi obsesiva para encontrar un equilibrio entre el desarrollo pleno de los individuos y los intereses permanentes de la sociedad. Por eso mismo la lucha contra el egoísmo y por la independencia de las personas son cuestiones de constante aparición en sus escritos. Este trabajo no pretende crear una tendencia “frommista”, eso sí creemos que el pensamiento de Erich Fromm es un muy buen punto de partida para pensar sobre los problemas del hombre del siglo XXI y en el desarrollo de ideas que se encuentran estancadas producto del intento de imponer un pensamiento único.
En reiteradas oportunidades mostró una audacia fuera de la común al introducir temas que no eran abordados en la época en que él lo hizo, tal el caso de los derechos de las mujeres y los niños, de igual forma mostró una clara preocupación por el resguardo de la naturaleza cuando muy pocos mostraban un interés similar.
Otro aspecto atractivo de su sistema de ideas que lo muestra como alejado de cualquier esquematismo y con una amplitud fuera de lo común, se verá al abordar las influencias sobre su pensamiento, que giran en torno a la tradición humanista del judaísmo, al budismo Zen, al monje dominico Meister Eckhart, y otros grandes pensadores como Sigmund Freud, Karl Marx y Johann Bachofen. Algo que debe tenerse en cuenta y que para nosotros no es menor, consiste en que vivió un largo período de su vida en México, esto le permitió interiorizarse de la situación de los países dependientes. Su profesión fue la de psicoanalista, no es sin embargo sobre este aspecto de su vida en la que más nos detendremos, sí nos interesaremos por lo que denominó la psicología social analítica y que le permitió utilizar ciertas particularidades metodológicas que rescataban elementos de la psicología y de la sociología para analizar determinados aspectos de una sociedad o el comportamiento de una clase social. Este método y la introducción de conceptos psicológicos para estudiar acontecimientos sociales e históricos le permitió abordar estos temas desde una óptica original diferenciándolo de otros historiadores y analistas políticos. Por cierto que elaborar un libro sobre determinada personalidad no implica coincidir en todos los aspectos de su pensamiento. Nos permitimos enunciar algunas discrepancias con algunas conceptos de Erich Fromm, el haber sido testigo de la barbarie nazi lo llevó a ver en el nacionalismo uno de los grandes males que asolaron el mundo en el siglo XX. Coincidimos plenamente con su cuestionamiento al nazismo y sus parientes ideológicos, pero existe otro nacionalismo, antiimperialista, defensivo y no racista, que es el de aquellas naciones débiles que deben defender sus valores siempre amenazados por las permanentes amenazas del imperialismo. Fromm no desconocía esa diferencia, pero en muchas oportunidades obviaba mencionarlas y su repudio se refería al nacionalismo a secas que era una alusión directa al fascismo, al falangismo y el nazismo; expresiones nefastas del autoritarismo expansionista. Otro aspecto que quisiéramos señalar es su cambiante idea del socialismo, Fromm fue crítico de la socialdemocracia, pero en determinados momentos de su vida pareció mostrar ciertas expectativas con respecto a ese movimiento político al punto que lo llevó a integrar por breve tiempo el Partido Socialista de los Estados Unidos. Así también en algunos escritos cifró esperanzas en cuanto al desarrollo de democracia occidental, sin embargo en gran parte de sus trabajos analizó con mucha agudeza las trampas y peligros de esa misma democracia y las serias limitaciones a la participación popular. De igual manera parecen ser exageradas las posibilidades que le otorgaba al psicoanálisis en alguno de sus escritos, atribuyéndoles poderes de “salvación” para los individuos, lo cual a simple vista surge como un tanto sobredimensionados.
Hay también algunos aspectos de su ideario que pudieron haber quedado un tanto desactualizados por el tiempo transcurrido desde su gestación, uno que no podemos dejar de señalar es su tendencia a presentar al Estado como un elemento de opresión, cuestión bastante lógica si se considera que fue contemporáneo del fascismo, el nazismo, el franquismo y el stalinismo . Hoy ese peligroso poder concentrado parece estar más en manos de las inmensas corporaciones multinacionales que en las del propio Estado. De todas maneras aquí no interesan en absoluto las ideas del autor sino mostrar de la manera más clara y contundente la riqueza del pensamiento de Erich Fromm. No obstante estas diferencias no pretenden opacar la grandeza de su pensamiento y la lucha de un hombre que buscó por sobre todas las cosas la libertad del ser humano.
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